Capítulo 10 "Morir o Sobrevivir"
Rachel ajustó el tapón de goma en el sumidero para cerrar el ojo y humedecer todo el paño dentro de la blanca bacha.
Mojada la sangre era más fácil de quitar y empezó limpiando las herida en su hombro derecho está estaba seca y no era tan profunda como había pensado. Después enjuago el paño lo estrujo y repitió el proceso.
Trato de entretenerse en ello sin pensar en el paradero, ni en cuándo fue. Porque aunque Derek había demostrado en más de una ocasión su lealtad y preocupación por ella. La facilidad con la que él había disparado contra aquel sujeto en los baños la desarmaba e inundaba de inseguro y temor.
Enjuagó su rostro y a el trapo por una última vez para finalmente guardarlo dentro de su morral.
— Estoy lista — dijo ahora lanzándole a Derek la chaqueta que él le había puesto la noche anterior. Él la tomó en el aire, la miró de reojo y se sintió animado.
— ¿Hacia dónde? — preguntó meneando en su mano aquella plateada pistola y listo para seguirla a donde ella le dijera.
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El día comenzaba a mostrar sus primeras luces y Rachel admiraba aquel tono azul del cielo que se mezclaba con la anaranjada línea de horizonte revelando un nuevo amanecer. De pronto aparto su mirada de las ventanas para ver al chico de pisadas fuertes a un lado de ella que le seguía fielmente el paso.
— Bonita forma de comenzar el día — hablo de repente colocando su mano en su vientre deteniéndola.
— ¿Qué... — no terminó. Bajo la mirada al suelo observando cómo su pie estaban a punto de pisar la espalda de un cadáver. Entonces retrocedió asqueada mirando más allá, pero al hacerlo solo vio un largo pasillo pintado de cuerpos — ¡Oh por Dios! — chillo.
— Sigue caminando — aconsejo él muchacho — Dios no tiene incidencia en esto — explicó pasando uno de sus pies sobre un cuerpo y luego el otro. Las suelas de sus zapatos manchandose con los rojos coágulos de sangre sobre el blanco pisó — ¿Qué esperas? — insistió cuando ella no se movió.
Rachel respiro hondo para tomar aliento, pero se arrepintió al instante porque el aroma al principio dulzón y luego putrefacto de la muerte la inundó. Entonces llevando la manga de su chaqueta a su boca aspiró con fuerza y por fin avanzó, pero mientras más se sumergía en ese pasillo de cuerpos, más sentía perder la cordura y tal vez hasta su alma.
— ¿Cómo puedes seguir adelante? — pregunto y esa era la primer pregunta personal que era formulada hacia Derek, por ella.
— El fin justifica los medios — explicó él mientras esquivaba un cuerpo apenas reconocible.
— ¡Dios! — se volvió a quejar apartando su mirada asqueada, pero avanzando — ¿Eso qué significa?
— Significa en tu caso: Que si logras salir con vida habrá valido la pena formar equipo conmigo.
— No me refería a eso — musito sin ánimos.
Derek entonces la miró. Ella estaba pálida y tenía las previsibles ganas de vomitar impregnadas en su rostro. El también las tenía, pero no como ella. Él ya había visto a la muerte y algo también ya se había muerto dentro de él hacía mucho tiempo atrás. Entonces sintió una extraña mezcla de celos y compasión por esa muchacha.
— ¿Entonces a que? — pregunto volteando y extendiendo su mano para ayudarla a pasar por sobre el último cuerpo.
— ¿Cómo tu puedes seguir adelante? — preguntó lentamente aceptando su mano y cuando coloco sus pies con firmeza en el suelo levantó su vista a aquellos vacíos ojos — Te adaptarte al juego con tanta rapidez...
El rostro de Derek evidenció una sonrisa no por la pregunta sino por lo notablemente costoso que había sido para ella poder al fin articularla.
— Solo digamos que mi vida afuera no es ordinaria — respondió clavando su mirada con la de ella y esperando alguna expresión que delata miedo o decepción, pero en lugar de aquello él se sintió atrapado en esa mirada.
Era tan extraño como le atraían esos ojos, ese magnético color verde mezclado con miel, lo atrapaban con demasiada facilidad; y no sabía bien si era por su brillo o el impecable poder que tenían de reflejar todas las emociones de ella con tanta neutralidad. Un libro abierto sólo para el.
— No quiero adaptarme — confesó — No quiero acostumbrarme a esto.
— Si no te adaptas mueres — dijo como un discurso obvio — Cualquiera que se aferra a la bondad en este juego o en el mundo mismo está firmado su propia sentencia de muerte — remarcó.
— No me importa. No voy a matar a nadie. Me esforzaré por ganar rápido, por encontrar más máscaras si eso es lo que necesito para no dañar a nadie.
Derek casi quiso reír ante tal afirmación, porque ella parecía tan segura, pero en realidad alguien así que no tenia ningúna fortaleza latente no podía asegurar tal cosa.
— No hay duda de que hay algo molesto y a la vez especial en ti... ¡Ah!. Por poco y lo olvido — comentó y de su mochila sacó un mango de madera para Rachel más familiar de lo que él creería — Es tuya — explicó tendiendole la katana que le había robado a jonathan la noche anterior.
Rachel la observó detenidamente sin deseos siquiera de mirarla, mucho menos tocarla, su rostro tornándose serio, casi pálido.
— ¡Vamos! ¡Tómala! JIC5 — insistió divertido y meneándola en su mano fingió que está caería si ella no lo hacía.
— Gracias — dijo colocando su mano sobre la de él para que no se atreviera a soltarla — Pero no la quiero.
El rostro de Derek decayó desilusionado porque aquello no era un simple obsequio, él en verdad deseaba que ella pudiera protegerse. Entonces decepcionado se volvió para enfrentarla.
— ¡Por Dios! ¡Solo mira a tu alrededor niña! — pidió — Solo hay muerte. El arma es la solución, la salida está aquí y no muerde — dijo enseñándole la katana una vez más.
— Si muerde — dijo nublada por un doloroso recuerdo, pero tragandolo le refutó — Solo mira a tú alrededor.
Derek se negó a hacerlo — Estas mal.
— Con el mundo tan decidido en hacerse pedazos. ¿Qué hay de malo en no querer ser parte? — preguntó — ¿Qué hay de malo en ser yo misma? — pregunto recordando lo que él le había dicho antes de ser capturada por Jonathan y la miró perplejo. En verdad había creído que ella no lo había oído decir aquello.
— ¡Esto tiene de malo! — respondió apuntando los cuerpos que adornaban el pasillo — Los que piensan como tu son débiles y los primeros en morir bajo este tipo de circunstancias.
— Bueno... Yo aun estoy aquí — dijo y medio sonrió recordando la primera vez que le dijo eso — Y no quiero un arma. No tomaré la salida fácil...
— ¿Salida fácil? — murmuró y sonrío sus celestes ojos volviéndose aún más fríos y en un rápido movimiento se colocó tras ella sujetándola por detrás — Esa salida fácil hubiera cambiado el destino de algunos de ellos — astibo con enojo junto a su oído — ¡Solo míralos! — pidió tomándola de la barbilla y obligándola a mirar. La vista de ella fijándose en una estudiante mujer con su mismo uniformé — Son el claro reflejo de dónde tú estarías de no ser por mi y por tu bien Rachel... — susurró letal haciéndola casi temblar — No hagas que lo reconsidere — amenazó soltandola — Yo mato y tú me guias. "Morir o sobrevivir" — término continuando su camino por el sangriento pasillo.
Rachel aún sentía como el escalofrío y miedo le bajaba desde la cabeza, por su espalda en donde el había estado. Jadeo libre y volteo para admirar la espalda de su compañero con desprecio.
— Morir o sobrevivir — murmuró y válido en silencio el costo de sobrevivir. El mismo era posible en el juego solo quitando otras vidas, pero le costaría su alma y volveriá en alguien que jamás desearía ver al espejo de nuevo. Finalmente solo llego a una pregunta que no pudo responder: "¿Morir como eres o vivir como un monstruo?" — Bien, seré la guía de la muerte por ahora — terminó siguiendo a la personificación de la muerte misma una vez más
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— La empujaste otra vez — se quejo Derek con la boca llena de una barra de cereal que masticaba.
— No me estas ayudando — refuto molesta estirando su mano una vez más sobre el ancho estante lleno de cuadernos y carpetas.
— Te vas a caer — advirtió.
— Quieres callarte — pidió y continuó estirando su mano solo enviando la máscara lejos una vez más — Mierda — se quejo. El estante bajo sus pies comenzando a ceder.
— Niña — advirtió Derek melodiosamente.
— ¡Cállate! — gritó — ¿Quieres subir tu? — preguntó.
— No — confesó negando con la cabeza — Yo aquí te espero — aviso colocandose debajo.
— Ya casi... Solo un poco... más — gruñó estirando su mano — Un poco más — el ancho estante crujió una vez más y Rachel finalmente sujetó el plástico — ¡La tengo!— exclamó, pero emocionada se apartó demasiado cayendo. El miedo y el vértigo la tomándola, pero igual lo hizo Derek en sus brazos.
Cuando abrió los ojos cerrados por el impacto lo encontró y suspiro una descuidada y poco convincente petición que hizo que sus mejillas ardieran por la humillación — Bájame.
Derek obedeció de inmediato sin disimular una media sonrisa a evidencia de el placer que le provocaba verla en esa posición, pero llevándose la mano a su hombro herido.
— ¿Porque te lo dije no suena divertido contigo? — gruño.
Rachel lo ignoró y miró su propia mano sucia y se sintió estremecer. Derek también lo hizo por encima; su mano estaba manchada de aquel líquido rojo ya demasiado familiar para ambos.
Algo crujió una vez más y sin avisó él la cogió del brazo obligándola a retroceder. El estante completo cedido dejando caer la pila de carpetas, cuadernos, hojas y algo mas. Un cuerpo.
— ¿Como llego allí? — preguntó Derek divertido — Bueno. Tenemos una más — agregó arrancando una máscara blanca del rostro del cuerpo.
Rachel ignorándolo busco una vez más aquel trapo para limpiarse la mancha de sangre.
— De nada — musito de mala gana.
— Oh gracias. De no ser por tu peso tal vez no se hubiera caído — comentó con malicia — Y mucho peso por cierto — se quejó moviendo y tocando su hombro como si este le doliera.
— ¡Vete al infierno! — casi le grito lanzándole la otra máscara que aún sostenía.
— Lamento informarte que estamos en el cariño — dijo tomando la máscara del suelo.
— Al menos tú entraste a el por elección. Eres como el mismo diablo aquí — masculló hiriente, pero Derek solo sonrió. La idea le sonaba fascinante.
— ¿Entonces tú serías algo así como mi demonio personal? — se burló — Creo que me tocó el más gruñón — afirmó.
— ¿Que idioteces dices? — se quejo.
— Ten — pidió lanzándole una barra de cereal sobre el escritorio del lugar — Las chicas siempre se ponen de malas cuando tienen hambre.
Rachel estaba a punto de criticar su nuevo comentario sexista cuando un cascabel resonó por el pasillo. Había sido apenas previsible, pero ella miró a la puerta con un destello de pánico en sus ojos.
— ¿Qué...
La pregunta de Derek fue acallada por la mano de Rachel quién con un rostro desencajado le advertía que hiciera silencio mientras lo empujaba tras el escritorio.
Cuando ella alejó su mano de su boca, él se limpió con asco aquel pequeño resto de sangre que ella le había dejado sobre sus ahora rojos labios.
— ¡Que asco! — se quejó conteniendo las náuseas.
— Shii — chito Rachel y cuando ambos chocaron sus miradas, él le enseñó la plateada arma, pero ella negó fervientemente con la cabeza.
El cascabel resonó una, dos, tres y hasta cuatro veces más. Advirtiendo su cercania cuanto más tintineaba mas Rachel sucumbía presa de la luz cegadora de los recuerdos aterradores que nublaban su vista ella ahora apenas respiraba mientras la oscura habitación de un año atrás aparecía con claridad en su mente, un sillón marrón oscuro, botellas de alcohol, vasos rojos descartables bañando el suelo, la música de fiesta y la aterradora visión de un bufón. Todo lo intento apartar, pero el miedo nos tortura tan mentalmente que es casi imposible escapar de él.
Ella incluso volvió a recordar cada sector de aquel bufón, sus familiares ojos de venas rojas; la boca de su dueño brillando en una aterradora y macabra sonrisa y la suya solo sumida presa por el miedo y el terror; recordaba también los dedos de él rasguñando su piel, incluso hasta podía recordar el largo de ellos. Solamente la risa no fue como ella la esperaba, esta fue una más aguda y melodiosa que aun a Derek le provocó estupor de sólo oírla.
Ahora por el reflejo de la ventana frente a ambos ella vio aquel cuerpo disfrazado deslizarse como una colorida figura dorada, roja y negra que pasaba de largo por el pasillo e ignorando para suerte de ambos a aquella habitación.
— Niña — la llamó Derek haciéndola volver en sí.
Rachel se deshizo de las visiones de su mente con un parpadeo. El dolor de los recuerdos le quemaba el costado de la cabeza y presionaba su pecho tan fuerte que apenas era consciente de que Derek la llamaba.
Con lentitud se aflojó el moño de su corbata y camisa sintiendo como un calor la sofocaba y quitaba el aire.
Derek se inclinó más cerca de ella. Acababa de ver la misma figura por el reflejo y por su reacción no tardó en preguntar:
— ¿Le temes a los payasos?.
Ella lo miró con odio por la poca perspicacia de su pregunta tan lanzada de golpe y sin tacto alguno.
— ¡No! — afirmo — Pero... de igual manera me gustaría que evitaramos toparnos con uno — pidió.
— Es solo un disfraz. Que miedo tan trilla...
— Como lo es a la oscuridad — lo interrumpió lanzándole una mirada iracunda.
Derek entonces colocó su mano sobre el lado derecho del escritorio acorralándola e intimidándola, pero cuando ella levantó su vista a él fue su oscura mirada la que en realidad hizo aquel trabajo.
— ¿Lo conoces? — pregunto.
— No — mintió apartando su mirada y empujándolo por su hombro.
— Se cuando mientes — advirtió inclinando su cabeza para encontrar su mirada, pero no podía ser verdad ambos apenas se conocían; Sin embargo él la observaba tanto que Rachel casi le creyó — Además, reconociste el cascabel — agregó minucioso.
— ¡Porque no es un payaso! Es... — suspiro — Es un bufón. Lo usan los de último año para asustar a las estudiantes en las fiestas de Halloween — explico empujándole, pero fallando en el intento Derek aún continuaba con firmeza — Vamos — pidió — No miento — se quejó.
— Entonces porque no quieres que la use — pregunto enseñándole la plateada arma.
— ¡Ya lo verás! — termino empujándolo una última vez con potencia y asomándose a la puerta — Ellos... — empezó apuntando a los dos chicos que seguían al disfrazado — Los idiotas siempre van en manada — explicó mirando a donde Derek estaba, pero no encontrándole — ¿Qué? — pregunto buscándole con la mirada y encontrándolo a un lado cargando su arma — ¿Acaso no me escuchaste?. ¡Ellos son peligrosos! — advirtió.
— ¿Unos estudiantes? — pregunto — No te ofendas.
— No lo hago. No ganarás nada subestimándolos.
— Ganare sus máscaras y... A mi tampoco me agradan los payasos — explicó lanzandose al pasillo.
Rachel no tardó en comenzar a escuchar los presepitados diaparos que volvian a salir de el arma de Derek. Esta vez contra aquel grupo de chicos tan familiar.
Cuando Rachel llegó a la puerta no esperó a ver si Derek había dado en el blanco, sino que saltó hacia ella solo deseosa de que él estuviera con vida, pero se volvió a apartar con rapidez cuando vio de reojo a dos de los sujetos tumbados en el piso y como otro corría a prisa arremetiendo contra el para detenerlo.
Derek lanzó un aullido mientras caía al suelo siendo impulsado por el sujeto. La pistola en su mano cayéndose lejos de ambos. Cuando Derek se enderezó él extraño rápidamente comenzó a darle golpes a su rostro con los puños cerrados. Sangre comenzó a salir disparada del rostro de Derek por la violencia de sus golpes.
Entonces fue cuando Rachel tomo el arma en sus manos. Ella era más liviana de lo que Rachel esperaba, el mango de madera se sentía frío e inexperta se aferró a él con ambas manos sintiendo el gratificante poder de protección que le daba, pero al salir por la puerta aquella seguridad decayó considerablemente. Era como estar completamente desnuda y desprotegida ante la vista de aquélla cosa aun de pie al final del pasillo.
Eso la miraba tan detenidamente que daba la impresión de ser solo un aterrador maniquí que comenzaba a cobrar vida, pero aún no se movía, solo lo hacían las chorreantes gotas de sangre que caían de su braso izquiero bajando a prisa por su mano y chocando contra el blanco suelo del pasillo.
— ¡Oh! ¡Jo! ¡Ah! — gimió eso en una risa cavernosa, efamosa y alocada.
Como en un efecto de caramara lenta, la cabeza de Rachel giró sin parpadear hasta que su vista chocó contra la cosa.
— Rachel — gritó su nombre caminando por el pasillo hacia su encuentro con una gran sonrisa en el rostro.
Rachel quedó estática viendo a eso asomándose.
— Dispara — gritó Derek con la boca empapada de sangre — ¡Dispara! ¡Ahora! — gritó una vez más.
La cosa continuaba acercándose ahora a gran velocidad, pero la mano de Rachel ya no se movía.
— Rachel — reprendió Derek — Maldición... — se quejó pateando e intentando liberarse de su contrincante, pero este no le daba respiró.
— ¡Vamos, dispara. Mátame... Mátame! — gritó y pidió repentinamente la cosa arremetiendo a su encuentro.
Las piernas de Rachel temblaron con potencia y cayó de espaldas al suelo, sin poder apartar la vista de aquello que avanzaba aún más hasta su lugar. Lo podía escuchar reírse con una furia tan potente que la estremecía de pies a cabeza.
— ¡Niña! — gritó Derek una última vez.
Entonces repentina y velozmente como en un instinto de supervivencia, Rachel retrocedió, apartándose de la entidad como si estuviera retirando la mano del fuego que la quemaba. Volteo sobre sí misma, poniéndose en cuclillas y luego de pie para comenzar a correr por aquel pasillo de cuerpos y sangre en donde la cosa no tardaría en capturarla.
— ¿A dónde vas? — grito esta — No huyas. Tú matarás, matarás...
El bufón corría, aullaba y rugía llevando el sonido de sus gritos por los pasillos del lugar. Mientras Rachel escapaba de él y su corazón se descolocaba en fuertes latidos, su respiración profunda en el pasillo le hizo una vez más tragarse el nauseabundo olor a sangre, descomposición y muerte. Grito producto del sofocamiento del mismo sintiendo las lágrimas y saliva en su propio rostro.
Sin pensarlo giro y tomó las escaleras de emergencias corriendo casi a gatas. Arrastrándose hacia arriba con las piernas con las manos con todo su cuerpo y sintiendo aterradoramente como si la cosa fuera a tomar uno de sus pies y hacerla caer rumbo abajo para encontrar su final, pero nada de eso paso, ella había sido más rápida y lo había perdido.
En silencio entro a un nuevo pasillo repleto de azules casilleros. Sus pasos eran más lentos y su respiración más fatigosa. Las piernas le temblaban debido al agotamiento y tenía unos nudos enormes en la espalda debido a la tensión. La ansiedad que había sentido durante las últimas veinticuatro horas le estaba pasando factura: nunca antes se había sentido tan falta de energía, tan pequeña e impotente, pero así era el traicionero juego.
Entonces a prisa sin poder más hundió todo su cuerpo dentro un abierto casillero y allí se quedó con su corazón aún latiendo a un ritmo anormal que hacía a todo su cuerpo vibrar. Cerró los ojos intentando contenerse y buscando tranquilizarse.
Al principio solo escuchaba su propia agitada respiración hasta que el cascabel resonó de nuevo y con el pasos acercándose, lentos, pero cada vez más y más cercanos.
Aterrada abrió sus ojos y se atrevió a mirar por la rendija, pero no podía ver nada. De momento su vista se nublo de lágrimas que con la mano temblandole intentó secar y llorando cubrió su propia boca para no lanzar sonido alguno que pudiera delatar su ubicación
El tortuoso sonido del cascabel y los pasos seguían en aumento. Ya no podía soportarlo más. El miedo y la desesperación la tenían en sus garras, transportándola de vuelta a esa noche de pesadilla que había marcado su vida para siempre y manchado su nombre con aquel apodo que deseaba tanto borrar:
— Zorra masoquista — murmuró entonces el bufón, como si hubiera leído sus pensamientos — ¿Dónde estás?.
Rachel apretó la pistola de Derek en su mano, húmeda por el sudor y las lágrimas.
— ¡Vamos Rachel!. Si sales prometo darte una muerte lenta y placentera. Tal como a ti te gusta — explicó la voz riendo a carcajadas.
Rachel luchaba contra la impotencia y el miedo. Su cuerpo entero zumbando con una emoción tan extraña que no podía ni siquiera nombrar.
— ¿Por qué tuviste que hacerlo Rachel? — preguntó la voz ahora con debilidad por primera vez casi sonando humana — ¿Por qué? — gritó con furia incontenible, golpeando uno de los casilleros. Rachel sintió la vibración de aquel golpe provocaba en los casilleros, incluyendo el suyo — Le haré lo mismo a él — confesó antes de alejarse.
Cuando el sonido del cascabel dejó de resonar, la angustia por Derek la invadió sumergiéndola en un mar de pensamientos de culpa y apretando su mano sobre su boca, ahogó un leve gemido de enojo e indignación porque ella sabía muy bien que tal vez esta vez no tendría el coraje suficiente para salvarlo.
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JIC: acrónimo de "Just In Case" / Por si acaso.
Rachel
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