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Ino estaba haciendo una fortuna sin necesidad de moverse mucho. Toshinori y Enji se encargaban de hacerle transferencia tras transferencia, enviarle mensaje tras mensaje. El viernes sería la subasta de caridad y ambos le habían asegurado que se quedarían con ella. Quiere ver cómo será eso.
La subasta se llevaría a cabo viernes a la medianoche. Ella y las otras chicas modelarían en una larga pasarela delante de clientes y ellos ofrecerían dinero por la que quisieran. Participan las cincuentas más populares del sitio, pasarán en orden de popularidad y se irán de inmediato se concrete el pago.
Antes de ella pasan otras doce muchachas, todas son subastadas por más de 500,000 yenes, era un montón. Era quizás tres veces más del precio más alto en el hotel pues la noche del sábado costaba 120,000.
—A continuación, damas y caballeros —anuncia la voz del host—, nuestra especialista más alta, más fuerte y más pesada. Con 31 años, 200 centímetros y 140 kilogramos, nombrada en honor al dios de la atracción sexual, Eros.
Avanza por la pasarela en total silencio. Todas esas subastas son demasiado silenciosas para su gusto, si le aplaudieran al menos se sentiría como una modelo. Las máscaras cubren todos los rostros delante de ella, y la luz es tan tenue que no puede diferenciar colores de piel con mucha facilidad.
—¿Empezamos la subasta por 120,000?
—Doy 120,000 —anuncia el número 9.
—150,000 —expresa el número 14.
—200,000 —batalla el número 3.
—500,000 —anuncia el hombre de máscara blanca con el número 36.
El silencio se apodera totalmente de la sala. Es el precio más alto que han pagado por las demás chicas hasta ese momento.
—Por 500,000 al número 36 a la una...
—550,000 —anuncia el número 38.
—¿Alguien que guste o-?
—600,000 —interrumpe el 36.
—650,000.
—675,000.
—700,000.
—Un millón.
¡Un millón!
Los ojos de Eros se iluminan con símbolos de yenes. Oh, ella y esos niños van a comer como reyes ese mes.
—Cinco millones.
Esos dos estaban locos. ¿Cinco millones por una mujer? Con eso se pueden comprar una casa...
—Diez millones —ofrece una tercera voz
¡Diez! ¡Diez millones! ¡Eso costaba un auto de lujo! ¡El abono para una casa! ¡Cinco carreras universitarias! ¿Qué pensaban hacer con ella para estar ofreciendo tanto?
Murmullos y pequeñas exclamaciones de sorpresas llenan el salón, incluso Eros batalla con fuerza para no revelar su emoción y sorpresa. ¿Diez millones por su culo? Un 25% de eso irá directo a su bolsillo, esos son como dos millones... Es un montón, ni siquiera puede imaginarse lo que hará con ese dinero.
—Vendido al número 27, Érebo, por 10 millones de yenes. Muchas gracias por participar.
¿Quién habrá sido su comprador? Se pregunta Eros. Seguramente un cliente frecuente o uno obsesivo. ¿Endeavor? ¿All Might? Son los primeros que se le vienen a la mente, pero luego piensa en un par más. Está emocionada por conocer a ese que pagó 10 millones de yenes por ella, ¿qué le pediría hacer? ¿Cómo usaría esas 24 horas?
La hora de la reunión con los compradores por fin llegó, reunión que se llevaría acabo en las habitaciones del hotel. A su habitación entra el número 27, con una máscara negra, traje.
—¿Me permitirá conocer su identidad, querido comprador? —le pregunta, pícara.
—Creí que después de tantas reuniones me reconocerías fácilmente, Eros.
—Oh, ¿pero cómo no voy a reconocer ese tono de voz? —ríe. Se levanta de la cama y le acaricia la máscara, pasea su mano por ese largo cuello, sus hombros cubiertos de la costosa y fina tela del saco, sus brazos largos, sus grandes manos finas y bien definidas. Se acerca a su oído para susurrarle— "Fiber Hero, Best Jeanist", Hakamada Tsunagu-san —otra risita le resbala de los labios, acerca sus manos a la máscara totalmente blanca—. ¿Me permite quitarle esto... Érebo?
—Como gustes, Eros.
Le aparta por fin el accesorio que le cubre el rostro, permitiéndose ver las facciones del héroe número cuatro. Le acaricia las mejillas y la barbilla, pasa sus manos entre sus hebras rubias, es un héroe muy bello. Él por fin mueve sus brazos para acariciarle el rostro también, sus redondas mejillas, su suave quijada, su pequeña y redondeada nariz, sus párpados; le parece una mujer hermosa,
—¿Que gustas que haga por ti, Érebo? —le pregunta sonriendo ampliamente— Luego de tal escandalosa cantidad de dinero debes tener algo en mente.
—Lo mismo de siempre, mi querida Eros —sus delicadas manos le sujetan la cintura, acercándola a su cuerpo. Aunque en realidad era Eros quien se adelantaba en cuanto sentía las manos de él en su cintura—, lo mismo de siempre —con la otra mano le acaricia el cabello, sedosas hebras violetas, suaves, brillantes.
Ella le saca la máscara para dejarla en la mesa de noche. Le retira lentamente el saco, la corbata, la camisa. Le pasa las manos por la nuca y seguidamente el rostro, acariciándole las mejillas, la frente, y finalmente despeinándole el cabello rubio, ese cabello que siempre llevaba bien ordenado, lo despeina. Le planta un beso en la mejilla, dejando marcado su labial rojo en esa blanca piel.
Él le aparta el cabello del rostro, echando hacia atrás ese espeso flequillo de hebras moradas que le cubren los ojos para poder apreciar sus orbes de diseño único, su iris morado cuenta con una pupila en forma de corazón. Él ama esos ojos. Tiene infinidad de diseños con esa forma de corazón plasmada, porque siempre piensa en esos ojos cuando no está cerca de ella. Piensa en sus ojos, en su cabello, en su piel, la forma de sus pechos, su amplia cadera, sus grandes muslos, las marcas que le deja su labial en sus mejillas y sus labios...
Si le preguntaran diría que está enamorado de Eros.
Pero como él lo están otro montón de héroes, que piensan que ella los trata bien como muestra de amor y no como parte de su trabajo. Como él lo están varios, que le mantienen la agenda sumamente ocupada y se encargan de pagarle las cuentas. Como él hay un montón, quizás demasiado.
Y pareciera que cada vez se le unieran más.
—Deja de trabajar, Eros —pide el rubio, acostado a su lado.
La primera vez que se conocieron le pagó por tener sexo, pero después de un par de veces empezó a pagarle solo para que acostara a su lado, abrazarla y pedirle que le peine el cabello entre sus dedos. A ella le encantaba. Se embolsó dos millones de yenes por hacer nada, no va a quejarse.
—Me gusta mi trabajo —responde como siempre—. Si no fuera por mi trabajo no lo conociera, Hakamada-san, así que agradezco trabajar aquí.
—Pero ya nos conocemos, ya no tienes que esperar por mí. Por favor, deja de trabajar y cásate conmigo.
—No es bueno que un héroe busque casarse con una prostituta, allá afuera hay mujeres más dignas de matrimonio.
—Te quiero a ti, para mí eres lo suficientemente digna.
Y así pasaban horas, acostados en cama, él intentando convencerla de que dejara su trabajo para casarse. Ella respondiendo sin ser capaz de decirle que lo que hacía con él era su trabajo también, y que si no le pagara realmente no estaría ahí. Hakamada era de sus mejores clientes, era respetuoso y disfrutaba del sexo vainilla, pero simplemente no era su tipo, no sería feliz si tuviera que pasar la vida entera a su lado.
—¿Pagó diez millones de yenes solo para una pijamada, Hakamada-san?
—Pagaría con mi alma para pasar la noche contigo, Eros.
—Podemos pasar la noche haciendo más cosas, si usted gusta.
—No hay nada que me guste más que esto.
Casi se sentía mal por el pobre desgraciado.
Pero al final ese era su trabajo: sacarle dinero a desgraciados.
...
material gurl
Para que tengan los precios más claros, diez millones son casi 87 mil dólares. De esos diez, dos millones quinientos mil le quedan a Ino (Eros), que son más de 17 mil dólares. Para que lo vean en perspectiva se puede comprar once iPhone's 13 pro max.
Y todo eso pq Best Jeanist se quería acostar a abrazarla y decirle que se case con él.
la wna suertuda.
Ya saben, feliz viernes de ahorcar rucas uwu
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