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Sábado, 21:30, clima frío. Endeavor entraba a la dirección estipulada, un hotel formal, de esos que usaban los héroes para quedarse en misiones largas lejos de su ciudad, o de esos que usaban los hombres de negocios extranjeros importantes cuando debían hacer tratos con empresas nacionales. Era un hotel caro, no era uno que se pagaría para tener sexo y nada más, habían opciones más baratas, y eso era genial porque nadie sospecharía que un héroe iría ahí solo para descargar su frustración sexual.
Llegó y tomó la llave de su habitación. Tomó el asensor al piso indicado, el último. Ya se había quedado él en ese hotel por cuestiones de trabajo, pero nunca había estado en último piso. Era diferente a otros pisos, la iluminación era diferente, el espacio era diferente, la mayoría de habitaciones tenían un "no molestar", y podía oír sonidos sexosos a cada paso que daba. Lo prendería en situaciones normales, pero pronto pensó que la mayoría debían ser esas niñas patéticas del sitio y se puso hasta de mal en humor en imaginar sus cuerpos patéticos, frunció el ceño y apuro el paso para llegar su lugar y no tener que oírlas más.
Abre la puerta casi desesperado. Ingresa de inmediato y cierra de un portazo.
—¿Vienes de mal humor, grandote?
Oh.
Vaya.
Esa voz era diferente a la que le habló el día de ayer, era profunda y seductora, acompañada de un tono pícaro y hasta burlesco. Delante suyo hay una cama de tamaño "king", donde reposa de manera sexy una enorme mujer. Cubre su cuerpo por una bata blanca que se ajusta perfectamente a sus curvas, sus piernas son cubiertas por medias largas cuya parte superior son cubiertas por la única prenda que la tapa.
—Buenas noches —es lo único que acierta a decir, prendiendo su antifaz de fuego casi involuntariamente para esconder sus mejillas rojas.
—Hey, hey, calma —ríe, y se pone de pie. Se pavonea hasta él y pasa sus brazos por sus hombros, acariciando su cabello con sus largos dedos. Es más alta por pocos centímetros, apenas se nota la diferencia, pero se nota—. Estamos en confianza, ¿sí? Puedes apagar tu quirk, no soy ninguna amenaza.
Se deja llevar por las caricias en la parte posterior de su cabeza mientras apaga el fuego en su rostro, dejándole ver sus mejillas rojas. La sonrisa en el rostro de la mujer se amplia un poco más.
—Eso es —anima, pasa sus dedos por el cuello de su camisa, ajustándolo—. Deja que te ayude con esto —pasea sus manos por sus hombros antes de sacarle el chaleco, lo dobla cuidadosamente con sus delicadas manos y lo deja en la silla convenientemente a su lado. Desabrocha uno a uno los botones de su camisa, sin borrar su sonrisa—. ¿Estás nervioso? —pregunta burlesca, sin dejar su trabajo. Junta sus rostros un poco, hasta rozar sus narices y juntar sus respiraciones. Su aliento huele mucho a hierbabuena y menta, es helado, tiene los labios pintados de rojo intenso— No te preocupes, cuidaré de ti.
Asiente. Sus neuronas están tan calientes que prácticamente están haciendo combustión espontánea antes poder pensar en responderle adecuadamente.
Ya sin la parte superior de su ropa le sujeta la mano y lo conduce a la cama. Le indica sentarse y suelta el lazo de su bata. La abre lentamente, creando expectativa en el pro héroe. Por fin revela su cuerpo, voluptuoso, suave, limpio, tiene algunas estrías en el abdomen y la cadera, y un poco de vello asomando por sus bragas. Usa lencería, un sostén de encaje negro opaco que deja ver sus pezones, perforados, y bragas que hacen juego. Sus medias altas se ajustan a la altura de su muslo, y tienen un pequeño lacito.
El antifaz de fuego se vuelve a prender sin querer. Eros ríe y pasa sus manos por su cuerpo, despeinando su cabello levemente y apartándolo de sus hombros. Toma una diadema de la mesa de noche para apartarse el cabello del rostro y revelar sus ojos delante del pelirrojo, estos tienen un margen rosa intenso que palpita levemente.
Se arrodilla delante suyo y masajea con una mano el bulto debajo de su pantalón, acercando su rostro para inhalar su fuerte esencia. Sonríe ampliamente al oírlo soltar un leve gruñido, y levanta el rostro para verlo.
—¿Quieres que me haga cargo de esto unos momentos? —habla seductoramente, acariciándole el muslo con la otra mano y levantando un poco su cuerpo. Sus pechos se apoyan en sus piernas, y acerca su rostro a su abdomen. Él tiene músculos muy definidos, cuadros muy marcados, vello rojo cubriendo su vientre y parte de su pecho, sus brazos y piernas. Ella sonríe y besa debajo de su ombligo, dejando la marca de su labial, rojo, más oscuro que el vello de su cliente.
El cuerpo de Enji se estremece terriblemente.
—¿Qué? ¿Te comió la lengua el gato, héroe? No haré nada que no me pidas, entonces, ¿puedo devorar hasta el fondo este enorme trozo de carne?
Traga un nudo de saliva y parpadea con fuerza, como para asegurarse que la mujer delante suyo es real y ha oído bien sus palabras.
—S-Sírvete.
Quería sonar seductor y seguro, pero los nervios le ganaban. Era técnicamente su primera vez...
Eros ríe bajito y por fin le desabrocha el pantalón y baja su calzoncillo. Su pene rebota al ser liberado, y los ojos de la mujer revelan sorpresa y sus labios emoción. Medirá quizás lo mismo que su rostro de largo, y es grueso, con venas palpitantes y la cabeza rosada y prominente. Da un beso en la punta, dejando nuevamente la marca de su labial, Endeavor deja salir una gran cantidad de aire denso y espeso, vapor. La temperatura de su cuerpo aumenta sin él quererlo, es una situación de alto peligro.
La mujer por fin mete el pene delante suyo en su boca, llevándolo al fondo en un solo movimiento. Enji siente la punta de su miembro golpear la parte posterior de la garganta de Eros, no hay arcadas, no hay reflejos, su boca es húmeda y se siente fría gracias a la temperatura de su cuerpo, se imagina el bulto que debe formarse en su cuello al hacer tal cosa.
Hace un vaiven con su cabeza, metiendo y sacando a una velocidad constante, los sonidos húmedos que se forman por la carne en su boca calientan más y más al pro héroe, pronto la baba empieza a correr por la comisura de su labio hasta su barbilla.
—Eros... basta —jadea el pelirrojo, empujando suavemente su rostro.
La mujer hace como se le ordena, tiene el labial casi intacto a excepción de su comisura, la cual limpia como si supiera que eso ha sucedido.
—No vine aquí solo por un oral.
—Estoy aquí para lo que me pidas.
。。。
ok, a partir de ahora actualizaciones semanales todos los viernes pq recuerden que son viernes de ahorcar rucas 👌
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