CAPÍTULO 4: JUNTOS
Primero abriendo un solo ojo para comprobar y cuando hubo corroborado que, en efecto, ahí no había nadie más, abrió ambos. Solo entonces Chanyeol suspiró aliviado, dejando a sus pulmones soltar por fin el aire contenido.
Incorporándose, cuidando de no despertar al resto de sus hermanos, libro de que por fin comenzará a conciliar el sueño correctamente, se dispuso a salir de la habitación.
La noche pasada los había dejado completamente destrozados. En especial a él, quien había sido despertado abruptamente por la deslumbrante luz de los focos siendo encendidos de repente, dándole de lleno en el rostro.
Sorprendido, se había levantado solo para encontrarse a un Minseok con fiebre muy alta siendo sostenido por Suho. Un Sehun nervioso. Un Tao y un Kyungsoo muy asustados.
Más tarde esa misma mañana, Minseok fue llevado por su padre a quién sabe dónde, y cuando por fin todo parecía volver a la normalidad, Chanyeol se encontró a sí mismo presionado contra una de las paredes, con Sehun gritándole mientras le ahorcaba.
Algo sobre el estúpido collar que Chanyeol se había asegurado de colocar tan pronto despertó esta mañana, fue mencionado por su hermano a modo de reclamo en esa ocasión.
Fuera, fue capaz de distinguir el pasillo solitario. No había nadie más rondando cerca. Ni una sola alma.
Chanyeol salió y cerró la puerta tras de sí. Avanzó con cautela a través del desolado pasillo.
Sintió la incómoda sensación del collar rozando la piel sensible de su cuello. El recuerdo casi trajo a las lágrimas de vuelta. Él había estado tan asustado de vuelta entonces. Tan malditamente asustado.
Caminando con sigilo llegó hasta la sala y, dejándose caer sobre uno de los sillones, elevó sus piernas y enterró el rostro entre las rodillas, rodeando estas con sus brazos como un soporte para su cabeza.
Esto se sentía como la mierda. Chanyeol se sentía como la mierda.
Aún seguía latente el recuerdo de los sucesos de la noche pasada, revoloteando de forma difusa a través de su mente.
Él debía reconocer que había sido algo lento en reaccionar a lo que su cerebro le pedía, y tenía que admitir que sabía que seguir a Minseok en su tonto capricho le traería problemas. Debió haberlo imaginado, era obvio que si alguien, Sehun o su padre, no importaba cuál de los dos fuera, los descubrían, se cabrearían de sobremanera.
Chanyeol fue solo muy iluso al pensar que Sehun no llegaría tan lejos como para casi matarle por un jodido collar. ¿Qué es lo que le pasaba a su hermano? Chanyeol nunca lo había visto así de desquiciado.
Los ojos generalmente tranquilos de Sehun habían adquirido un oscuro matiz de vuelta entonces.
Alejó el pensamiento rápidamente. No le haría nada bien seguir martirizándose con el recuerdo. Recordar solo le haría más daño.
Levantando la vista, sin saber exactamente por cuánto tiempo había permanecido en esa posición, se incorporó del sillón.
Sus largas y torpes piernas ya estaban entumecidas, signo de que había pasado un buen rato inmerso en sus pensamientos.
«Horribles pensamientos», pensó.
Llevó una mano a su estómago. Este gruñó con hambre, importándole muy poco que Chanyeol ya le hubiera alimentado por la mañana.
En silencio, el alto chico se dirigió directo a la cocina en busca de comida. Estaba bien, Sehun le había dicho que a su edad era bueno alimentarse correctamente y que no debía saltarse comidas... Sehun.
Su mirada se ensombreció de nuevo.
Decidió preparar nada más que huevos revueltos. La única especialidad que podía hacer, ciertamente.
La comida fue rápida. Lavando los trastes que había usado y poniéndolos de vuelta en el escurridor, ya se disponía a irse, con un vaso de agua entre las manos, cuando una garganta siendo audiblemente aclarada le hizo levantar la mirada de golpe.
«Mierda».
Ahí estaba Sehun, tranquilamente recargado contra la pared interna de la cocina. ¿Por cuánto tiempo había permanecido ahí?
Chanyeol sintió a su corazón acelerarse con la anticipación y el pánico creciente. ¿Sehun venía a reprenderle de nuevo? ¿Qué es lo que había hecho mal ahora?
Su hermano se mantenía con los brazos cruzados sobre el pecho mientras le miraba fijamente. Los ojos de Chanyeol se movieron impacientes por la cocina en busca de posibles salidas.
Encontró una.
La puerta por la que había entrado antes, justo al lado de Sehun. Tal vez, si corría lo suficientemente rápido, escaparía exitosamente.
Como si Sehun pudiera leer su mente, despegó la espalda de la pared y se interpuso justo en medio de la entrada. Bloqueando así la única salida.
«Maldita sea».
Chanyeol miró inconscientemente a su derecha. Aún podía saltar por la ventana visiblemente abierta, ¿cierto?
—Ni lo pienses, mocoso —le advirtió Sehun—. Te vas a atorar.
Un sonido ahogado salió desde lo profundo de su garganta. De haber sabido que su hermano andaba por ahí, no habría entrado a la cocina en primer lugar.
Sehun comenzó a avanzar con pasos lentos en su dirección.
Instintivamente, Chanyeol cerró los ojos. Lo cual era muy estúpido, porque si Sehun le iba a pegar, iba a doler de la misma jodida manera tuviera los ojos abiertos o cerrados.
Pero distinto a lo que esperaba, ningún golpe llegó a su rostro o cualquier otra parte de su cuerpo.
Con sorpresa, se vio siendo jalado hacia abajo. Cuando sintió los brazos de Sehun rodearle cariñosamente, no pudo evitar que las lágrimas se acumularan en sus ojos.
Chanyeol descansaba el rostro en el hombro de Sehun, no tan bajo como el resto de sus hermanos, cuando el Alfa comenzó a hablar:
—Lo siento, Chanyeol —susurró muy cerca de su oído debido a la cercanía de sus cuerpos—. Me comporté como un verdadero imbécil. Sé que no tengo el derecho a pedirlo, pero... Espero que puedas perdonarme.
Cuando terminó su disculpa, muy al estilo frío de Sehun, todo quedó sumergido en un tranquilo silencio.
—Tú... entenderás algún día esto. Bastante pronto, debo lamentar —continuó su hermano, ante el silencio de Chanyeol—. Quisiera, demonios, adoraría poder explicarte mis motivos, pero como sabrás, eso es un poco...
Chanyeol asintió, sabiendo que Sehun sería capaz de sentirlo agitar la cabeza.
—Sí, lo entiendo. Te perdono, Sehun —contestó con lágrimas cayendo en la bonita camisa del Alfa, dejando marcas oscuras en ella.
Su hermano deslizó una mano hasta la base de su cuello y le acarició el pelo como si de un niño pequeño se tratase.
Chanyeol no supo por exactamente cuánto tiempo permanecieron así. Con él llorando y Sehun acariciando su espalda, como diciéndole que se calmara.
Cuando se separaron, Sehun sonreía y se burlaba de su nariz roja y congestionada. Le extendió servilletas y él se limpió las lágrimas rápidamente.
—No vuelvas a llorar, mocoso —pidió Sehun en broma.
Con la nariz tapada, haciendo que su voz sonara chistosa al hablar, Chanyeol exclamó:
—Tú no tienes derecho a llamarme "mocoso", soy mayor que tú. —Resopló resignado—. No vuelvas a asustarme así de nuevo, por favor —pidió a Sehun.
—Solo si me prometes que no volverás a quitar ese collar de tu cuello. Sabes muy bien que es para protegerlos. —La seriedad plasmada en su rostro impecable no le dio oportunidad de renegar.
Chanyeol no entendía muy bien el porqué, sin embargo, decidió que lo mejor era no preguntar. Pese a todo, asintió afirmativamente.
—Sí, lo entiendo.
Sehun se mostró satisfecho con su respuesta y le revolvió el alborotado pelo una última vez.
—Perdón por ser tan estúpido —se disculpó Chanyeol, mientras limpia los restos de su llanto con una nueva servilleta que Sehun le había proporcionado. Y aunque no supo muy bien por qué había dicho aquello, ya las palabras habían salido de sus labios.
Para su tranquilidad mental, su hermano rio audiblemente, y dijo con palabras dulces:
—No eres estúpido, solo descuidado. —En su rostro apareció de nuevo una sombra oscura, pero como si recordara que Chanyeol era capaz de verle, ocultó su semblante tras una gran sonrisa—. No lo hagas de nuevo y todo estará bien.
Y Chanyeol no hizo más que asentir frenéticamente, haciendo a Sehun ampliar su sonrisa.
* * *
«Lo que sea que se le hubiera metido en el culo ayer a Sehun, ya ha salido», pensó Kyungsoo, cuando al entrar a la cocina se encontró con la imagen del Alfa y Chanyeol riendo animadamente sobre algo que él no alcanzó ni hizo el intento por escuchar.
Caminando directo al refrigerador, se sirvió un vaso con agua fría. Su garganta había estado reseca desde el desayuno.
Él notó los ojos rojos de Chanyeol, pero decidió ignorar el hecho; al final de cuentas, ahora el alto chico sonreía. Eso era más que suficiente para él. Siempre y cuando ya hubieran arreglado sus diferencias, todo estaría bien. Eso es lo que se dijo a sí mismo.
Sehun le notó entrar, sin embargo, en ningún momento detuvo su charla con el Omega más alto. Bien.
Él mejor que nadie debería saber cuánto Kyungsoo odiaba que los Alfas usaran sus "habilidades" en beneficio propio. Sintió a su mandíbula tensarse y a sus dientes rechinar con ira ante el simple recuerdo.
Sehun nunca antes había usado el poder que los Alfas podían ejercer sobre los Omegas para obligarlos a hacer algo que no quisieran, a diferencia de su padre, quien no se tentaba el corazón para darles órdenes.
Kyungsoo sabía que cual hubiera sido el motivo que llevó a su hermano a actuar así la noche pasada, no había sido su intención. Al menos, no conscientemente, de hacerle a Chanyeol o a cualquiera de ellos algún daño real.
La forma en la que los había dejado paralizados en su lugar, volvió a su mente, junto con las sensaciones que esa experiencia dejó en él. Aquel mandato que le decía "Quieto, no avances" mientras Sehun mantenía a Chanyeol contra la pared.
Kyungsoo tuvo tantas ganas de correr y golpear al Alfa para que dejara ir a su hermano, pero... No pudo. Le fue imposible mover un solo músculo de su sitio para ayudar a Chanyeol. Una fuerza casi palpable, pero imperceptible, les obligaba a obedecer, sin opción a reniegos.
Sus puños se crisparon con furia incontenida. Una gran impotencia se instaló en su pecho, sintiéndose casi tan opresiva como la orden tácita de ayer. El ambiente tenso y sofocante que descendió sobre ellos cuando trataron de acudir en la ayuda de su hermano y Sehun se los impidió.
Él ya había aprendido sobre eso. En los cursos preescolares, les habían enseñado aquello conocido como el "tono Alfa". En donde algo que fuese conscientemente ordenado por uno de ellos, sería, en su defecto, obedecido sin chistar por el Omega en cuestión. Y eso, desde el punto de vista de Kyungsoo, era una completa violación a sus derechos individuales.
Esa era también una de las razones principales por la que la mayoría de los maestros en las escuelas de Omegas eran "Alfas marcados", ya que ellos serían más bien, a regañadientes, obedecidos por los pequeños Omegas que ahí asistieran.
El tono de un Alfa no se limitaba a las órdenes vocales. Su conocimiento sobre el tema era escaso, pero Kyungsoo creía que ellos incluso podían llegar a hacer algo como lo que Sehun había hecho. Incluso más, tal vez.
Kyungsoo fue casi capaz de ver de nuevo a los enloquecidos ojos de su hermano apenas la noche pasada. Un estremecimiento le recorrió de la cabeza a los pies ante el conflictivo sentimiento que se filtró en su ser. A él no le gustaba para nada cuán vulnerable se había sentido.
La "vulnerabilidad" no era algo propio de su persona. Por lo que las pocas veces que se veía en dicha situación desventajosa, solo podía maldecir a su condición. Se había sentido tan impotente, y la noche pasada solo había servido para recordarle el poco autocontrol que se les concedía.
Sehun estaba fuera de sí entonces, de cualquier forma, así que quizás él solo, inconscientemente, había usado esa habilidad. Por más que pensara en ello, Kyungsoo ni siquiera entendía por qué Sehun estaba tan enfadado para empezar.
Sí, él había sido quien le advirtió a Chanyeol sobre el peligro de quitarse el collar. Sabía que su padre y su hermano se enfadarían, pero si era sincero consigo mismo, no entendía la razón. Todos los Alfas en esta casa eran familia.
Chanyeol, tal vez pensando que todos eran un montón de glotones como él, le sacó de sus pensamientos cuando se ofreció a hacerle de comer. Kyungsoo no pudo negarse, por supuesto.
El chico prepararía huevos, seguramente. La única cosa que el alto, ciertamente, podía cocinar. No lo hacía del todo bien tampoco, pero Kyungsoo se negaba a decírselo. Ya le tocaría a su compañera o compañero descubrir ese pequeñísimo detalle.
Sonriendo, Chanyeol se giró, dispuesto a comenzar.
Tomando asiento a la mesa, Kyungsoo pudo sentir la mirada penetrante de Sehun puesta enteramente en su persona, desde el lado opuesto. Su hermano tenía un "mírame" grabado en la frente. Suspirando con cansancio, pues lo último que quería era iniciar una discusión en estos momentos, levantó la mirada para encontrarse así con los ojos claros del menor.
Ya no había rastro alguno de aquella loca y dilatada, fuera de sí, mirada que tenía ayer su hermano. Lucía como siempre, tan tranquilo y calmado como solo Sehun podía ser.
Ellos se miraron el uno al otro largo y tendido. El silencio incómodo que se extendía era solo interrumpido por el ruido del aceite calentándose en la sartén. Chanyeol, ajeno a su entorno, tarareaba una canción desconocida para Kyungsoo.
Él sabía lo difícil que debía ser para Sehun el pedir disculpas, ya que generalmente el Alfa no tenía motivos para pedirlas en primera instancia, así que, actuando como el miembro del mismo bando frío y orgulloso que era, Kyungsoo les ahorró el trabajo a ambos, aunque él mismo no tenía nada por lo que pedir perdón, y comenzó entablando una plática trivial con Sehun.
Él entendía perfectamente la posición en la que el menor se había puesto por sí solo con su estúpida actitud de ayer. Kyungsoo incluso lo atribuyó todo a un posible cuadro de estrés causado por las cada vez mayores responsabilidades que su padre había ido dejando a su cargo.
El chico no cuestionó la grandiosa estrategia que Kyungsoo empleó y le siguió el juego, más que gustoso por no tener que pasar por aquello. Internamente, agradeciendo a Kyungsoo el favor.
El ambiente se tornó ameno conforme el resto de sus hermanos comenzaron a despertar y se asomaron por la puerta. Un muy entusiasmado Chanyeol les ofreció sus habilidades culinarias, a lo que todos terminaron aceptando. Ya sea por hambre o hermandad, ellos le permitieron hacerles de comer.
Llegando al acuerdo mudo de dejar atrás los horribles eventos de la noche pasada, todos actuaron tan normal como pudieron. Bromearon y saludaron, tal y como lo harían una mañana cualquiera en casa. Nadie dijo nada sobre lo sucedido, aunque, muy en el fondo, sabían que tendrían que hablar sobre ello en algún momento. Pero no por ahora, al menos.
Kyungsoo repasó los sonrientes rostros de los hermanos que tenía enfrente. Costaba un poco creer que el feliz Tao que ahora veía, fuera el mismo de ayer. El rubio que lloraba desconsoladamente sobre la cabeza de Suho, mientras Kyungsoo mismo secaba las lágrimas de su hermano Chanyeol, que continuaba tendido en el suelo.
Eso, sin embargo, no podía prolongar por siempre lo inevitable y, al final, fue el mismo Tao quien soltó el detonador que disparara un silencio casi inmediato a través de la cocina.
—¿Qué ha ocurrido con Minseok? —El inocente rubio formuló la pregunta que todos se habían estado haciendo desde los sucesos de la noche pasada.
Kyungsoo giró el rostro, solo para encontrarse con el resto de sus hermanos deteniendo sus charlas para mirar a Tao, quien a su vez observaba fijamente a Sehun, esperando por una respuesta.
Kyungsoo prestó atención, secretamente impaciente por lo que el Alfa diría a continuación. El ambiente repentinamente incómodo cerniéndose sobre ellos.
Sehun se tomó un segundo para aclararse la garganta antes de hablar.
* * *
Minseok se removió entre sueños, despertando completamente cuando una nueva oleada de calor lo atravesó. Parpadeó, confundido, viendo la luz del sol filtrarse a través de las ventanas corridas.
Sabía que debería estarse preguntando qué hora era o dónde se hallaba, pero eso no parecía tan importante ahora como el deseo de encontrar alivio.
Se estremeció y trató de moverse de su posición boca abajo, gimiendo con el mínimo roce de las sábanas contra su piel desnuda. Se sentía todos sensible.
Hilos de su propio semen estaban dispersos sobre su estómago y sabía que entre sus piernas también se deslizaban restos de la esencia de alguien más. Minseok no sabía cuántas veces se había corrido ya, sin embargo, y aunque pensó que no podría más, se encontraba dolorosamente duro.
Su cuerpo ardía y su piel hormigueaba. Había estado en un estado intermitente entre ser sí mismo y solo desear ser tocado. Ni siquiera los baños con agua fría que aquella mujer le había dado habían servido para bajar su fiebre.
Minseok solo quería regresar a casa, quería ver a sus hermanos.
Él se encargaría de pedir perdón a su padre por desobedecerlo y no usar su collar. Si fuera necesario, le rogaría incluso que lo llevase de vuelta y prometería entonces obediencia absoluta. Él sería un buen hijo de ahora en adelante, jamás volvería a desobedecer una orden. Si tan solo pudiera...
Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de una puerta siendo abierta en algún lugar detrás de él. Había logrado acomodarse de lado, sin embargo, cuando la presencia llegó detrás de él, Minseok fue empujado de regreso a su posición original. Boca abajo, trató de incorporarse pero la fuerza de la otra persona era demasiado contra él.
—N-no... ya, no. Por favor —rogó.
Minseok percibió el movimiento del colchón e inmediatamente después sintió la piel caliente del cuerpo presionándose contra su espalda.
Su cuerpo fue movido con demasiada facilidad mientras aquel Alfa deslizaba un brazo fuerte debajo, rodeando su cintura, y lo maniobró como si fuera la cosa más ligera en el mundo, haciéndolo levantar las caderas.
Él suspiró aliviado cuando sus pieles entraron en contacto, aunque sabía que no debería sentirse así.
Se sentía como gelatina temblando de impaciencia, pero el brazo del Alfa lo mantuvo en alto, solo lo suficiente para que su trasero estuviera a la altura de la pelvis del otro. Minseok se aferró a las sábanas cuando el hombre comenzó a meter dos de dos dentro de él. Minseok estaba húmedo y bien estirado desde que no había sido demasiado desde la última vez.
Gimió, retorciéndose contra los dedos entrando y saliendo de él.
No quería esto.
《Sí, lo quieres.》
El hombre se detuvo e inmediatamente después Minseok sintió la punta de su pene rozando su entrada.
Sin más, el Alfa se empujó dentro, gruñendo con la sensación de ser acogido por las paredes internas de Minseok.
—¡Ah!
Un alto jadeo escapó de sus labios, cuando sintió la repentina embestida.
La dura hombría se abrió paso en su interior con increíble facilidad, debido a lo resbaladizo que estaba por la última vez que el Alfa se había corrido dentro.
Ya ni siquiera dolía.
Sin esperar más, el Alfa comenzó un pausado vaivén de sus caderas, mientras Minseok solo podía dejar salir bajos gemidos entrecortados por las embestidas, mientras estrujaba las sábanas entre sus puños y sentía su mejilla rozarse contra el edredón.
Aún así era frustrante porque él quería más de esto.
Pero quería ir a casa.
Y también quería correrse.
Pero quería ver a sus hermanos.
Y quería que el Alfa se detenga.
Que continuara por siempre...
Minseok ya no estaba seguro de sí podía confiar en su percepción del tiempo porque podrían haber pasado solo algunos segundos, minutos o incluso horas mientras él solo podía concentrarse en las sensaciones de ser llenado y amar cada centímetro de ello.
Las gotas que caían sobre las sábanas blancas bajo sus palmas extendidas, tiñéndolas de oscuro, Minseok no sabía si eran lágrimas, sudor o saliva cayendo desde su rostro inclinado en un ángulo que casi le hacía besar el colchón.
No era capaz de reconocer su propia voz profiriendo aquellos obscenos sonidos que captaban sus oídos, y mucho menos su cuerpo, que se movía en sincronía para encontrarse con las embestidas salvajes del hombre.
El Alfa continuó moviéndose mientras al mismo tiempo deslizaba una mano firme hasta su bajo vientre. Minseok cerró sus ojos, sintiendo los espasmos de su cuerpo mientras él rodeaba su erección y la sacudía en sus manos.
Minseok sabía que no debería sentirse así con un completo extraño, sin embargo, él había sido traicionado por su propio cuerpo.
Minseok sintió las lágrimas de vergüenza caer por sus ojos y deslizarse por su mejillas.
El sujeto continuó moviéndose dentro, golpeando tan duro y tan profundo como podía, mientras él jadeaba.
El placer y la culpa eran dos sensaciones tan abrumadoras y contradictorias que le estaban haciendo perder la cordura. No sabía qué era lo que sentía realmente. No podía concentrarse en nada más.
Minseok solo quería que esto terminara para así poder desplomarse y dormir por las siguientes horas.
Un cosquilleo se extendió por su vientre, señal de que pronto iba a terminar.
Estaba tan cerca. Estaba casi ahí.
El extraño gruñía y gemía detrás de él. Él se deslizó casi todo el camino fuera dejando solo la punta de su miembro dentro, antes de volver a embestir.
La dura erección de Minseok goteaba y se balanceaba mientras él se sostenía en alto con sus brazos y rodillas. Sus piernas y brazos temblando por el esfuerzo.
Se alejaron y se estrellaron de regreso incontables veces. Sus gemidos y jadeos solo acompañados por el sonido de la piel chocando, inundaron la silente habitación.
Minseok atrapó su labio inferior entre sus dientes, concentrado en los estremecimientos involuntarios de su cuerpo.
El Alfa resopló y le sujetó fuertemente por las caderas, penetrándole hasta el fondo.
—¡Mgh!
Minseok sintió sus ojos ampliarse y su espalda se arqueó hacia arriba cuando el pene del hombre golpeó su próstata.
El extraño le sujetó tan fuerte, enterrando sus uñas dolorosamente, que Minseok supo con seguridad que dejaría marcas en su piel. Pero ahora no podría importarle menos.
El hombre se estrelló tan rápido y tan frenéticamente. Era tanta la excitación que, por primera vez, Minseok consideró la posibilidad de morir si es que no se corría pronto. Tal parecía que al menos en aquello ambos estaban de acuerdo, ya que el Alfa continuó penetrándole.
Su pulso se disparó cuando el calor comenzó a concentrarse de forma peligrosa en su miembro.
Cada vez que lo hacía, él definitivamente se aseguraba de dar en el punto exacto.
Podía sentirlo. Él iba a...
Gimió audiblemente, luces blancas brillaron en sus párpados cerrados mientras se corría por lo que se sintió como por horas.
Escalofríos recorrieron su cuerpo entero al mismo tiempo en que el Alfa jadeó y se movió dentro de él de forma frenética, persiguiendo su placer.
El hombre dio una última embestida certera, golpeando contra su punto dulce. El segundo orgasmo de Minseok fue sorpresivo e igual de avasallador que el primero, su respiración atascándose en su garganta mientras su propia corrida salía disparada fuera de su cuerpo, en medio de exquisitos temblores.
Minseok no pudo evitar estrecharse en torno al miembro ajeno, mientras los espasmos viajaban a través de cada rincón de su cuerpo, piel de gallina se extendió sobre él y con un par de empujes más, el Alfa gimió roncamente viniéndose también dentro de él. De nuevo.
Los brazos de Minseok fallaron y cedieron por fin haciéndolo desplomarse sobre el colchón, apenas respirando. El cabello pegado a su frente sudorosa y sus ojos cerrados. Minseok exhalaba grandes bocanadas de aire tratando de enviar a sus pulmones algo de vital oxígeno.
El extraño empujó su duro miembro un par de veces más en él, ralentizando sus embestidas hasta que finalmente se detuvo. El peso ajeno ejerció presión contra su espalda cuando el Alfa se apoyó en él, sus brazos a cada lado de su cabeza sosteniendo el peso fuera de Minseok. Al menos en su mayoría.
Minseok sintió cómo el pene del hombre se expandía aún en su interior. Acababan de quedarían unidos por un par de minutos hasta que la hinchazón finalmente bajara y les fuera posible separarse.
Apenas y era consciente de sí mismo. Todo daba vueltas a su alrededor y sentía como si fuese a desmayarse en cualquier momento. Su respiración errática y el sudor perlando su piel.
Su cuerpo, de repente tan pesado como si estuviera construido en plomo. Su pecho subiendo y bajando en rápidas sucesiones, buscando recuperar el aliento perdido.
No podía ver nada. Su vista empañada y borrosa puesta en algún punto lejano.
Minseok perdió la noción del tiempo, quizá se durmió, no estaba seguro, pero para cuando abrió sus ojos de nuevo, el hombre ya se deslizaba fuera.
La presencia a su espalda se alejó, y con ello también lo hizo el peso muerto y la calidez que irradiaba de su cuerpo.
La cama se hundió bajo las rodillas del Alfa y después regresó a su forma original cuando él se levantó.
Minseok se giró, tratando de ladear su cabeza, pero solo pudo captar la imagen de la ancha espalda del Alfa saliendo de la habitación.
Se sentía tan magullado y adolorido.
Como pudo, se deslizó dentro de las sábanas, acomodándose de tal forma que su cuerpo doliera en menor medida. Era imposible encontrar una posición cómoda, pero estaba tan muerto de cansancio y sueño que lo dejó pasar.
En la solitaria habitación, nada más que su propia compañía y la frialdad que se extendía poco a poco por su cuerpo.
Sus párpados pesaban el equivalente a inmensas rocas y aún con lágrimas acumuladas en sus ojos, Minseok se dejó llevar por la sensación apremiante.
Su cuerpo volviéndose inhumanamente pesado, al mismo tiempo en que se dejaba arrastrar al mundo de los sueños, aún preguntándose: ¿Por qué a él?
* * *
—¿Es en serio? — preguntó Tao al resto de sus hermanos, con sus ojos puestos en la espalda de Sehun quien se marchaba de ahí.
Este solo alternaba su mirada entre sus cuatro hermanos rodeando la mesa y mirando expectantes.
—Sí —contestó.
—Uhm.
—¿Estás bromeando? —Bufó Kyungsoo. Cómo no. Si alguien iba a estar disconforme, ese iba a ser Kyungsoo sin lugar a dudas—. No puedes solo decir que Minseok fue llevado al médico y que ahora está bien. Se estaba muriendo de fiebre, exijo saber dónde está —sentenció, cruzándose de brazos.
Invisibles ondas de ira emanaban de su pequeño cuerpo. Suho incluso podría decir lo adorable que lucía y bromear con todos sobre ello si no estuviera él mismo tan preocupado.
—Pero es la verdad. Al menos, eso es lo que padre me ha dicho —afirmó Sehun tras ver la actitud desconfiada de su hermano. A Suho tampoco le convencía mucho la respuesta, pero al menos eso significaba que Minseok estaba bien, ¿cierto?—. Ahora que si quieres, puedes ir y preguntar por ti mismo.
—No, así está bien —Sehun ni siquiera terminó de hablar cuando fue interrumpido por Kyungsoo.
Él no era estúpido. Kyungsoo debía saber perfectamente lo que dudar de la palabra de su padre significaba.
El Omega suspiró.
—Lo siento, ¿sí? Es solo que estoy muy nervioso. Minseok ya debería estar aquí... con nosotros —dijo lo último en un susurro, pero aun así ellos fueron capaces de escucharlo.
Kyungsoo estaba en lo cierto. Si su hermano estaba enfermo, ellos tenían derecho a ir a verle.
O quizás no. Rara vez eran llevados por su padre a algún sitio. El hombre no iba a molestarse en reunirlos con su hermano enfermo.
No, claro que él no lo haría.
Suho suspiró pesadamente, dejando a la tensión que hacía a sus hombros rígidos, disiparse un poco.
—Ya, Suho. Deja de suspirar. ¿No eres tú quien siempre nos está diciendo que estemos tranquilos? —Ese era Tao.
El chico se había levantado del sillón donde todos se habían trasladado tras comer y ahora estaba frente a él, viéndolo con sus ojitos de cachorro.
Suho no pudo reprimir la sonrisa que se instaló en sus labios.
—Sí, es verdad —contestó. El rubio sonrió satisfecho—. Oye, Tao, vas a ir a la escuela el lunes, ¿cierto? No quiero que todo esto se interponga en tus estudios.
El chico amplió su sonrisa antes de contestar.
—Claro que voy a ir. Mi maestra me ha pedido ayuda con algunos chicos problemáticos de nuevo.
Suho no era capaz de decirle a su hermano que parecía una colegiala enamorada cada vez que hablaba de su maestra. No cuando él mismo recordaba sus días de escuela.
Los amores platónicos que ahí había tenido. Las cosas nuevas que había aprendido. Tao, sin embargo, le sacó de su ensoñación antes de que pudiera rememorar más cosas.
—¿Suho?
—¿Uhm? —exclamó para hacerle saber que estaba escuchando.
—Nosotros... nosotros vamos a estar juntos siempre, ¿verdad?
Algo extrañado por el tono tembloroso, Suho levantó la mirada. No le gustó para nada la vista de esos ojos vidriosos que se encontraron con los suyos. Tao solo estaba asustado, al igual que ellos.
Después de que habían sido separados de Minseok, el rubio había estado temiéndose lo peor. Si era sincero, Suho también lo hacía.
Su corazón se estrujó en su pecho dolorosamente, pero en lugar de expresar el horrible presentimiento que sentía creciendo en la boca de su estómago, dijo a su hermano:
—Sí, pandita. Todos vamos a estar siempre juntos.
Suho extendió entonces sus brazos abiertos y Tao buscó refugio entre ellos. La risa del menor envió vibraciones tranquilizadoras a su pecho cuando su hermano le dio a entender que estaba conforme con su respuesta, al menos por ahora.
Tao envolvió sus brazos alrededor del cuello de Suho.
El rubio sonrió y Suho le imitó. Por ese efímero momento, todo era felicidad. Todo estaba en su lugar y todo era correcto. En los brazos del otro, al menos por ahora, esa era una realidad.
Suho dijo aquello a su hermano con convicción, porque así lo creía de corazón.
Él, inofensivamente, se permitió prometer algo que no sabía si iba a ser capaz de cumplir, y la razón fue sencilla: no importaba qué, Suho haría hasta lo imposible por cumplir con su palabra.
Después de todo, tenía un gran sentido de responsabilidad para con el resto de sus hermanos.
Él juró aquello y estuvo seguro al hacerlo, sin saber que aquella promesa no podría llegar a ser cumplida.
Completamente ajeno al hecho de que la tragedia no llegaría a ellos hasta la semana entrante.
De haberlo hecho, de haberlo sabido, en ese momento habría abrazado más fuerte a Tao. Al rubio entre sus brazos y a cada uno de sus hermanos ahí presentes, sentados a tan solo unos metros.
Todos ellos riendo en la sala, ignorantes de su destino que ya había quedado sellado, con Sehun como el único testigo de tal atrocidad.
Continuará...
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