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Capítulo único

Desde pequeña me ha apasionado mucho la lectura y desde entonces me di cuenta de que leer es soñar con los ojos abiertos. 

Mi padre trabajaba en una librería cerca de la ciudad. Para mi era una gran ventaja ya que no tenía que gastar esa cantidad de dinero en libros.

Hoy, habían llegado nuevos libros y me sentí súper emocionada. Decidí llevarme a casa uno de monarquía y fantasía: El traslado. Así era su nombre. Lo que más me pareció extraño fue al ver que solo había un libro llamado así, es decir era el único que había en la librería mientras que de los demás habían muchos. Al ser el único me interesó aún más. 

Ya en mi habitación luego de haber cenado y bañado me dispuse a leerlo y el libro me resultó súper interesante. 

Trataba sobre una princesa de mi edad, dieciséis años. Ella tenía curiosidad por la magia. Sus padres la protegían mucho y siempre se negaban a darle información.

—Estoy al bloquearte el acceso a la biblioteca, Keityn —había dicho el rey de Astikilan.

—Pero solo es curiosidad —replicó ella cansada de que esto le pasara día a día. 

Siempre hacía muchas preguntas con respecto a ello y a cambio recibía nada, reproches o castigos.

—Sin peros, Keityn. Eres una princesa y las princesas se comportan —murmuró la reina y la princesa hizo un puchero.

—Madre es que…

Keityn, la princesa iba a protestar otra vez cuando su padre la interrumpió con tono fuerte.

—¡Keityn!

—Si, padre —respondió recuperando la postura.

—¿Sabías qué, muchas personas han muerto al cabo del tiempo por tener curiosidad sobre cosas en las que no deben meterse? —murmuró el rey.

—No, padre —dijo inclinando la cabeza hacia abajo al darse cuenta de que hoy era otro día en el que no conocería nada acerca de la magia. 

¿Por qué? ¿Por qué la prohíban? ¿Acaso era peligrosa?, entonces ¿Por qué tenían un mago en el palacio?

—Pues está de bueno siempre saberlo —contestó este alejándose de la biblioteca, el lugar donde la habían pillado buscando libros sobre la magia.

—Mejor vamos a probarnos los vestidos para la coronación del príncipe Dryan —comentó su madre entusiasmada por la próxima coronación del reino cercano y amigo.

La curiosidad de la princesa era inmensa y la mía había crecido al seguir leyendo. No pude lograr terminar el libro porque me había quedado dormida. 

Un sonido fuerte hizo que me despertara inmediatamente, yo había cerrado las ventanas de la habitación pero la que había cerca del escritorio estaba abierta y allí se encontraba una mujer de piel pálida, ojos morados y cabellera blanca. Sus ojos me miraron fijamente y estos se abrieron grandemente. 

—Tu alma y el libro están ligadas —murmuró aún observando el libro y luego a mí.

Mi corazón latía fuertemente. 

¿Quién es esta mujer y qué dice con eso? 

¿Será una bruja?

¿Mi alma y el libro ligadas?

Vamos que la magia no existe. Di varios pellizcos en mi brazo para determinar si era un sueño y lo único que pude determinar fue el dolor al pellizcar.

—Me das el libro y te salvas. —En un abrir y cerrar de ojos la señora extraña estaba enfrente de mí. 

Su voz sonaba rara y sus ojos brillaban fuertemente cada vez que observaba el libro en mis manos. 

—¿Libro?, ¿salvar de qué? —pregunté con miedo, tragando en seco. 

—De la oscuridad —la miré más extrañada aún y esta pronunció:—, te salvas de la oscuridad y de la magia que emanas. Keityn, dame el libro. 

Ella me había llamado Keityn, esto debería de ser un sueño. Yo no era Keityn y tampoco tenía magia. Tal vez me había emocionado tanto con el libro que soñaba hasta con él.

¡Que momento más irreal!

—No —solté el libro en cuanto lo sentí caliente, la portada carmelita estaba brillando. 

La señora extraña intentó coger el libro en sus manos pero este se abrió de par en par mostrando el brillo aún más luminoso y entonces la mujer desapareció mientras la luz me cegaba.

A la mañana siguiente aún media dormida sonreí al darme cuenta de que todo había sido un sueño. 

¡Gracias a Dios!

Observé el libro en la mesita de noche y me dije que luego de un buen baño y desayuno lo terminaría de leer ya que me había dejado muy enganchada. Al sentarme en la cama me frote los ojos para ver mejor. 

Llevé las manos a mi boca, sorprendida y asustada al caer en cuenta de que esa mesita de noche no era la mía y esta no era mi habitación.

"Los libros siempre serán mágicos y te transportarán a otros mundos"

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