el regreso
Luego de varias semanas, Sorrento y Kanon se acostumbraban a su compañía y rutinas. A veces, Kanon volvía a la delegación para realizar realmente la labor de policía. Muchas de las personas que perseguían a Sorrento - que antes lo hacían bajo su propia indicación, de manera indirecta - ya no recibían las mismas instrucciones, por lo tanto, Sorrento también estaba listo para reintegrarse a su vida laboral.
El primer día en la delegación fue impactante para varias personas del lugar, sobretodo para Shun, que no dejaba de llorar, emocionado por el regreso de su amigo, quien no daba crédito a sus ojos por verlo nuevamente y que estuviera vivo. Si bien Kanon le había informado previamente y él mismo se había cerciorado que no existía ningún rastro de él en aquella casa, sí estaba sorprendido de verlo luego de todo ese tiempo.
Aioros también estaba contento y agradecido del excelente trabajo de uno de los mejores policías de todo el país, por lo cual lo ascendieron. Kanon creía que la situación era absurda, pero era una salida para no tener que regresar a su antiguo trabajo se proteger a personas, ya que ahora sólo quería estar tranquilo y dejar de arriesgar su trasero.
- ¡Te ves bien, Sorrento! Estás más... ¿Musculoso? Sí, estás... Wow, ¡Mira esos brazos...! - decía Shun apretando a su compañero que reía nerviosamente, mirando cómo varios policías estrechaban la mano a un muy bien vestido Kanon, al fondo de la habitación llena de gente, mientras éste le respondía con hermosas carcajadas al verlo integrado en su trabajo, rodeado de gente que lo apreciaba.
El nuevo trabajo de Sorrento iba a ser designado en algunas horas, ya que su reintegración pilló a varios de sorpresa. Aioros le pidió a ambos que se reunieran a solas en su oficina.
- ¿Y bien? ¿Qué tal les fue en este tiempo? Fueron tres meses fuera, absolutamente escondidos, desaparecidos de la faz de la tierra. ¿Cómo lo lograron?
- Ya sabes, Aioros, tengo mis métodos...
- Claramente resultan. ¿Qué hicieron todo este tiempo?
Sorrento hizo todo lo humanamente posible por controlarse en aquel momento y no ponerse como un tomate.
- Resolver los grandes enigmas del mundo. ¿Sabías que la tierra es plana...?
Aioros soltó una carcajada y golpeó el hombro de Kanon, y los tres rieron de buena gana.
- Bueno, me alegra mucho tenerlos acá. No sé en qué área deseas trabajar, Sorrento. La verdad es que nos hizo falta tu brillante manera de deducir las cosas, hubo un atentado contra la fábrica más grande de drogas sintéticas en toda la región... De todo el país, me atrevo a decir. No hemos logrado dar con ninguna pista. Sólo sabemos que hay más patos malos esparciéndose por ahí, y que tenemos algunos policías corruptos dentro de la delegación. Nada peligroso por el momento, pero los estamos observando. ¿Te interesaría investigar eso?
Sorrento lo pensó un momento. Si accedía, debía lograr descifrar lo que le estaban solicitando, y jamás declararía a Kanon.
- De hecho, me gustaría trabajar a la par con Kanon.
- Pero Kanon es un policía más... De terreno, ya sabes...
- He aprendido mucho con él.
- Bueno, Kanon tiene un trabajo más tranquilo en estos tiempos... ¿Te parece bien tener a Sorrento como parte de tu equipo?
- Sí.
Aioros sonrió y se dirigió nuevamente a Sorrento.
- Vaya, estás cambiado. ¿Y dónde te estás quedando?
- Con mi pareja.
- ¡Vaya! ¿Tu pareja? No sabía que estabas en pareja. Debió haber sido difícil todos estos meses desaparecido... Bueno, ¿Todo bien?
- Mejor que nunca.
- Me imagino. Reencuentros... No hay nada mejor en la vida. Bien chicos, vamos a ordenar un nuevo salón para ustedes.
Aioros estrechó la mano de ambos, y luego de quedar en aquel espacio vacío en espera de los nuevos escritorios, Kanon y Sorrento se quedaron mirando.
- ¿Así que vives con tu pareja...?
- Así es.
- Debió haber sido difícil...
- Difícil contenerme teniéndolo al frente, vestido así... - dijo Sorrento mirándolo por completo.
- Acostúmbrate, compañero. Tenemos nuevo trabajo - dijo apuntando con su cabeza a las personas que acababan de entrar con los muebles. Alguien llevó además una caja con artículos que Sorrento había dejado de su antigua investigación. Sacó un cuaderno mientras Kanon ordenaba algunas cosas, y entonces entre las páginas cayó una foto. Era Ikki, jefe de otro departamento, hermano mayor de Shun. Sorrento se sentó y miró al vacío, algo había hecho clic en él.
- ¿Trabajaste con él en algún momento?
- Oh, sí.
- ¿Y ahora qué?
- Pues hay que ponerle un nombre a nuestra investigación, porque vamos a tener que investigar ahora quién quedó al mando luego de la pérdida de la fábrica. ¿Crees que pueda ser él?
- Muchas veces pensé que era él.
- Sí, con justa razón. Él es uno de los policías más astutos de toda la delegación. Él fue, sólo para que sepas, quien puso todos los artefactos explosivos en ese lugar.
- ¿En mi casa también?
- También.
- ¿Cómo le dabas las órdenes?
- No le di nunca órdenes. Sólo creyó que tú lo delatarías.
- ¿Yo?
- Tú estabas a punto de revelar al cabecilla de toda la banda, ¿Recuerdas? Él sabía que yo te tenía oculto, y decidió quemarlo todo. Incluso prefirió quemar tu casa... No sé si intentaba acabar contigo, me parece ilógico pensando que era obvio que te sacaría de ahí, pero al menos como amedentración para que no regresaras. Yo sólo presioné, él actuó por cuenta propia.
- Y ahora estoy acá.
- Y no lo delataste. Debe estar asustado, pero eliminó toda la evidencia. Es un zorro astuto. Lo presioné a hacerlo, es probable que haya buscado la manera de iniciar el negocio en otra parte.
- ¿Y Shun...?
- Shun... Diría que es el único que alguna vez sospechó de su propio hermano. Estaba realmente feliz de saber que estabas vivo... No debe estar contento sabiendo que su hermano está en malos pasos.
- Ya no podemos confiar en él.
- No, en nadie más.
- ¿Y ahora qué...?
- Iniciaremos una investigación con nombres y rostros falsos, no te preocupes. Vamos a ir al fondo de todo esto. ¿Sabes? Es excitante - dijo acercándose a la silla de Sorrento, quien lo miraba de arriba a abajo - realmente excitante, no sé si me explico.
Sorrento miró a Kanon, que tenía sus manos metidas en los bolsillos de su pantalón, y pudo notar aquella bestia aprisionada en esa suave tela.
- ¿Cómo se supone que me concentre si te pones así...?
Kanon echó un vistazo rápido alrededor para interrumpir esa frase:
- ¿... Así de duro?
Sorrento se mordió el labio y se puso de pie, quedando a escasos centímetros luego de cerciorarse que no había nadie más cerca.
- Esto será difícil, Kanon. Cuando lleguemos a casa...
Kanon, aún con las manos en los bolsillos, se acercó para susurrar:
- cuando lleguemos a casa te haré gritar mi nombre, suplicando piedad...
Entonces alguien llegó a tocar la puerta.
- ¿Kanon, Sorrento...? Permiso... - dijo Shun, mientras ágilmente Sorrento metía la foto de su hermano al cuaderno.
- Dime, Shun - dijo Kanon reposando su cuerpo en el escritorio de Sorrento.
- Tengo una carpeta investigativa sobre el nuevo lugar donde están fabricando drogas. Le puse un nombre falso a mi trabajo, nadie más que Aioros y yo sabemos lo que contiene. La verdad es que... Estuvimos muy cerca, ¿Verdad, Sorrento? Yo no me detendré sólo porque es mi hermano... No puedo hacer eso.
- Es peligroso todo ésto.
- No me importa. Quiero trabajar con ustedes. Te conozco Sorrento, vas a querer llegar al fondo de esto, yo necesito sentir que hago mi parte, no por ser su hermano estoy involucrado. Quiero aportar, solucionar.
- Te conoce bien, Sorrento - dijo Kanon - pero lamentablemente estoy a cargo, Shun. Efectivamente, trabajaremos investigando a Ikki. Tienes prohibición de comentárselo ni a tu almohada. Puedes hacer tus aportes en paralelo al trabajo que hayas estado realizando, pero no puedes trabajar en esta oficina de todas maneras. El vínculo es demasiado cercano, pero agradezco que colabores, de verdad.
Kanon miró a Shun, que mostró una mirada de sutil decepción y aceptación. También era un hombre inteligente, por lo cual pudo entender el nexo. Lo que no pudo percibir Sorrento ni él, era que Kanon estaba algo celoso del comentario que había realizado. No habían pasado cinco minutos y había demostrado conocer bastante a Sorrento.
Aquella noche, llegaron juntos a casa. Sorrento estaba ansioso por hacerle el amor a aquel despampanante hombre, pero en vez de eso, Kanon dejó sus cosas en el sillón y se sentó con pesadumbre. Sorrento se dirigió a la cocina para mirar a su amado de lejos. ¿Qué le pasaba?
- ¿Pasa algo? - dijo Sorrento ofreciendo una copa con vino a su amado.
- Gracias - dijo recibiendo el brebaje, bebiendo un gran sorbo.
- Voy por la botella... - dijo al ver que no había esperado a brindar antes de beber.
Sirvió un poco más en la copa de Kanon, que miraba la copa con pesadumbre.
- ¿Estás molesto?
- Sólo estoy algo cansado.
- Kanon, por favor dime qué te ocurre - dijo sentándose pegado a él. El calor de su cuerpo revivió el deseo de tocar su piel, mirándolo a los ojos desde que habían entrado a la casa.
- No he dejado de pensar... De verdad te conoce bien ese Shun, ¿Eh?
Sorrento se rió de buena gana, provocando que Kanon se sintiera avergonzado.
- ¿Eso es? ¿Estás celoso?
- ¿Te estás burlando...?
Sorrento se bebió el vino de un sorbo, tomó la copa de la mano de Kanon y también la vació.
- Pensaba brindar por nuestro nuevo trabajo, pero a la mierda - dijo sentándose sobre las piernas de Kanon, mirándolo de frente, muy de cerca. - Todo lo que quiero eres tú.
Entonces agarró el rostro de Kanon entre sus manos y lo besó con fuego en sus labios, el vino lo hacía sentir exquisitamente ebrio. Enredó sus dedos en esa melena celeste tirando suavemente, provocando aquellos gemidos que tanto le gustaban.
Kanon no dejaba de mirar a Sorrento.
- Soy tuyo - decía Sorrento desabotonando su camisa, mientras las manos de Kanon tocaban sus piernas.
- ¿Estás seguro?
- Si tienes dudas, no me has tenido lo suficiente. Hazme tuyo.
Kanon lo tomó con sus potentes brazos, depositándolo en aquel sillón, desamarrando el cinturón de su amado, bajando sus pantalones, dejándolo sólo en ropa interior. Luego, él se sacó su corbata, su chaqueta, y de un sólo tirón rompió la costura que sostenía cada botón de su camisa para abrirla y mostrar su perfecto abdomen tatuado. Liberó a Sorrento de su ropa interior, y se tendió sobre su amado. Con un ágil movimiento desabrochó todo lo necesario para descubrir su miembro despierto, y sin dejar de besar a su amado, le hizo el amor en aquel sillón.
- ¿Eres mío entonces...?
- Soy tuyo...
- ¿No me vas a cambiar por alguien más...?
- No mientras me hagas el amor de esta manera... - decía al oído a Kanon.
- Te daré más que recordar... Para que nunca te olvides... Quién es tu hombre...
Kanon hizo el amor a Sorrento de una manera muy salvaje esa noche. Estuvieron al menos dos horas disfrutando el placer que le provocaba el contacto de sus cuerpos desnudos, cambiando posiciones, gimiendo con toda la fuerza de sus pulmones, sudando como nunca su piel había sido capaz. Sorrento tuvo tres orgasmos durante ese rato, Kanon no tuvo piedad en detenerse, y Sorrento jamás pensó en pedir tregua.
Cuando al fin ocurrió la pequeña muerte de Kanon, ambos se recostaron en el piso, uno al lado del otro, sudando y jadeando exhaustos.
- Estoy en el cielo a tu lado, Kanon.
Kanon se volteó a mirarlo, Sorrento dirigió en seguida su mirada hacia él.
- Yo también, niño. Nunca creí que podría sentirme así. No quiero perderte, Sorrento. Me da miedo.
- No lo tengas. Yo no te dejaré.
- ¿Cómo lo sabes?
- Porque te amo. Te amo como nunca había amado a alguien, eres mi mundo. No puedo imaginar mi vida sin tí.
- Yo tampoco, Sorrento. Creía que sabía lo que era vivir, disfrutar, amar... Hasta que te conocí. Supe desde que te vi cuánto me gustabas, sin saber que te terminaría amando... Yo nunca había amado así a alguien... Te amo tanto, tanto, tanto, Sorrento. De verdad, no creo que puedas imaginar cuánto.
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