aceptación
Kanon conducía su moto y a unos cuantos metros, Sorrento lo seguía en otra. Habían decidido viajar por un tiempo luego de compartir varias semanas en el refugio y comenzaron a acabarse las provisiones.
El viaje había sido de al menos cuatro horas, Kanon hizo una señal y pararon a un lado de la ruta a comer algo en un restaurante de aspecto hogareño en la orilla del camino.
- Esta podría considerarse nuestra primera cita - dijo Sorrento en voz baja, muy entusiasmado.
Kanon lo miraba y sonreía. Le sorprendía lo entusiasmado que estaba su amante con toda la situación.
- Es cierto, no habíamos salido antes a comer... Muchas gracias - dijo recibiendo la carta que le entregaba el mesero - ... No habíamos salido desde que llegamos al domo.
- Disculpe, yo voy a ordenar un refresco, ¿Tiene soda?
- Sí, por supuesto.
- ¿Te parece una soda? - le dijo a Kanon.
- Por mí, está bien.
- Dos sodas con hielo, por favor.
- Te ves bien con lentes, ¿Te lo había dicho...? - dijo cuando quedaron solos en la mesa nuevamente.
- N...no.
- Muy guapo.
- Y tú te ves muy bien vestido así, con esa chaqueta ajustada... Te ves enorme.
- ¡Grrr...! - dijo Kanon arrugando su nariz.
- ¿Qué se siente ser tan atractivo?
- Esa es la pregunta más rara que me han hecho en la vida.
- Todas las personas, ¡Hasta el mesero...!
- ¿Qué...?
- Te miran con hambre... Mira a la señora de atrás...
Kanon se rascó el pelo y discretamente miró. La señora ruborizada dejó caer su tenedor al darse cuenta. Kanon se enderezó y no pudo evitar soltar una carcajada silenciosa.
- Ya, no le presto atención. Me gusta ejercitarme, y no sé, sí, sé que soy atractivo por mis músculos y mi estatura...
- Y tu rostro perfecto, y tu sonrisa radiante y pícara...
- ¿Crees que soy un coqueto?
- ... Y pervertido. Gracias - dijo dirigiéndose al mesero, que casi derrama la soda en el lado de Kanon al quedarse mirándolo.
- Tú también eres muy guapo.
- Ahá.
- Lo digo en serio.
- ¿Siempre te han gustado los hombres como yo...? Flacos, altos, chascones, nerds con lentes...
- No lo sé, Sorrento. Nunca nadie me había gustado como me gustas tú.
Ambos se quedaron mirando profundamente, acompañándose por una tremenda sonrisa. Morían de ganas de besarse, pero ambos sentían pudor de hacerlo frente a las personas que estaban ahí.
- Kanon...
- Hoy... Disculpa, te interrumpí. Sorrento, tengo algo que comentarte. Esta noche - dijo acercándose para quedar cerca de él - voy a terminar con algunos enredos que nos mantenían... Ya sabes, escondidos. Esta noche nos liberaremos de todo eso.
- ¿En serio?
- Así será.
Luego de comer en aquel lugar, partieron de nuevo por la carretera y viajaron otra gran cantidad de horas. Llegada la noche, Kanon dejó a Sorrento en otra casa apartada en el borde costero, ubicada justo en lo alto de un acantilado. Difícil acceso, muy protegida y con una hermosa vista.
A las horas, Kanon regresaba con comida, vino, incluso unas cuantas rosas. Encendió el televisor, sirvió la comida y al comenzar las noticias, levantó su copa.
- Brindemos.
- ¿Algún motivo...?
Kanon miró al televisor.
- Extra... Extra... Se acaba de desplegar un importante número de policías hacia un laboratorio oculto en las afueras de la ciudad, donde se fabricaban diferentes tipos de drogas. Se detectaron al menos cuatro toneladas de cada tipo, de alta pureza, evaluadas en...
- Mm... ¿Ya? Pero dijiste que las drogas las venden luego los policías...
Entonces Kanon sacó otro celular de su bolsillo, apretó unos cuantos botones...
- ¡QUÉ DEMONIOS....!! ¿ESTÁN BIEN? ¡SEGUIMOS AL AIRE....! NO... NO PUEDO CREERLO... QUERIDOS TELEVIDENTES, ACABA DE GENERARSE UNA ENORME EXPLOSIÓN...
- ¿Kanon...?
- ¿Qué...?
- Saqué a la máxima cantidad de gente posible de ese lugar. Nunca queda solo, ya sabes... Pero... Bueno, ya está. Se eliminó toda evidencia. Se acabó, Sorrento. Ya no soy parte, no tienen evidencia de mí, ya no estoy involucrado en nada. De hecho... - se levantó del asiento, tomó el teléfono y lo arrojó por la ventana por el acantilado. Luego se devolvió, apagó el televisor y alzó su copa - ahora sólo nos queda buscar qué hacer con nuestras vidas - y bebió un sorbo. No esperó a que Sorrento le respondiera el brindis, porque estaba el shock.
- Muchas personas...
- No pude evitarlo.
Luego de varias horas, se acostaron a dormir. Sorrento estaba serio, Kanon guardaba silencio y se mantenía alejado para darle espacio de comprender porqué lo había hecho.
- ¿Por qué...?
- No existe otra manera de poder liberarme de eso y poder vivir una vida tranquila contigo si no lo hubiera hecho. Sorrento... - dijo tomando la mano de su amante - hay cosas de mí que tal vez no te gusten, pero hoy quise ponerle fin a ese lado. Se acabó. Quiero una vida contigo, quiero estar contigo... Ya no quiero tener poder, quiero... Te quiero a tí.
Sorrento se quedó a su lado en silencio. Su corazón estaba perturbado, porque no podía creer que aquel hombre hubiese actuado de una manera tan fría.
Kanon pudo sentir la distancia. Dentro de su mente comenzaban a pasar muchos pensamientos, pero se convencía a través de ellos que no había otra manera. Quiso romper con todas las cargas que lo amarraban a un destino peligroso, porque ahora sí sentía que merecía una vida tranquila luego de experimentar por un tiempo que era posible. ¿Y si Sorrento se iba? ¿Se iba a quedar sin nada...? No importaba. Era lo correcto. Se acostó mirando hacia otro lado, dando la espalda al pelilila.
Y así fue durante varios días. Sorrento igualmente sonreía, conversaban un poco, pero podía percibir que algo había cambiado dentro de él que lo mantenía distante. Kanon lo entendía, y por ende, le cedía su espacio, pero se comenzaba a preguntar cuánto tiempo más tendría que aguantar su lejanía, era muy doloroso para ambos, pero en especial para él.
- Vi en las noticias que lograron hacer un catastro de las explosiones. Mencionaron algunas iniciales, sin nombres... Conocía a todas las personas que mencionaron.
- Me lo imagino.
- ¿Tú decidiste quién salía ese día de la delegación?
- Sí.
- ¿Bajo qué criterio...?
- Eran personas corruptas. Todas estaban involucradas en distinto tipo de negocios fraudulentos.
- ¿Estás seguro...?
- Seguro. Ellos nunca supieron que yo controlaba, pero yo tenía toda la información y manejé todas esas cosas. Eran... Unas mierdas de personas. Los conocí a todos, todos se las daban de excelentes policías y mierdas que nunca me comí...
- ¿Se lo merecían?
- No lo sé. No es mi problema. Yo tuve que escoger, y entre un grupo y otro... Preferí escogerlos a ellos. No tenían remedio, te lo aseguro.
- No mencionaron a Ikki y a Shun...
- Les encargaron otra misión. Bueno, yo produje otro acontecimiento para que investigaran, están totalmente a salvo. De hecho, ya saben que estás a salvo. Fueron a tu casa a investigar el incendio.
- ¿No concluyeron que habías sido tú?
- Yo no hice ese incendio.
- Tú me dijiste...
- Yo ni siquiera prendí un fósforo, Sorrento. Así funciona el mundo. Yo no fui quien lo hizo, sólo di la orden. En fin... ¿Qué esperas de mí, Sorrento? Sospechabas que era yo desde el momento en que me pusieron a cuidarte, sabías que era yo el criminal a quien todos apuntaban. De verdad, ¿Qué esperas de mí?
- N...nada. Sólo estoy algo impactado...
- ¿Crees que soy un ser despiadado?
- No.
- ¿Te molesta que sea malo?
- No eres malo...
- ... Pero tampoco soy bueno...
- Sí, tampoco eres bueno. Eres sólo un ser humano con ambiciones extrañas. A veces solo me pregunto qué viste en mí, no logro entenderlo.
Kanon se levantó y caminó hacia la ventana. Apoyó un brazo en la pared, y bajando su mirada, la tristeza invadió su ser y comenzó a llorar en silencio.
- Hice lo que hice porque quiero estar contigo, quiero darte una vida digna y tranquila como la hemos tenido estas semanas.
Sorrento, que hace días no había podido mirar a Kanon como solía hacerlo, recobró las ganas de correr a abrazarlo. Se contuvo por un instante y caminó hacia él, puso una mano en su espalda y esperó. Kanon no quiso darse vuelta.
- Kanon...
- ... He hecho cosas muy mal en mi vida, pensando que alguien tenía que hacerlas. Hay personas que buscan ser lo que deseen sin pensar en el resto, yo sólo quise poder regular lo que ya sucedía. No lo hice para dañar, lo hice porque alguien tenía que ensuciarse las manos. A mí no me interesa seguir con eso, por esa razón lo destruí todo, y no me arrepiento. Quiero una vida tranquila. Quiero irme lejos y alejarme de todo lo que era... Contigo o sin tí, Sorrento.
- Te entiendo, Kanon. - dijo abrazando despacio a Kanon, quien estaba tieso resistiendo el contacto - sólo me cuesta entenderte, pero eso no quiere decir que... Ya sabes, que no te quiera.
- Ni siquiera has querido tomarme la mano estos días. Apenas me miras, apenas hablamos... He lidiado con la idea todos estos días de que te perdí, que te vas a ir... - Dijo agachando más su cabeza, sollozando tan silenciosamente cómo podía.
- No me he ido. No quiero irme. Kanon - dijo acariciando la espalda del peliazul, tan amplia y fuerte. Por un instante, imaginó que Kanon le diría que quería seguir solo y el pensamiento de no volver a sentirlo le generó algo extraño en su estómago - ¿Estás pensando en dejarme?
- Sí. - La mano de Sorrento dejó de acariciar su espalda. - Siento que te defraudé por completo. No puedo obligarte a estar conmigo, soy un puto demonio...
- No lo eres.
- ... Lo soy, lo soy. Pero estoy intentando dejarlo... - entonces Kanon se encuclilló y lloró desconsoladamente. Sorrento jamás lo había visto así.
- Kanon, hey, ¡Kanon...! - dijo agachándose a su lado, acariciando su cabello y besando su rostro tras despejar todo ese cabello que caía sobre su cara en esa posición - hey Kanon, escúchame... Escúchame... - dijo poniéndose tan abrazado a él como era posible - tal vez has hecho cosas que otro ser humano consideraría impensables, pero me parece prudente que escojas no hacerlas más. Lo aprecio, y no quiero alejarme. Me gusta la idea de vivir una vida contigo... Una vida tranquila donde quiera que quieras llevarme... Y bueno, no sé si es mal momento, pero... - dijo susurrando, acercándose a su oído - yo jamás he dicho esto a nadie... estoy seguro de que te amo, Kanon.
Kanon levantó su mirada y buscó la de Sorrento. Era como si lo hubiese rescatado de un incendio que lo condenaba a morir calcinado. Sus ojos llenos de lágrimas brillaron y sus cejas se levantaron suplicantes.
- ¿Lo dices en serio...?
Sorrento sonrió, esa imagen le produjo muchísima ternura.
- Por supuesto, Kanon. Yo te amo, ¿Cómo podría no hacerlo?
Kanon abrazó a Sorrento muy fuerte, tanto que el muchacho sintió dolor, pero quiso aguantarlo, pues nunca lo habían abrazado con tantas ganas. Kanon se puso de pie aún sosteniendo la posición, levantándolo por los aires, renovado. Esas palabras eran todo lo que él necesitaba escuchar.
- Yo también te amo, niño. - dijo mirando a Sorrento, aún sintiendo cómo su ojos dejaban caer algunas lágrimas rezagadas.
Entonces Sorrento ocupó sus manos para acariciar el rostro de Kanon y liberarlos de tanta humedad, para luego besar cada centímetro del rostro de su amado. No podía creer que había pasado tantas horas molesto, sin siquiera mirarlo. Era difícil concebir la idea de alejarse de un ser humano a quien amaba con tanta intensidad.
- Estaba confundido. Disculpa, Kanon, no debí ser tan frío. No sé cómo lidiar con todas mis emociones. Me arrepiento de no haberte hecho cariño... - decía acariciando a Kanon y besándolo - y no besarte todo lo que necesito.
- ¿Lo que tú necesitas...? - dijo sonriendo.
- Sí, yo necesito hacerte cariño y besarte.
- Me encanta que lo hagas. - dijo besándolo suavemente. Kanon pudo sentir cómo nuevamente las piernas de Sorrento temblaban cuando sus labios se encontraban. - No quiero vivir un sólo día sin esto... Sorrento, hay algo que he querido decirte, esperé tanto para que fuera un buen momento, pero ya no quiero aguantarme más. ¿Quieres ser mi pareja...?
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