Capítulo XVIII
Buscaba entre la multitud un cabello rubio, casi plateado, con todos los alumnos caminando tan apretujados en los pasillos, no la distinguía.
No le gustaba estar rodeado de tantas personas, pero disfrutaba conversar con su amiga, así que el riesgo valía la pena y, en muchos de sus recientes encuentros, los dos habían llamado la atención, quisiera o no, se girarían a observar y hablar a sus espaldas.
Golpeo su pie derecho contra el suelo, era un gesto nervioso, sabía que, si alguno de sus amigos lo encontraba antes que ella, tendría que aplazar la conversación y no quería hacerlo, le gustaba la sinceridad y agrietad de las palabras de su amiga, siempre tenía algo que decir, fuera bueno y malo, era orgullosa y terca, no era como el prototipo ideal de un Slytherin.
―¿Teniendo alguna fantasía con tu ídolo ruso? ―se giró asustado hacia su derecha, se topó con Daisy, ella soltó una pequeña carcajada.
―Debes dejar de hacer eso ―se quejó, Daisy disfrutaba de molestarlo con Viktor, algunos de sus comentarios eran demasiado, ¿sugerentes?
―No, disfruto ver tu rostro ―ella paso una de sus manos sobre sus hombros, era una joven alta para su edad, ambos median lo mismo.
―¿Qué tal con tus clases de pociones? ―preguntó.
―Mal ―ella encogió los hombros, su cabello se encontraba trenzado ―estoy aprendiendo a detestar con pasión al profesor, no comprendo cómo puede ser tu materia preferida, aun mas, que aquel cascarrabias sea tu maestro preferido, eres un demente.
―O tu muy desesperada ―dijo con una sonrisa, ella le dio un golpe en la nuca.
―Y bien, ¿Qué nueva noticia me traes de tu ruso? ¿ya te invito al baile?
Hizo una pequeña mueca de dolor, Daisy se detuvo abruptamente, algunos Ravenclaw tuvieron que rodearlos para poder continuar con su camino. Yuuri supo que ella distinguió todo con solo mirarlo a los ojos, su amiga poseía un don innato para Legeremancia y Oclumancia, sus dieciséis años no eran impedimento para su mente curiosa y con ganas de aprender más.
Ella se había acercado a él un par de días después de su primer encuentro, al principio creyó que fue para insistir, no fue así, Daisy mostro su verdadera personalidad, no la chica educada y con modales impecables, sino aquella que le gustaba reír, bromear y molestar, no era una chica con prejuicios de ningún tipo, su sangre era pura y le tenía sin cuidado, en tan poco tiempo se volvieron buenos amigos.
―Dime que no lo hizo ―esta había borrado su expresión risueña, ahora fruncía el ceño ―habla, Yuuri Katsuki.
―Me acabo de enterar ―susurró.
―¡Por merlín! ¡Matare a ese ruso! ―lo apartó y avanzó furiosamente, sus ojos destellaban llenos de ira, se apresuró a alcanzarla, sujetó su brazo con firmeza.
―Espera, no quiero que mates a Viktor ―seguía hablando en voz baja, había curiosos al pendiente.
―¿Cómo quieres que no? ―Daisy gruñó molesta ―se suponía que tenía que invitarte a ti, no a otro u otra, ¿no me digas que invito a otra? ―bajo la cabeza ―es hombre muerto.
―Daisy, ―habló fuerte ―me molestare si le ocurre algo a Viktor, no estoy bromeando.
Ambos se observaron durante tensos segundos, algo que aprendió de Daisy fue en no bajar la mirada, era signo de debilidad, seguía costándole, poco a poco estaba adquiriendo el habito, sabía que, si triunfaba en esta batalla de miradas, ganaba la guerra. A final, ella rodó los ojos divertida, Yuuri suspiro aliviado, Daisy era seria respecto a ir por Viktor.
―En ese caso lo torturaremos ―Daisy ladeo su sonrisa ―haremos que se arrepienta de su decisión por toda la eternidad, primero tenemos que encontrarte una buena pareja, peinarte, sacaras tu mejor túnica de gala y te quitaras estos anteojos ―lo inspeccionaba intensamente ―tengo que hablar con tu amiga Yuko, las dos nos encargaremos de tu cambio.
―Venía a conversar, no a que planearas un ataque contra Viktor ―respondió divertido.
―Planeáramos, tu estas dentro.
―No me importa que Viktor tenga una pareja.
―Yuuri, eres un pésimo mentiroso y tus emociones son tan fáciles de leer ―ella suspiró ―se bien cuanto quieres a ese idiota ruso, todo el mundo lo nota, te dolió que él ya tenga una pareja, sé que estabas ilusionado ante la idea de que pudieran ir juntos, nunca lo diste en voz alta, pero lo pensabas.
―Eso es, cierto ―dijo decaído.
―Sé que en tu naturaleza no está hacer daño a alguien, pero, tu ruso se pasó.
―Viktor no hace las cosas para dañarme.
―Lo sé ―ella sonrió sinceramente ―de hecho, tengo una teoría del porque hizo aquello.
―¿Me la compartirás?
―No, dejare que tú la descubras por ti mismo ―le guiñó un ojo.
―A veces eres exasperante.
―A pesar de eso, puedo ver que tu venias a pedirme ayuda.
―Busquemos un lugar para hablar en privado ―ambos comenzaron a caminar hacia el salón más cercano, su amiga se estaba conteniendo, cuando estuvieran los dos solos comenzaría a hablar con euforia y decisión. Al cerrarse la puerta, ella lanzó un hechizo para que nadie pudiera abrirla.
―¿Para que necesitas mi ayuda? ―Daisy se veía curiosa. Yuuri aspiró profundamente, luego soltó el aire contenido, sus miradas chocaron.
―¿Quieres ser mi pareja en el baile de invierno?
Su pregunta fue el único sonido que se logró escuchar.
Después de llevarse la desilusión sobre Viktor teniendo una pareja, Yuuri sabía que tendría que buscar a alguien, los acosos comenzaban a agobiarlo y al ver destruidas sus ilusiones repaso mentalmente a personas de su confianza que pudieran ser un buen acompañante y que estuvieran sin acompañante, pronto llego el nombre de Daisy, sabía que ella iría sola, ella fue su esperanza.
Una carcajada broto de Daisy y pronto ese sonido resonó con potencia, se encorvó un poco sobre sí misma, intentando controlar.
―No hablar en serio ―ella dijo todavía riendo.
―Lo digo muy en serio ―respondió firme, entonces, Daisy se detuvo, lo inspecciono.
―Me rechazaste hace como tres semanas, apenas somos amigos y...
―Bueno, en ese entonces, habrías sido más fácil de convencer.
―Idiota ―Daisy rodó los ojos, una parte de su carácter le recordaba a Yurio, ambos se llevarían muy bien, tendría que presentarlos.
―Fuiste la única chica que me busco después de mi rechazo y que no lo hizo más que con la intención de ser mi amiga ―habló sinceramente ―no puedo pensar más que en ti como mi acompañante al baile.
―Bien ―ella asintió quedamente ―pero, bajo mis condiciones.
―¿Cuáles? ―dijo inseguro, no le gustaba nada la expresión que realizaba.
―Uno, te ayudare a prepararte para esa noche; dos, me ayudaras a salir con un chico de tu casa y tres, me permitirás darle un puñetazo a tu ruso si te lastima de nuevo.
―Acepto ―asintió rápidamente ―¿te gusta alguien de mi casa?
―Algo así ―ella admitió, un ligero, pero evidente sonrojo se posó en sus mejillas.
―¿Algo así?
―Es complicado ―Daisy suspiró ―tiene una especie de rechazo por los Slytherin, a pesar de que su hermano esta en mi casa.
―Me suena familiar la historia ―dijo pensativo.
―Son bastantes famosos ―Daisy rasco su cabello nerviosa, le interesaba saber quién era la persona que logró conquistar a una persona como su amiga ―no nos concentraremos en ese asunto por ahora, lo primordial en ajustar detalles.
Permitió el cambio de conversación, durante una hora se vio sumergido en tantos planes elaborados por Daisy, era una chica demasiado inteligente para su propio bien, era de los mejores promedios del sexto curso y con un carisma innegable, Yuuri, al haber comenzado a pasar más tiempo a su lado, pudo apreciar los pequeños destellos del porque pertenecía a Slytherin, una casa que contaba con varios prejuicios a sus espaldas, pero no todo era verdad, así como no todos los Gryffindor eran valientes, todos los Ravenclaw inteligentes y todos los Hufflepuff trabajadores.
Ella lo dejo marchar porque tenía que ir a su próxima clase, Yuuri no contaba con una hora libre, pero había decidido explorar el castillo en soledad, sabía que estaba mal faltar a clases, no tenía justificación suficiente, sus ausencias eran cubiertas al ser uno de los campeones del torneo de los magos.
Una risa infantil lo hizo detenerse, no se encontraba preparado para ver a Viktor, observó ansiosamente a su alrededor, una vía de escape, no encontró nada.
―¡Yuuri! ―el ruso lo había visto, se vio siendo abrazado por este ―¿no deberías estar en clase?
―Me quede conversando con una amiga ―murmuró, alzó la mirada y se topó con una chica, su cabello castaño claro recogido en una alta coleta, sus ojos grises observándolo con curiosidad.
―¿Está bien que faltes? No deberías hacerlo, tienes que aprender todo lo que puedas, por mínimo que parezca ―Viktor lo estaba reprendiendo.
―No te preocupes ―dijo amablemente, la actitud paternal del ruso era extraña ―mis calificaciones no bajaran y ella seguramente llego a su clase.
―Acabo de toparme con Yuko y Sala, Mila esta con ese chico dramático que es su pareja, así que tu amiga debe ser alguien desconocido para mí, no me hablaste de ella ―el ruso frunció ligeramente el ceño, pensativo.
―Tu tampoco me contaste de ella ―señaló con la cabeza a la joven, que al notar su gesto parpadeo confundida.
―Tienes un punto ―Viktor lo soltó, se paró junto a la chica ―Tanya este es Yuuri, Yuuri esta es Tanya, ella será mi pareja en el baile.
Sintió la navaja clavarse lentamente, simulo una sonrisa lo mejor posible y fue difícil, sus manos comenzaban a sentir un familiar cosquilleo y un nudo se formó en su garganta, tenía que salir rápido de ahí, no dejaría que alguien observara su debilidad.
―Mucho gusto ―logró que las palabras salieran de su boca.
―Vitya habla demasiado de ti, en exceso ―la chica sonrió amablemente, sus rasgos eran dulces y hermosos, su belleza era natural.
―No me dejes en ridículo con Yuuri ―Viktor la observó con un brillo en los ojos, aquello removió la navaja en su cuerpo.
La respiración comenzaba a faltarle, se maldijo interiormente, hacía mucho que no tenía un ataque, los había aprendido a controlar, su mente estaba demasiado ocupada en la imagen que tenía frente a él, la causante de su malestar. Llevo su mano derecha hacia su pecho.
―¿Yuuri? ―Viktor llamó su atención, estaba preocupado, preocupado por él ―¿Estas bien?
―Yo, si ―asintió rápidamente.
―Luces pálido ―Tanya no despego la vista de él, aquello no ayudo a su malestar.
―Tengo que irme.
Dio la vuelta y se marchó.
Fuera de la vista de ellos dos se permitió dejar de disimular. No respiraba, sabía bien que era un juego mental de su cabeza, él no tenía problemas del corazón o respiratorios, todo era gracias a sí mismo, el cosquilleo comenzaba a molestarlo, si no se apresuraba le impediría mantenerse de pie.
Corrió hacia su habitación, llegó respirando entrecortadamente, tanto por su reciente esfuerzo físico y el ataque de ansiedad. Abrió de golpe su baúl, saco ropa y libros, hasta que los encontró, tembloroso sujetó los patines y sintió un peso menos. Sabia a donde ir, sabía que ahora la soledad era su mejor aliada.
Traspasó los jardines de Hogwarts, en esa época del año el lago se congelaba perfectamente, era una pista de hielo a gran escala, muy poca gente la visitaba en invierno, preferían la calidez del castillo al frio del ambiente. Sacó sus zapatos con poca delicadeza y colocó los patines negros en su lugar, su respiración entrecortada había menguado, aun así, el dolor seguía dentro de sí, necesitaba sacarlo.
Se puso de pie y con paso firme se dirigió a la laguna, aspiro el gélido aire y se deslizó con paso lento. Explotó, cerró los ojos para controlar las lágrimas contenidas, odiaba todo el poder que Viktor poseía sobre él, llorar por una tontería, dejarse romper tan fácil, aunque, muy en el fondo, sabía que aquello fue solo una pieza para derrumbarlo.
Existían tantas cosas que en su mente no tenían sentido, sueños y recuerdos que no encajaban, miedo por no saber absolutamente nada de su pasado, y rencor, si, rencor; rencor por las mentiras de su familia, se había negado y convencido que eso era mentira, que no le afectaba desconocer partes de sí mismo, partes que podrían lastimarlo, un estallido de furia lo recorrió, él hubiera aprendido a sobrellevar el dolor, tal vez los recuerdos arrebatados fueron lo que ocasiono su ansiedad, una ansiedad que cargaba desde niño.
Sus movimientos eran bruscos y toscos, describían perfectamente cómo se sentía, el patinaje era una forma de expresarse, una que le recordaba el volar montado sobre una escoba y jugar Quidditch.
Detuvo sus deslizamientos, tomó un profundo respiro y se preparó mentalmente, estiro sus músculos y saltó, su cuerpo se estrelló contra el hielo, su hombro izquierdo dolió como consecuencia, sabía que ocurriría aquello, si para un patinador profesional los Axel eran difíciles, todavía lo seria para uno intermedio, en especial si se trataba de un cuádruple.
Se levantó. Volvió a intentarlo, una y otra y otra y otra vez.
Cada nueva caída dejaba un moretón en su cuerpo, eso no importaba, se deshizo de la bufanda que portaba y la túnica, solo quedo con un pantalón y camisa. El frio no lo tocaba, se deslizaba lejos de él, a la espera de azotarlo con fuerza, por ahora, nada lo desconcentraba, sus pensamientos se mantuvieron ocupados en saltar y saltar, se olvidaron del dolor emocional que lo agobiaba, no arreglaría nada, solo deseaba tranquilizarse y darse fuerza para seguir.
Aterrizó un salchow cuádruple, su visión se desestabilizo, tuvo que sentarse sobre el hielo, cerró los ojos, su mente se vio nublada por un recuerdo.
La habitación era de un verde colorido, el sitio era conocido y desconocido al mismo tiempo, trabajaba para intentar saber en dónde se encontraba, alzó la vista y distinguió cuatro cuadros colocados en lo alto, estaban borrosos, algo dentro de él se negaba a revelarle los rostros, gruñó con frustración.
―Mi pequeño Yuuri ―sus ojos se desviaron en dirección a un joven, no tuvo que adivinar quién era, esos ojos los reconocería donde sea.
―Tu hermano se ve demasiado infantil en el cuadro ―su versión más joven habló y señaló la pintura que se encontraba al centro.
―Hablas como si no tuvieran la misma edad, los dos son unos niños ―el joven de ojos verdes respondió con una sonrisa.
―Pronto creceré y seré más grande que él y que tu juntos ―expresó con voz emocionada.
―Así lo creo ―este dijo lentamente ―no dejare que nadie te toque mi pequeño, a ti o a mi hermanito, ambos son lo que más aprecio.
―¿Somos tu tesoro?
―Lo más parecido a uno.
Los dos soltaron una pequeña carcajada, pronto el joven sujeto su mano y lo llevo fuera de la habitación, los pasillos se encontraban elegantemente decorados, inclusive pudo distinguir unas armaduras y escudos en forma de adornos, pasos apresurados llegaron a sus oídos, se giró bruscamente, sintió la sonrisa que se formaba en sus labios y una figura grito su nombre.
―¡Yuuri!
Se sacudió bruscamente, la oscuridad fue lo único que quedo del recuerdo que se había formado en su mente, estaba seguro de que aquello que vio era de su pasado borrado, uno que solo le confirmaba que conocía al hombre de ojos verdes, una oleada de tristeza y nostalgia lo invadieron, algo dentro de sí clamaba por encontrar a una persona desconocida, aquel niño que grito su nombre, no lo recordaba, pero estaba seguro que fue su amigo, tenía que serlo.
Abrió sus ojos, la luz lo cegó por unos instantes, tardo en adaptarse al ambiente que lo rodeaba, se percató de que una persona se encontraba a su lado, se sorprendió al notar a Viktor, sus largos cabellos plateados revueltos por doquier.
—Te llevare a la enfermería —dijo Viktor, este hizo un ademan de cargarlo, Yuuri se resistió.
—Dame espacio —susurró, su pecho se movía lentamente.
—¿Dónde está tu túnica? Hace demasiado frio —Viktor hablaba preocupado —¡Por merlín! Tienes un feo moretón en tu mejilla, en serio Yuuri, no me importa lo que digas, ahora mismo iremos a la enfermería.
Unos feos sollozos salieron de su garganta, intentó levantarse, un feo dolor se extendió a través de sus piernas, aquello solo hizo que sus lágrimas salieran con mayor intensidad, había sido imprudente, todo su cuerpo sufría las consecuencias de las caídas y no haber realizado el correspondiente estiramiento. Cubrió su rostro con las manos, sin quererlo o evitarlo, tembló contra el hielo. Unos brazos lo rodearon y apretaron fuertemente, pronto el olor a zumo de fruta y un poco de chocolate llego a su nariz, Viktor lo sostenía.
—¿Por qué Yuuri? ¿Por qué te hiciste daño? ¿Por qué estas sufriendo? —el aliento cálido del ruso choco contra su cabello.
—Odio esto —terminó por decir.
—¿Qué odias? Se mas especifico.
—Viktor, tengo ansiedad generalizada —declaró, se despegó de él y lo observó directamente —es una enfermedad muggle, no sé cómo la conozcan ustedes los magos o si lo hacen, pero créeme, para mi es horrible, tengo que lidiar con ataques repentinos, mantener mi autoestima alta, aprender a confiar en las personas y lugares que me rodean, ser más fuerte. En mi primer año, pase la mitad del tiempo en la enfermería, los cambios de rutina nunca han sido mi fuerte y estar alejado de mi familia empeoro todo, deje de tomar mis pastillas o ir al psicólogo, lo único que me mantuvo de pie ese año, fue Pitchit, Yuko y el Quidditch.
Muy pocas personas del mundo mágico se daban cuenta que tenía ansiedad, para la gran mayoría de la comunidad mágica no era una enfermedad como tal, inclusive para algunos nacidos de muggles era algo insignificante, lo veían algo como "pasajero" y que no tenía caso tratar, así que evitaba por todos los medios tratar con magos y brujas sobre el tema.
—Yuuri, cálmate —Viktor dijo tranquilamente —no conozco nada sobre el tema, pero, no estás solo, ya no más, ni siquiera antes lo estabas, solo te apartabas y sufrías en soledad, yo me encargare de dejarte en claro esto, romperé tus muros y te obligare a salir afuera, no seré tu roca, hare que tú mismo te sostengas.
Tardó minutos en los que pudiera dejar de llorar, sabía que la ansiedad nadie la combatiría por él, era tal como dijo Viktor, solamente él podría hacerlo, tenía que ponerse a trabajar con urgencia, Pitchit era su mejor amigo y la única persona que lo haría salir de golpe de la autocompasión, en pocas palabras, su psicólogo personal.
Con ayuda de Viktor se puso de pie, se percató de que este tenía colocados uno par de patines, más tarde le preguntaría de donde los saco. Se deslizaron fuera del lago congelado. Su cuerpo estaba helado, el frio invernal había dejado de ser compresivo con él.
—¿Quieres hablar? —Viktor preguntó una vez llegaron a la orilla, negó con la cabeza —Debo de imaginar que tus heridas se deben al patinaje.
—Siempre que tengo un ataque me funciona para calmarme —encogió los hombros —esta vez me excedí.
—¿Qué fue lo que te puso mal? —se sonrojo furiosamente, con la cabeza calmada, se daba cuenta de lo inmaduro que fue el que su detonador haya sido un ataque de celos.
—Es un secreto —respondió débilmente.
—¿Qué te dije sobre sacarte de tu mundo cerrado? —este le enarcó la ceja.
—Ya tengo una pareja —sabía que su declaración atraería la atención del ruso, cuando este frunció el ceño confundido supo que acertó, sonrió para sus adentros —su nombre es Daisy, es de Slytherin y un año mayor que yo.
—¿Slytherin? —la expresión de Viktor adquirió un tono frio, ahora el confundido era él.
—Ella es muy agradable, aunque solo somos amigos, muy buenos amigos, no me imagino siendo algo más que eso con ella —no supo porque tenía que dar explicaciones.
—Dudo mucho que tu escogieras a alguien inadecuado —Viktor le regalo una sonrisa, lo conocía desde hace algunos meses, pero reconocía la tensión detrás de su expresión —ahora, vamos a la enfermería, no planeo que te mueras aquí y estoy molesto porque patinaras sin que yo estuviera presente.
—Lo siento.
Viktor realizo algunos hechizos sobre él, sus músculos se relajaron, aunque la molestia de su tobillo seguía ahí, quito con mucho cuidado los patines, noto la hinchazón de tobillo derecho, el izquierdo se encontraba del mismo modo, suspiró agotado, había sido imprudente, sus sentimientos lo superaron.
Alzó la mirada hacia el ruso y observaba atentamente sus heridas, a Yuuri todavía le dolía que Viktor consiguiera pareja, no, celos, celos era lo que habitaba dentro de él. Esperaba que tanto Daisy y él pudieran hacer respectivamente algo con las personas de las que se encontraban enamoradas.
-------------------------------------------------------------
*NOTA: Legeremancia es un tipo de magia que se utiliza para explorar la mente y los sentimientos de alguien, contra su voluntad. La oclumancia es una forma de contrarrestrar esta técnica.
*NOTA: Inventado por el sueco Ulrich Salchow, es uno de los más fáciles, por lo que incluso hay patinadores que lo hacen cuádruple. Patinando hacia atrás, se salta con la izquierda y se gira con la derecha para impulsar.
*NOTA: El Axel es el salto más difícil y posee tres versiones (simple, doble y triple) definidas por el número de rotaciones que se hagan en el aire (Vuelta y media, dos y media o tres y media). Se inicia deslizándose hacia delante y cae de espaldas con el pie contrario.
Mi demora se debe a que tuve problemas familiares y mis trabajos se juntaron, estaba demasiado estresada por no poder terminar el capítulo, ya lo tenia creado en mi cabeza, pero no podía pasarlo a mi computadora.
Tal vez algunas me quieran matar por hacer que Viktor invitara a otra persona, era necesario, quería demostrar de manera más compleja la ansiedad, aunque el anime no fuera especifico sobre Yuuri padeciendola, dejo implícito aquello, decidí traerlo a mi historia, porque esta enfermedad justifica varias de las actitudes que este personaje tiene.
Y si alguien cree que es lindo padecerla, créanme que no, o si es estúpido tener un ataque de ansiedad por algo que te parezca mínimo, es algo mucho más complejo que sentirte estresada momentáneamente, es un padecimiento que tienes que combatir tu mismo, habló de todo esto como una persona que padece la enfermedad, me desespera ver algunos comentarios despreciando algunas actitudes de Yuuri, cuando yo misma las comprendo, por tal motivo quise centrar todo este capítulo a el tema.
Me acabo de lanzar una biblia xD espero que les gustara el capítulo, creo que hubo de todo un poco, el que viene sera el baile.
PD: no odien a Viktor, este actuó por un motivo bien justificado.
¡Nos leemos en el siguiente capítulo!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro