-Capítulo Veintiuno-
Buen viernes!! Aquí volví luego de perderme varias semanas, diría que meses :( ya no lo seeee jaj, perdonen mi irresponsabilidad, pero no he estado de ánimos para escribir, preferí sanar... mejorar y volver con todo. Espero que les guste el capítulo, lo hice con todo mi amor <3
¡Que lo disfruten!
...
《Amadeo》
Lo escuché. De su tierna boca, otra vez escuché esas malditas palabras que son como una daga en el medio de pecho. Volvió a follar con Aiden. Me falta el aire pero reúno fuerzas de donde no tengo para hablar con ella.
—Amadeo... —me dice girando hacia mi. Tiene su cabello mojado, al menos se duchó para que no sienta su asqueroso olor, el olor que conozco perfectamente, el olor de quien fue mi hermano, mi mejor amigo.
—¿Puedes llevar a Malaika al parque Madd? —le pido serio, Mali llega hacia mi, pues estaba en la alfombra. La cargo y le doy dinero a Madd— Comprale unos dulces, solo necesito unos minutos.
—De acuerdo —dice sonriéndome tristemente y tomando el dinero.
—Cuídala ¿si? —hablo y me responde.
—Sabes que si, Mali es mi vida.
Se marcha luego de coger el bolso de Malaika con sus pañales, biberón y demás. Cuando la habitación está en silencio Venecia se levanta y dirige al sillón, allí se sienta y se seca las lagrimas que silenciosamente le han caído.
Estoy cabreado. Muy cabreado. Pero debo cortar esto de raíz.
—Amadeo... —comienza a hablar pero la interrumpo.
—Escúchame. A estas alturas no se si lo has olvidado o era solo una farsa, pero déjame contarte la puta verdad. Tu y Aiden son hermanos. ¡HERMANOS! Juan Manuel es tu padre y de Aiden también. ¡De ambos joder! Se separaron porque te alejaste de él por esa razón, con el tiempo te has enamorado de mi. Se que me olvidaste, que olvidaste todo lo nuestro, pero ¡Mierda! ¡No me das tiempo a demostrarte que nos amamos! ¡Que lo nuestro fue malditamente real!
—Lo siento... —dice y corre a abrazarme. Su solo tacto me deja de piedra. Quiero rechazarla, de verdad quiero, tengo dignidad, pero... me es muy difícil. Por orgulloso la perdí, por no aflojar es que pasó lo que pasó y ahí estamos, malditamente estancados.
—Venecia. Estas matándome —digo perdiendo la batalla y abrazándola.
—Lo siento Amadeo, no pensé en las consecuencias, por favor entiéndeme... no recuerdo nada de lo que vivimos, pero no volveré a equivocarme —la aparto de mi y le digo firme.
—Venecia, ¿recuerdas cuando nos besamos en tu habitación? ¿Recuerdas la atracción que sentíamos el uno por el otro? Eso no fue invento mio, ¿verdad?
Niega despacio y baja la mirada.
—Ahí comenzó todo amor. Me costó horrores conquistarte, vi como sufrías lentamente la distancia con Aiden, vi como te hiciste fuerte poco a poco y lo dejaste atrás, aún así nunca intenté ir más allá. Solo cuando supe que se había ido de tu corazón completamente es que decidí avanzar... o eso creí... eso me demostraste. No sabes cuanto me costó ser solo tu amigo, pero joder que valió la pena. Mira la preciosa niña que tenemos, sana, juguetona, alegre y con esa mirada que parte al medio nuestros corazones.
—Amadeo... lo siento tanto —llora desconsoladamente— lo que dices me hace doler el pecho. Siento muy dentro de mi que todo lo que dices es verdad, que te amaba, que te amaba de verdad. Pero creo que ya demasiado te he lastimado. Debo alejarme de ti... no soportaría lastimarte más.
—¿Para irte con él? —espeto cabreado— ¿Para eso quieres alejarte de mi Venecia?
—No Amadeo. No soportaría lastimarte más. Tus ojos, mierda, me lastiman verlos así. Sé el daño que te he hecho. Lo entendí por más que no recuerde lo nuestro. Pero no quiero ilusionarte. No sé si recuperaré la memoria, y no quiero, no soportaría fallarte de nuevo. —respiro hondo.
—Solo dime una cosa, ¿quieres intentarlo Venecia?, ¿dejarás que te enamore otra vez? Se que puedo lograrlo.
—Estoy muy confundida Amadeo. No se si es justo para ti tenerme a medias.
—De una cosa estoy seguro. Si una vez logré enamorarte, lo podré hacer de nuevo. Solo... déjame intentarlo.
—Amadeo...
—¡Solo dame una oportunidad! No bajes los brazos sin intentarlo amor.
—¿Y si te vuelvo a fallar? —pregunta con miedo.
—No lo verás más Venecia. —sentencio— No hasta que no te acuerdes de lo nuestro. No hasta que te enamores de mi otra vez. No me fallarás si no lo ves, el muy gilipollas te envuelve.
—O soy una perra sin corazón que le importa mierda traicionarte. Por que no se porque carajos he actuado así hoy Amadeo. No me reconozco. Yo no soy así.
—No. Tu no eres así... —digo despacito y acaricio su mejilla aún bañada en lágrimas.
—No te merezco Amadeo... —dice llorando desconsoladamente, la atraigo hacia mi y decido besarla. No puedo soportar más que esa boquita haya sido besada por tremendo cabrón. Al principio no me corresponde, se pone dura y sus ojos lucen desorbitados.
—Solo bésame... —pido en un hilo de voz— bésame mi amor...
Y lo hace, me corresponde despacito... pero eso solo hace que mi corazón vuelva a latir. La siento en mi regazo y comienzo a acariciar su espalda. El beso es lento, pero lleno de pasión. Muerdo su labio inferior y un leve gemido sale de ella. Nos separamos cuando nos quedamos sin respiración y ella habla.
—Siento algo por ti Amadeo. Mi panza es un remolino en estos momentos. Siento que vomitaré de los nervios.
Río de alegría y ella se contagia. Joder, tenemos una oportunidad, lo sé.
—Si no recobras la memoria yo te juro que te haré recordar cada uno de los momentos hermosos que vivimos... que joder, fueron muchos.
—Gracias —dice y vuelve a besarme. Es un beso tímido y lo disfruto como si fuera el último. La chupo, la beso con ternura.
—Siento interrumpir tortolitos —habla Sam y la vemos en la puerta de entrada de nuestro piso, nos giramos y nos ve a ambos llorosos— joder, ¿que les ha ocurrido? ¡Les pasó un camión por encima!
Venecia sale de mi regazo y odio en estos momentos a Sam por interrumpir.
—No ha ocurrido nada —hablo conteniendo la ira— ¿A que vienes?
—Yo también me alegro de verte Ama —bromea— Quiero ir de compras con Venecia ¿Puedo robártela unas horas? ¡Nos llevamos a Mali!
Venecia me mira como pidiéndome permiso y eso no hace más que alertar a Samantha.
—¿En serio le pedirás permiso? ¡No te reconozco mujer! Se que has perdido la memoria pero tu no eres así.
—La he liado ¿ok? —exclama— No haré nada que él no quiera. No quiero perderlo.
Eso me hace sonreír abiertamente, me encantó escucharlo de su voz. Necesitaba escucharlo.
—Está sonriendo el muy cabrón. Lo disfrutas ¿verdad? —habla Samantha— ¿La dejas ir o no? Tengo a Maddie y Mali esperando abajo.
—Vayan. Tengan cuidado, y me la devuelves en unas horas ¿ok?
—Entendido señor.
—Iré a arreglarme —dice Venecia y corre hacia nuestro cuarto... nuestro.
—Te apuras. ¡Que tengo una cita esta noche y estoy que muero de nervios! ¡No tengo nada que ponerme!
—¡Si! ¡Seguro tu no tendrás ropa Sam! —grita desde el cuarto Venecia.
—¿Ha sido tan terrible? —me pregunta Samantha.
—Mas de lo que te imaginas —respondo dirigiéndome hacia la cocina, a tomar un vaso con agua y alguna pastilla para el dolor de cabeza.
—Arréglate el cabello, pareces que acabas de follar —dice Bratt entrando en mi piso.
—Cierren la puerta, y dejen de entrar a mi piso como si fuera el suyo, ¡Caray!
—¿Eh...? ¿Que sucede amigo? —dice preocupado— no golpeé porque efectivamente está abierta la puerta, pero no es para que te exaltes así...
—Disculpa... —pido y en ese mismo momento aparece Venecia luciendo diferente ropa y tan bellísima como siempre. Eligió los jeans ajustados blancos que le dejan un trasero increíble. Mierda.
—Hola Bratt. ¿Vamos Sam? Me llevo a Mali. —me mira dudosa— ¿Ellas saben como cuidarla?, me cuesta aún acostumbrarme a la bebe.
—Maddie la conoce desde que nació. Está segura. Y tu eres su madre, más segura aún.
—¿Quieren que las lleve? —pregunta Bratt.
—¡No! —lo interrumpe Samantha y mis alertas se encienden— ¡Solas estamos bien! Vamos Venecia. —tira de ella que luce también desconcertada— ¡Cuidaremos de Mali! Adiós.
—Bratt. Síguelas —le pido y él solo asiente y se marcha dejándome solo y destrozado.
Me ducho y decido prepararme un café, se me explota la cabeza, esa pastilla no ha hecho efecto en mi, no sé si soportaré más problemas. Salí antes del trabajo porque debía pasar por mi gimnasio y ver como iba todo. Allí puse a trabajar a Paula, y debo decir que se ha adaptado muy bien. Las cosas con ella aún están... difíciles. Todavía no le perdono las que ha liado cuando estuvimos conviviendo con Venecia embarazada... Doy gracias que eso también lo olvidó.
Recibo una llamada de Bratt que me alerta por lo que contesto de inmediato.
—¿Qué sucede? —pregunto.
—Creo que deberías saber que están con unos tíos. Venecia... no se, la noto demasiado rara.
—¡Maldita sea! Un descanso necesito. Solo uno —pido al móvil y me dice Bratt.
—No te alarmes, de momento está todo bajo control, pero no lo se... es raro ver a Venecia así.
—Creo saber quienes son. Voy para allá. Envíame la ubicación.
—Ok —responde y corto la llamada para ir a por mis llaves y salir.
El camino se me hace eterno, maldigo una y mil veces por dejarla salir. Es que... ¡¿En qué carajos estuve pensando para no oponerme!? No está nuestra relación tan intacta y estable como para que me arriesgue a más.
Nada más llegar veo a Bratt interponiéndose entre Venecia y quien fue su grupo de amigos en la universidad, entre ellos, por supuesto el asqueroso mayor.
—¿Tienes idea de lo mucho que te hemos echado de menos nena? —consigo escuchar que habla el muy idiota.
—Ni te acerques a ella pedazo de mierda —consigo decir y le propino un empujón.
—Vaya... vaya... dos gallitos de pelea —responde Jacob y lo corto.
—Te piras pero ya. No tienes nada que hacer aquí.
—Calmados todos —habla el ex novio de Maddie— No queremos líos. Nos vamos. Jacob. Ahora. Andando.
La mirada que Jacob le lanza a Venecia es asquerosa, me provoca ir a matarlo a golpes.
—¿Estás bien Veni? —pregunta Maddie en un hilo de voz. Venecia asiente y pregunta.
—¿Y tu?
—Pues perfecta. No me mueve ni un pelo ese gilipollas. Tengo a Camilo que me ayudó a salir de ese maldito pozo y tu... mi niña. Tu también haz salido adelante, por él —me señala— solo que no lo recuerdas, pero ese cabrón no está más perturbando tu mente.
Tiro a Venecia para que esté frente a mi y me vea solo a mi.
—Venecia. No permitiré que ese tío vuelva a hacerte daño ¿lo sabes verdad?
Ella asiente con lágrimas otra vez en sus ojos. Mierda.
—¿Nos vamos Amadeo? —pide y la abrazo.
—Claro que si mi amor —veo a Mali durmiendo en su cochecito, por lo que tiro del coche para salir del centro comercial.
—Adios chicas... —dice Venecia pero obviamente no es la misma. Llegamos a mi coche y Venecia, con total naturalidad, saca a Mali del cochecito y esta vez se sienta en el asiento delantero, con ella en su regazo. Yo entro en el baúl el cochecito y me subo a mi lugar.
—Tiene su sillita atrás amor.
—Lo sé, pero la necesito conmigo. Me calma. Tu solo ve despacio por favor.
—Lo haré —solo digo y enciendo el coche. Me atormenta verla así... ya fueron tantas veces las que la vi así y no supe que carajos hacer... había olvidado completamente lo que era verla mal.
Llegamos a nuestro piso y se va directo a acostar a la niña que de camino tomó teta.
—¿No cenará en un rato Mali? —pregunta.
—Si, está haciendo su siesta en estos momentos, en un rato se despertará y tendremos su cena preparada. Yo la haré, tranquila —respondí al verla tan preocupada.
—No quiero equivocarme con ella Amadeo. No quiero que baje de peso o se enferme.
—No dejaré que eso pase. La protegeré y a ti también.
Asiente y traga grueso. El timbre suena y ella ya luce muy tensa.
—Ve al cuarto, descansa, yo atenderé ¿si?
—Gracias —se va al cuarto y abro la puerta. Me lo imaginaba. Claro que si.
—Aiden —digo.
—Amadeo. Necesitamos hablar, ¿puedo entrar? Prometo que no haré pleitos esta vez.
—Pasa —digo bajito, prohibirle la entrada será peor— mi hija duerme, no vengas aquí con gritos. Hoy no.
—Ok —solo dice y pregunta— ¿Puedo sentarme?
—Adelante —hablo. Se sienta en el sofá y yo lo hago enfrente a él— Dime. ¿A qué has venido?
—Volví a follar con Venecia —tira, así, sin anestesia. Lo miro lo más tranquilo posible y observo en el pasillo la sombra de Venecia, me viene re bien que esté escuchando, necesito sumar unos puntos porque sino mi cabeza colapsará.
—Lo sé. Ella mismo me lo contó en la tarde.
—¿Qué dices? —pregunta asombrado.
—¿Haz venido a intentar separarnos una vez más? Puedes largarte por donde haz venido. Esto ya cansa, es una reproducción de cada noche que cansa.
—Vine por ella. Vine por mi mujer. Venecia es mi mujer, responde a mi tacto, a mis caricias, a mis besos. Ella me ama y me la llevo... me las llevo.
Mi nivel de contención está llegando a su límite. Que hable de Venecia como su propiedad ya me cabreó, pero que quiera llevarse a mi niña... eso no. No lo mates, no le pegues. Piensa en tu hija. Piensa en tu hija. JODER.
—Venecia no es de tu propiedad ni de mi propiedad, ¡A ver si te enteras! —contesto— Y no te llevarás a nadie de aquí, ¿qué mierda te crees? ¡Estas a punto de casarte y vienes solo a causar problemas a mi hogar.
—¿A esto le llamas tu hogar? —escupe— ¡Un puto palacio merece Venecia! Con un amplio jardín, con una piscina bellísima y muchas flores y árboles. Tu no puedes permitirte eso, ¿VERDAD?
—Quizás ahora no pero... —Venecia sale de entre las sombras del pasillo y habla.
—¿Pero tu quien coño te crees que eres para interrumpir en nuestro hogar, en MI HOGAR, el hogar que yo elegí, el único que quiero y necesito en estos momentos para decir semejantes gilipolleces?
Aiden pestañea varias veces y habla.
—Venecia, vamos, ve conmigo, no me rebajaré más por ti, ¿lo entiendes?
Ella ríe por lo bajo y dice.
—A ver si tu entiendes que yo estoy con Amadeo. Puede que de momento no lo recuerde, pero siento algo por él, mi lugar está con él. Vete por favor, vete y déjanos en paz. Te lo suplico, ya basta.
—Follaste conmigo en la mañana Venecia, me acerco a ti y te enciendes, me amas, sé que me amas.
—Lo de hoy fue un error que no volverá a repetirse, no por Amadeo, no por Alexa, por mi y por ti. Nos dañamos Aiden, somos destructivos, tóxicos, obsesivos. No es bueno ni para ti ni para mi esto. Déjame en paz. No quiero verte más, no nos lastimemos más.
—Venecia...
—¿No has oído a Venecia? A mi me pareció muy clara Aiden.
—¡Te callas gilipollas! —grita Aiden.
—Si sigues gritando y despiertas a mi hija juro por Dios que llamo a la policía y no volverás a poner un pie ni en este edificio ni a un kilómetro de mi. —habla Venecia sorprendiéndome para bien.
—Mañana hablamos Venecia —dice Aiden levantándose del sofá y dirigiéndose a la salida.
—No —sentencia Venecia— acabo de llamar a Juan Manuel. Trabajaré en otro edificio, en una oficina privada, no nos veremos más Aiden, es lo mejor.
Eso me sorprendió tanto que mi sonrisa no pudo disimularse.
—¿Qué mierdas dices? —espeta Aiden y se acerca peligrosamente a Venecia, me interpongo entre ambos y digo.
—Creo que debes irte Aiden, te dejé entrar en mi casa para que hablemos bien, pero esto ya es demasiado.
—Una vez más estas tomando decisiones equivocadas —dice Aiden y se larga de nuestra casa dejándome con un sabor amargo.
—¿No me dejará seguir verdad? —dice Venecia y me volteo a verla.
—Lo hará. Podremos con esto y con mucho más —la abrazo y dudo de mi respuesta. No sé hasta donde podremos aguantar.
...
Hasta aquí el capítulo, ¿qué les pareció? Se va terminando el círculo vicioso. Lo prometo :D
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