-Capítulo Uno-
Lo prometido es deudaaaaaa. Aca tienen el primer capítulo del libro 2 de mi primer trilogía.
Espero les guste!!
...
《Venecia》
Las tres semanas que Aiden pasó en la cárcel fueron las más terribles de toda mi vida. Puedo asegurarlo. Aún recuerdo cuando Perla, la madre de Aiden, al verme llegar al hospital para ver cómo seguía Juan Manuel me interceptó y llevó a un café. Su cara nada más sentarnos fue agría. Sé que suena raro, pero esa fue la sensación que me dio, la misma sensación que te recorre el cuerpo cada vez que chupas un limón. La vi muy pocas veces en estos meses compartiendo con Aiden, y siempre me dio la impresión de que le caí bien, que le agradaba verme con su hijo y que sabía que conmigo él era feliz. Pero bueno, como dije, nada más verla supe que algo no iba bien.
—¿Y bien? —pregunto con cautela. Se apretó el puente de su nariz con ímpetu y luego, por fin, habló.
—Venecia... disculpa por lo que tengo que decirte, pero tienes que dejar a mi hijo, y dejarlo ya.
De todas las cosas que creí que podría decirme, nunca pensé que esa sería la respuesta. ¿Dejar a su hijo? ¿Acaso estaba loca?
—¿Qué? —pregunté totalmente alucinada.
—Lo que oíste Venecia, te he traído aquí para explicarte las razones y ponerle fin de una vez por todas a todo esto —dice con voz neutral. Joder, su ex/actual marido, la verdad no sé bien que es en estos momentos, estaba inconsciente, tirado en una cama de hospital, y su hijo estaba preso por tal motivo ¿y ella me venía con estas gilipolleces?
—¿Perdona? —digo saliendo del shock inicial— Sé que es la madre de mi novio y por tal le debo respeto, por eso utilizaré estas palabras... —"en lugar de otras" quise agregar pero al ver que su seño se fruncía lo omití— no puede meterse en mi relación con Aiden. Yo... lo amo, con todo mi alma. No quiero dejarlo, nos hacemos bien, usted misma comprobó como salió del shock al escuchar mi voz cuando le pegaba a su padre. Sabe que nadie puede hacer eso en él, solo yo... porque nos amamos, nos hacemos bien.
Quise ser sincera con ella y abrirle mi corazón, no quería llevarme mal con mi suegra, joder, no...
—Mira. Sé que se aman. Sé que se hacen bien, eso lo llevo más que claro —dice— Pero no pueden estar juntos, son hermanos y lo sabes, me he encargado de que te enteres hace rato ya. ¡Y Aiden también lo sabe! —medio gritó— Lo que no entiendo es que hacen juntos después de saberlo, joder.
Me sorprendió tanto sus palabras, escucharla maldecir, que no supe que decir y solo bajé mi cabeza, avergonzada. Ella entendió mi silencio, suavisó su voz y volvió a hablar.
—Me duele tener que hablarte en estos momentos de esta forma tan directa, pero si dejo pasar más tiempo, esto será peor para ambos y lo sabes... Y siento ser una egoísta de mierda y pensar solo en MI HIJO, pero si no cortamos de raíz, va a ser mucho más difícil que Aiden entienda que no debe estar contigo, le romperas el corazón, lo sabes, sé que lo sabes.
—Señora... —me interrumpe.
—Perla, cariño, dime Perla —por un momento cambió su expresión y al tenderme un pañuelo, entendí que estaba llorando. Me sequé rápidamente los ojos y levanté la vista.
—No es impedimento para estar juntos. No eso... —solo dije.
—¡Vamos cariño! ¡Comparten la misma sangre! ¡Comparten el mismo padre! Piensa a futuro, porque eres inteligente y sé que sabes que Aiden te toma muy, muy en serio. Quiere... quiere... pasar toda la vida contigo. ¿Qué pasará cuando llegue el tiempo en que quieran tener hijos? ¡Sabes que no pueden!, ¡No pueden! ¡Son hermanos!
—Adoptaremos —dije sorprendida de mi seguridad— Llegado el momento adoptaremos. No es eso una imposibilidad de amarnos. No tenemos la culpa de las mierdas de nuestros padres, no voy a renunciar a él. Le duela a quien le duela —le dije levantándome muy rápido— Si me permite, iré a ver cómo sigue Juan Manuel —me giro pero toma mi muñeca y ladeo mi cabeza para verla, ya quiero marcharme de aquí.
—Tu padre. No lo olvides. Es tu padre —dice con mirada totalmente perdida. Me suelto de un tirón y salgo de esa cafetería con un nudo enorme en la garganta. Aunque no quería creerlo, Perla me abrió totalmente los ojos. Me instaló el sentimiento de que hacia mal en quedarme con él, que a la larga debíamos separarnos y tendría que hacerme a la idea, pero no quería, joder, se llevaría conmigo mi alma...
Los días pasaron y esa sensación de angustia seguía creciendo en mi. Me pasaba el día entre la universidad, el hospital y la estación de policía. Juan Manuel no despertaba del coma y día a día me hundía más en la desesperanza. Si no abría los ojos pronto, trasladarían a Aiden a la cárcel de verdad, ahorita mismo lo tenían en la estación de policía por que Will y Amadeo, y por supuesto miles de dólares de la cuenta de Juan Manuel, hacían que lo retengan unos días más, pero solo unos días, no más que ello...
Me acerqué al coche de Amadeo, nada más salir de la estación, hablar con un Aiden decaído, triste, desalineado, me mataba por dentro.
—Ama... —dije con una culpa terrible— debo dejar a Aiden.
Él me miró totalmente sorprendido y comenzó a conducir.
—¿Por qué...? —empezó a hablar y lo corté.
—Sabes porqué. No te hagas el idiota ahora por favor, necesito calma y coherencia para organizar mi vida —medio lo reñí, desquitándome de toda la frustración acumulada de estas semanas.
—Oye... cálmate ¿si? Todo tiene solución, excepto la muerte —dice mientras dobla en dirección a la calle que conduce a mi piso con Ley.
—No me vengas con frases de autocompasión sacadas de google, por favor —espeté— necesito tu consejo de amigo y lo sabes.
Frenó frente a mi piso y apagó el coche, se sacó el cinturón de seguridad y se ladeó, mirándome fijamente.
—¿Qué necesitas que te diga Venecia? ¿Qué sigas con el gilipollas de mi amigo?, ¿A pesar de ser hermanos?
—Hermanastros... no somos hermanos. No compartimos la misma sangre... no Amadeo... ¡No! —digo en un intento desesperado de defender lo indefendible.
Odiaba con todas mis fuerzas lo que Perla me metió en la cabeza aquel día y los posteriores, cada que coincidíamos en el hospital o estación de policía. Incluso llegó a amenazarme con que si despertaba Juan Manuel, lo convencería de que no quite los cargos contra Aiden a no ser que terminara la relación con él y me vaya lejos, muy lejos. Fue muy duro, pero me aseguró que Juan Manuel, mi padre, no quiere ver a sus hijos juntos y estará de acuerdo con ella. Eso me destruyó completamente... estaba tan, pero tan desesperada que acudí a la única persona que me faltaba por lastimar en la faz de la tierra... Amadeo. Él me miró, luego del discurso desesperado que le solté, totalmente desencajado y las palabras que salieron de su boca me calaron hondo, muy hondo.
—Hermanos Venecia, son hermanos de sangre ¡Joder! —dice alborotándose su cabello. Quedando sorprendentemente mejor que antes.
—Ya lo sé... —digo al fin— Por más que intente pensar lo contrario sé que somos medio hermanos ¿Pero que culpa tenemos nosotros de esto? —termino en un susurro y Amadeo toma entre sus manos mi rostro y me dice, ya más suave.
—No tienes la culpa de nada, joder. Tu eres la única persona inocente en todo este lío, pero intenta seguir, inténtalo por favor... intenta sonreír porque si no veo esa maldita sonrisa en tus labios otra vez voy a volverme completamente loco —mientras me habla acaricia con un pulgar mis labios, siento cosquillas allí, donde sus manos tocaron. Esto está mal. Está muy, muy mal.
—Amadeo... —digo en un suspiro— Para, por favor...
—Sientes algo por mi... lo sé. Puedo verlo. Puedes ser feliz conmigo, o con cualquier otro. No con él... no con tu hermano Venecia.
—Ayúdame a dejarlo, por favor... ayúdame, porque sin ti no podré.
—Haré lo que me pidas dulzu... Venecia... tengo un plan que sé que es perverso pero hará que él se aleje de ti para siempre.
—¿Un... plan? —hablé y Amadeo me suelta, respirando profundamente y hablando al fin.
—Si te ve desnuda, entre mis brazos, no habrá nada que puedas hacer para que vuelva contigo. Si te arrepientes, igual ya será tarde... Él no lo perdonará y te ayudará a seguir lejos de él.
Que en blanco. Totalmente en blanco.
—¡¿Qué?! —digo horrorizada— No quiero que me odie...
—Es la única forma que sé que hará que no vuelva a buscarte Venecia. Si él piensa que estuvimos juntos, no te volverá a buscar jamás.
—Y me odiará... no, yo... no quiero eso, no creo poder soportar que me mire con odio, con asco Amadeo... —a estas alturas ya estoy llorando... otra vez.
—No llores Venecia... no puedo verte así, ya no más... —dice y me abraza. Eso es todo lo que necesitaba en estos momentos— no te dejaré sola Venecia... te apoyaré en todo... no te dejaré caer, estaré contigo como el amigo que tanto necesitas, ya no como el hombre que te ama, sino como el amigo que te adora y que no soporta verte derramar una lágrima más. Te quiero dulzura... y quiero verte bien, feliz... Sé que esto te dolerá muchísimo tiempo, pero debemos hacerlo ahora, antes de que pase más tiempo y duela más a ambos.
Estoy aferrada a Amadeo unos largos minutos, hasta que reúno fuerzas para apartarme y decirle.
—Lo pensaré, ¿vale? —digo, beso su mejilla y salgo del coche para meterme en mi edificio. Allí, me quedo de piedra al ver a Aldana, la hermana de Aiden, esperándome con cara de cansada y ojos llorosos.
—No fue mi intensión estar espiándote, lo juro —dice y levanta sus manos de una manera que me hace sonreír.
—Hola Aldana —solo digo— ¿Qué haces aquí?
—Mmnh... bonito cambio de tema cuñis —dice y me sonríe— ¿o debo llamarte hermana a partir de ahora? —pregunta aún con lágrimas en sus ojos.
No aguanto más presión y comienzo a llorar desconsoladamente.
—Ven hermana... necesitas un abrazote más —dicho esto me abraza con tanto amor que creo que fue el segundo en el cual decidí que debía terminar con Aiden, no podía... simplemente no podía seguir con esto, destruirlo, destruirnos... destruir todo lo que nos rodeaba. Esperaba no arrepentirme de la decisión que habia tomado, porque sabia... lo tenía más que claro, que iba a destrozar el corazón de Aiden. Y el mio en el proceso.
...
La mañana siguiente la comencé para atrás y a fondo. Amadeo me contó su plan y fue un perfecto desastre de pies a cabeza. Para fundamentar que el plan era de diez me contó la historia de Aiden con su anterior novia... historia que no sabía y que me dejó totalmente sorprendida... misma historia que Aiden nunca quiso contarme.
Pues resulta que Aiden conoció a una chica universitaria, en una fiesta... igual que a mi. Y quedó alucinado con ella. Totalmente enamorado.
Vaya que se enamora fácil el muy cabrón.
Amadeo me ha dicho que fue pura obsesión, que Aiden se dejaba dominar por ella, que era su perrito faldero... pero no sé hasta que punto creer en él, porque me doy cuenta de que hay cosas que me dice para que no me duelan tanto o que las disfraza para protegerme.
La cosa es que comenzaron una relación, no sé cuánto duró pero solo sé que fue demasiado rápido.
Elaia... asi se llamaba la chica. Totalmente opuesta a mi. En carácter, en físico, en temperamento, en gustos. No sé si Aiden me eligió simplemente por ser lo opuesto a Elaia o porque realmente le atraje y eso hace que mi corazón se parta un poquito más.
Al pasar los meses, no sé cómo, porque Amadeo no quiso confesarme, se enteró de que Elaia lo engañaba, nada más y nada que con su padre, con Juan Manuel Ferrasa. JODER, QUE ASCO DE MUJER. Y lo peor de todo es que Aiden la perdonó. Creo que estaba totalmente ciego, pero no dije nada, pues temía que Amadeo deje de contarme todo lo que sabia. Bueno pues, estuvieron unas semanas más, hasta que descubrió que Ama también se acostaba con ella. En realidad Ama no tuvo la culpa, pues fue solo una vez, en una fiesta swinger, en la cual estaban todos disfrazados, con máscaras y esas cosas... ese detalle me dió tanta curiosidad que Amadeo terminó riendose en mi propia cara. Pero es que oye, no sabía que existían fiestas asi.
Bueno, a lo que seguía... desde esa noche, en que Elaia terminó sacándose el antifaz y dejando en shock a Amadeo, no paraba de acosarlo, pues me imagino que porque a Ama se le da bien eso de follar... pero ni pregunté, porque moría de vergüenza solo de pensarlo. Y bueno, asi es como Aiden terminó enterandose de todo porque la encontró en la oficina de Amadeo totalmente desnuda. Ama con ropa, por supuesto, pues ella solo se desnudó para incitarlo a follar.
Repito: QUE ASCO DE MUJER.
La relación entre Ama y Aiden, poco a poco fue volviendo a la normalidad, pero sé que si hacemos lo que Ama planea su relación se romperá por siempre... y no quiero que él quede solo. No podría soportarlo.
—Lo haremos solo si tu estás segura dulzura... —me saca de mis pensamientos Amadeo.
—¡Despertó! —nos interrumpe Aldana llegando hacia nosotros, en la cafetería del hospital.
—¿De verdad? —pregunto sonriente al fin.
—Pues claro, no te mentiría con eso... Quiere hablar contigo Vene... —me dice y miro a Ama que pide la cuenta.
—Esperen un segundo, ya las acompaño señoritas... —dice pagando todo y nos dirigimos en silencio hasta la habitación de... mi padre.
Aldana anoche me esperaba en mi piso para pedirme perdón en nombre de Perla. Se había enterado de lo que ha intentado hacer conmigo y Aiden y no está de acuerdo... aún así ha insistido en que si seguiamos debia asegurarme de no tener hijos con él, porque podrían salir mal genéticamente. No voy a negar que eso me dolió el corazón... pues muy en el fondo, ya había imaginado, antes de enterarme de todo esto, unos preciosos hijos con mi amor...
—Pasa —me dice bajito Aldana.
—Eh... si... —consigo hablar y doy un paso en dirección a la puerta. Antes de entrar me giro hacia Aldana y la miro. Ella me entiende al segundo, como si nos conocieramos de toda la vida, y me abraza fuertemente y susurra que todo estará bien.
Termino el abrazo y me doy la vuelta, juntando coraje para por fin, entrar a esa habitación.
El sitio es enorme. Es la primera vez que entraba allí, pues siempre me limité a quedarme en el pasillo, por más que Aldana o Anna Paz me pedian que pasara. Siempre estaba la mirada acusadora y de advertencia de Perla persiguiéndome. De hecho, fue a ella a quien encontré al lado de Juan Manuel. Me tensé al instante y ella carraspeó, atrayendo la atención de mi... bueno, pues... padre.
—Venecia —hablo con dificultad, la cara la tenía muy amorotoda, el labio y ojo izquierdo inflamadísimos, tenía costillas rotas, que no sé en qué momento Aiden golpeó. Era un desastre— ven... siéntate a mi lado —pidió.
Di un paso al frente y automáticamente Perla se levantó y dijo.
—Los dejo solos amor —luego me miró con seriedad y se marchó de la habitación, dejándonos solos. Él y yo.
—Bueno... no es el mejor momento para que hablemos —comencé a decir nerviosa y me interrumpió.
—Cualquier momento es perfecto para ti, hija —dijo y esperó mi reacción.
—¿Podemos hacernos una prueba de adn? —tiré ahi, sin nada de tacto, la última esperanza de que Aiden y yo no tengamos lazos sanguíneos y evitar que pase por esta pesadilla otra vez, de ver a su mujer en la cama con otro.
—Por supuesto Venecia —dijo intentando alcanzar su móvil en la mesita. Mis pies cobraron vida y fui casi corriendo a alcanzarselo.
Llamó a quien creo es su doctor.
—¿Hay problema de hacer un adn?
—La rápida.
—Ya.
Escuchaba solo lo que Juan Manuel decía, pero podía imaginarme lo que le decía el doctor. Cortó la llamada y me dijo.
—En diez minutos vienen a hacernos la prueba.
—¿Cuánto tardará? —digo en un hilo de voz.
—48 horas —me asegura— Es la prueba más rápida que hay.
—Lo sé —digo. No lo voy a admitir en voz alta, pero he buscado demasiada información al respecto, sobre todos estos días en los que más dudas tengo de lo que estoy por hacer.
—He hablado con tu madre —me dice sin más.
—¿He? ¿CUÁNDO? —respondo tal vez un poco demasiado exaltada.
—Hace apenas unos minutos. Tu madre me ha dicho que no le coges las llamadas, que necesita hablar contigo y no quieres comunicarte con ella —¿Por qué la defiende? Que se conozcan, que se hablen, solo me confirma, sin necesidad del maldito adn que él es mi padre biológico. Joder, cómo duele. Cómo mata esta verdad.
—¿Cómo te encuentras? —le digo porque no quiero hablar de mi madre.
—Evades los temas igual que ella. Es que son calcadas —sonríe y se queja.
—No soy como ella —sentencio— ¿Levantarás los cargos contra Aiden?
—Solo con una condición —dice y se me hela la sangre porque sé lo que viene a continuación.
—¿Cuál condición? —pregunto aunque ya se la respuesta.
—Deja a mi hijo. Termina con él. Solo así quitaré los cargos. Sino lo haces, entonces lo llevaré a juicio, tendrá como mínimo 5 años de prisión.
—¡Es tu hijo maldito enfermo! ¡TU HIJO! —grito colérica. No me creo lo que oigo. Cómo pueden ser capaces de tanto.
—¡Y TU MI HIJA! —habla medio gritando, como puede, pues los dolores no lo dejan estar.
—No soy su hija. No lo soy. No lo soy... —digo con lágrimas rebalsando de mis ojos. En eso entra el doctor y nos hace la maldita prueba.
—En 48 hs lo confirmarás, hija... —dice.
Me voy sin mirar atrás. Dando un portazo y con el corazón haciendo añicos.
...
Fin del primer capítulo...
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