-Capítulo Siete-
《Aiden》
Desde que la vi desnuda, en los brazos de quien decía ser mi mejor amigo, no pude borrar de mi mente la sensación de que algo no encajaba en todo esto. Toda esa escena parecía montada de una película barata, el entorno fue realmente perturbador, nadie de mi familia pareció sorprendido al enterarse de la noticia, todos estaban tranquilos, mi madre lucía satisfecha, ¿es que acaso era tan obvio para todos que Venecia me ponía los cuernos?, ¿Tan idiota he sido para no verlo con claridad? De todas formas ahora de nada servía lamentarme, era un hecho que estaban juntos, si no hubiese sido tan pero tan malditamente orgulloso entonces tendría a Venecia conmigo. Si tan solo me hubiese pedido hablar yo de mil ganas le habría dejado darme las explicaciones. Pero no fue así... ella ni se inmutó. No quiso excusarse, no dio explicaciones, no me buscó, ¡Joder! Lo primero que hizo fue desaparecer como una cobarde.
—Llega en treinta minutos —entra Will a mi oficina a perturbar un poco más si es posible mi mente— trata de lucir sereno.
Río sin muchas ganas.
—Qué fácil es para ti decirlo, cabrón.
—Te perdono la palabrota solo porque sé como estas, pero compórtate que aquí soy tu jefe.
—No creo poder soportarlo Will. Quiero pirarme de aquí. No aguantaré verlo sabiendo que están juntos.
Silencio. Will calla... confirmando así el dato que ya sabía.
—¿Están juntos? —pregunto para echarle más sal a la herida.
—Si Aiden. Son pareja. Es algo reciente, muy...
—Vaya. ¿Eso tiene que aplacar la rabia? ¡Maldito gilipollas! Y decía ser mi amigo...
—Aiden... es solo una mujer. Encontrarás otra que te mueva la tierra. Si no quieres luchar por ella, si no quieres hablarlo, entonces déjala ir.
—No seas imbécil Will. No estoy para consejos baratos —espeté.
—Ok. Me callo. Es que ya no sé como calmarte. Si tanto mal te hace entonces vete a casa. Cuando se vaya... cuando toda la misión haya terminado... vuelves.
—Ni de coña Will. Solo necesito que me asegures que seré yo el líder. Déjame ser el líder o juro que mataré a ese imbécil si se atreve a darme una sola orden.
—Tienes mi palabra —dicho eso se marcha dejándome con un sabor amargo en la boca y un tormento que apenas comenzaba.
Es la primera vez que me enfrentaría a tremendo cabrón y ni de coña me veía venir que cuando lo vería sería como novio de Venecia.
—Permiso —entra Alexa, mierda. Lo que me faltaba— no quiero molestarte, solo vengo a decirte que estés calmado ¿si? Tu eres el mejor en todo sentido, no puedes dejarte ver vulnerable por él.
—Alexa... no me vengas con gilipolleces ahora por favor.
Se acerca a mi y me abraza.
—Te amo Aiden. Necesito que entiendas que eres el mejor. Eres mejor que él y que todo mundo. No dejes que te vea mal, no dejes que se note una pizca de tu rencor. Ignóralo y verás como muere por dentro.
Me acaricia la espalda suavemente y no se porqué sus palabras y las de Julieta me llenan de determinación. No más mostrar esta parte de mi. Lo voy a esconder en lo más profundo.
—Lo haré. Acabaré con esta mierda de misión cuanto antes para que se largue por donde a venido.
Alexa sonríe, satisfecha. Pero que gilipollas soy. Muy dentro de mi sé que no lo haré, sé que lo detendré el mayor tiempo posible aquí así está alejado de Venecia.
—Me alegra saberlo amor. Me voy con Atilio a visitar universidades.
Atilio es su nuevo guardaespaldas. Nuevo en la central. No termina de cerrarme del todo, pero Will ha estado convencido con que cuidara de ella.
—Ten cuidado. Me cuentas esta noche como te va con lo de las universidades.
Finalmente se ha decidido a terminar sus estudios de diseñadora gráfica. Me alegra por ella. El modelaje no lo es todo.
—Es un hecho amor. Nos vemos en la noche.
Me besa con tanto cariño, con tanto anhelo, que me sabe a mierda tener que engañarla así. Porque no la amo. Nunca la amaré. Y es hora de que vaya asimilándolo.
Treinta minutos después estábamos todos en la sala de juntas, esperando a que Amadeo se digne a llegar.
—¿Cuando llega Will? —pregunta Glenda— va diez minutos retrasado.
—No tarda en llegar —responde secamente.
—Debemos esperarlo al señor, pero que bien... —habla Julieta con hastío.
Me río sin ganas y estoy a punto de replicar cuando entra al salón. Su mirada recorre a todos y cada uno de los presentes, deteniéndose más de unos segundos en mi. Gilipollas.
—Disculpen la tardanza, se retrasó el vuelo.
—Ya estás aquí, eso es lo importante —habla Will serio.
—Bienvenido —digo levantándome de mi lugar y tendiéndole mi mano en saludo. Me mira con sorpresa y lentamente estrecha su mano con la mía. Todos en el salón, menos Julieta obvio, me miran atónitos— que bueno que has llegado.
—Gracias Aiden. Me alegra verlos —suelta mi mano y toma asiento en el lugar vacío de la habitación, al frente mio— ¿De qué se trata la misión exactamente? —pregunta.
—¿Muy apurado por irte? —largo, sin poderme contener un segundo más.
—Cuanto antes esté resuelto esto mejor —afirma.
—Si todo sale como planeamos, en dos días estarías de regreso Amadeo —comenta Will.
—Ok —solo dice, repasando a todos los presentes— los escucho.
—Mañana en la noche se hará una reunión en la casa del legislador Catriel Kevinski —habla Glenda— tenemos información de que él maneja a la banda de Marco y León. No sabemos si él es el jefe máximo pero si lo tenemos a él estamos un paso más cerca del cabecilla.
—Ok. ¿Y para qué me necesitan específicamente? —pregunta— porque esa misión, tal como la pintan, es pan comido para ustedes.
Río falsamente y lo miro con arrogancia.
—Para que desactives todo el sistema de seguridad de su mansión —hablo con los nervios de punta y el autocontrol en su punto más álgido— que está basado nada más y nada menos que en explosivos.
—¿Explosivos? —exclama— Pero esto es una incoherencia de pies a cabezas. ¿Quién en su sano juicio haría algo así?
—Solo tiene explosivos en la planta alta, que es donde tiene su oficina y guarda sus trabajos ilícitos, sus millones, lo de valor para él —acota Bastián— si entran ahí no le importa morir, prefiere eso a estar pudriéndose en la cárcel.
—¿Y tu quién carajos eres? —espeta Amadeo.
—Nuevo miembro del equipo Amadeo —sentencia Will— una misión fue un total desastre y cayeron varios hombres. Te presentaré a quien será tu nuevo equipo.
—Mi nuevo equipo —bramo y Will asiente severo.
—Bastián, Fiama, Megan y Eneas son nuevos en el equipo, los demás ya los conoces.
Los aludidos saludan al gilipollas mayor y a continuación llega la pregunta que me toca las bolas.
—¿Qué ocurrió con los demás?, ¿qué les sucedió?
Miradas incómodas y silencio cruel. Hijos de perra todos.
—Fallamos como equipo en una misión —habla Julieta cuando estaba a punto de responderle—eso es todo lo que necesitas saber.
—¿Es una broma verdad? —medio grita y cierro mis puños para evitar estampárselos en su maldito y perfecto rostro— murieron tus compañeros y ¿solo dicen eso?
Will ve mi vena destructiva conteniéndose, por lo que decide intervenir.
—El hecho ocurrió hace cinco malditos meses. Ya hemos tenido tiempo de llorarles y hacerles luto, ya hemos trabajado el tema del compromiso y trabajo en equipo, ya se hicieron demasiados juicios de valores así que no vengas aquí, de recién llegado, a crear más conflictos. Vienes por una maldita misión para proteger a alguien muy importante para ti y para varios de nosotros, si no... créeme ni te hubiera llamado, sabes bien porque.
—Genial. ¿Esto es la inquisición? ¡Vamos! Traigan la soga y terminamos con eso de una vez por todas —brama el gilipollas.
—No me tientes —espeto y lo miro con ira al 100%, todos en silencio, no vuela ni una mosca en el salón, si no fuera porque sé que de esto depende que vuelva Venecia, lo mataría a golpes otra vez— sabes que te necesitamos para poder llegar a la oficina de Kevinski, nos haces entrar y te piras de aquí, ya nada tienes que hacer en nuestro equipo ni con nuestra gente.
Amadeo aprieta con fuerza su mandíbula, traga grueso y en eso le llega una maldita llamada. Mira el móvil y sonríe abiertamente. No hace falta ver su pantalla para saber quién la está llamando.
¡MIERDA! ¡No puedo contenerme un segundo más!
—Si me permiten un minuto, atenderé esta llamada. Es importante. Enseguida vuelvo.
Sale disparado al balcón y lo sigo como un maldito enfermo, frente a la mirada de censura de todos, en especial de Will..
—Amor, es peligroso que me llames —le escucho decir. Me colocó detrás de la puerta que da al balcón para que no me vea. Estamos solo nosotros dos, por lo que oigo perfectamente lo que le responde Venecia... mi Venecia.
—Lo siento Ama, tenía que cerciorarme de que llegaste bien. Tengo mucho miedo de estar aquí. No conozco a los guardaespaldas. Camilo anda muy cabreado con Maddie y conmigo, Bratt está más serio de lo habitual. El tal Demián no nos habla. Estamos muy solas.
¿¡Maddie?! ¿¿A dicho Maddie?? ¡Qué carajos hace ella allí?
—Mujer. No sabes lo que daría por estar allí contigo. Juro que en cuanto termine con esto iré.
¡Ni lo sueñes maldito hijo de puta!
—Lo sé. Tendré que adaptarme a esta nueva vida. Mañana iré a ver por lo de la universidad, me acompañarán muchos guardaespaldas, no chilles ok.
—Es peligroso amor. Debes esperar a que los chicos controlen todo el perímetro, son muchos kilómetros, cuando terminen tienes el ok de hacer lo que quieras.
—Es que no quiero perder más tiempo, quiero recibirme, trabajar de lo que más me gusta.
—Lo harás mi vida. Serás realmente grande. Lo sabes ¿verdad?
—Lo sé. Soy muy fuerte. Podré con todo esto y más. Visita a mi madre, por favor dale la carta que te di ¿si?
—Mañana mismo tu madre tendrá su carta. Debo irme amor, salí de la reunión para responder tu llamada.
—Ok Ama... ¿y cómo va todo por allá?
El gilipollas sonríe abiertamente, está de espalda a mi pero veo sus movimientos.
—Todo bien por aquí, ¿qué quieres saber exactamente?
—¿Peleaste con Aiden? —pregunta con miedo.
—No. Ha sido muy amable de momento —que mentiroso el cabrón.
—¿Él... él... está bien? Digo... ¿luce bien?
—Luce perfecto. Está saliendo con Alexa. Se ve sin ningún rasguño. Me ha tratado como en los viejos tiempo Venecia. Está más que claro que él ya te superó.
¡Maldito gilipollas! No hay insulto que te quede bien. Decido irme porque si sigo escuchando lo mataré. Lo mataré.
—Deja de torturarte Aiden —me toma del brazo Will y me lleva a su oficina— ¿Qué obtienes con escucharlos a escondidas? ¡Martirizarte! Céntrate y hagamos bien el trabajo así se va y puedes seguir.
—Me es imposible hacer eso Will. Necesito desenmascararlo frente a ella. No le ha dicho más que mentiras. ¡Qué yo la superé! ¡Qué demonios!
—Debes demostrar que la superaste. Debes olvidarla, ¡Ya! ¿No ves todo el mal que genera que sigas anclado al pasado? ¡Hemos perdido a tres hombres Aiden! ¡A tres de tus amigos!
—Lo sé, maldita sea. Lo sé —digo pegando una patada a la silla de Will y golpeando su escritorio.
—Ve a tu casa Aiden. No puedes con esto, me doy cuenta que es demasiado. Te llamaré en cuanto terminemos con esto.
—Ni lo sueñes Will. Aquí me quedo. No me echarás de aquí.
—No me demuestras que quieres quedarte. No puedo poner en peligro a todos otra vez por ti Aiden. No me lo perdonaría. No esta vez.
—Prometo que me comportaré. Trabajaré con compromiso. Pero fuera del trabajo Will... no te prometo nada.
Dicho esto vuelvo al salón y los encuentro a todos hablando amenamente y sonrientes con el bastardo.
—¿Continuamos? —dice Will que entra detrás de mi.
—Ya estamos todos, así que si —advierto con tono severo.
—Bien, trazaremos el plan de acción. Anoten todos, no quiero que se cometa ni un puto error —dice Will.
Cuarenta y cinco minutos después, todos ya sabemos que debemos hacer. Amadeo no está muy feliz de saber que soy yo el líder, quien manejará todo y dará las órdenes, pero no va a replicar, pues sabe quien manda aquí. Y que tiene las de perder si abre la puta boca para contradecirme.
—Tienen el día libre, mañana a primera hora los quiero aquí para ultimar detalles y ya partimos a la fiesta —habla Will.
—Necesito hablar contigo a solas un momento —pide Amadeo.
—Será en otro momento niño bonito, ahora es todo mio —habla Julieta y juro amarla— Ven Will. Debemos coordinar lo de mañana.
—Ok —solo dice Will y me mira interrogante, luego se dirige a Amadeo y le dice— luego hablamos. Te llamaré ¿vale?
Amadeo asiente, pues no le queda otra opción y uno a uno van saliendo del salón. Cuando quedamos a solas, él se levanta, dispuesto a irse, pero lo detengo, aún desde mi asiento, diciéndole.
—Es hora de que tu y yo hablemos, ¿no lo crees?
...
《Venecia》
¿Alguna vez hiciste algo de lo cuál te arrepentiste terriblemente? Algo que si te paras por un minuto... por unos segundos nada más a pensar dices: "¿Qué mierda he hecho?" Algo que te causa dolor, tristeza, que no puedes cambiarlo pero deseas con todas tus fuerzas volver el tiempo atrás y arreglarlo... hacer totalmente lo opuesto a lo que has hecho.
Bueno pues así me siento yo. Terriblemente angustiada. Terriblemente mal... no debí acostarme con Amadeo si sigo enamorada de Aiden. Eso desencadenó una tragedia tras otra, perdimos a algunos de los guardaespaldas, estoy de novia con Amadeo amando a Aiden, estoy lejos de Amadeo que es mi mejor amigo y para completarla estoy en una ciudad totalmente desconocida para mi y para mis guardaespaldas. Hasta que ellos no verifiquen que todo es seguro, no podré salir de aquí. Estoy totalmente desequilibrada. Necesito en estos momentos pintar o mataré a alguien.
Dos horas después, Maddie entra en mi cuarto y me encuentra en el balcón pintando.
—¿La pintura iba en el lienzo o en tus prendas? —dice divertida. No es hasta ese momento que me doy cuenta del desastre que soy.
—¡Que pintas tengo! —digo e intento sacarme el cabello de la cara y me pinto un poco más.
—¿Mejor? —me dice.
—Ni un poquito —respondo.
—Lo imaginé. Ve, dúchate. Iremos a caminar.
—Pero no podemos aún... —contesto alarmada.
—Ya pedí permiso, no te preocupes.
—Pero Amadeo... ¿Él sabe?
—No aún, pero seguro los chicos le dicen luego. Sabes que de todo le informan. Vamos... anímate. Necesito a mi amiga de vuelta.
—Ok, en treinta minutos estoy —digo no muy convencida. Creo que Amadeo no estará muy de acuerdo en que salgamos, pero les doy treinta minutos para que le cuenten y Amadeo nos cancele la salida.
Treinta y cinco minutos después, estoy lista para salir. Llego a la cocina y me voy directa a la nevera, saco una botella de jugo de pomelo, mi preferido, y al terminar me dirijo a la entrada principal. Allí, tal y como lo imaginé, veo a Maddie toda enojada, caminando de aquí para allá, maldiciendo a Matías.
—Gilipollas. ¡Eso es lo que es!
—¿Cuál de todos? —pregunto divertida.
—¡TODOS!, —agita sus manos frenéticamente— ¡Camilo!, ¡Amadeo!, ¡Matías! ¡Qué dicen una cosa y luego hacen otra!
—Es divertido verte así, pero no te exaltes, sabes que en el fondo tienen razón de comportarse así. Ven vamos al jardín. No lo hemos ni pisado.
Tiro la mano de Maddie y nos dirigimos a la parte trasera de la mansión. Nada más llegar vemos la tarde caer, el sol está cayendo, como despidiéndose de este día, dando paso a la noche, no sin antes regalarnos bellos colores naranjas y rosas. Las luces de la casa se enciendes, iluminan todo a su paso. A lo lejos veo un columpio, unas tumbonas, una piscina y flores, muchas flores de diversos colores, sigo tirando de Maddie para irnos a ese bello lugar, lleno de colores y lucesitas.
—¡Esto es fascinante! —dice Maddie.
—Ya lo creo Madd... Esto... es el cuadro que pinté el mes pasado. Mi lugar favorito en el mundo.
—¿Qué cuadro? —pregunta Maddie confundida.
—Nadie lo vio. ¿Cómo puede ser posible que este lugar exista? —digo realmente anonadada. Nos miramos unos instantes y una sonrisa traviesa sale de nuestros labios.
—¡Amadeo! —gritamos al unísono y reímos a carcajadas.
—Claro que si, quien sería si no —río feliz y doy vueltas. En ese instante aparece Bratt con el móvil encendido, alumbrándome con el flash del aparato, grabando mi baile, mi sonrisa.
—¿Te ha gustado el regalo de Amadeo? —pregunta.
—¿Qué si me gusta? —digo mientras doy vueltas— ¡Me encanta!, ¡es lo más precioso que he visto en mi vida!, ¡aquí podré pintar todos los días!, ¡Si es que Amadeo es lo más detallista del mundo!
—Amadeo estará feliz de oírte decir aquello Venecia. Tienes una bonita sonrisa, úsala más seguido ¿quieres?
Música suena en los alto parlantes de la casa, que Camilo ha puesto con el mando control. Tomo a Maddie de la mano y la saco a bailar.
—¡Aquí tienes tu noche divertida Maddie!, ¡a bailar hasta que nos duelan los pies!
—¡Siiii! —grita como loca en lo que se quita sus sandalias altas— ¡Hasta que veamos el sol salir otra vez! ¡Camilo! ¡Tráenos ron con coca! ¡Pero ya!
—No beberás Madeleine.
—Camilo... por favor... hoy déjanos divertirnos ¿si? —ambas le hacemos pucherito y nos acercamos como lobas hambrientas.
—Si Cam. Hazles caso a estas niñas o te comerán —bromea Bratt aún grabando.
—¡Apaga ese aparato!, Si se entera Amadeo me matará.
Bratt apaga la cámara y levanta ambas manos en señal de rendición, yo le tomo una mano y nos ponemos a bailar, ya que Maddie se fue con Camilo a discutir a la cocinar y yo quedé solita.
—Ven Bratt. Baila conmigo.
—Amadeo me matará.
—¡Vamos! —lo animo— No es tan malo él.
Y la primer ronda de ron con coca llega para hacernos olvidar todo lo que nos hace mal al corazón. Lo único que no puedo olvidar es a ti... a mi hermano.
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