-Capítulo Quince-
Buenaaas. Capítulo doble por aquí
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...
《Venecia》
Llegamos a la mansión unos minutos tardes... bastantes minutos tardes. Todo debido a que Amadeo quería marcar territorio antes de enfrentarnos a Aiden.
Yo... me negaba a cruzar el umbral de la puerta. Pero con la mejor sonrisa hicimos acto de presencia.
Nada más llegar siento miles de ojos mirándonos, desde que Juan Manuel anunció qie tiene otra hija me convertí en el foco de atención, pero llegar con imponente hombre, lo hace aún más llamativo.
Saludamos a unos conocidos de Amadeo, me presenta como su mujer, siempre con la mano en mi cintura. Yo por mi parte me niego a hacer una vista panorámica porque siento que está aquí ya...
Pasados unos minutos se acerca mi papá. Me da un fuerte abrazo y beso, luego dice.
—¡Llegaron! Es muy importante para mi que ambos esten aquí —saluda de un apretón de manos a Amadeo y él responde.
—Buenas noches Juan Manuel, no ibamos a fallarte... impecable todo, como siempre.
Me toma de la cintura y Juan Manuel rie divertido.
—¿No vinieron con Mali? Hay algunas niñas correteando por aquí.
—No creímos necesario desvelarla —digo rápido— después se le cambian los horarios y es todo un caos.
—Entiendo, es pequeñita aún. ¿Mañana si la traerán? Será mucho más familiar, esto, ya verán, a mi mujer se le salió de control.
—Es evidente que Perla tiraría la casa por la ventana, ¡Es tu retiro! —responde Amadeo. En eso llegan mis hermanas y me acorralan con preguntas, sobre todo porque quieren conocer ya a Mali y Juan Manuel aprovecha a seguir platicando con Amadeo y unos empleados de la empresa, que conozco de cuando trabajaba allí... que ganas de volver tengo.
Mientras disfruto de la conversación con mis hermanas, mi mirada traicionera lo busca y lo encuentra, vaya que si, sentado ya en la mesa, tomando de su copa, platicando con su madre y... Alexa a su lado.
¿Pues que creía? ¿Qué me esperaría eternamente? Si que duele en el pecho verlo con otra, pero no tengo nada que reclamar. Es mi hermano por lo que debo de alejarme lo más posible de él. No sufrí todo este tiempo en vano, debo mantenerme alejada de él, pensar en mi niña... en... Amadeo.
Solo lo vi unos segundos y mi cuerpo tembló completamente. Debo irme de aquí... joder.
Aldana se da cuenta de a quien estoy viendo y me mira con pena. Luego me dice.
—¿Aún le quieres? —sonríe triste y se me escapa una lágrima traicionera.
—Con todo mi corazón... —respondo y Anna Paz me abraza y dice.
—Ven. Vamos a amargarle la cenita a mamá y Alexa —ríe a carcajadas y continúa hablando en lo que con nervios a flor de piel la sigo— no queremos mucho a mi cuñadita, ya verás tu porque.
Realmente no quería saber porque, pues me devastó la noticia. Aiden y Alexa se casarán... en seis meses... seis meses. No debería de importarme pero me importa y eso me molesta. Siento que estoy traicionando a Amadeo y a mi hija, eso me duele, no quiero fallarles. Y les fallé tan pronto.
Me acosté con Aiden. Me revolqué con él a la primer oportunidad que tuve. No me negué ni un poquito, no puse resistencia. Estaba tan jodida emocionalmente por haberlo visto después de tantos días alejados... me shokeó su belleza, su tez morena, su voz, su frescura. Estaba jodidamente sexy.
Lo amaba. lo amaba con tantas fuerzas como las que amaba a mi hija y Amadeo. No quería perder mi familia, joder que no, pero tampoco podía resistirme a Aiden. Aún no lo he olvidado, y me doy asco por haberle fallado en las primeras de cambio.
En estos momentos estoy en el cuarto de baño de la planta baja de la mansión de Perla, limpiando mi cara y tratando de borrar cualquier rastro de Aiden antes de ponerle cara a Amadeo.
Me siento una basura. Sé que se dará cuenta de que follé con él. ¡No tengo las bragas! No sé cómo ocultaré este caos, es como tapar el sol con un dedo.
Salgo del cuarto de baño y me dirijo a la habitación en la que están atendiendo los golpes de Amadeo. Entro con la poca cara que me queda y lo veo tirando unas gasas ensangrentadas en el cesto de basura. Levanta la mirada y me mira con ojitos culpables, somos dos amor.
—Perdóname amor —pide en un hilo de voz y Aldana que estaba cerrando el botiquín sonríe levemente y sale, dejándonos solos. Ahí, cuando se acerca, presa del pánico, me derrumbo.
Lloro a mares en sus brazos, lloro porque no tengo cara para contarle lo que he hecho. Me desarmo en sus brazos, lo abrazo con fuerzas, con pasión... con todo el amor que sé que le tengo y que sé que perdí.
—¿Qué tienes amor?, ¿por qué estás tan mal? No creo que unos cuantos golpes con ese gilipollas te tenga así. Sabes que se lo merece por lo que dijo de ti. No tiene derecho a decirte una sola ofensa.
Reúno valor para contarle, no puedo ser tan mala mujer de ocultárselo. Lo miro con toda la culpabilidad del mundo, a él no le toma más que cinco segundos entenderme. Me sabe leer tan bien.
—Perdóname —solo digo y lloro desconsolada.
—No. No. No, no, no, nooo... Dime que no es lo que estoy pensando amor, dime que no has sido capaz de fallarme así.
—No tengo perdón —digo llorando, abrazándolo como puedo, pues me aparta con los ojos desorbitados.
—¡Saliste unos cuantos minutos! ¡No has sido capaz! —levanta mi vestido en un acto desesperado y evidentemente me ve sin bragas— ¡JODER! ¡NO!
—Lo siento amor... no pensé, no pensé —repetía con tremendo dolor de cabeza por el llanto y dolor. Amadeo toma mi rostro con ambas manos y fija mi mirada.
—¿Acabas de follar con él? —pregunta aún sin creérselo. Asiento levemente y me abraza temblando.
—Yo te amo Amadeo, lo que siento por ti es lo más lindo que me pasó en muchísimo tiempo. Me diste a Mali, lo mejor de mi vida... —me interrumpe gritando.
—¡No metas a Malaika en esto, joder!
—Amadeo... escucha. Vamos a casa, hablemos allí. No le des el gusto de que nadie te vea así.
—Nunca he estado más de acuerdo contigo —dice— Vámonos.
Toma firme mi mano, ambos temblando y nos vamos por la parte trasera de la mansión. Subimos a su coche y a todo lo que da nos piramos de allí. Qué mal salió todo, le fallé en cuestión de segundo a la persona que más me ayudó cuando estuve mal. Soy una imbécil. Es mi culpa y solo mi culpa que mi familia se destruya.
El camino a casa es silencioso, me apoyo sobre la ventanilla del coche y lloro en silencio.}
—De nada sirve derramar lágrimas ahora Venecia... —habla en un hilo de voz y en unos minutos más llegamos a nuestro piso.
Subimos al ascensor y me dice.
—Despacha rápido a Maddie.
—Ok —solo digo y cuando entramos a nuestro piso, Maddie está leyendo un libro en el sofá, con la luz de la mesilla prendida no más, por lo que no ve bien a Amadeo que va directo al cuarto. Nada más verme, Maddie se levanta preocupada y me pregunta.
—¿Qué sucedió? —me abraza fuerte— ¿tan mal fue todo? ¡Mierda! ¡Hueles a Aiden!
—¿Qué? —pregunto alejándome de ella unos segundos.
—Hueles a su colonia cara, imposible olvidarla —habla.
—Follé con él Maddie.
—Madre mía... —un portazo en el cuarto de baño de nuestro cuarto se escucha y comienzo a preocuparme por Mali.
—Maddie... escucha. Llévate a Mali, aunque sea unas horas, hasta que se calme un poco.
—No tienes que decírmelo dos veces Venecia. La cagaste muy feo, me la llevaré por su bien, agradece que te amo amiga y que vivo a dos pisos de ti.
—Gracias. La busco cuando hallamos hablado. Te amo.
Maddie coge todas las cosas de Mali, yo la tomo de la cuna y le doy un besito con lágrimas en los ojos, la dejo en su cochecito, y veo como mi amiga se la lleva, despidiéndose de mi con una cara de pena terrible.
—Todo estará bien —me dice y se va. Yo a paso lento y muy cansada voy hacia el cuarto, aún no ha salido del cuarto de baño, pero como lo dejó entreabierto me asomo y está con el agua de la ducha abierta, sin camisa y descalzo, solo con sus pantalones puestos, sentado en el váter, con los codos en las rodillas y las manos en su rostro. La puerta chirría y me delata, levanta la cabeza y puedo notar que está muy atormentado, me arrodillo frente a él y le digo.
—Te lo suplico Amadeo... perdóname. No puedo seguir sin ti...
Acaricia mi rostro con mimo, me levanta y comienza a sacarme el vestido. No puedo procesar lo que está haciendo hasta que me veo completamente mojada. Él se mete conmigo y comienza a lavarme.
—Necesito quitarte su olor o juro que iré a matarlo. Cogeré un puto arma y lo mataré Venecia.
—No amor... no digas esas cosas. Tu no eres un asesino. No lo eres... —digo llorando una vez más. Hoy he sido patéticamente débil. Le demostré a Amadeo lo basura que soy, no puedo perdonarme por esto. No me lo perdonaré en la vida.
—Por qué dulzura... ¿Qué tiene él que no tenga yo?, ¿Qué?
Me abraza luego de fregarme tanto el cuello que comienza a escocer.
—No pude quitarte el chupón que te dejó el hijo de puta. Si tu no me decías quería que lo sepa igual, a como de lugar.
No puede ser...
—Amadeo... no me dejes —le suplico.
Ríe amargamente y comienza a lavar mi cabello.
—Si no te amara como te amo ten por seguro que te dejaría, pero no puedo dulzura. Es una tortura vivir sin ti, créeme que ya lo he intentado.
Quiero darle un beso pero me da vuelta y comienza a lavar mi espalda. Baja a mi cola con la esponja y alarga la mano para lavarme el coño. Me dejo hacer, totalmente en shock. Sus movimientos no son sexuales pero me encienden. Sé que necesita su espacio pero me urge que me haga el amor y borre los rastros de Aiden completamente.
Me giro y dirijo mi mano a su miembro. Está erecto, pero me detiene la mano.
—No follaré contigo —sentencia— no después de que Aiden te tocó.
—Amor... —suplico derrumbándome por completo y llorando con las pocas fuerzas que me quedan— no quiero perderte... ódiame si quieres, pero perdóname por favor.
—Lo hice en el segundo en el cual tuviste los cojones de contarme la verdad, pero no es algo que pueda asimilar tan pronto. ¿Usaron protección? —pregunta luego de unos segundo y niego asustada— ¡JODER! —replica y sale de la ducha, me guía con él hacia fuera, me envuelve en una bata y yo me dejo hacer. él, sin secarse, toma su móvil y llama a alguien.
—Camilo... —ok, ahora todos se enterarán— busca la pastilla del día después a la farmacia por favor —sigue hablando, dándome la espalda— si, ahora... Tuve un accidente con mi mujer, ¿si no por que coño te la pediría? —espeta enojado. Hasta en esta situación me protege...— Ok, aquí te espero, te apuras.
—Llama a Maddie, que traiga a nuestra hija, debe estar con su familia —me dice indiferente, secándose y vistiéndose.
—Ok —solo digo, no quiero encenderlo más. Tomo el móvil y llamo a Maddie. Quince minutos después, Maddie me trae a Mali y las pastillas que le dejó Camilo. Le doy un beso a Maddie y veo como Amadeo toma en brazos a Mali que se despertó y juega con él.
—Tómate la pastilla —ordena— quiero verte tomarla.
Le hago caso, sintiéndome la peor mierda del mundo.
—Ya —hablo cuando me la tomé en frente de sus ojos— ¿vamos a dormir? —pregunto.
—Ve a nuestro cuarto, dormiré con Mali.
Dicho esto se da la vuelta y se dirige al cuarto de la niña, cuarto frío que nunca se usó, pues Mali duerme con nosotros, en su cunita colecho, a nuestro lado.
Me tocó callarme la boca y dormir toda la noche sola, con frío en el cuerpo y en el alma, me faltaba mi amor abrazándome en la noche, matándome de besos y de calor por estar pegadito a mi.
Espero estés contenta Venecia. Lo has liados completamente todo. Ya nada será igual.
...
A la mañana siguiente debí llamar y disculparme con mi padre, no asistimos al almuerzo familiar, ni me gasté en consultarlo con Amadeo, sabría su respuesta a leguas.
Dormí muy poco en la noche, Amadeo solo apareció para darme a Mali cuando le tocó tomar la teta, ya que sabía que estaba muchas horas sin alimentarse de los pechos y se me inflamaría todo, hasta en esos momento, él era el mejor y más atento padre y pareja.
Era increíble lo mal que me calló su accionar, cuando toda la culpa era mía. Pero no podía dejar de compararla con Paula y la ves que los vi besándose. Ya se, no fue nada en comparación con lo de anoche, Paula lo besó de imprevisto al verme que estaba llegando por detrás, pero lo perdoné en el acto y él... bueno... decía haberme perdonado pero ni pinta de hablarme tenía. El rencor se le veía por los poros y no sabía como carajos revertir la situación. Es que en sí no tenía reversión esto. Era un desastre en creer que esto volvería a ser como antes.
Es domingo por la noche, estoy con Malaika, solas, ambas en la cama, acostadas ya, no veo a Amadeo desde la mañana, me dijo que saldría y no ha vuelto. He llamado a Paula y no sabe nada de él. Estoy preocupadísima, pero trato de no pensar tanto, quiero darle su espacio, sé que lo necesita.
2 a.m. del lunes ya llega Amadeo, lo oigo llegar por que no he dormido nada, asi que me levanto, con cuidado de no despertar a Mali y lo encuentro lavándose las manos en la cocina, sus nudillos están muy destrozados y su cara aún más. Mierda. Corro a buscar el botiquín de primeros auxilios y lo llevo al salón.
—Siéntate amor... —pido y ríe amargamente pero me hace caso.
—¿Dónde has estado todo este tiempo? —vuelvo a hablar en lo que tomo sus manos y comienzo a limpiarlas suavemente.
—¿De verdad te interesa? —pregunta— ¿no es obvio?
—Para mi nada es obvio Amadeo. Y claro que me interesa, todo de ti me interesa amor...
Golpes estruendosos en la puerta nos sobresaltan.
—¿A las dos de la mañana? —digo asustada.
—Ve con Mali —dice y se adelanta hacia la puerta. Lo sujeto fuerte y le digo.
—No. Yo arreglaré esto.
No sabía si lo que hice arregló o empeoró todo, pero allí estaba yo yendo con mi presencia.
...
Fin de este capítulo.
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