Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Segunda Oportunidad



«No siempre la misma historia, tiene que tener el mismo final

Y por eso, ellos tendrán una segunda oportunidad...»


Las lágrimas seguían derramándose por su rostro sin ningún tipo de control, recorriendo sus mejillas hasta adentrarse a su cuello y seguir su camino por su torso desnudo y frío. Él sabía que aquellas gotas de agua salada no alcanzaban alguna otra superficie distinta a su cuerpo y eso era porque él se hallaba flotando en la Nada.

Aquel lugar que era a la vez ningún lugar; oscuro y solitario. Se sentía asfixiado e impotente, y con unas insistentes ganas de gritar que lo estaban desgarrando por dentro; pero su cuerpo no reaccionaba, era como si estuviera siendo contenido por alguna clase de atadura imperceptible, lo único que podía controlar a su voluntad eran sus ojos, para llorar. Era insoportable el sentirse prisionero en sí mismo, pero era consciente de que no podía cambiar esa situación, después de todo el había cometido graves y aberrantes pecados, pero el que lo había conducido a aquel lugar, había sido el suicidio.

Si, se había quitado la vida para reunirse en el mas allá con su destino, cuando se percató de que la felicidad ya le sería imposible; pero se arrepentía tanto de haberlo hecho, porque ahora en esa inacabable oscuridad, se encontraba totalmente lejano del lugar donde Ella ahora sería un hermoso ángel disfrutando de la alegría que no pudo en vida...Ni junto a él.

¡Oh cruel destino!

Gritó él en su fuero interno con un sonido lastimero, al recordar la cálida sonrisa de quien lo cautivó en vida.

Él la había amado con tal deseo de monopolizarla que rayaba en la obsesión, pero a pesar de eso, había sido un amor puro, profundo y doloroso, muy doloroso. Un amor que no tuvo tiempo de florecer porque nació marchito.

Ahí flotando desnudo en la nada, con un estremecedor frío recorriéndole la columna vertebral, frente a él se presentaban uno a uno los recuerdos que tenía de Ella. Cada mirada, cada sonrisa, cada toque, cada palabra que su tierna boca pronunció. Todo. Aquello era una dulce tortura, que tendría que seguir soportando eternamente, porque por mucho que quisiera que dejaran de fluir esos bellos recuerdos, sabía que ellos eran la constancia de que había vivido, amado, asesinado, enloquecido...

Y si se le presentara la oportunidad daría lo que fuera, hasta su alma, si tuviera, a cambio de estar con ella nuevamente siquiera por un instante.

— ¿Estás seguro de eso? Susurró una voz queda y lejana, que interrumpió sus pensamientos y lo sorprendió, pues todo ese tiempo había tenido la certeza de que estaba solo. —Y lo sigues estando...— ¿Le podía leer la mente?, aquello sí que no se lo esperaba. Ojala pudiera hablar para poder interrogar al dueño de aquella voz. —Bueno, como soy tan dadivosa y hermosa, te lo permitiré...

Y como si esas palabras hubiesen sido una señal, inmediatamente pudo sentir como si su garganta se hubiera liberado de alguna rara atadura.

—Perdona mi descortesía, pero, ¿Quién eres?Preguntó casi sin aliento.

Oh Robert, tu siempre tan educado —Dijo jocosamente la voz, que ahora identificó como femenina— Pues veras, no soy un quien, sino un qué, pero a lo largo del tiempo he sido conocida como Ishtar, Venus, Astarte, Inanna, pero puedes llamarme Afrodita...; y estoy aquí para concederte una segunda oportunidad.

Ante eso Robert se quedó callado y la otra rió con diversión

Vaya, vaya, al parecer te dejé en shock —musitó la voz para luego ir tomando forma frente a él poco a poco, hasta dejar vislumbrar una cabellera rubia larga y ondulada a juego con un par de ojos dorados, y al verla no pudo evitar que la vergüenza lo recorriera al encontrarse desnudo—. Anímate, tu yo nos divertiremos y en el camino el amor triunfará

Robert no podía estar más sorprendido al ver la expresión infantil en aquel maduro y femenino rostro.

Y es mejor que nos apuramos antes que el pesado de Hades se dé cuenta de que me estoy robando una de sus almas del Purgatorio.

Luego de que ella pronunciara esas palabras, todo pasó muy rápido. Él comenzó a sentir como una descarga eléctrica lo sacudía por todo el cuerpo, para finalmente perder la consciencia.

—Esto será tan, pero tan divertido

.

.

—¿Robín? ¿Puedes oírme, imbécil? —Preguntaba una y otra vez una voz femenina, que se le hacía conocida.

Sin embargo, algo lo confundió. Robín, ese no era su nombre, pero tampoco se le hacía inadecuado.

El corazón de él comenzó a latir con fuerza, al tiempo que un millar de recuerdos le sobrevino, abrumándolo hasta el dolor. Haciéndole soltar un gemido.

—¡Ey despierta!, sería estúpido que en tu lapida dijera: «Murió por el golpe de una bolsa de manzanas». —Seguía insistiendo la voz femenina. Así que haciendo un esfuerzo, intentó aclarar su mente del caos en el que se encontraba y trató de abrir los ojos, pero le pesaban demasiado los parpados, así que mientras seguía intentando, se concentró en sentir el resto de su cuerpo, por lo como si fuera más pequeño.

—¡Oh Dios!, iré presa por haber asesinado al idiota del barrio —Murmuraba la voz que segundos antes trataba de animarle a despertar.

Por alguna razón, algo en su interior se reveló ante la preocupación que impregnaba cada palabra que aquella voz, extrañamente conocida, susurraba. Por lo que cuando por fin pudo abrir los ojos se sintió satisfecho, y casi de inmediato su mirada comenzó a buscar a la persona que había estado todo ese tiempo con él. Pero cuando su mirada chocó con la figura que buscaba, lo sorprendieron un par de ojos negros que lo miraban con alivio, sin embargo lo que le produjo un shock no fue eso, sino su rostro.

¡Oh Dios mío!

Era la viva imagen de Ella.

—¿Suzette, eres Suzette? —Aquellas palabras escaparon de su boca sin poder contenerlas.

—¡Ay no!, No me digas que el golpe te atrofió el cerebro —Musito ella con fastidio, mientras soltaba un suspiro— Mira Robín, mi nombre es Susana.

No sabía lo que estaba pasando, ni porque ella decía que tenía otro nombre, pero estaba tan feliz de verla con vida después de haber llorado tanto por ella, que se olvidó de todo eso y sin poder soportarlo más y la tomó entre sus brazos.

—Pensé que nunca te volvería a ver

—Bueno, ¡ya basta! —Dijo ella separándolo bruscamente— Como al parecer ya estás bien y volviste a ser el mismo imbécil de siempre, pues seguiré mi camino. —Y con esas palabras ella se puso de pie, recogió unas bolsas y emprendió la marcha dejándolo allí, con tal confusión en su cabeza, que no pudo más que quedarse ahí, mirando con incredulidad como ella se marchaba.

—¿S-Suzette?... —Susurró él sin poder entender nada. ¿Porque se apartaba de él? ¿Ya no lo amaba? ¿O tal vez él se había confundido y ella no era su amada Suzette?

—Bueno, técnicamente, parte de ella si es Suzette. —Explicó alguien a su lado, atrayendo su atención de inmediato, encontrándose con aquella figura que lo había sacado de la nada y que se había presentado como Afrodita. —Pero como puedes no es totalmente ella, ya que en realidad es su reencarnación y su nombre es Susana. Bienvenido al futuro. — Terminó ella con una sonrisa.

Aquello lo dejó aturdido. ¿Reencarnación? ¿Futuro?

Sentía como si hubiese caído dentro de algún extraño libro de literatura fantástica.

—¿Por qué me llamó Robín?

Afrodita se quedó un rato mirándolo fijamente, mientras jugaba con uno sus delicados rizos rubios.

—Pues, porque ahora eres Robin Evans —Señaló ella, mientras hacía aparecer entre sus manos un espejo y le mostraba su reflejo.

Su nuevo reflejo.

¡¿Quién era esa persona?!

—Este es tu nuevo rostro— Dijo ella con emoción—, es un bello rostro, créeme, soy la diosa del amor y se mucho de rostros bellos, aunque aún estas a años luz de Adonis, eres bastante guapo.

—¡Es el rostro de alguien de 17 o 18 años! —Replicó él con horror.

—Bueno, Susana tiene 17 años, ni modo que te pusiera en un cuerpo adulto. Si bien es bastante excitante un romance prohibido entre un adulto y alguien menor, actualmente serías considerado un pedófilo o algo.

Mientras ella seguía soltando aquella verborrea, unas palabras de aquel discurso atrajeron su atención.

—Cómo es eso de «Ponerme en un cuerpo» —Preguntó con curiosidad.

—Robert, tú moriste y estabas castigado a no reencarnar debido a tus pecados— Comenzó a decir Afrodita con pesar— Por lo que tuve que poner tu alma en un cuerpo vacío, y pues Robin era el ideal. Técnicamente él tenía que morir con ese golpe, y si me permites decir es una muerte bastante patética, y pues...

Ella siguió hablando animadamente, mientras Robert, o más bien Robin, se sumergía en sus turbulentos pensamientos.

—¡...Y este será un hermoso romance de Halloween! —Soltó ella, sacándolo de sus cavilaciones.

—¿Qué es Halloween? —Preguntó, aunque tenía miedo de la respuesta, ya que cada cosa que ella decía lo dejaba en tal estado de desconcierto.

—Oh mi querido Robin, hay tantas cosas por aprender...


Y aquella sonrisa en el rostro de la diosa no le daba ninguna tranquilidad.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro