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12. Especial navideño.

Advertencia. El siguiente episodio es una especie de continuación de "Diamante rojo". Ntr, sexo, dominación, lluvia amarilla, enjibaku. Leer con discreción, comentarios obligatorios o lloro.

También, si leen omega o alfa, es algo que ellos dentro de este minifanfic se dicen, no es que sea omegaverse. Katsuki es doncel, fin.

***

Baja la taza de té, ha estado posando con ella fingiendo que bebe de su contenido, excusándose de su falta de habla. Enji es algo aburrido, habla de lo mismo, de su mirada preciosa, nariz pequeña, pómulos suaves, labios rosados, hasta sus delicados tobillos. Sólo sonríe con aparente gracia, dejándolo tocar su pierna desnuda. No está mal, su agarre es firme, algo tosco, pero lo hace recordar que está con un hombre. Incluso podría decirse que se está dejando coquetear, esa es la manera en que da permiso de acercarse sin decir mucho, pero cuando el pulgar atrevido de Enji sube delicadamente hasta topar con su genital es que decide que es suficiente, levantándose un tanto indispuesto, generando nervios en el adulto que perfectamente podría ser su padre.

—¿Hice algo que no te gustara? —Cómo le gusta generar pánico entre los hombres, más de una vez los ha puesto nerviosos y sigue pareciéndole satisfactorio. No es un doncel cualquiera, así que si quieren conseguirlo deben de saber amoldarse a sus órdenes. Enji lo entiende al darse cuenta de su terrible error que para nada le incomodó. Ya no es el doncel virgen que fue presentado a la sociedad hace años, pero ese es un secreto que por nada del mundo va a revelar. Al menos, no a grito abierto.

—¿En serio lo preguntas? —Gira el rostro a modo de desaprobación. Enji se altera ante esa respuesta.

—¡Lo siento! Pensé que... bueno...

—Pensaste mal, no soy así. —Abulta los labios, no es un mal mentiroso, para sobrevivir a ese mundo hay que saber hablar y relacionarse, no se logra a partir de verdades—. Entiendo que hayas experimentado el amor en todas sus facetas, pero yo no soy igual a ninguna mujer que hayas tenido antes. —Probablemente es peor.

—Katsuki, perdóname. —Rodillas al piso, el líder de la exitosa compañía Endeavor está a sus pies pidiendo algo de clemencia. Sus dedos aprietan suavemente la piel descubierta por sus pantalones cortos mientras besa sus rodillas.

Bien, no es tan malo, así que alza su pierna para resbalar su pie por su espalda, abrazándolo. Enji eleva su mirada, así que le devuelve la atención, flexionando suavemente para permitirle lo que sea que cruce por su mente. Es un pequeño beso en su genital, un gesto lleno de temor e intranquilidad realizado con el mayor cuidado. El líder está perdido, completamente a sus pies mientras suplica algo de atención.

—Acabas de hacerme perder valor con esto... tendrás que repararlo. —Vuelve a subir su pie a su hombro, empujándolo para que deje en paz su cuerpo.

—Tengo todo en orden, ¡era una sorpresa en realidad, pero...! —Enji luce desesperado, yendo a sus piernas otra vez de rodillas. Así es como se deben de tratar a los hombres—. Entiendo que mi atrevimiento te haya parecido demasiado, pero no hay de qué preocupar. —Su mejilla impacta contra su muslo, subiendo con suavidad, como una caricia—. Te adoro, Katsuki, te adoro tanto, anhelo el día de nuestra boda, la fecha ya está establecida, todo lo mío es tuyo; la empresa, mi fortuna, terrenos, todo, incluso la herencia de Rei que dejó a mis hijos, ella estipuló que podía hacer de ese dinero hasta que se casaran y como no es el caso, entonces lo usaré para dártelo, todo es para ti, toda la herencia Todoroki es tuya tal como lo pediste, iincluso sin casarnos, ya todo está arreglado porque eres más importante que toda mi fortuna, que mi familia y mi apellido.

Entonces eso significa que todo está listo. Mantiene su rostro sereno, no puede demostrar su felicidad hasta que pueda observarlo, pero las palabras de Enji le parecen confiables. No hay hombre que pueda mentirle, entonces puede bendecirlo con una caricia de extender su mano y dejar que la tome para que pueda apoyarse con tal de levantarse. Ahora, frente a frente, deja que sus dedos lo busquen, que acaricien sus laterales hasta dar a su espalda, apretándolo a su cuerpo en un abrazo fuerte donde termina siendo cargado por Enji. Sus pies abandonan el piso unos centímetros, el respirar profundo junto a los latidos ansiosos del pelirrojo le demuestran su entera fidelidad. Sabe que está loco por él, así que deja de esconder su rostro para alzarlo, cerrar los ojos y permitir que lo bese.

Los labios de Enji son temerosos, impactan temblorosos sobre los suyos, parece dudar sobre si moverlos, así que se decide por hacerlo él, de otra manera, será un simple pico de niños. Un beso que deja oportunidad a la lengua y pronto las manos firmes de Todoroki acarician su espalda, cintura y tentando con posarse sobre su trasero. Lo hace reír, tanto que termina poniendo sus manos en su pecho en una prudente distancia considerando que lo tiene cargado.

—¿Piensas adelantar la luna de miel? —Pega su frente en su hombro, Enji lo estrecha nuevamente, puede sentir su felicidad, debe de estarlo porque le ha permitido estar cerca.

—Sólo si tú quieres, sé que es tu primera vez, pero no tienes que temer. —Sí, su primera vez con otro hombre.

Ríe suavemente, vuelve a requerir de distancia, algo que Enji comprende al liberarlo de su abrazo, vuelve a tomar asiento en el sofá mientras palmea a un lado suyo. Entonces, al acercarse él y ponerse a su lado, es ahora su turno de acercarse y besarle en los labios, de tomar sus manos y guiarlas a su pecho que está rebosante en pálpitos.

—Te detendrás hasta que yo diga que pares. —Enji asiente, acaricia sus pezones por encima de la ropa, besando nuevamente a la razón de su adoración. Al tenerlo recargado contra el respaldo del sofá, enfrascado de retirarle las prendas, la puerta del salón es abierta, haciendo que ambos se separen de inmediato.

Está rojo, rojísimo, lo que le sigue de abochornado. No puede creer que la persona que haya abierto la puerta sin pedir permiso sea el mismísimo Shōto. Es como si su corazón se hubiera detenido en un segundo.

—No sabía que tenías visitas —habla con un tono que está entre lo serio y lo mordaz, algo que decía entre líneas "¿qué haces aquí?".

—Debiste haber tocado. —Enji parece reponerse mientras finge toser. Su mano se posa sobre su muslo, una acción que lo molesta porque siempre lo hace cada que un hombre los ve juntos, es su manera de decir que es suyo, su posesión. La retira de un manotazo, irritado, toma su taza de té y se la empina.

—No quise interrumpir, Sakura me dijo que estabas atendiendo un asunto, pero no me dijo qué —"o con quién". Shōto trae el carrito que suelen patinar las mujeres de la servidumbre, algo que no le parece al verlo cambiar la tetera. No dirá nada, no lo interrogará, ya ve por dónde va el asunto.

Su prometido por supuesto que no, porque es algo tan normal para él que alguno de sus hijos haga eso en favor a las sirvientas que son como sus hermanas mayores. Llena su taza y bebe hasta la mitad, demostrando que aquella droga que haya introducido Shōto en el té actuará rápido.

Quiere suspirar, pero es el esposo trofeo, así que sólo sonríe, esperando la respuesta de su prometido—. Podrías tocar. —Sí, podría, pero seguro estaba impaciente por entrar, de eso no le cabe duda. No cree que haya escuchado algo, la distancia entre los sofás y la puerta es considerablemente larga, además que no han hablado tan alto. Simplemente tendrá que recurrir a hacerlo pensar que estuvieron haciendo "cosas" y ya está. La conversación anterior no puede ser de su conocimiento—. ¿Qué te trae de nuevo a Japón? Creía que estarías una larga temporada en Italia con la nueva colección en la que estás a cargo, ¿o es acaso que has dejado a un amante aquí y te morías de ganas de volverlo a ver?

Es claro que es así, ni siquiera tienen que mirarse para saberlo, pero es momento de intervenir, así que su taza se mece suavemente sobre su mano al grado de resbalar e impactar contra su ropa. Ups. Una expresión de susto es suficiente para tener alerta a Enji, quien de inmediato retira la taza con tal de ayudarlo.

—Lo siento, sigan conversando. —Debe de mostrar un grado de culpa, sólo así Shōto pensará que tiene el control, porque en el mundo en donde ambos viven, él es la estrella, el diamante que todos codician.

Camina rápido, saliendo de la sala dejando atrás a los Todoroki. Anda por los pasillos hasta llegar a uno de los tantos baños de la mansión. No espera a que tarde, así que deja la puerta entreabierta para que pueda saber en dónde está mientras lo espera recargado en el lavamanos. Ni siquiera pasaron cinco minutos cuando Shōto abrió la puerta, colándose para cerrarla detrás de él.

—¿Qué estabas haciendo con él? —pregunta seria, celosa, no puede creer que alguien como él sea así.

—Dijiste que lo tuviera contento, besos, abrazos, estabas de acuerdo con...

—Te estaba acariciando, te estaba comiendo la boca y tú como una maldita mujerzuela estabas correspondiéndole. —Las manos de Shōto se colocan en el lavamanos, impidiendo que pueda salir—. ¿O qué? ¿Una semana sin mi pene fue demasiado para ti? —La derecha sostiene su mandíbula ahora, apretando con fuerza, ocasionando que emita quejidos derivados al dolor—. ¿Qué tanto te hizo?

—Nada... —Intenta, en serio intenta apartar su mano, de seguir así se quedará grabado en su piel y no puede permitir que alguien se entere—. Sólo nos... estábamos besando. —Ahora la otra mano a su cuello, presionando, las lágrimas se acumulan en sus ojos—. Yo... Shōto... Sa-sabes que no lo haría con él.

—Pues yo no vi eso. —No aprieta, sólo duele y lo pone nervioso—. Te toma como si fueras suyo cuando no es así, Katsuki, eres mío, tu agujero tiene la forma de mi pene de tantas veces que te la meto y si yo quisiera, te preñaría, haría que tengas a mi hijo y entonces qué, ¿le dirás que tu bebé es mi bastardo?

Es cruel, lo hace llorar y esta no es la primera vez, pero no puede odiarlo, no cuando esos ojos demuestran temor a pesar de sus palabras frías e hirientes. Acaricia su muñeca, acto que contrarresta el ataque de Shōto, liberándolo. Ahora sin sus manos apresando su mandíbula y cuello, puede buscarlo para estar entre sus brazos, de abrazarlo con fuerza.

—Sí... Le diré que es a ti a quien quiero, que es a ti a quien voy a ver cada noche, que eres tú el hombre de mi vida. —Entonces se besan, tanto tiempo sin hacerlo ocasiona que la ansia los domine, de ponerlo contra el lavamanos nuevamente para alzarlo y chocar estrepitosamente los dientes, algo que los incomoda, pero que no detienen. La lengua de Shōto no se hace esperar, demandante y escurridiza se abre camino en su boca, penetrándola para envolverse con la suya, de sorberla con tal de continuar con la batalla que hace poco dejaron a medias. Manos inquietas que van desde los costados hasta su culo, apretujándolo al reconocerlo como suyo. Entonces Shōto se detiene, con la llamarada de malicia en sus ojos—. ¿Qué hiciste?

—Te he follado tantas veces, pero ninguna de ellas él ha estado presente, creo que es hora de que vea la clase de princesa que ha comprado. —No, eso sí que no, quiere negarse, pero Shōto lo sujeta del cuello mientras sale del baño, arrastrándolo de vuelta hasta la sala. Es tan malditamente humillante tener que avanzar encorvado al mismo ritmo que él, con el temor de que alguna de las sirvientas lo descubra, sería definitivamente su fin, todo su estatus se perdería en un segundo. Aunque tropiece con sus pies, pierda el equilibrio y se vaya de frente, eso a Shōto no le interesa hasta volver a entrar a la sala de la que han partido, nervioso de que Enji tenga que verlo en tan patética situación—. Ah, de nuevo olvidé tocar, espero que esto no te moleste. —No quiere mirar, no lo desea, ¿y si en realidad fue él engañándose de que Shōto drogó a Enji para tenerlo dormido? Ni siquiera sus pastillas para dormir actuarían tan rápido hasta el grado de dejarlo como piedra o... no, no quiere ver, su mirada está en el piso, rojo, humillado como una cualquiera—. Tienes razón, tenía ganas de ver a mi mujer. —Lo jala, haciéndolo enderezarse de golpe, conteniendo la respiración en caso de que Enji esté despierto. Pero no, profundamente dormido en el sofá, pasando por muerto hasta ese terrible ronquido que generó en Shōto la mayor de las carcajadas—. ¿Creíste que arruinaría tu boda, princesa? —Sí, es un alivio, pero sabe que en manos de Shōto esto apenas comienza.

Apenas abre la boca para contestar, es arrojado al sofá, teniendo que poner las manos con tal de no impactar de lleno con su cara. Todo menos eso, su hermoso rostro no—. Eres un bruto... ¿Y si se des...?

—¿Despierta? —interrumpe, aflojando el cinturón para sacarlo de un tirón, generando ruido al impactar contra el aire. Estruendoso, toma ambos extremos y tira de ellos para generar uno tras otro aplauso que lo pone de nervios, provocando que su mirada viaje de Shōto a Enji alternativamente—. ¿Ves? Profundamente dormido, como una piedra. ¿Crees que te haría eso? Dudas demasiado de mí. —No lo comprende, está siendo tan rudo con él que está de los nervios, pero por alguna razón a su parte más animal aquello le encanta, rebajado y humillado para dejarle constancia de que es suyo. El botón del pantalón se suelta a su vista, ni siquiera necesita decir algo porque su mirada lo dice todo. ¿Cómo podría explicar que esta gateando hacia su hijo para besar su entrepierna cubierta aun por el pantalón? Acaricia sus costados, temeroso de cualquier arrebato. Hunde su rostro en su vientre, entre pequeños besos mientras baja el cierre, seguido del pantalón hasta por debajo del glúteo, lo suficiente para estar cara a cara con el bóxer—. ¿Qué sucede, omega? Tu alfa no estará satisfecho hasta que empieces a chupar, tu boca no está diseñada para hablar, sino para tragar mi esperma porque tu útero no sirve para cargar mis bebés. —Es doloroso, sus ojos se llenan de lágrimas. ¿Cómo puede decirle eso cuando jamás usa condón cuando lo hacen? Siempre debe de estar atento a las pastillas anticonceptivas o de otra manera terminará con un embarazo, ni siquiera podría decir que es no deseado dado que siempre están revolcándose, igual a una pareja de recién casados. Jamás tiene consideración por su cuerpo, lo seduce y denigra en partes iguales, tanto que ya no puede identificar la línea que divide a esos dos términos, no comprende cuándo fue que le dio tanto poder, tanto valor a esas palabras como para someterse como una vil zorra y sorber a través de la prenda, inundando sus fosas nasales del olor de la hombría de su alfa. Oh, qué hedor, no es malo, es tan atractivo que se le hace agua a la boca, que aun después de escuchar que no lo quiere para algo más que para satisfacerse, no puede evitar flaquear, doblegar su ego desmedido para estar de rodillas chupándole el pito, de acariciar la piel sensible con la lengua, de sorber la punta mientras lo observa desde abajo, acaparando la vista del cielo, aquella que contempla a Shōto viéndolo con desdén—. ¿Esto es lo que estabas a punto de hacer con mi padre?

Niega, sacando el miembro de su boca, agitándolo suavemente con la mano para evitar que se ablande, descubriendo la cabeza de la piel sensible—. Claro que no, sabes bien que no me gusta, es a ti a quien...

—¿Qué dije acerca de tu boca? —interrumpe, sosteniendo su cabeza mientras ingresa toda su hombría en su boca al grado de impactar estrepitosamente la nariz contra su vientre. Las lágrimas resbalan por sus mejillas, la mandíbula le duele de lo grande que es. Tiene ganas de vomitar, al rozar con la úvula le ha generado arcadas, queriendo sacarlo para poder respirar y calmarse, pero sus deseos no son los de Shōto, que comienza a usar su boca cual coño para penetrarlo mediante embestidas, sin contratiempos, rápidas y profundas—. Esto es para lo que naciste, Katsuki, qué pensarían tus fanáticos de verte así, rebajado como una putilla... No, hasta ellas tienen más dignidad que tú. —Aprieta su cadera con ambas manos, morirá, está muy seguro de que es así. No puede siquiera cerrar los ojos por la impresión y jura que un vello púbico se le ha quedado prendado en el diente, de otra manera no se explica que sienta una especie de hilillo recorrer su boca hasta llegar a su garganta, provocándole más ganas de vomitar—. Eres peor que un insecto, eres... una especie de masturbador para hombres, pero no para cualquiera... sino mí masturbador, aquel que uso cuando no tengo nada que hacer, el que está olvidado en algún cajón, en la espera de ser llenado. —Es tan malditamente cruel, la mandíbula se le va a desencajar, puede sentir las comísuras rasgarse con cada embestida. No lo soporta, las arcadas son mayores, no puede más y antes de poder seguirse quejando entre jadeos ahogados, toda su garganta es llenada por la viscosa esencia del alfa que lo tiene capturado. No puede respirar, no cuando siente que se le sube por la nariz y baja por sus fosas nasales. Una carga completa de caliente, densa y sabrosa leche—. Pero mírate... la cara de todas las revistas, el omega dorado bebiendo hasta la última gota de mi semen. —Entonces la saca, dejando su boca cubierta del líquido blancuzco. No puede cerrarla, no fácilmente, debe de ayudarse con la mano para poder hacerlo lentamente, aun con la mirada perdida por el inmenso placer que no puede reconocer—. Y ya que fuiste un buen chico..., creo que debería de llenarte, aunque claro... Ya eres un desastre, Katsuki. —El pie viaja hasta su entrepierna, aplastándola sin misericordia, haciéndolo echarse hacia atrás, permitiendo a su vista deleitarse de haber acabado tras ser degradado tan vilmente—. ¿Tengo que hacer todo yo? —Niega con la cabeza, aun si su cuerpo está sufriendo espasmos por haberse corrido tras ser utilizado por su alfa, trata de retirarse los pantaloncillos, de descubrir su cuerpo para poder ser premiado con la joya que tiene entre las piernas el alfa mal hablado, aunque no comprende en dónde lo harán, supone que será en la mesa, retirando cada taza y platillo para ponerla debajo, algo que contraria a Shōto quien no tarda en hacérselo saber—. ¿Qué estás haciendo, omega?

—Limpio para...

—Es allá donde vamos a hacerlo. —De nuevo el placer cae de golpe, no debería de estar caliente de pensar en tener sexo en la misma habitación donde está su prometido dormido, mucho menos de colocarse a un lado suyo para que su hijo lo folle. ¿Qué clase de novio es? Tiene que detenerlo, de otra manera podrían ser descubiertos.

—¿Y si se despierta?

—De nuevo con tus dudas... No está muerto, usé un sedante como para dormir a una vaca, así que ya, acomódate o le muestro las bonitas grabaciones que nos montamos en su cama. —Enrojece, no sería capaz. Shōto sonríe, de no ser porque la conversación es una clara amenaza, seguiría pensando que es sexy con su pene de nuevo durísimo. No, sigue pensando que es demasiado para él—. Apuesto que le gustaría ver la hermosa estrella porno a la que desposó, sería un lindo regalo de bodas, ¿no lo crees? —Se hace para atrás, de alguna manera termina sentado en el sofá, pegando su espalda desnuda al cuerpo de su prometido durmiente—. No, sólo me gustaría a mí, porque él ni nadie puede follarte como a ti te gusta. —Lentamente Shōto se pone encima suyo, poniendo sus piernas encima de su regazo, acercándose cual depredador a su presa, aquella que se acojona mientras se aferra al brazo de su prometido en un abrazo—. Sólo yo sé la carita de perdido que tienes después de ser rebajado a cero, Katsuki. —Sus dedos se hunden en su piel, pronto alza sus piernas, juntándolas para dejarlas sobre su hombro izquierdo, posicionándose contra su culo húmedo deseoso de ser llenado—. Te gusto, eso es algo que mi padre jamás podrá tener de ti. —El brazo derecho lo tiene algo aplastado, pero eso no evita que extienda su mano hasta su rostro para apretarle las mejillas, de hacerlo entreabrir la boca y de obtener un escupitajo en su lengua, colorándolo de vergüenza—. Haré que cada hijo que le des sea mío, su polla jamás podrá llenar el agujero que he dejado en tu coño y tú... no podrás estar satisfecho con alguien que no sea yo. —Empuja, desgarrando su piel en el proceso, arrancándole un grito al igual que lágrimas. Las embestidas son duras y crueles, al grado de tener que morder el brazo de su prometido con tal de callarse, de despertarlo, que lo salve... porque de seguir así será verdad, sus palabras se cumplirán y no tendrá de otra que siempre volver a él. No, no, no. No quiere que despierte, que permanezca dormido, sí, de otra manera no podrá seguir disfrutando del sexo que Shōto le da. Cada embestida le remarca lo suyo que es, su agujero reconoce su pene, desborda fluidos con cada penetración que es imposible que el sofá no esté húmedo. Algo inventará, algo como que el café se derramó, que... ¡da igual! Hace a un lado el brazo de su prometido, extiende las manos hacia su alfa, de enredar su cuello con los brazos y poder besarlo como ha deseado desde el inicio. Sus lenguas se enredan en una danza que apenas entienden, que a duras penas pueden seguir el ritmo del desespero total que tienen. Sus cuerpos se unen en sonidos grotescos y húmedos, acompañados de sus constantes quejidos y jadeos—. Di algo, omega, di que soy el mejor hombre que tendrás en tu vida.

Ah, la validación. ¿Cómo puede negársela? Su cuerpo cae contra Enji, está seguro de que lo está aplastando porque está demasiado incómodo por su cuerpo detrás suyo. No quiere seguir en esa posición, es incómoda, pero no desea hacer repelar los deseos de su hombre. Si él le dice que lo harán en público, lo harán y si no, tendrá que persuadirlo porque no puede vivir un día sin tener ese pene dentro suyo, dejando hasta la última gota de semen resbalando por sus piernas. Escucha a Enji roncar, aquello le da gracia, pero es lo que hay. Jamás podría hacer algo como eso con un viejo como él, no tendría la fogosidad de su hijo, aquel que le arrebató la virginidad años atrás, reafirmando su cuerpo como suyo cada día, tarde, noche o madrugada que se le presente.

—Eres... eres el mejor... —jadea, lágrimas continuan descendiendo por sus mejillas, tiene la mirada perdida derivada al placer, ni siquiera debe de acariciar su propio pene, todo el placer está siendo otorgado a través de su trasero—. Eres el único para mí... —Shōto toma su pierna izquierda, separándola de la otra para ahora ponerla contra su hombro derecho, de hacerlo contraer las rodillas porque se ha echado sobre su cuerpo mientras reafirma sus embestidas, arrebatando gemidos que no puede silenciar, aun si quisiera no despertar a Enji, es demasiado tarde, lo están haciendo a un lado suyo, sobre de él, haciéndolo parte del sofá como si fuera una simple almohada más—. No podría hacerlo con alguien más...

La brusquedad cesa, mas no le afecta, ni extraña. No cuando el rostro de Shōto está siendo adornado con una bonita sonrisa, una calmada luego de la furia de los celos—. ¿Cómo puedes seguir adorándome siendo que soy un grosero contigo?

—Porque eres mío. —Aprieta su entrada, haciendo que Shōto jadee en respuesta, echando la cabeza hacia atrás—. No importa lo loco que estés o de tu sed de venganza, siempre vuelves a mí. —Abraza su cuello con las piernas, encogiendo el cuerpo para poder tenerlo encima suyo, sin tanta distancia entre sus cuerpos para volver a sostener sus mejillas y besarle en los labios con ternura—. Eres un desastre de hombre que siempre se te para cada que me ves delante tuyo, no puedo imaginarte lejos de mí sin estar repasando esos vídeos que mencionaste hace nada para estártela jalando, cariño. —Un beso más, uno corto bastante superficial—. Eres mío, tu estúpida leche no funciona salvo en mí, tu pene está esclavizado para vivir en mi interior, así que úsalo como debes de hacerlo y córrete dentro de mí. —Aprieta sus mejillas, hace saliva que termina pasándole a través de la lengua, envolviéndola suavemente haciéndolo suspirar, se separa de él, lo suficiente para que sus labios se rocen—. Con algo de suerte, te daré un bebé, así que hazme gritar y quizá llegue a premiarte. ¿Qué mejor venganza que preñar al prometido de tu padre cuando este está dormido debajo suyo? —Vuelve a apretar su orificio, haciendo que un jadeo se ahogue contra sus labios, pues Shōto vuelve a comer de su boca mientras caderea fuerte nuevamente, tomando velocidad a cada embestida que da.

—Me estaba volviendo loco... No podía soportar haberte atrapado así... ¿Qué coño estaban haciendo? —Sí, su Shōto, el mismo que estaba tan seguro de sí mismo rebajándolo, es un pedazo de celoso, un inseguro al que tiene muy tomado de los testículos—. Odio verte con mi padre... No quiero que se besen... Ya quiero que lo dejes para poder...

—Si vamos a vengarte, lo haremos bien —corta con una pequeña sonrisa—. Cállate ya, cariño, y fóllame bien.

—Si insistes. —Nuevamente sostiene sus piernas, esta vez las pega a su pecho, para caderear sin clemencia, de perforarlo usando su hombría para arrebatarle el aire. No puede parar de jadear, no cuando la mente la tiene en blanco derivado al placer. Es imposible que su Shōto pueda generarle tanto cariño en un segundo y arrebatarselo para otorgarle placer. Pero está ahí, dispuesto a tomar todo con las piernas bien abiertas para él. Aprieta otra vez su entrada, ocasionando que su hombrecillo celoso acabe corriéndose en su interior, en un jadeo grave que le pareció bastante masculino y tras de ese orgasmo, él también llega al suyo, porque aun si está llenándole el interior, no para de mecer su cadera contra las suya.

Entonces sale y se pone de pie, dejándolo incapaz de poder moverse luego de estar agarrotado al estar en la misma posición incómoda durante un largo rato—. ¿Qué estás...? —Enrojece, desde su cabeza hasta su pecho, incluso el mueble está siendo bañado por la lluvia amarilla que le proporciona. La sonrisa de satisfacción de su amante le indica que la carga está completa—. Shōto... tú...

—Mentí sobre el sedante —aclara Shōto de golpe, ocasionando que palidezca—. Tiene un efecto rápido, pero dura tan poco. —Acomoda su ropa, con un aplomo que lo desconcierta. ¿Qué está diciendo? ¿Qué quiere...?

Enji se remueve mientras bosteza, incluso lo abraza—. Katsuki... —susurra, deduce que es entre sueños por la calma de Shōto, su amante, el hijo de su prometido. Mierda. Y él está incapaz de moverse y bañado en orina.

—Tienes menos de una hora hasta que despierte. —Señala desinteresado mientras observa el reloj de muñeca—. Te aconsejo que te des una ducha, limpies y todo eso...

—Shōto... no es gracioso.

—Nos vemos en la noche, donde siempre. —Y sale de la sala, como si nada hubiera ocurrido, dejándole con el coño repleto de su esperma.

Hijo de perra.

***
Tiene harto presupuesto el episodio porque me gusta el lore que le hice al minific, sólo es eso.

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