11. Interés.
¡Salud!
Chocan los vasos unos con los otros, ríen alegres tras haber alcanzado sus metas de maneras distintas, de profesar su heroísmo desde la forma más tradicional, que es ofrecer la vida en el campo combatiendo villanos, hasta la más noble de las ramas, la docencia.
Está contento por todos, de hecho, ahora mismo Kaminari comparte una nueva buena: contraerá nupcias en abril con la hermosa Jirō, quien se sonroja y expresa contenta la dicha de estar junto a la persona que ama. Aplaude junto al resto, sin entender si ha sido invitado o no, hasta que es el mismo Kaminari quien lo invita en toda la cara, pidiendo que sea su padrino de bodas, que espera verlo junto a Sero y Kirishima con el traje oscuro. "¿Y Bakugō?", piensa, pero decide no ser metido en el tema, "quizá se deba a que aún no le han preguntado", y ante la necesidad por saber si también estará, su mirada busca a la melena rubia que conoce bastante bien.
Una melena poseedora por el rostro jovial de un Bakugō de veinticinco años, bendecido por una cicatriz que dictamina su victoria a la muerte, cargada con una sonrisa derivada de una estruendosa carcajada por una broma de la que no ha sido parte al estar en una mesa diferente. Sus ojos se encuentran en un segundo, ha sido casi perfecto. Esas orbes haciéndose pequeñas para mostrar la más hermosa sonrisa que jamás ha visto en toda su vida, y mira que ha intentado de todo con tal de no ser caprichoso por querer acapararla.
Mas es estúpido al igual que su corazón, aquel que sigue latiendo a favor de aquellos ojos carmesí que vuelven a quitarle foco y concentrarse en la persona a la que ha admirado y envidiado por partes iguales; Midoriya.
Sabe bien que es para Katsuki un simple extra, desde la UA, ha sido así. Él fue claro, tanto que aun recuerda las palabras de su confesión a la mitad. "No estoy interesado", que es igual a "no me interesa", y a su vez a "no me interesas". Sólo fue amable por el tiempo en las pasantías, por algunas misiones compartidas e, incluso, por su amistad con Midoriya. Pero es eso, simple consideración. Aunque puedan hablar, tratarse brevemente y compartir ciertas oraciones, la realidad es que sigue estando frente al muro que Bakugō ha creado, aquel que ha intentado escalar sin poder lograr estar del otro lado.
La noche continúa, un par de copas más y se siente ligeramente atontado. No es un gran bebedor, pero tampoco es tan malo, simplemente no está acostumbrado, haciéndose notar cuando se levanta para ir al baño. Quiere echarse agua en la cara, refrescarse, lo que sea antes de seguir bebiendo y esta vez perderse en el mundo del alcoholismo.
Anda por las mesas, ignorando a sus compañeros que dicen que se quede. Quizá se quede unos minutos más, pero piensa que ya es demasiado. Cruza un pasillo hasta conseguir dar con el exterior y buscar el baño que se encuentra tras la sala, junto al estacionamiento.
—Me gustas.
Frena y se esconde. No tendría por qué hacerlo, pero algo en él le dice que debe de hacerlo, más porque reconoce esa voz.
Proviene de la persona a la que le hubiera gustado escucharlo decir lo mismo. ¿Y a quién? Sobra preguntar. La melena de Midoriya es inconfundible, al igual que su risa nerviosa.
—No creo que pueda hacerlo.
¿Hacer qué? Katsuki le da la espalda, pero puede ver las expresiones de Midoriya y realmente no le agradan. Antes su sonrisa podría alegrar un ambiente, pero esos nervios... no son un buen indicador.
—¿Por qué no? Ya todos somos profesionales, sé hombre e inicia un relación.
¿Qué está escuchando? ¿Una confesión? ¿En la noche? ¿Durante un reencuentro de ex alumnos? ¿En el estacionamiento?
—No estoy seguro, Kacchan... —Rasca su nuca, riendo con nervios—. Estamos en puntos muy diferentes de nuestra vida, soy un profesor, no puedo ofrecer gran cosa.
—¿Me estás vacilando? ¡Eres profesor en la maldita UA! Idiota, tienes mejor sueldo que doctor de la universidad de Tokio. —Midoriya vuelve a reír—. ¿Qué te detiene en realidad?
—Quiero hacer las cosas bien... —Se acerca, sujeta sus manos, observándole directo a los ojos—. No estoy interesado, esa es la verdad.
—¿Por qué? ¿Por tu salario mediocre? El de un héroe es mucho mejor, estoy seguro de que...
No puede escuchar más, no pretende quedarse sin hacer nada, sus pies se han movido solos hasta llegar a Bakugō, de tomarlo de los hombros y apartarlo de una vez de Midoriya, quien se asombra por su llegada.
—¿Todoroki-kun?
Bakugō lanza un quejido—. Suelta, idiota, que este tonto y yo estamos en medio de algo. —Pretende safarse, pero afirma el agarre, demostrando por qué es el maldito héroe número dos.
—Si tú no lo quieres, yo sí.
A Midoriya perfectamente se le puede caer la mandíbula, mientras que a Bakugō por la impresión ha dejado de poner resistencia y eso ha bastado para jalarlo lejos de él, alejándose cada vez más, dejando de abrazarle por la espalda hasta sujetar su mano y simplemente conducirlo por las banquetas.
Es un héroe, no un maldito loco que cruza la calle y ya está, teniendo cuidado por el paso peatonal, de las indicaciones del semáforo y hasta de la gente que lo rodea, que va en el celular mirando sin prestar atención por donde pasa.
Bakugō anda en silencio detrás de él hasta que por fin se detiene en el parque más cercano, donde finalmente suelta su muñeca, esperando una queja del rubio.
—Menudo show te has montado —dice metiendo sus manos en los bolsillos, con la ceja alzada—. ¿Siquiera sabes qué acabas de interrumpir? Eh, tonto, ¿el aire acondicionado te afectó la cabeza o qué? Tanto cambio de temperatura...
—No tienes que rogarle —interrumpe, callando a Bakugō de inmediato que lo mira sin entender, hasta que su paciencia se acaba tras un segundo de espera.
—¡¿Ah?! ¡¿Me estás tomando el pelo?!
—Midoriya parece demasiado heterosexual, ¿sabes? Le ha gustado Uraraka desde el inicio.
—Eso ya lo sé. —Labios abultados, Bakugō no puede lucir más frustrado porque no es revelación de ranking. Oh, espera, eso fue ayer, hizo la misma cara en televisión nacional. Espera.
Arruga el entrecejo—. Entonces, si ya lo sabías, ¿por qué...?
Bakugō suspira—. Imbécil, ¿siquiera escuchaste desde el principio? —Hace una pausa, pero al no contestar por la falta de comprensión, retoma la palabra—. Ese idiota llevaba toda la noche mirándola, le dije que se confesara, que no era tan difícil, sólo era decir "me gustas" y ya, maldición, la gente se complica con tanto. —Desvía la mirada, levemente colorado—. No me estaba confesando o algo parecido, ¿ese nerd y yo? Puaj, lo conozco desde que le cambiaban el pañal, sé cuán patético puede ser. Es como un hermano para mí y pensar en él de esa manera es como cometer incesto.
No está entendiendo, ¿entonces no era una confesión? ¡¿Y lo que él hizo entonces qué fue?! Está rojo, tanto que está acalorado a pesar de estar en una noche fresca.
—Él te tomó las manos.
—¿Y qué? Eso no significa nada. —Vuelve a desviar la mirada, aunque está viéndolo de vez en cuando mientras alterna con el piso—. Tú me tomaste de la muñeca, ¿y eso nos vuelve algo? No. —Mira al piso—. Además... ¿Qué fue eso de "si tú no lo quieres, yo sí"? ¿Soy un maldito juguete, tonto? —Anda hacia a él, sacando la mano del bolsillo para picar su frente—. Eres un tonto de lo peor, mira que malinterpretar mis palabras para...
—Me gustas —interrumpe, sosteniendo la mano de Bakugō antes de que la retire, permitiéndose observar el sonrojo en su rostro—. Me sigues gustando. Tengo un buen salario, soy el número dos, ¿ya te intereso?
Aparta su mano con brusquedad—. ¿Sigues con eso?
—¿Por qué no te interesa, Bakugō? Soy un profesional, gano más que un profesor en la UA, que un héroe de oficina... e incluso más que tú.
Arruga el entrecejo—. Jódete.
—¡Dime Bakugō, sé hombre!
Sostiene el cuello de su camisa, Bakugō lo acerca hasta el punto de juntar sus labios en un estrepitoso beso que le hizo doler los dientes, tan brusco que temió haber perdido alguno.
—¡No quería salir contigo porque apenas estábamos saliendo de la escuela, maldición! —exclama con un sonrojo—. ¡¿Qué clase de idiotas empiezan a salir al principio de sus carreras?! ¡¿Quiénes se casan en su auge?! ¡Los idiotas! Yo no soy eso, no soy un mediocre que echaría al vacío todos sus logros por una boda, familia, niños, mascotas...
Desvía la mirada, sin querer escuchar más—. Es suficiente.
—No ahora.
—¿Qué?
—No quería tu confesión antes y tampoco hoy —expresa con rabia, haciéndolo angustiarse, aunque eso duró un segundo—. No cuando piensas que quiero a otro hombre.
—Bakugō...
—¡Y antes igual! Estoy muy seguro de que te confesaste porque pensabas que ya no nos veríamos tanto y si te rechazaba entonces...
No, no puede dejarlo continuar, toma sus muñecas, mas luego las suelta para rodearlo completo—. ¡No, no fue así! —reclama con el entrecejo arrugado—. Si me confesé fue porque odiaba no tener una excusa más allá de ser tu compañero de trabajo, no quería ser un amigo y ya. Bakugō, me gustas, entiéndelo.
Gira el rostro, evitando justo el momento cuando pensaba besarlo, impactando sus labios contra su mejilla. Qué reflejos, digno del héroe número quince (aunque no tanto, merece estar más arriba)—. Idiota... ¿Estás diciendo que te rechacé por idiota?
No puede evitar sonreír—. Supongo que debí insistir más.
—No te acepté porque apenas estábamos iniciando en nuestras carreras y temí que me odiaras si empezaba a ser una carga. No lo habría soportado. —Pega sus frentes, puede observar a Bakugō viéndole los labios—. Me gustas, me gustas muchísimo, desde el primer año que estoy enamorado de ti y odio tanto que pienses que me guste Deku, es que... De todos los malditos extras, ¿por qué él? Comprendería a Kirishima, hasta ChatGPT piensa que somos novios.
—¿En serio lo preguntas? Nos lidereaste a todos con tal de regalarle cierto traje que aun no tiene en sus manos, no has tomado vacaciones desde entonces y siempre estás pegado a él en cada reunión. Cualquiera lo pensaría. —Roza sus narices, Bakugō lentamente va rodeando su cuello con sus brazos.
—Pues todos son unos idiotas. —Acaricia su nariz contra la suya, haciendo que cierre los ojos por la ternura ofrecida—. Mis ojos siempre han estado en el hombre que no necesita ayuda, que puede levantarse solo y a quien admiraba desde lejos sin que se diera cuenta.
—No puedo preguntar quién es, ¿verdad? —Bakugō ríe suavemente ante la pequeña broma y junta sus labios de nuevo, esta vez en un beso suave que contrasta perfectamente con el primero.
—Tonto... —Estrecha suavemente su cintura, acaricia lentamente su espalda mientras acuna a Bakugō en su hombro—. Deku sabe que me gustas.
—Siento que he ganado. —Vuelven a reír, a separar sus cabezas levemente para unir de nuevo sus labios—. Baku...
—Katsuki —corrige—. Es Katsuki... prefiero eso a que me llames "mi amor" y esa sarta de tonterías cursis que...
Lo aprieta, interrumpiendo su queja, besando su mejilla repetidas veces como siempre ha deseado, dejando que su corazón lo guíe—. Ah, no, eres cariño, cállate ya.
—¡¿Ah?! Pues dejamos de ser novios y se acabó, ¿Cómo te atreves a callarme así? —Besa sus labios ahora, entre risas—. "Cariño" está bien.
—¿Y ahora? ¿Puedo decir que somos novios?
Katsuki ríe suavemente, volviendo a juntar sus labios—. Creo que puedo ser algo idiota y aceptarte joyas para los dedos.
No se diga más.
***
Quería publicar antes el porno, pero este me ganó.
Cualquier falla o error, ignórenlo, jej.
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