Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 8 - Cosas que ya sucedieron.


Sobre las montañas del norte, cerca del templo casi destruido de una diosa olvidada, no lejos del gran árbol milenario, un fiero guerrero se encontraba, sentado en la hierba, mirando hacia el horizonte, hacia todo lo que rodeaba la ciudadela, el lugar en el que vivía, en el que había jurado servir, hasta la mayoría de edad de la princesa.

Se suponía que partir de nuevo, abandonar el palacio y a aquella niña caprichosa a la que había jurado proteger durante años, le haría feliz. Volver a luchar en las batallas del Este de la península, en las capitales de habla más pura, pero no estaba tan feliz como pensó que estaría.

Lo cierto era que, desde que la princesa ser marchó al templo de las tres lunas, aquel lugar se sentía un poco más triste y vacío. Ya no había nadie que rompiese las reglas, y él no estaba allí para sacarla de aquellos apuros, aunque... no recordaba ninguna de esas aventuras, y por más que pensaba en ello, no lograba entender qué sucedía.

Hizo aparecer de la nada una navaja y jugueteó con ella entre sus dedos, justo cuando la brisa se movía de forma distinta, haciéndole salir de sus pensamientos, y cuando levantó la vista, se sorprendió al encontrar al príncipe Nacrol frente a él.

Se sentó a su lado, sin tan siquiera pronunciar palabra, mirando hacia la panorámica que tenía de aquel lugar, el sol escondiéndose en el horizonte, en el agua del lago, a lo lejos.

–Este lugar se siente un poco más triste desde su marcha – pronunció el príncipe, sacándole de sus pensamientos, pero sin levantar la vista de sus manos aún, haciendo desaparecer el cuchillo – ni siquiera quiero pensar en las atrocidades que los dioses de la luna le estarán haciendo a mi hermana...

–Es la ley – contestó él, sin más, sintiendo esa pesadez de nuevo, en su interior – así que no deberías hablar de ello con ligereza – el otro no dijo nada durante un momento, mientras él se fijaba en su anillo, dándose cuenta de algo. La piedra que lo adornaba, la calita, estaba perdiendo su color. Eso no era posible, la calita tenía poder interminable, como todas las piedras mágicas de ese mundo.

Acarició la piedra, despacio, viendo algo que no recordaba que hubiese sucedido...

«El sol incidía sobre él sin cese. Con el torso descubierto y espada en mano, tras un duro día de entrenamiento, observaba como la princesa caminaba hacia él, con aquel vestido rosa y el cabello recogido en un moño.

Dejó de prestar atención a su oponente, importándole bien poco dejar a su hermano a la mitad, desapareció de ese lugar y volvió a aparecer cerca de las caballerizas, donde la princesa se dirigía para montar en su precioso caballo.

La agarró de la cintura en cuanto la tuvo cerca, asustándola, acercándola tanto a él que parecía irreal.

–No deberíais salir sola tan tarde de palacio – le regañó, haciendo que ella sonriese, subiendo una mano, apoyándola en su hombro – no sin vuestro protector.

–Es peligroso hacer esto aquí – se quejó ella, intentando apartarle, pero él la aferró un poco más, volviendo a tele transportarse, aunque aquella vez tenía compañía.

–¿Qué tal aquí? – lanzó, apareciendo en el lago, asustándola – llevo todo el día deseando vuestros labios... – la muchacha intentó resistirse, pero él terminó tomando lo que quería, un beso de aquellos labios, con ella dejándose llevar, poco a poco, apoyando sus manos en el pecho de su protector.»

Miró hacia su señor, altamente molesto, intentando encontrar explicaciones para la visión que acababa de presenciar, porque de alguna forma, muy en el fondo, sabía que era cierta.

Justo iba a pedir explicaciones, a recriminarle el haberle quitado sus recuerdos, cuando él se le adelantó en palabra.

–¿Le confesasteis a mi hermana que estuvisteis debajo del Tobuc? – quiso saber, dejando incluso más desorientado al guerrero, mientras levantaba la vista para fijarse en su cuñado, sonriendo al comprender lo que ocurría – ella ha vuelto a hacerte olvidar.

–¿Ella? – repitió, sin entender nada. – Las mujeres en nuestro mundo, no pueden...

–Ella no es una simple mujer – reveló, dejándole incluso más desorientado – ven – añadió, poniéndose en pie, haciéndole una señal para que le siguiese – te lo mostraré – levantó la mano, dando un pequeño giro, desapareciendo de ese lugar junto a su compañero, apareciendo frente a la cortina de flores del Tobuc – cuando estés bajo las ramas del Tobuc, todo lo que no debe ser se marchará, solo permanecerá lo que es – el otro le miró extrañado, observando la hermosura de aquellas hermosas flores, que salían directamente de las ramas del árbol.

Había algo en el viento, un susurro, que le incidía para que se introdujese bajo aquellas ramas, y por un momento tuvo la extraña sensación de que ya había estado allí, con anterioridad.

Ni siquiera dudó de cuál iba a ser su próximo paso, levantó la mano, abrió aquella cortina, con cuidado y se introdujo debajo, observando aquel hermoso lugar. La vegetación crecía de forma distinta allí abajo, la hierba se enredaba en lo que parecían ser enhebras de luces brillantes hacia arriba, de donde salían miles de motas de luz, parecían luciérnagas blancas por todo el lugar, enredándose en las ramas del árbol, sintiéndose atraídas por su tronco, rodeándolo, hasta que se percataron de que un intruso venía a buscar respuestas. Entonces, todo lo que había estado en calma se levantó y quedó suspendido en el aire, y de forma inexplicable y rápida, todos los recuerdos que había olvidado se posaron en su mente, como si jamás se hubiesen marchado.

–Carmen – dijo el guerrero hacia la nada, al recordar a aquella muchacha que era igual que la princesa Nemrac, la misma a la que, inexplicablemente amaba.

–Hay una razón por la que ella lo hizo – dijo una voz frente a él, haciendo que se fijase en como aquellas luciérnagas se arremolinaban, formando poco a poco una figura de luz que fue tornándose humana, luciendo igual que la princesa, pero con los rasgos más alargados, y el cabello rubio – su misión es liberar la esclavitud de nuestro pueblo, derrocar a mis hermanos y traer la paz a nuestro mundo. – Hakon abrió la boca, al recordar su primera visita a aquel lugar, dónde vio a aquella diosa, explicándole que ella era la diosa del destino, la creadora, y la forma horrible en la que murió. Sonrió al darse cuenta de que él la recordaba. – Debes guardar silencio esta vez – le aconsejó – hasta que ella logre su cometido.

–El templo de las tres lunas ... – su voz se quebró, al recordar ese lugar en el que había estado una vez, en las cosas atroces que aquellos dioses les hacían a sus musas.

–Vuestra hija cuidará de ella – le calmó, haciéndole pensar en ello, volviendo a recobrar esos recuerdos. Sonrió, calmado, al darse cuenta de que la princesa era la mujer que tenía su semilla dentro de ella. – Nemrac lo conseguirá, porque es nuestra Helena (elegida).


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro