Me di la vuelta en cuando él se levantó, elevándome de la cama, deteniéndome frente a él, dejando escapar más lágrimas.

Había llegado tan lejos, y al final fallaba antes de lograrlo.

Poco a poco, y sin darme cuenta de ello, mi cabello se fue tiznando de dorado, y mis rasgos se alargaron, haciendo que él se echase hacia atrás, aterrorizado, al descubrir a la persona que le devolvía la mirada.

–Es asqueroso presenciar en lo que os habéis convertido – dijo la diosa a través de mí, como si yo fuese sólo el recipiente que la mostraba. Aknos dio un par de pasos hacia atrás, sin dar crédito – el amor es un sentimiento puro, sincero y desinteresado, pero vosotros, insististeis en extirparlo, y a cambio, usáis a las mujeres para complacer vuestros deseos.

Hizo el amago de gritar, y entonces ella levantó la mano, deteniendo el tiempo, saliendo de mi cuerpo, dejando que este volviese a su aspecto habitual, mostrándose frente a mí.

–Has estado cerca de estropearlo todo – miró hacia su hermano, soplando en su dirección, pronunciando un hechizo para hacerle olvidar – él es el más inteligente de los tres, no vuelvas a confiarte de esta manera, Nemrac – asentí, bajando la mirada, arrepentida – tienes que confiar en que puedes hacerlo, y entonces podrás – tragué saliva, arrepentida, aceptando todo aquello – confía más en ti misma.

–Confío en mí – contesté, porque lo hacía, no era eso lo que me impedía usar mis poderes, era el miedo de convertirme en un monstruo lo que lo hacía. Dejé caer una lágrima, y apreté los labios, evitando que el llanto se hiciese partícipe – podría hechizarle incluso para que me amase.

–No – contestó ella, lamiendo sus labios, acortando las distancias entre ambas – no hagas eso – acepté, pues no era algo que estuviese en mi cometido, tan sólo quería que el tiempo sucediese con rapidez, quería terminar de una vez y volver a casa – tampoco tengas prisa en acabar. Hazlo bien, y entonces te concederé un deseo.

–No – la detuve, porque sabía que era lo que estaba proponiendo, y no quería que involucrase a Hakon en aquello – seré yo la que te lo conceda a ti – me miró, sin comprender – cuando todo esto acabe, te devolveré a la vida – entre abrió la boca, sin dar crédito, y antes de que hubiese podido contradecirme, o pedirme explicaciones al respecto, levanté la mano, haciendo que el tiempo volviese a correr. Para cuando lo hizo yo ya estaba vestida, y Aknos me observaba con detenimiento.

–Has traído el Sis – asentí, mirando hacia la mesa, justo al igual que él, para luego abandonar la estancia, dejando caer algunas lágrimas silenciosas más, limpiándolas con rapidez, antes de que alguien más pudiese verlo.

No podrían impedirlo, que cometiese mi destino, que lograse vencer a aquellos narcisistas, o que hiciese mi propio sacrificio para devolver la vida a la diosa del destino. Tan sólo quería, necesitaba sentir que mis actos habían significado para algo, y luego seguiría los designios de mi hija, me marcharía a mi mundo, y abandonaría aquello que amaba de una vez por todas.