Segundo cambio 🐅
Cada sonido proveniente de las cercanías o simplemente del interior del bosque le parecían una sería amenaza; tanto para él como para el débil y extraño ser que se hallaba cubierto por la manta de hojas que le había echado encima para evitar que pasara frío; a pesar de todo, era un humano y ellos no poseían la misma capacidad de generar calor, como si podían hacerlo los animales.
Lo observó una vez más, temblaba y se quejaba; al parecer aquel grupo de humanos lo había lastimado más de la cuenta, antes de que él saltara para defenderlo del ataque.
Se apartó un momento y decidió ir a buscar los pedazos de vestimenta que habían quedado regados por el lugar donde lo habían atacado, quizás con eso podría apaciguar un poco el frío en el cuerpo ajeno. El humano se removió en su lugar y chilló de dolor, algo le molestaba.
Volvió su mirada hacia donde se hallaba el cuerpo para encontrarse con la imagen de este, queriendo voltearse para quedar en posición fetal.
Un mar de sentimientos raros se apoderaban de él a cada segundo, mientras más observaba a ese ser.
Entonces por primera vez escuchó su propia voz, salir de su boca, en vez de un gruñido.
— Necesito que te quedes aquí, mientras voy por lo que queda de tu ropa — dijo lo primero que su mente le dictaba, esperando que pudiese entenderlo y al mismo tiempo sorprendiéndose por lo grave de su propia voz.
Cuando se alejó lo suficiente, su cuerpo animal volvió a hacer acto de presencia, obligándolo a caminar en cuatro patas. Sus ojos adaptados a la oscuridad observaron el panorama, el cual había vuelto a ser tan silencioso como al principio. A lo lejos, cercano a una enorme roca, las vestimentas rasgadas del humano se hallaban esparcidas sobre el suelo. Al acercarse, con sigilo, sus ojos se encontraron con los colores más hermosos que nunca antes había visto.
Lo que parecía ser la mitad de una manta para la parte superior del cuerpo, cubierta de plumas color violeta, negro y azul, se encontraba rota y con varias plumas desprendidas. Más a lo lejos, la otra mitad de la manta, pero para la parte inferior del cuerpo, separada en dos (supuso para cada pata) únicamente echa por plumas de color negro brilloso, que se asemejaba a las estrellas en el firmamento de aquella misma noche.
Se preguntó a si mismo que clase de humano se atrevería a llevar sobre su cuerpo un tipo de vestimenta como aquella, ya que la mayoría de humanos que había logrado ver, llevaban vestimentas de color negro como la noche o de color marrón con manchas de distintos colores. Los distinguía a la perfección ya que estos cargaban en sus lomos, las armas con las que acababan con la vida de distintos tipos de animales.
Olfateó la ropa y estornudó debido al extraño aroma.
Una mezcla extraña de miel y vainilla, que creaban una fragancia deliciosa.
La tomó entre sus fauces y decidió regresar hacia el lugar donde había dejado el cuerpo herido del humano. Al llegar se sorprendió de seguir siendo un tigre. Quizás no se transformaba ya que no podía verlo, debido a que lo tapaba una mata de hojas secas que cubrían el cuerpo, pero luego de cavar por varios minutos, comprendió que el cuerpo no se hallaba allí.
Aquello lo molestó y al mismo tiempo lo asustó, ya que un humano herido, desnudo y débil supondria un enorme y terrible problema, debido a que los demás animales salvajes no se detendrían hasta saciar su hambre con su cuerpo.
Decidió buscarlo, guiándose con la ayuda de su olfato.
La luz de un nuevo día le dió la bienvenida a un cansado animal, el cual se había mantenido toda la noche deambulando por el bosque, olfateando de vez en cuando el aire para ver si lograba poder captar el aroma a sangre del humano.
Cansado de tanto andar sin rumbo alguno, volvió sobre sus pasos para volver a su lugar habitual y descansar durante el día.
Al llegar a su espacio de descanso, su cuerpo se desplomó, sus ojos se cerraron y su corazón latió de manera lenta, hasta que el sueño lo invadió por completo.
Tan cansado se hallaba el animal que no logró notar cuando su cuerpo dejó de ser el de un tigre para pasar a ser el de un humano.
Sus cabellos de color rubio se acoplaban de manera perfecta con el bello color canela de su piel, la cual era cubierta por lo que se asemejaba a una camisa/remera de color naranja con algunas rayas negra y pantalones color marrón los cuales cubrían sus piernas. La suavidad del toque asimilado a una pluma sobre su frente lo hizo removerse en el lugar donde se hallaba acostado, más sus ojos no se abrieron al instante.
Un segundo toque sobre su frente lo llevó a abrir de manera lenta sus ojos para encontrarse con una mirada que lo observaba de manera curiosa.
Un grito proveniente del joven que se hallaba en el suelo lo hizo dar un pequeño saltito en su lugar y alejarse unos cuantos centímetros para darle un poco de espacio al joven de cabellos rubios, quien lo observaba completamente sorprendido y sobretodo aturdido.
— Mis disculpas por despertarlo — susurró el joven de ojos negros frente a él — no era mí intención — mencionó observando con asombro el rostro ajeno como un niño pequeño mira por primera vez un parque de diversiones.
— ¿Puedes hablar? — preguntó con claro asombro de su parte al escuchar la suave y dulce voz del ser al que había rescatado la noche anterior.
— Sí — afirmó el humano frente a él dibujando una diminuta sonrisa cargada de inocencia — y estoy tan sorprendido como usted — agregó confundiendo un poco al tigre — ¿Por qué no habría de hacerlo? — preguntó tomando desprevenido al contrario.
— Oh, lo siento — se disculpó Taehyung observando los hermosos ojos del humano — es que es la primera vez que veo a otro tigre aquí en el bosque — acotó de inmediato — y no sabía que nosotros los tigres podíamos transformarnos en humanos y hablar como ellos — siguió hablando notando la expresión de confusión en el rostro ajeno — digo, no está mal que lo hagas es solo que... — respondió a la pregunta realizada con anterioridad, pero al mismo tiempo guardando silencio y extendiendo su mano hacia el lugar donde se hallaba el humano — soy Kim Taehyung — se presentó con firmeza y seriedad en su voz.
— Soy Jung Hoseok — respondió el contrario con voz suave.
— ¿Solo eso? — preguntó el tigre un tanto ansioso por saber otra cosa sobre el ser al que había salvado.
— Ahmm, creo que solo es eso — contestó observándolo mejor, desde el lugar donde estaba, el muchacho se había incorporado para quedar sentado en el suelo repleto de hojas secas.
Un silencio que amenazaba con ser interminable se formó entre ambos seres, los cuales se miraban atentos, buscando descifrar a través de sus miradas que era lo que realmente estaba sucediendo en aquellos momentos entre ellos, ya que para ambos todo eso era lo suficientemente extraño como para mantenerlos callados.
Al fin, la voz de Taehyung se hizo presente una vez más.
— ¿Ya no te duele? — preguntó con curiosidad.
— ¿Disculpa? — la voz de Hoseok se escuchó confundida.
— La herida en tu cuerpo — reparó Taehyung, señalando con uno de sus dedos la zona donde había logrado apreciar una herida, causada por los otros humanos — te quejabas demasiado a causa de esa herida luego de que te rescaté — mencionó, no queriendo incomodar al contrario.
Hoseok permaneció en silencio mientras intentaba recordar todo lo que le había sucedido luego de encontrar el bosque que le habían mencionado sus padres adoptivos; cómo de la nada había pasado de ser un pequeño niño a transformarse en un bello cisne, como fue abandonado allí sin explicación alguna, como se había acostumbrado a nadar todas las noches en aquel bello lago donde había sido atacado, como había intentado volver a ser un cisne, pero por algún motivo (y una mirada muy intensa) no lo había conseguido y como había despertado transformado en humano nuevamente mientras escuchaba la grave y dulce voz de alguien susurrarle mientras descansaba su cuerpo:
“Necesito que te quedes aquí, mientras voy por lo que queda de tu ropa”
— Oh, sí. Ya sanó — afirmó con seguridad bajo la atenta mirada del contrario.
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