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Prólogo

La noche era una noche rara.
Demasiado frío y sin rastros de la Luna, solamente el intenso olor a pólvora que invadía el ambiente.
Le habían prohibido salir aquella noche, sus abuelos presentían por algún motivo, que algo malo podría pasar.
Su padre, el líder de la familia Kim aún no regresaba y aquello tenía demasiado preocupada a su madre, quien cada veinte minutos salía de su escondite buscando con su hocico, el aroma de su pareja en el aire.
El gruñido leve de sus hermanitos, sumado al suyo hizo que su madre volviera a tiempo al escondite, en el momento preciso que un sonoro sonido rompió la tranquilidad en el bosque.

Era el humano y sus armas. Aquellas que quitaban vidas a diestra y siniestra, sin importarles ni por un segundo el sufrimiento ajeno.

El miedo reflejado en los ojos de sus hermanitos, le hizo comprender que debían temer más a ese ser que a cualquier otro ser sobre la Tierra.
La voz de la abuela se hizo presente llamando la atención de todos los cachorros y también la de su madre.

— Es por este motivo que los tigres no formamos manadas grandes y solemos andar solitarios — mencionó la anciana brindando su calor a los más pequeños.

— Lo sé madre, soy consciente de ello — se lamentó la mujer, agudizando sus oídos — están cerca — advirtió.

Fuera del escondite, los pasos acelerados y las risas de varios humanos se escuchaban acercándose, casi como fuera su placer maldito acechar a los animales para darles muerte al final.

— Viste, te dije que en este bosque había tigres — dijo uno de esos humanos — ahora me debes una ronda de cerveza — su voz era detestablemente aguda.

Silencio Alec — lo calló otro humano — por aquí podría haber más tigres y gracias a ti escandalosa voz no podremos escucharlos — dijo con lo que parecía ser enojo.

Tanto sus abuelos como su madre cuidaban con fervor a sus otros tres hermanitos, colocando sus patas sobre sus pequeños hocicos para evitar que estos hicieran algún pequeño sonido que delatara donde se hallaban.

Les aseguro que no deben de estar muy lejos — habló otro humano, con ese ya eran 3, pero en su interior Taehyung sabía que habían más de ellos — por la forma en que ese tigre viejo se defendió, he de suponer que sus cachorros no están muy lejos — agregó y el dolor, la tristeza y la rabia invadió a cada uno de sus abuelos, aquellos humanos habían asesinado a su hijo.

En eso tienes razón — habló un cuarto humano — pero si los encontramos recuerda no matar a todos, quiero uno para regalarlo a mí hija como mascota  — añadió haciendo que los otros se rieran.

Lo siguiente, antes de la tragedia, fue la imagen de su abuelo mientras atacaba de manera feroz a uno de los tantos humanos, matándolo en el instante, luego un disparo y el cuerpo sin vida de su abuelo cayó al suelo.

Su madre y su abuela gruñeron juntas, invadidas por el dolor y la rabia hacia aquellos humanos que habían asesinado al más antiguo de los tigres de aquella manada.
El impulso de ambas hembras fue defender con sus vidas a los pequeños cachorros, pero aquello fue inútil, los humanos encontraron el escondite y persiguieron a los tigres con una única intención en sus mentes: Asesinar.

La luz del día llegó hasta iluminar la parte superior de los árboles del bosque. Lo último que recordaba Taehyung era despertar, cubierto de sangre, barro, hojas y un poco de musgo. Pero en completa soledad.

No había rastro alguno de su madre, abuela o mucho más importante sus hermanitos pequeños.
Comenzó a realizar pequeños gruñidos, buscando con ellos, llamar la atención de sus pequeños hermanitos; quizás, con la naturaleza de su lado, pudieron haber escapado hacia el interior del bosque y se encontraban tan solos y perdidos como él.
Pero nada de aquello parecía ser cierto.

Los gruñidos jamás fueron respondidos y eso alarmó por completo al pequeño tigre, quien comenzó a sollozar en silencio, recostandose sobre la manta de hojas que había frente a él.

La noche llegó tan rápido que el pequeño tigre no supo en qué momento la oscuridad volvía a reinar el lugar.
Volvió a gruñir débilmente buscando a su madre y por consiguiente a sus hermanos.
El pequeño y débil gruñido de lo que parecía ser un cachorro lo despertó de golpe, obligándolo a pararse, agudizar sus sentidos y buscar con desesperación el lugar del que provenía el sonido.

Al encontrar la fuente de los débiles gruñidos, luego de permanecer un rato buscando por dentro del bosque, en su rango de visión la imagen de su única y pequeña hermana herida de un balazo en su costado izquierdo.

Los ojos de la pequeña cachorrita se abrieron, mostrando tristeza y confusión. Una nueva calada de aire para sus pulmones, hizo que más sangre se escurriera por su abierta herida.
Un leve gruñido se escuchó de su boca, antes de cerrar sus ojos al morir.
Taehyung apoyó su pequeña cabeza sobre el inerte cuerpo de su hermana y sollozó de tristeza.

Odiaba a los humanos.
Los odiaba con todo su corazón.

Y sobre el cuerpo sin vida de su hermanita, juró que se vengaría de ellos.

Juró que se vengaría.

Catorce años habían pasado ya desde aquel trágico día y el odio hacia los humanos se acrecentaba cada día dentro del corazón de Taehyung, quien se había convertido en un enorme tigre, intimidante y solitario.

Y la promesa realizada sobre el pequeño cuerpo de su hermana seguía en pie como si hubiese sucedido durante la noche anterior.

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