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52

—¿Me dirás a dónde vamos? —preguntó por milésima vez, recibiendo la misma respuesta, una sonrisa pícara.

—Ya te dije que es una sorpresa—Jungkook observó cómo Taehyung rodaba los ojos al no recibir la respuesta que esperaba.

—Eres malo Kookie—hizo un puchero infantil, como último recurso.

—Pero así me quieres—bufó.

—Te amo—apretó con fuerza su mano.

Las cosas estaban bien, después de volver a la escuela se había sentado con Hoseok, Wendy y Taehyung para escuchar lo que estos tuvieran que decir, le interesaba saber cómo sucedieron las cosas y qué sentían, de igual manera, él se disculpó con ellos por haber actuado de una forma tan agresiva, les dijo que nunca debió de responder con golpes, todo había quedado claro y Jungkook se sentía libre después de haber arreglado las cosas. Pero aún faltaba algo.

Estar con Taehyung le traía paz, su alfa había estado esperando con ansias el momento para quedarse a su lado, era como una necesidad que se encarnaba en su pecho y que no le dejaba respirar tranquilamente, lo necesitaba, a través de la marca podía sentir lo triste que se encontraba, y aunque él estaba herido, aún podía sentir que era capaz de llenar de felicidad la vida de su omega.

Fueron días muy complicados, sus padres le hablaban muy poco y su hermano se había encargado de tenerlo vigilado, no le gustaba tenerlo cerca merodeando en sus asuntos, pero tampoco podía quejarse, de alguna forma hablar con Yugyeom, le había regresado la poca estabilidad que tenía.

Aún había muchas cosas que arreglar, y su interior estaba en una encrucijada, entre gritar desesperado lo que sucedía o callar lo suficiente para no preocupar a nadie, no quería que Taehyung supiera que era débil o que sus amigos le miraran con lástima, como un alfa indefenso, porque no lo era.

—Llegamos—dijo deteniéndose frente a una casa de dos pisos en un barrio cerca del mercado, la fachada era vieja, se podía ver con facilidad que la pintura se estaba viniendo a pedazos, pero igual, tenía una vista cálida por aquellas flores de colores en el balcón blanco.

—¿Dónde estamos? —preguntó confundido.

Jungkook se había negado en muchas ocasiones a llevar a Taehyung o a cualquiera de sus amigos a ese lugar. No quería decir que se avergonzaba, pero lamentablemente era eso lo que lo detenía, sus amigos y sobre todo la familia de su novio, eran familias con una buena posición económica, jamás les vería por esos rumbos, no quería incomodarlos, ni incomodar a la persona tan especial que ahí vivía, pero debido al tiempo que pasaba, sabía que no podía seguir separando esas dos partes importantes de su vida.

—Estamos aquí para visitar a alguien—dijo con una sonrisa nerviosa, Taehyung le miró confundido, pero él no espero a otra de sus preguntas, se volvió y subió los escalones de la entrada que daban a la puerta, tocó varias veces y espero.

—Jungkook—susurró Taehyung con el ceño fruncido de los extrañado que se encontraba, mirando alrededor, se daba cuenta que nunca había estado en ese lugar.

La puerta se abrió, despertando a ambos de su ensimismamiento personal, Jungkook sonrió y se hizo a un lado, entonces Taehyung pudo ver a una mujer de la tercera edad, su cabello era negro, sus ojos, aunque arrugados, eran oscuros, era pequeña y encorvada, tenía un delantal azul, al lado de Jungkook se veía muy pequeña y frágil.

—Oh mira qué tenemos aquí, pensé que dejarías de venir—dijo con una sonrisa amable—. Veo que traes compañía, pasen.

Se hizo a un lado para dejarlos pasar, Jungkook tomó fuerte la mano de Tae y se adentraron a la casa, dentro un aroma delicioso a comida casera recién hecha, la decoración era antigua, las paredes estaban tapizadas por un amarillento tapiz de flores, los muebles eran de caoba oscuro, en las repisas tenía libros, un sinfín de fotografías y figuras pequeñas de cerámica, los sillones de tela blanca con cojines beige, todo daba un aire acogedor y anticuado.

—Bueno—dijo Jungkook parándose frente a la mujer—. Este es Taehyung del que te hablé—miró a Tae que estaba pasmado mirando alrededor—. Tae, ella es mi bisabuela, BaChang, yo le digo Bacha.

Taehyung miró a la abuela y dio una reverencia de noventa, con mucho respeto. —Es un gusto, soy Park Taehyung.

—Oh, sé quién eres—respondió con una cálida sonrisa—. No hay día que este niño no me hable de ti, mira qué lindo eres, bienvenido a esta humilde casa.

—Muchas gracias por recibirme ajumma—sonrió encantado, Jungkook era un apersona demasiado reservada si de su familia se trataba, por lo que estar ahí frente a su bisabuela, le tenía emocionado.

—No me dijiste que vendrías acompañado, de haberlo sabido hubiese hecho algo más elaborado de comer.

—No te preocupes Bacha, tu comida es la mejor y Taehyung la amara—sonrió, aliviado de que la presentación haya salido bien—. Traje las raíces extrañas que me dijiste—sacó de su mochila una bolsa de papel, la mujer la recibió con una sonrisa.

—Muchas gracias hijo, aún les falta a las verduras, así que vamos a sentarnos—indicó la sala—. ¿Vienen de la escuela?

—Efectivamente—asintió Jungkoook tomando de la mano a Taehyung para llevarlo a la sala, ambos se sentaron frente a la abuela quien les observó expectante.

—¿Y bien? ¿Vienen a darme la noticia de que se casarán? —preguntó con una ceja alzada.

Los ojos de Taehyung se agrandaron, comenzó a negar, haciendo que Jungkook soltara una carcajada. —No abuela, no es eso.

—Somos muy jóvenes aun—dijo el omega avergonzado.

—Patrañas—hizo un gesto con la mano para restarle importancia—. Yo me casé a los quince años, mi Hye y yo vivimos felices por cincuenta años, hasta que pasó a mejor vida—suspiró—. Tuvimos tres hijos, cinco nietos y ahora tengo diez bisnietos. Pero mira, sólo Kookie viene a verme.

Jungkook sonrió tenuemente, cuando Taehyung le miró con cariño. —Tanto ha pasado y usted es muy joven ajumma.

—Tengo ochentaicinco años—rio por lo bajo—. La tierra me reclama.

—No empieces abuela—bufó Jungkook con el ceño fruncido—. Aun tienes que estar aquí para cuando mis hijos nazcan, serás la primera en cargarlos.

La abuela Bacha rodó los ojos. —Entonces deberían tener uno pronto, no creo aguantar más de diez años.

—Eres fuerte como el roble—le respondió Jungkook con un puchero.

Taehyung nunca había visto a Jungkook comportarse así con un miembro de su familia, aquello le dio ternura, no estaba muy feliz con los padres de Jungkook y la forma que tenían estos de tratarlo, le frustraba, pero lamentablemente no podía hacer nada más que permanecer a su lado, para él, que le estuviese mostrando una parte de su vida que adoraba era más que suficiente.

—Como digas muchacho, seguiré con la comida, ustedes quédense aquí.

—¿No necesita ayuda? —preguntó Taehyung con intención de acompañarla.

Bachang negó con una sonrisa. —Pónganse cómodos, deben estar cansados de la escuela, ya regreso.

La vieron desaparecer por el pasillo que llevaba a la cocina, Jungkook bufó antes de mirar a Tae. —Hace eso sólo porque estás aquí, siempre que vengo me pone a cortar cosas y a regar sus plantas.

—¿Por qué no me habías hablado de ella? —preguntó curioso.

—Bacha es mi secreto y también tiene que ser el tuyo—dijo en voz baja—. Ella es la madre de mi abuelo, que es el padre de Vernon, mis padres se han alejado de esta parte de la familia, pero, hace un año volví a ver a la abuela en el cumpleaños de uno de mis tíos—se encogió de hombros—. Desde entonces vengo a verla una o dos veces por semana.

—¿Por qué tus padres no quieren que la veas? —tomó su mano y comenzó a jugar con ella.

—Porque ellos me quieren arrebatar todo lo que me hace feliz—dijo con burla, aunque sus ojos demostraban sinceridad.

Taehyung asintió riendo por lo bajo, incapaz de tomar en serio las palabras de Jungkook porque este siempre estaba jugando, se puso de pie y miró en la repisa cada una de las fotografías, Jungkook le acompañó abrazándolo por la espalda y recargando su barbilla en su hombro.

Había una fotografía que llamó su atención, era una antigua, tal vez de los años veinte, pudo reconocer a Bacha, era joven y hermosa, a su lado estaba un chico apuesto, este se parecía a Jungkook, salvó que reflejaba más madurez y porte.

—¿Este es tu bisabuelo? —le miró de soslayo.

—Sí—asintió distraído.

—Te pareces a él.

—La abuela dice lo mismo—rio por lo bajo—. Él era como yo.

—Ya lo creo—asintió.

—Me refiero a que él era un alfa de oso panda, de hecho, todos en esta parte de la familia lo son, no supe eso hasta que me encontré de nuevo con Bacha—se separó de él para mirarlo—. Mi abuelo, el padre de Vernon también lo era.

—Pero ¿No se supone que Vernon también debería serlo? —levantó una ceja consternado.

—La abuela, madre de Vernon era una omega osa americana, su familia entera lo era, pienso que sus genes eran más fuertes por alguna razón, supongo que soy el gen que se aferra—se encogió de hombros.

—Supongo que sí o Vernon es el gen defectuoso—rio por lo bajo—. Gracias por traerme a conocerla.

—Tae—susurró desviando la mirada a los cuadros—. Si algo me llega a pasar, siempre puedes estar con ella, es una parte de mí, es igual a mí, sólo que más vieja y ciega.

—¿De qué hablas? Nada te va a pasar—bufó—. No hables así.

—Creo que tienes razón ¿Estoy siendo pesimista? —chasqueo la lengua—. Me alegra que la hayas conocido, ahora puedes venir conmigo a verla, ella se siente sola, aunque no lo diga.

—Claro, me encantaría—asintió tomando su mano.

—Jungkook, ve a la tienda de la esquina, necesito que traigas algo de verdura—dijo la abuela interrumpiendo la escena.

—Claro ¿Quieres venir? —le preguntó a Taehyung quien negó.

—Le ayudaré a la abuela mientras no estás—le respondió con una sonrisa.

—Muy bien—asintió aliviado de que Taehyung fuese tan comprensivo y amable—. No tardo mucho.

Le dio un beso en la mejilla, miró a su abuela con picardía y sin aceptar el dinero que esta le daba, salió de la casa, estaba más tranquilo, aquella visita había salido mejor de lo que se imaginó, era agradable sentirse esperanzado después de días de incertidumbre y de momentos de genuino dolor era liberador, con su abuela podía ser él mismo y ella parecía encantada, no miraba sus calificaciones sino sus habilidades en los juegos, arreglando cosas o en las artes marciales. Sentía su apoyo y en este su cariño.

La tienda no estaba lejos, caminó unas cuantas casas para llegar a ella, no era tan pequeña, entró tomando una canasta, sabía bien cuáles eran los vegetales que su abuela usaba para cocinar, no creía equivocarse, fue a la sección que correspondía y comenzó a elegir las cosas. Estaba tan distraído que chocó de lado contra otra persona, cuando se volvió a disculparse, miró a un alfa de su misma estatura, este le sonrió.

—Lo lamento—dijo al tiempo que se alejaba un poco.

—Oh no, yo lo siento—dio un asentimiento de cabeza.

—Elegía las verduras, pero, sinceramente todo me parece lo mismo.

—Bueno, si quieres ayuda, y según lo que dice mi abuela, esa col no está bien, mira, toma esta—dijo eligiendo otra entre el montón.

El chico dejó la que había llevado y tomó la que se le ofrecía, con una sonrisa. —A la próxima aceptaré elegir los pañales. ¿Sabes cuántas marcas de pañales existen?

—No—negó con una sonrisa.

—Está bien, te ves joven, no se te ocurra intentar averiguarlo—suspiró—. Nunca te he visto por aquí.

—Vengo a visitar a mi abuela.

—Oh es por eso, bueno chico, gracias por ayudarme—se alejó, pero en el camino se volvió—. Soy Kim Mingyu.

—Un gusto, soy Jeon Jungkook.


























Jihoon iba tarde, sabía que si no llegaba a tiempo a casa su padre se pondría como loco, hace poco que su padre Soo había dejado de pasar por él a la escuela y le dieron la libertad de llegar solo, el colegio no estaba lejos, por lo que confiaban en que estaría bien, aunque, aquella libertad le había parecido perfecta, ya que, su salía temprano siempre podía ir al establecimiento de videojuegos.

Estaba a pocas casas de llegar a la suya, llevaba puestos los audífonos e iba caminando debajo de la banqueta, una costumbre mala que tenía, no le había sucedido nada hasta ese momento, sintió el golpe en su espalda y cayó de frente contra el pavimento, de no haber puesto las manos, estaba seguro de que se habría llevado un buen golpe en la cara.

—¡Lo siento niño! —dijo alguien a sus espaldas.

Se sentó en la calle con un puchero de molestia, sus rodillas dolían, subió su pantalón negro de vestir hasta el muslo y vio que ambas tenían un pequeño raspón y golpe, que en su piel pálida se veían muy mal.

—¡Casi me matas! —le dijo mirándolo con los ojos muy abiertos.

—No, bueno, no es mi culpa ¡¿Por qué caminas debajo de la banqueta?!

—¡Estoy herido y ahora es mi culpa! —abrió la boca indignado.

—¡Jihoooon!

Ambos se volvieron al otro lado de la calle a dónde provenía el grito, vieron como un chico se acercaba corriendo después de haber salido de su casa, este era un poco rechoncho, de ojos pequeños y mirada extraña. Jihoon entrecerró los ojos.

—¿Qué le hiciste a mi omega? —soltó al llegar e hincarse al lado de Jihoon.

—Yo...¿Omega? ¿No tienen como diez años? —ladeo la cabeza confundido.

—Tenemos trece—dijo el nuevo niño—. ¿Y bien? ¿Te harás responsable de sus raspones?

—Miren niños locos, fue un accidente. No pasó a mayores ¿Te duele algo?

Jihoon estaba por contestar que no, cuando a lo lejos vio a Yoongi que caminaba letárgico por la acera.

—¡Ahhhhh mi patita! ¡No puedo caminaaaaaarr!

—Espera...¿Qué? —dijo el chico mayor asustado por aquel grito.

—¡Lo dejaste invalido! —siguió el otro, complicando la situación.

—¡Jihoon! —una cuarta voz de escuchó, demasiado demandante como para poder ser ignorada.

Los tres se volvieron a ver a un peliplata que miraba la escena con los ojos muy abiertos. —¿SungCheol? —preguntó con una ceja alzada.

—Oh Yoongi hyung—dijo poniéndose de pie.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó con una ceja alzada.

—¿Conoces a esa persona que ha estado a punto de lastimar a mi omega de gravedad? —cuestionó el chico que permanecía al lado de Jihoon.

—Sí, está en el instituto, es de dos grados menores y...espera ¡¿Omega?! ¿Quién eres tú? —dijo con las manos en la cintura y el rostro de completa confusión e inconformidad.

—Soy Lee SeokMin—dijo con una enorme sonrisa—. Soy el compañero de clases de Jihoon—Yoongi le fulminó con la mirada, pero el chico no dejó de sonreír.

—Yoonie mi patitaaaaa—chilló Jihoon al no llamar la atención de su hermano.

Yoongi suspiró y se agachó a la altura de Jihoon, tomó su pierna y apretó. —¿Duele?

Jihoon se quedó unos segundos en silencio antes de gritar. —¡Dueleee!

—Yoongi hyung te juro que fue un accidente—comenzó SeungCheol—. Venía distraído en la bicicleta, pero él no estaba caminando en la banqueta y le di un empujón.

—¡No mientas casi lo matas! —dramatizó el otro niño.

—Okey, niño raro a tu casa—dijo mirando al menor quien entrecerró los ojos.

—Debo ver cómo está mi omega.

—¡No es tu omega! —bufó—. Jihoon no tendrá alfa hasta los cuarenta. Ahora, a casa—le dijo con un movimiento de cabeza.

—Bueno. Nos vemos mañana en la escuela Jihoonnie—le sonrió con cariño, antes de encaminarse de regreso a su casa.

—¡Me pasas la tarea! —le gritó despidiéndolo con la mano.

—Bien Jihoon, vámonos.

El menor miró a su hermano con un puchero al tiempo que alzaba ambos brazos hacía él, Yoongi suspiró y se volvió dándole la espalda, Jihoon subió a esta. Cuando se levantaron SeungCheol les miró temeros.

—Niño hermano de Yoongi hyung, lo lamento.

—Está bien, caminar no es tan importante, sobrevalorado—suspiró con falsa tristeza.

—Jihoon basta—suspiró Yoongi—. No te preocupes Cheol, hace esto porque hoy le toca limpiar la cocina después de la cena, disculpa los inconvenientes.

SeungCheol asintió, al tiempo que veía como Yoongi se alejaba, no despegó la vista de su espalda, de haberlo hecho no habría visto como aquel chico se volvía y le sacaba la lengua con burla, abrió la boca indignado, era mayor que él dos años, tenía que tenerle respeto, pero no era así.




















A Jimin le gustaban las citas, creía que era increíble tener una de esas salidas que se podían comparar con las cosas que leía o que veía en las películas románticas, a él le encantaba el romance, desde niño había visto la perfecta pareja que sus padres formaban, su padre ChanYeol siempre procuraba hacerle saber a su padre Baekhyun que lo amaba con todo su corazón, le consentía, le impulsaba y le daba lo mejor, sin hablar de lo económico, ellos eran el uno para el otro, se complementaban a la perfección, Jimin esperaba que Yoongi y él pudieran ser de esa manera. Porque a pesar de su corta edad y de lo que pudiesen pensar los demás sobre su relación, su novio era asombroso, caballeroso y muy atento con él.

Habían decidido tener aquella salida, una de las últimas antes de que tuvieran que entrar de lleno al estudio para los exámenes finales y el examen de la universidad, podía sentirse la tensión entre su círculo de amigos, pero ninguno estaba listo para decir en voz altas sus miedos, Yoongi le había propuesto distraerse aquella tarde, comiendo algo y yendo de compras.

—Está parrillada sabría mucho mejor con alcohol—dijo Jimin comiendo deliciosamente.

—Cuando tengas la edad para beber dentro de un establecimiento como este, entonces lo haremos.

—Trato—le guiñó un ojo—. Podremos hacer algo después del examen o cuando nos den los resultados ¿No? Entre todos.

—Bueno, si los ánimos están para eso, claro que si—asintió con una ligera mueca.

—¿Estás muy preocupado? —cuestionó con una ceja alzada.

—Es el examen más importante de nuestras vidas, claro que quiero entrar a la primera, no me gustaría tener que esperar un año para dar de nuevo la prueba, mucho trabajo, aunque, por un lado, digo, al diablo esa maldita nota.

Jimin bajó la mirada acomplejado. —No quiero crecer—suspiró—. Algo me dice que las cosas cambiaran demasiado.

—Las cosas cambiarán, eso es un hecho, pero, de eso se trata la vida y esa mierda—alargó la mano para tomarla—. Si las cosas cambian, tú y yo seguiremos siendo los mismos el uno para el otro ¿Vale?

—¿Es una promesa? —le miró fijamente, mientras levantaba su pequeño meñique y lo acercaba a él.

Yoongi asintió, enlazando sus dedos. —Lo prometo.

—Mira que tengo un cisne muy persistente y que le gustan que las cosas se cumplan.

—Créeme que conozco como es tu cisne—bufó tomando con los palillos un poco de carne, para llevarla a la boca de Jimin y hacer que este comiera feliz de ser consentido.

Dejaron de lado la plática densa, para centrarse en darse amor, con pequeñas caricias en sus manos o alimentándose mutuamente, no era muy común ver que una pareja tuviera tantas muestras de afecto en público, pero a ellos no les importaba la impresión que pudieran estar dando, lo único que realmente era esencial para ellos era hacerse feliz, encerrados en una burbuja de ilusiones y promesas que esperaban ser capaces de cumplir.

—¿Podemos ir a la tienda de música? —preguntó Yoongi con un puchero.

—Claro amor, después podemos ir por un helado—rio encantado sin soltar su mano.

Pasaron alrededor de las personas, algunos les ignoraban por completo y otros, quienes eran más conservadores les observaban con una ceja alzada, ellos iban tan centrados en su mundo que no se dieron cuenta que estaban llamando más la atención de otras personas.

Yoongi amaba la música, era una de las cosas que más disfrutaba, desde que había producido la canción para los chicos en el concurso de talentos, aquel interés había crecido, estaba viendo la posibilidad de comprar un sintetizador, sólo para jugar, pero lo haría a espaldas de sus padres, porque no sabía si estos estarían de acuerdo en que adquiriera un nuevo hobby teniendo en puertas los exámenes y la universidad.

—Vaya estás cosas son caras—susurró mirando de reojo a Jimin quien estaba observando los audífonos con interés.

—Hola—dijeron a su lado llamando su atención, al volverse se percató de JeongHan—. Que extraño toparte por aquí.

—Oh hola—sonrió amablemente—. Lo sé, es una sorpresa ¿Qué haces aquí?

—Acompañaba a mi hermano a hacer algunas compras—se encogió de hombros—. Y como tardaba demasiado, le dije que estaría aquí, bueno, me gusta la música.

—¿De verdad? —preguntó con asombro—. Eso es genial.

—¿Cuál de estas tienes? —preguntó sonriendo de forma encantadora—. Yo tengo una como esta, pero planeo cambiarla.

—¿Tienes una? —boqueo—. Realmente no tengo ninguna, sólo miro. Son algo caras.

—¿Tus padres no quieren comprártela? —su ceja se elevó ligeramente.

—No saben que la quiero, realmente no sé si sea bueno en esto, por eso no les he dicho nada, supongo que compraré una por internet—se encogió de hombros apenado.

—¿No quieres que te venda la mía? —sonrió ladino—. Como te dije yo venderé la mía, claro que sería a un buen precio, sirve, está en las mejores condiciones, y además, puedes practicar, si te gusta puedes ahorrar para una nueva.

—No lo sé—hizo una mueca—. No quiero abusar y...

—Pero no es abuso, porque vas a pagar por ella.

—Bueno, podría ser un buen plan—asintió.

—Claro que sí, puedes ir mañana o en la semana a mi casa a verla, es más por qué no hoy—dijo demasiado animado.

—Hoy no—suspiró—. Jimin está conmigo y le prometí que iríamos por un helado, pero podemos dejarlo para la semana ¿Te parece?

—Me parece perfecto, me da tiempo para preparar todo—le miró fijamente, haciendo que se sintiera un poco incómodo.

—Ah por eso huele a gato mojado—la voz de Jimin se hizo presenta, ambos le miraron acercarse con una sonrisa tensa.

—Mira amor, me encontré a JeongHan que por casualidad estaba aquí.

—Oh sí, coincidencia—rio ladino—. Tanta que hasta parece mentira.

—Verdad—asintió JeongHan.

—¿Nos vamos a comer helado ya? —tomó a Yoongi del brazo.

—Si cariño—asintió besando su mejilla—. Nos vemos después JeongHan.

—Claro, nos vemos después—rio ladino.

Cuando Jimin miró aquella sonrisa que le dio asco y mala espina, tomó a Yoongi del brazo y lo arrastró por el pasillo, estaba molesto, estaba completamente seguro de que JeongHan les estaba siguiendo, tenía que hacer algo, no confiaba en él, mucho menos porque este sabía que había sido él quien le había hecho eso a su cabello.

Estaba por salir, cuando un chico que trabajaba en la tienda les detuvo, Jimin y Yoongi le miraron confundidos. —¿Puedo revisar su mochila? —le preguntó directo a Jimin.

—¿Qué? —preguntó confundido.

—Sí, por favor, muéstreme la mochila—dijo con seriedad.

Jimin y Yoongi se miraron extrañados. —¿Pasa algo? —le preguntó el último al chico.

—Sólo muestrenla.

Jimin se quitó la mochila amarilla pequeña y se la entregó al chico, este comenzó a revisarla bajo la intensa mirada de los dos, que sintieron nerviosismo, no porque hayan hecho algo indebido, sino porque aquello era tan extraño y nuevo, nunca se habían enfrentado a una situación así, de una de las bolsas de un costado de la mochila, el chico sacó un paquete de audífonos inalámbricos, Jimin abrió la boca consternado.

—¿Cómo llegó eso ahí? —dijo inocentemente.

—Jimin...—susurró Yoongi.

Este le miró negando. —No, claro que no, yo jamás haría eso.

—Creo que tendré que llamar a seguridad—dijo el chico—. Esto es robo.

—¡No! Yo no hice nada—replicó al borde de las lágrimas.

—Debe haber un error—susurró Yoongi.

—¿Error? ¿Cómo se supone que llegaron a su mochila? ¿Caminaron solos? No chicos, esto es robo, llamaré a seguridad.

—¡Pero yo no hice nada! —suplicó con una mirada de cachorro.

—Dile eso a la seguridad del centro comercial—bufó con los brazos cruzados.

—Debe haber una manera de arreglar esto—dijo Yoongi consternado—. Podemos ver las cámaras de seguridad.

—No hay cámaras—dijo con una mueca—. Vi el empaque cuando estaban saliendo y no tienen el tiquet.

—Por favor—suplicó Jimin—. Yo no hice nada.

—Te pagaré los audífonos—soltó Yoongi de inmediato, su alfa estaba molesto con aquel beta por hacer sentir mal a su omega.

—No, llamaré a seguridad.

—Vamos—dijo Yoongi mirándolo fijamente—. Pagamos el producto, por favor, mi novio no hizo nada y yo le creo, pero no quiero problemas contigo, dices que no hay cámaras, entonces, no hay problema, pago esto y tú te llevas tu comisión.

El chico pareció pensarlo por unos momentos, miró a Jimin quien estaba llorando de la vergüenza y la impotencia y asintió. —Bien, ven por aquí, pero él se queda en la puerta.

—Gracias—suspiró—. Espera aquí Jimin.

Cuando Yoongi se fue, Jimin comenzó a mirar alrededor mientras limpiaba sus lágrimas, entonces vio a JeongHan sonriendo en su dirección, a su lado estaba Minghao, su hermano con una mueca de aburrimiento, entonces lo comprendió todo, su sangre hirvió, su omega le estaba pidiendo salir, pero no podía entrar a la tienda.

—Vamos Jimin—dijo tomándolo del brazo y sacándolo de ahí—. Me quedé en ceros, no podremos comer helado, pero tienes audífonos nuevos—mostró la bolsa.

—No fui yo—susurró deteniéndose—. Te juro que jamás haría algo así.

—Lo sé—asintió tomando sus mejillas, aunque sus ojos parecían confundidos—, tal vez pudiste confundirte y los tenías en la mano, posiblemente pensaste que eran los tuyos, tienes unos iguales, pero la caja es amarilla, y...

Jimin comenzó a llorar de la furia, Yoongi lo abrazó con fuerza, por supuesto que este no pensaba que su omega había robado intencionalmente, sino que se había confundido, tal vez había una explicación sensata para la situación, pero no la buscaría en esos momentos, porque Jimin parecía estar muy afectado. Poco sabía que en la cabeza de su lindo omega se maquinaban un sinfín de formas de asesinar a JeongHan. 
























Jamás había estado tan temprano en la escuela, había llegado media hora antes, el tiempo suficiente para realizar lo que le tomó dos días pensar y conseguir, estaba molesto, aquella sensación de furia no desaparecía con nada, mucho menos después de las palabras de aliento de Yoongi, que lejos de ayudarle le hacían sentir peor, quería decirle que la razón de sus males era aquel estúpido omega, pero, si lo hacía, posiblemente no podría vengarse como lo deseaba.

Agradecía que la escuela estuviese abierta desde mucho antes, estaba oscuro, aún no habían llegado nadie, posiblemente sólo unos pocos, subió a los casilleros llevando su mochila repleta de cosas, había visto muchos videos de Youtube para saber con exactitud lo que estaba haciendo. Se acercó al casillero de JeongHan y sonrió ladino.

—¿Jimin?

Aquello le hizo brincar del susto, miró a su derecha encontrándose con la última persona que esperaba. Estaba igual que siempre, el uniforme impecable, cabello bien peinado y una serie de libros en sus brazos.

—¿Namjoon? ¿Qué estás haciendo aquí?

Namjoon entrecerró los ojos. —Siempre llego media hora antes, es lunes, dejo en la biblioteca los libros que me lleve para la semana pasada y tomo nuevos, pero eso no es lo extraño, lo raro es verte aquí a esta hora ¿Qué haces?

—Voy a hacerle una broma a JeongHan—dijo con una mueca al ser atrapado en su perfecto plan.

—¿Quién es JeongHan? —preguntó perplejo.

Jimin le miró entrecerrando los ojos. —Lo conoces, es el omega tigre de bengala, el que viene des extranjero, que se ha sentado con nosotros a molestar, digo, a comer, amm...

—No, no sé de quién hablas—se encogió de hombros.

—Es el chico al que le cortamos el pelo ¿Recuerdas? En el patio trasero de la escuela—sonrió teniendo una gran idea—. Tú me ayudaste esa vez.

—Ah recuerdo, tu amigo, al que le querías hacer un cambio de cabello como favor porque tenía piojos—asintió.

—Ese mismo—rio encantado de la inocencia de Namjoon y que este estuviera tan poco interesado en sus vidas como para indagar—. De hecho, ya que ese día me ayudaste, ¿Podrías hacerlo de nuevo?

—No—respondió dándose la vuelta.

Jimin fue tras de él. —Vamos Nammie, por favor, anda, que necesito de tu inteligencia para saber cómo abrir el casillero.

—Si es tu amigo, sólo pide la llave—se encogió de hombros.

—Se acerca tu aniversario de los seis meses con Jin y yo puedo decirte que es lo que quiere de regalo.

Namjoon se detuvo, se volvió lentamente y suspiro. —Bien.

—¡Sii! —brinco emocionado—. Vamos.

Namjoon le siguió hasta el casillero, ambos miraron el candado de códigos, Jimin no estaba muy seguro de cómo hacerlo, pero el alfa, tomó el candado y comenzó a moverlo de forma rápida, tanto que Jimin no fue capaz de prever sus movimientos, hasta que escuchó el click y vio el candado en las manos de Namjoon.

—Combinación siete, tres, cuatro, tres, cero—susurró para sí mismo.

—¿Cómo hiciste eso? —dijo impresionado, sin poder cerrar la boca.

—Jackson tiene formas raras de criar—se encogió de hombros—. Siempre olvida la contraseña de los candados del taller, entonces, nos enseñó a mí y a BamBam a abrirlos, dijo que en algún momento de nuestras vidas lo usaríamos, no le creí hasta ahora.

—Impresionante, lo único que papá me ha enseñado es a dar patadas en los testículos—puchereo—. Bien, sostén esto—dijo poniendo en sus manos su mochila—. Traje algunas cosas.

—¿Dónde conseguiste estas cosas? —preguntó ladino al ver que sacaba bombas de pintura y algo que olía asqueroso—. Mierda ¿Qué es eso?

—Popo de vaca, no preguntes cómo la conseguí—tragó en seco—. Okey, colocaré esto delicadamente, tengo que conectarlo a un mecanismo que va en la puerta, cuando se abra explotara la pintura y el licuado de popis de vaca.

—Interesante—ladeo la cabeza—. Cuando quieres puedes ser práctico e inteligente.

—Tomaré eso como un cumplido—rio por lo bajo, estuvo trabajando en eso por unos minutos, hasta que cerró el casillero con una enorme sonrisa, le quitó la mochilla a Namjoon y sacó de ella un plumón rojo—. ¿Cómo debería firmar?

—El vandalismo está prohibido en la escuela—negó Namjoon con una ceja alzada.

—Nadie sabrá que fuimos nosotros.

—¿Fu..fuimos? —negó boqueando—. Mi padre dice que las reglas se deben cumplir.

—Las reglas están hechas para romperse Nam, bueno, algunas, pondré VCL—asintió—. Vengadores cisne y león.

—No, no me incluyas en esto—estaba teniendo mucha ansiedad mirando a Jimin quien escribía eso en el casillero—. No creo que...yo...esto...

Jimin se volvió hacía él feliz. —Hiciste algo increíble hoy Namjoon.

—¿A sí?

—Sí, salvaste mi futuro—asintió—. Mi cisne y yo estamos agradecidos, por eso vamos a ayudarte en todo lo que quieras, conocemos a Jin—le guiñó un ojo.

—Oh, papá también dice que salvar a las personas es algo bueno—se encogió de hombros—. Y ayudarte es como una apertura a mis relaciones interpersonales, eso podría ayudarme a cumplir con las actividades—asintió pensando en sus tareas terapéuticas.

—Somos como una pareja de vengadores—dijo caminando a su lado—. Pero, los súper héroes tienen que permanecer ocultos ¿No?

—Supongo, aunque no cambia mucho el hecho de que con o sin lentes siguen siendo personas completamente iguales, ¿Qué probabilidades hay de que encuentres a una persona con un parecido idéntico en la misma cuidad, con la única variación de que usa lentes?

—Bien, en eso tienes razón—suspiró—. Tenemos que ser más astutos, por eso seremos como Sherlock Holmes y Watson.

Namjoon hizo una mueca. —No tengo objeción, me gustan los libros.

—¿Hay libros? ¿No es una película? Bueno como sea. Yo seré Holmes—el alfa soltó una carcajada haciendo que Jimin le mirara molesto. —¿Te estás burlando?

—Oh perdón, ¿No era una broma? Estoy trabajando en eso, pero la verdad si fue gracioso, porque ¿En qué universo serías tú Holmes?

Jimin asintió. —Tienes razón, soy más práctico, entonces eres el cerebro, seré Watson. Nadie tiene que saber esto.

—Realmente no me interesa, sólo háblame de esos regalos con significativo emocional y material que Jin espera.

—Oh claro compañero—dijo emocionado riendo y aplaudiendo.

Aquellos chicos dejaron atrás un casillero que una hora más tarde fue abierto por un chico que estaba feliz de haber logrado su cometido de avergonzar a Park Jimin, lo que él no sabía era que una sorpresa le esperaba, su cuerpo entero quedó cubierto de pintura y no sólo eso, de un líquido verdoso que olía asqueroso, todos a su alrededor comenzaron a burlarse.

—¡Maldito seas Park Jimin!

Ese día, dio inicio la guerra entre dos bandos, uno de ellos quería asesinar a un cisne como venganza y para quedarse con su alfa y el otro, quería llevar a cabo una serie de lecciones que le dijeran a cierto gato mojado que nadie podía meterse con un omega cisne dominante, y su compañero que sólo buscaba el regalo perfecto para su novio. 


















Jimin mascaba chicle con rapidez, había estado cerca del cuerpo de JengHan, dándose cuenta de que este tenía el sueño pesado, por tiempo espero aquel momento, donde podría vengarse de aquel estúpido omega que le había hecho perder con trampas la competencia de natación, sabía cómo vengarse de una manera que le recordara su rostro cada que se viera al espejo.

—Muy lindo cabello, pero se irá—sonrió malicioso al tiempo que pegaba otro chicle a su cabello, abrió uno nuevo y lo metió a su boca.

—¿Qué haces? —preguntaron detrás de él.

Aquel llamado le hizo brincar de la sorpresa, se volvió para mirar a Namjoon quien le observaba con una ceja alzada, en sus manos llevaba un libro, y gafas.

—¿Qué de qué? —tragó en seco, dejando de mascar.

—¿Qué haces aquí? Nunca has venido a esta parte de la escuela, lo sé porque yo me siento ahí—señaló una banca bajo los árboles—. Todos los días a esta hora, porque es mi hora libre, pero jamás te había visto, ¿Quién es él?

—Es JeongHan. El chico nuevo, se sentó el otro día con nosotros en el almuerzo.

—Ignoro por completo su existencia—se encogió de hombros—. ¿Y bien? ¿Qué estabas haciendo?

—Yo...—relamió sus labios—. Bueno, JeongHan es un conocido que quiero ayudar, casi es mi amigo.

—Ah—asintió—. Nos vemos después.

—¿Así de simple? —preguntó perplejo—. ¿No vas a preguntar por qué pegue chicles a su cabello?

Namjoon entrecerró los ojos. —¿Por qué pegaste chicles a su cabello?

—¿Por qué la pregunta? —rio nervioso.

—Tú eres muy extraño cuando no estas con Yoongi—se dio la vuelta.

—Bueno, le pego chicles porque tiene piojos.

Namjoon se volvió con la cara de asco. —Eso es asqueroso.

—Verdad que sí, yo le dije, pero me dijo que no quería cortarse el cabello, pero podría hacer una epidemia, por eso le estoy ayudando, le pego chicles para que se lo tenga que cortar.

—Que horrible y extraña situación—rasco su cabeza—. Me causa molestia pensar en eso.

—Por eso lo hago, estoy salvando a todos—asintió con rostro inocente.

—Pero ¿Chicles? Hay formas de quitarlos—negó con una mueca—. Mira—buscó en su mochila y sacó unas tijeras azules—. Corta sus mechones.

Jimin sonrió ladino. —Podemos hace esto juntos.

—No lo voy a tocar—negó dando un paso hacia atrás.

—Tienes que hacerlo, por Jin—sonrió ladino cuando este observó la escena dubitativo—. ¿No te gusta el cabello de Jin? Si se le pegan los piojos tendrá que cortarlo.

—Disfruto su cabello—asintió con una mueca—. Bien, tu chicle, yo corto.

—Perfecto—rio encantado para seguir mascando. Siempre venía bien un poco de ayuda. 








Larguito porque ya extrañaba a mi tigre

¿Quien más lo extrañaba? 💜

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