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10

Dos meses habían pasado desde el incidente y JongIn sentía que jamás podría remediar lo que sucedió, KyungSoo no hablaba, no le miraba, los primeros días no comía, hasta que lo obligó a hacerlo, no le importaba la cantidad de flores o joyas que le llevara, nada de eso importaba. El único momento donde podía verlo feliz era estando a lado de Yoongi, quien a sus ocho meses estaba aprendiendo y creciendo mucho. No se separaba de Soo y todos podían verlo.

La situación estaba empeorando, a un punto donde la culpa ya no podía dejarlo dormir tranquilo, no se había atrevido a tocarlo, era cuidadoso, pero estaba perdido, y encontró el camino en algo peligroso, el alcohol.








—Yoongi—susurró KyungSoo a su bebé en el oído—. Despierta, vamos a cenar algo.

Pero su bebé era todo menos enérgico, cuando dormía podía hacerlo durante horas sin preocupación alguna. Amaba eso de él, que le dejaba dormir tranquilo, últimamente dormía demasiado, era su forma de escapar de la realidad, una donde no era feliz y estaba atrapado, entre paredes blancas, entre joyas y encerrado con alguien que no dudaba en hacerle daño. Quería escapar, pero no tenía el valor para hacerlo. 

Escuchó los ruidos provenientes de la sala, eran fuertes, se quedó quieto, dejó de escuchar cosas, y suspiró tranquilo, pero en ese momento la puerta de la habitación se abrió y JongIn entró tambaleante.

—Mi omega, mi esposo—rio arrastrando las palabras.

—Por favor vete, Yoongi está dormido.

—Mi Yoongi—rio de forma amarga—. Mi hijo...jamás lo he visto reír conmigo.

KyungSoo vio con preocupación la forma en la que JongIn miraba a Yoongi, no quería que se acercará a él, pero afortunadamente desvió la mirada.

—Tu omega está triste, lo siento, así que vamos a arreglarlo, ¿Quieres otro bebé? Creo que es momento de hacerlo.

Sus ojos se agrandaron, negó al verlo acercarse, no estaba dispuesto a vivir lo mismo, no cuando él no quería. No supo de dónde tomó las fuerzas para gruñir.

—¡No! —dijo con firmeza—. No quiero que te acerques alfa de mierda. 

—¿Te atreves a hablarme así? —gruñó parando.

—¿Y tú te atreves a venir a querer tomarme después de lo que hiciste?

Las palabras salieron de su boca como una avalancha imparable, de pronto, todo el dolor acumulado salió a relucir, sus ojos estaban rojos, quería llorar, pero se estaba conteniendo, no quería que su voz se quebrara, él quería hablar.

—Han sido meses merables, un año lleno de dolor, me haces pagar a mi por tu miserable vida, pero estoy cansado—sollozo—. Me he cansado de ser un objeto para ti, de que me trates mal, de sufrir el dolor más grande cuando estoy contigo porque no te importa nada más que tu propia satisfacción. Estoy harto de ser tu esposo, de que me hagas sufrir. Estoy cansado y asqueado. ¡Me das asco y te odio! ¡Maldigo el día que me casaron con un alfa cobarde y estupido como tú! ¡Te odio!

JongIn se acercó a él molesto. —¡Yo no te quería como omega!

—¡¿Y crees que yo quería a un alfa como tú?!

—¡Cállate sino querés que....!

—¡Hazlo! Nada de lo que hagas ya puede lastimarme. ¡Por tú culpa perdí a mi hijo!

JongIn levantó la mano, KyungSoo se encogió, estaba listo para sentir el golpe, pero el llanto de Yoongi los paró. Ambos miraron a la cama, donde el pequeño estaba sentado mirándolos mientras lloraba asustado.

KyungSoo se acercó a él y lo abrazó con fuerza. JongIn al ver todo, se alejó, salió de la habitación. El omega rompió en llanto. Trató de calmar a Yoongi, pero este al verlo alterado no dejaba de llorar. Besó su frente pidiendo perdón.

Lo mecio, hasta que dejó de llorar, él mismo lo hizo, ahora su mente estaba en trance, miró alrededor, vivía bien, estaba seguro que si Yoongi crecía ahí no le faltaría nada, tendría todo lo que quisiera, pero ¿A qué costo? Se volvería igual que las personas que estaban alrededor, frío y sin poder demostrar sus emociones. Si era alfa, sería como su padre, no le importaría lastimar a su omega, y si era omega, viviría encadenado a una serie de leyes irracionales e injustas.

—No—susurró entrecerrando los ojos—. Tienes que saber volar Yoongi.

Dejó a Yoongi en la cama, caminó alrededor de la habitación, no se sentía capaz, pero estaba seguro que si nunca lo intentaba entonces se arrepentiría, tomó una maleta y echó poca de su ropa, tomó joyas, dejando de lado su collar de matrimonio, tomó el dinero que tenía ahorrado, la tarjeta que JongIn le había dado y las cosas de Yoongi. No podía llevarse más que lo esencial, cerró los ojos, se estaba arrepintiendo cuando miró en el fondo de un cajón la prueba de embarazo, sollozo quedito, no podía quedarse al lado de alguien que le estaba haciendo tanto daño.

Pasada una hora salió de la habitación a hurtadillas, fijándose que no había nadie entró a la habitación de JongIn, sabía que estaba dormido por los ronquidos. Entró a gatas y buscó en el buró la cartera, de donde extrajo todo el efectivo, lo miró este estaba dormido, le molestaba saber que en otras circunstancias se habría enamorado de él. Salió con el corazón en su garganta y deseo que las cosas salieran bien.

Llegó a su habitación, tomó en brazos a Yoongi con una cobija y la maleta, volvió a salir.

—¿Señor? —dijo la mujer que le servía.

La miró con los ojos muy grandes debido a la sorpresa, ella se acercó mirándolo de arriba para abajo.

—Por favor—susurró.

—Nunca vuelvas, y cuida a ese niño con tu vida—asintió—. Vamos pequeño sol, tenemos que sacarte de aquí, tienes que correr calles abajo donde podrás encontrar un taxi.

—Gracias—dijo sonriendole.

Le ayudó a salir, haciendo guardia, cruzó el extenso jardín hasta el portón, hizo lo que pudo para no hacer ruido, antes de irse, la miró y se despidió con la mano, jamás olvidaría lo que ella hizo por él.  No contó con que Yoongi despertaría y comenzaría a llorar, se apresuró mirando alrededor. No quería ser reconocido.

La noche era fría, como aquellas escenas que había leído por mucho tiempo en los libros que hablaban de amor, salvo, que en ese momento no se sentía como la protagonista, quien en su agonía, aún llamaba al amor de su vida, esperando que este fuese en su encuentro. No. Él por nada del mundo quería ser encontrado, el simple pensamiento de tener cerca a aquel alfa le ponía ansioso.

—Shhh—susurró abrazando con fuerza a su pequeño que no dejaba de llorar, estaba incómodo por sentir el frío y por los movimientos bruscos que hacía al alejarse a toda prisa de aquellas calles elegantes.

Sus ojos picaban, como muchas veces lo hicieron, sin embargo, no se iba a ocultar en el baño, no iba a quedarse callado, él actuaría, iría en contra de todo lo enseñado por su bienestar y el de su hijo. Lo estaba logrando.

Un taxi estaba parado en una de las esquinas dejando pasaje en una de las casas del vecindario, se acercó rápidamente y subió.

—Al aeropuerto—dijo cubriéndose más la cabeza con un Sari oscuro, abrazó a su hijo a su pecho para que este al oler su aroma pudiera tranquilizarte.

El hombre le miró inseguro. —¿Tiene para pagar? Es caro.

—Tengo—asintió, sacando de su bolsillo unas rupias.

El hombre asintió y se puso en marcha, KyungSoo suspiró tembloroso, sintiendo la adrenalina recorrer su cuerpo, porque, él, un omega marcado con un cachorro en brazos estaba abandonando a su alfa, entre el miedo lo prometió.

—Nunca regresaré—susurró despidiéndose de Bombay y de todo el dolor que había dentro de aquella casa de oro.











Llegó al aeropuerto en la madrugada, pagó al hombre y bajo, sintiéndose cansado por cargar a Yoongi y la maleta. Entró, jamás había estado en ese lugar, era demasiado grande. Cerca de la entrada había un teléfono de monedas, sacó de uno de sus bolsillos el papel que había encontrado cuando estaba empacado, tomó el teléfono deseando que funcionara y llamó a la única persona que podía ayudarle en esos momentos.

—¿Lay? —preguntó cuando escuchó que respondieron.

—¿Quién habla?

—Soy KyungSoo, estoy en un problema y....por favor, ayúdame.

—¿Soo? ¿Qué pasa? ¿Estás bien? Carajo, no estoy en la India.

—Lo sé, es por eso que quiero que me ayudes, necesito huir de aquí, es de vida o muerte.

—Toma cualquier avión que te traiga a Corea ¿Necesitas dinero?

—No—suspiró—. Con lo que tengo es suficiente, creo.

—Llámame y dime a qué hora sale tu vuelo, te estaré esperando aquí Soo, no mires atrás, es tu momento de volar.

KyungSoo asintió con lágrimas en los ojos. —Gracias, te llamo en breve.

—Bien.

Colgó, miró a los mostradores y a Yoongi quien estaba durmiendo, no había marcha atrás, se iría para siempre, jamás volvería a Bombay, lo prometio, mientras caminaba para pedir su vuelo.



Ahora comienza lo bueno 🖤💜🖤💜

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