
Capítulo 3
No estoy acostumbrada a que golpeen mi puerta en medio de la noche —¿quién sí estaría acostumbrado a ello?—; por eso es que despierto —muy asustada— en el momento en el que ocurre, en el que se escucha un impacto leve seguido de unos cuantos más fuertes, más rápidos; desesperados.
Dejo de respirar e intento esconderme bajo las sábanas, pero no cesa. Y entonces quiero convencerme de que todo es un sueño, de que nadie entrará a matarme y no moriré sola por el miedo. No es realista, no es realista...
—¿Isabel? —Escucho la voz de Rebecca tras la puerta, temblando. Como un sonido más suave, casi imperceptible, oigo también a la palma de su mano apoyándose en la madera; sus dedos se mueven, tamborilean, a un volumen bajo, pero que escucho.
—Voy —respondo a la chica, saliendo de la cama, intentando no hacer ruido al caminar.
Miro hacia atrás y tengo ganas de cerrar la ventana, simplemente por la paranoia de haber despertado en la madrugada. Con la tenue luz de la luna, puedo leer el reloj y ver que apenas pasan de las dos de la mañana.
Trago saliva y le abro la puerta a Rebecca, que me mira como si lo agradeciera con todo el corazón, incluso como si esto fuera lo más bello que he hecho por ella en la vida. Mueve los brazos como si quisiera abrirlos, como si quisiera lanzarse para abrazarme, pero después de unos segundos, solamente se queda mirándome esperando a poder decirme algo; o más bien, a que yo le pregunte.
Y yo me pregunto cómo ella podría quedarse callada, cómo podría pensar que hablar es algo molesto para mí o para cualquiera. El mundo no debía hacerle esto.
—¿Qué pasa? —pregunto, intentando sonar suave y paciente; sonar como ella necesita que lo haga. Aún con miedo, empiezo a interrogarla sin escucharla primero—: ¿Hay alguien aquí? ¿Algo te persigue? ¿Estás huyendo? ¿Está todo bien?
La chica parece abrumada por la rapidez de mi habla, y entonces me doy cuenta de que debería calmarme.
—Lo siento —Me disculpo de inmediato, mostrando las palmas de mis manos—. ¿Pero está todo bien?
—Más o menos. No quiero sonar tonta, pero...
—Dime —La interrumpo.
—Tuve una pesadilla y no quiero estar sola —confiesa, y ahora parece que quiere abrazarse a sí misma, aunque no lo hace, se contiene mientras enrojece, tal vez genuinamente avergonzada por buscar consuelo. Una lágrima resbala por su mejilla y no se molesta en secarla; sabe que ya la vi.
—Está bien, pasa; puedes sentarte conmigo y contarme qué soñaste, ¿sí? —Le digo mientras camino hacia la cama, luego sentándome en ésta y palmeando el lugar a mi lado. Ella parece dudarlo; parece, más bien, que duda de mí, pero de todas formas viene.
Camina un poco, cierra la puerta y luego se sienta a mi lado.
—¿Recuerdas que murió mi mamá?
Yo asiento lentamente, preguntándome cómo creía que podría haber olvidado un detalle tan importante de su historia.
Recuerdo su nota y termino por cuestionarme también cómo pensó que podría haberme olvidado de ella; es decir, aunque a momentos sí la olvidé, siempre ha ocupado un gran lugar en mis recuerdos. Es el único recuerdo que me hacía llorar, es el único que me hace querer forzarme a estar enojada, es el único que duele un poco incluso cuando dejó de ser un recuerdo, cuando tengo aquí a la que era mi amiga, mirándome con esa misma dulzura que tenía hace alrededor de doce años.
—Sí, lo recuerdo —confirmo ante su silencio.
Pero ella sigue callada, hasta que simplemente ya no lo está.
—Soñé que mi papá la mataba —confiesa, y sé que está intentando que su voz no se quiebre, pero lo hace, suena rota—. ¡Y tiene tanto sentido! ¡Por eso no nos dejaron verla en su funeral; por eso no abrían el ataúd! Mis sueños... pueden tener razón... Por eso ella me dijo que mi papá tampoco la quería, ¡por eso fue! Por eso...
Empieza a sollozar, y tras un rato, ya no habla, ya no puede. Se sostiene el pecho como si ni siquiera pudiera respirar, y se nota que lo está intentando, se nota que piensa que está fallando. Se echa a llorar y empieza a tener más éxito con su respiración. Se apoya en mi hombro y yo sostengo su cabeza para que se quede allí, para que sepa que lo tiene permitido. Y tengo ganas de apoyarla más, de quererla más, aunque tengo tantas ganas de estar enojada... Aún sabiendo todo aquello por lo cual pasó, aún sabiendo que tal vez alejarse no fue su culpa.
Me siento culpable por no haber dejado que mi corazón se reparase; por tampoco permitir que se arregle en este preciso momento. Por tenerle rencor por algo que no pudo controlar. O que al menos espero que no haya controlado.
Quiero pensar que nunca quiso dejar de verme.
Suspiro. Y dudo. Y dudo más.
Dudo, dudo y dudo.
Y al final, lo hago, uso mi mano para acariciar su cabeza, tomando sus rizos suavemente en un puño que hago y deshago cada pocos segundos, y ella tiembla y llora más, como cualquier persona hace cuando se siente cómoda al mismo tiempo que sufre. Miro hacia el reloj en el intento de no pensar demasiado en Rebecca, de no ponerle mucha atención, o al menos de que mis ojos no lo hagan al mismo tiempo que mi mano. Así es como sé que se tarda al menos media hora en dejar de llorar.
Me ha dejado el hombro húmedo, y aunque es incómodo, no me importa; es lo que ella necesitaba.
—Perdón —ruega una vez que se separa de mí, mirándome a los ojos, pidiéndolo de verdad.
—Está bien —Le digo yo sin pensarlo primero, sintiéndolo de forma genuina—. Tienes derecho a sentirte triste o tener miedo, ¿sí? No está mal.
Parece querer preguntarme si hablo en serio, si de verdad lo siento así, pero no lo hace, solo me mira con esos ojos que delatan que quiere seguir llorando.
—Háblame de algo —pide casi de inmediato, escupiendo las palabras rápido, como si no tuviera tiempo, como si se fuera a arrepentir tras un tiempo pensándolas—. Despéjame. Dime algo.
Mi mente se queda en blanco; es raro que hable con alguien, y es raro que alguien me proponga hablar; lo único que puedo hacer es quedarme en blanco y luego, muy humillantemente, hacer la pregunta:
—¿Qué quieres que te diga?
—No sé, cuéntame tu vida.
Suspiro; no sé por dónde empezar; ni siquiera sé si tengo una historia que pueda contarle, que realmente la distraiga, que le llene la mente. Lo único que he hecho en mi vida es vivir en este pueblo, con las cosas que eso conlleva: Pasarme todos los días haciendo algo aburrido; en mi niñez, estudiar; una vez que cumplí quince, recolectar café como mis padres y, si tengo tiempo, tirarme en la cama por el resto del día. Lo único realmente interesante es todo lo que jamás me pasó.
Entonces le hablo de eso.
—Mi vida... —inicio, recordando cuál es el tema—. Jamás se hizo diferente. No estuviste conmigo el tiempo suficiente como para saberlo, pero yo quise irme a la ciudad como mi tía y tener una carrera; aún no sé cuál hubiera elegido, jamás lo hice porque siempre se vio lejano. Pero sí, quería eso. Un título universitario y una vida más digna en un lugar más grande, donde los sueños se vieran más posibles —cuento—. Y mis papás quisieron ayudarme, pero el dinero nunca alcanzó, así que... Se quedó como solo un sueño. Y empecé a trabajar en el sembradío como ellos.
Parece que hablar de mi vida no la ayudó; ahora solo me mira con lástima y queriendo llorar. Sus brazos se acercan a mí, pero jamás empieza a abrazarme.
—Lo siento —dice de la forma más sincera posible.
—Está bien —respondo yo, y un pensamiento, un cariño inmenso, me atraviesa la cabeza. Aunque no quiero, me fuerza a tragarme mi orgullo, y así lo hago. Vuelvo a hablar—: No creo que fuera tan malo; si me hubiera ido, jamás habría vuelto a hablar contigo.
Sonríe. Una lágrima se resbala por su mejilla y entonces vuelve a romper en llanto; en un llanto feliz que me conmueve. Me abraza y yo la correspondo. Pasan minutos hasta que el contacto se deshace.
—Deberíamos andar en bicicleta junto al río mañana —propone la chica de la nada, mirándome con ilusión, sonriendo; sabe que le voy a decir que sí, o al menos eso piensa y espera.
O al menos lo haría si no hubiera unos cuantos problemas con ello.
—Pero si no tienes bicicleta —Le recuerdo entre unas pocas risas, para que no se sienta regañada.
Se encoge de hombros y el brillo en sus ojos cambia, al igual que su sonrisa; ahora me observa con esa expresión que me dice que tiene una idea.
—Iré a casa de mi padre y me llevaré mi bicicleta —dice como si fuera algo fácil o divertido. O correcto.
—Te robarás tu propia bicicleta —pronuncio para asegurarme, inclinándome hacia ella.
—Sí, ¿por qué no?
Me sorprende lo decidida que suena.
—Es... demasiado peligroso. Sí pensaste en eso, ¿verdad? Ya lo contemplaste.
Se queda en silencio, como si estuviera volviéndolo a pensar, como si en este preciso momento estuviera contemplando todo lo malo que podría pasar. Pero su expresión no cambia; no parece arrepentida.
—Sí, quiero hacerlo —confirma después, rompiendo el silencio.
—Eres imposible —murmuro mientras me río, y ella se carcajea junto a mí—. Te ayudaré con eso —digo, y Rebecca sonríe para mí.
—Gracias —susurra— Volveré a dormir, ¿sí?
—Está bien —digo yo, levantándome para abrirle la puerta—. Buenas noches —Me despido mientras sale.
—Buenas noches.
Y se va, y yo me asomo al pasillo para ver cómo vuelve a acomodarse en el sillón y arroparse, cómo vuelve a sentirse cómoda en su nuevo hogar, cómo acepta que este es su lugar, que es bienvenida.
Luego vuelvo a mi habitación y me tiro en la cama, y aunque quiero dormir, solamente pienso en que tal vez no es tan incómodo querer a Rebecca, y mucho menos lo es tenerla aquí. Mi orgullo no es tan fuerte como mi cariño; lo reconozco.
Y reconozco que tengo mucho cariño, porque el mundo habrá cambiado a Rebecca, pero al mismo tiempo es solamente la niña que conocí hace años, que me acompañaba a todos lados y hacía travesuras conmigo.
Puedo estar con ella; no hay problemas.
¡Holi, gente! Aunque ustedes están leyendo esto el 9 de julio, yo estoy escribiendo esto el 20 de junio y ESTOY SÚPER EMOCIONADA POR DOS COSAS: Porque ustedes lean este capítulo y porque hoy es mi fiesta de graduación. Estuve trabajando en el capítulo en lo que se me seca el pelo xd. Y creo que aún tengo tiempo de hacer más cosas (¿jugar a Los Sims? ¿leer algo?).
Y bueno, eso, HOLA, LES HABLA UNA PERSONA GRADUADA (de preparatoria).
Y esta personita graduada les pregunta su opinión sobre el capítulo :3
La verdad espero estar recibiendo un feedback positivo porque una cuenta de predicciones en Twitter dijo que este día (9 de julio) sería muy bueno y ESPERO QUE SEA VERDAD.
Y bueno, ¿cómo están ustedes? ¿disfrutando de sus vacaciones? ¿qué han hecho últimamente?
... Me puse a ver Twitter y se me olvidó cómo quería continuar. Creo que es mejor dejar la nota aquí, y diciendo que les deseo mucho bien y les agradezco bastante por el apoyo :)
Tengan una muy linda semana <3
Byeee :D
Mari.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro