El peli moreno no sabía qué hacer, camino en la sala de un lado a otro, pensando, pensando ¿Qué debería hacer? Aún estaba procesando todo lo que había leído en la carta que Maggie había dejado. –demonios!!- grito y golpeo la frágil mesa con fuerza rompiéndola.

Se sentó en el piso ¿realmente Maggie tenia esos sentimientos hacia él? No podía creerlo, había sido un estúpido por no darse cuenta. Se recostó en el frio piso de tierra y en algunas partes de cemento mirando el techo roto, pudiendo ver las estrellas. Pensaba que hacer, no sabía dónde podían haber ido, ¿Dónde se habrán metido? Sus amigos… su familia.

Se quedó dormido luego de pensar tanto. Al otro día se levantó y desesperado corrió hacia la escuela preguntando a cada persona y estudiante si los había visto. Detallando a cada uno a la perfección, deseaba que alguien lo ayudara, que alguien le dé una pista.

Pero nadie había visto a tales personas, parecía que habían desaparecido del mapa, entro en negocios, tiendas de ropa, restaurantes, en todo, pero no encontró rastro.

Se lo tenía merecido, por haberlos abandonados de esa manera, quien diría que el abandonado seria él. Necesitaba una pista, necesitaba verlos y saber que estaba todo bien, verlos y solucionar los problemas.

Pensaba en Maggie, y sus sentimientos, la veía como una hermana pequeña ¿o no era así?, pensó en que si ella era solo eso… un “ella es bonita” lo dejo confundido. Quería descubrir sus sentimientos, saber lo que sentía.

Mientras seguía buscando por todos los sitios de la ciudad, entro a una juguetería y vio un peluche rosa, el cual le recordó a Maggie. Sacudió su cabeza y siguió buscando.

No se había dado cuenta, pero los sentimientos hacia Maggie que el tenia, iban floreciendo poco a poco, solo que él siempre los reprimió pensando que solo eran de amistad. –Los extraño, un día a pasado… y ya parece una eternidad- dijo arrodillándose en el piso mientras limpiaba sus ojos antes de que sus lágrimas salieran.

Los años pasaron, nunca volvió a ver a los chicos que alguna vez fueron su familia, su vida había decaído, nunca faltaba su depresión acompañándolo. Leía la carta cada noche mientras el alcohol caía de su boca cada vez que intentaba tomar mucho, sus ojeras siempre estaban presentes. Los cigarrillos estaban consumiéndolo día a día.

Todos los días caminaba hasta la escuela a la que alguna vez asistió para ver si ellos estaban allí, pero nunca tuvo suerte. El sentimiento de culpa siempre estaba.

Un día, En un momento, tan solo por unos segundos imagino ver a Maggie cruzar la carretera y quedarse allí, parada frente a la escuela. Se froto los ojos ligeramente –alucinaciones, tsk- saco sus manos y la mujer seguía allí… ¿en verdad era ella? La observo detenidamente, ya era toda una mujer.

Camino lentamente hasta ella y le toco el hombro apretándolo fuertemente, esta lo agarró del brazo y lo tumbo al suelo. Quedando asombrada de lo que veía.

-tanto tiempo, Maggie- los labios de Deuz sonrieron felizmente al ver a la persona que hacía años no veía, al fin la había visto, al fin la había encontrado.