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Vigésimo tercer capítulo.

Vigésimo tercer capítulo.

Golpeó con fuerza la puerta ansioso por ser atendido inmediatamente. La casa, una vivienda de aspecto cómodo de por lo menos cuatro ambientes estaba situada en un buen barrio de calles amplias y jardines cuidados, nada parecido a donde vivía Plan en este momento. Al no recibir respuesta decidió ir por lo seguro, subió al auto y se dirigió a las oficinas que tendría que haber visitado en primer lugar.
En la entrada dejó caer sus credenciales y su sólo nombre le abrió las puertas sin necesidad de una cita previa ni anunciarse. En el ascensor marcó el tercer piso y durante el trayecto comprobó que el traje de tres piezas estuviera impecable, los zapatos con el brillo justo y la corbata alineada. El "ding" de la puerta al abrirse resonó en el salón de entrada de un par de oficinas, allí, una secretaria de falda ajustada lo miró por debajo de los anteojos antes de acomodar el escote de su camisa. "Vulgar" pensó, nada comparable a su beta.
-Estoy aquí para ver al señor Prigh -se anunció de manera tosca.
-¿Tiene cita previa? -la voz le pareció adulcorada y repulsiva.
-No la necesito -respondió tajante tirando una tarjeta de presentación sobre el mostrador- indíqueme cual es su oficina.

Al reconocer el nombre, la joven omega no perdió tiempo y repiqueteó su altos tacones para guiarlo a través de un pasillo que llevaba a la oficina de contador.
Ni siquiera golpeó, entró sin anuncio ni cortesía y se sentó directamente ante la mirada estupefacta del contador.

-Que mierda! -alcanzó a decir cjando levantó la mirada.
-Así que tú eres el estúpido que molesta a mi pareja.
-¿Perdón? -lo observó como si se tratara de un loco- ni siquiera se quien eres, mucho menos quien es tu pareja!
-Ohhh -agarró un pequeño adorno del escritorio y lo observó distraidamente- eso quiere decir que molestas a muchos por teléfono.

El alfa lo miró hasta que el reconocimiento llegó a su mente.

-¿Te envía Plan? -se rió y palmeó la madera del mueble que los separaba- ohh ese pequeño tonto... te envió,  ¿para que? Piensa que me pondré celoso, ¿es eso?
-Si, vengo por Plan -respondió mientras algo comenzaba a hervir dentro suyo.
-En serio -se mofó- tendrías que haber empezado por ahí... te convenció para que hicieras un show?  Ayyy hermano, ese niño estúpido cree que voy a correr por esto... primero su padre intentando que me hiciera cargo y ahora tú, realmente no se da por vencido.

Se levantó y empezó a caminar por la oficina para liberar energía que se venía acumulando.

-Varias veces me pregunté como sería el alfa capaz de dejar a un beta embarazado y luego abandonarlo.
-Por favor! -exclamó con sorna- es un beta! Le dije que se hiciera un aborto, pero el muy estúpido decidió seguir adelante.
-Lo podrías haber ayudado -le dio la espalda para no ver su estúpida cara.
-Le di el dinero para deshacerse del problema, hasta su madre estuvo de acuerdo conmigo.
-¿Entonces porque lo llamaste?
-Vamos hombre, sabes como es...
-Realmente no.
-No? -había burla en esa palabra- sabes que los betas están desesperados por atención, prácticamente hacen todo lo que le pides.

Apretó los ojos con fuerza, odió escuchar a ese imbécil porque era escucharse a sí mismo unos meses atrás.

-Un par de hormonas y ya están listos para lo que sea, no es mi culpa que se haya embarazado, pero bueno, ahora tiene algo que es mío y lo quiero de vuelta.
-Plan no tiene nada tuyo.
-No? Mira, si te quieres dejar al beta no tengo problema, pero el niño es mío.
-No creo que Plan piense lo mismo -cerró los puños en un último intento de calmarse.
-¿Y desde cuando importa lo que quiera un beta?

"¿Y desde cuando importa lo que quiera un beta?" repitió su cabeza. ¿Desde cuando le importaba a él?
Sabía desde cuando, desde el día que lo vio por primera vez, que le sonrió con amabilidad aunque él se comportara como un idiota, desde que sólo podía pensar en su sonrisa todo el tiempo, desde que cerraba los párpados y veía los ojos achinados y la piel pálida, desde que amó a Tin como si fuera propio despertando un instinto que no sabía que podía existir.

-A mi me importa -gruñó- a mi me importa así que no voy a permitir que sigas diciendo tantas estupideces.
-Estas hablando enserio -levantó las cejas y se sonrió- es un buen polvo, pero no para tanto.

Esas palabras pronunciadas con tanto desprecio fueron la última gota.

-Mírame imbécil -lo agarró de la solapa del traje de dudosa calidad- no voy a permitir ni una palabra más.
-Suéltame -gritó intentando empujarlo.
-Ni se te ocurra volver a molestarlo -los rostros estaban casi pegados.
-¿Acaso quieres hacerte cargo del bastardo también?

El griterío que se coló en su cerebro fue lo que advirtió que algo estaba pasando, miró hacia abajo, el alfa permanecía tirado en el suelo, los labios rotos y varios golpes en el rostro, tardó en darse cuenta que él había sido el causante, el que había arremetido enloquecido golpeando con los puños al malnacido que se atrevió a insultar a quienes consideraba suyos.

-¿Tienes una idea de quien soy? -habló desde una posición de superioridad- esta empresa medio pelo no es nada para mi, mañana puedo hacerla desaparecer, en dos días vas a estar revolviendo basura para poder comer.
-No...
-Esta no es más que una filial de un conglomerado, si quiero, hoy mismo la fusiono con otra y en unas semanas nadie va a recordar siquiera tu nombre. 
-Eso no es necesario -intentó acomodarse para no parecer tan indigno.
-Vuelves a molestar, llamar, respirar dentro de la misma ciudad -se colocó de cuclillas a su lado- no va a haber piedra bajo la que puedas esconderte ¿está claro?

Lo observó asentir con una mirada de susto y le palmeó una de las mejillas.

-Buen chico, así me gusta.

Dio la vuelta y comenzó a alejarse antes de volver sobre sus pasos.

-En un mes comenzará la reestructuración, te aconsejo que busques alguna otra oficina.
-No puede...
-Tengo un hijo y tengo que velar por sus intereses, esta empresa no está a la altura.

Caminó por los pasillos donde varias personas se habían agrupado al escuchar el alboroto, entre todas pudo divisar el rostro de una omega con rasgos similares a los de Plan, era obvio que eran familiares.

-Es un varón -le dijo cuando estuvo cerca- una pena que se vaya a perder a su nieto, por suerte él nunca la va a echar en falta.

Salió de la empresa mientras en el tercer piso el revuelo causado por el mayor accionista todavía resonaba entre sus paredes. Solo faltaba hablar con una persona para pedir su bendición y se daría a la tarea de cortejar al beta adecuadamente.

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Hola! A un paso del final, espero lo estén disfrutando!
Gracias por acompañarme en esta historia, por sus mensajes y estrellitas. Nos vemos muy pronto. Saludos!

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