Tercer capítulo.
Tercer capítulo.
No pudo dormir, porque cada hora fuera de la conciencia era una hora menos con su bebé. Sintió a Ae a su lado, las palabras que pronunciaba se oían como sonidos lejanos y sin sentido, sus caricias pasaban por su cuerpo pero apenas las percibía. Trató de hundirse más bajo las colchas, sentía frío, los huesos helados, tal vez estaba muriendo de a poco.
Con las primeras luces del amanecer salió de la cama, Ae dormía a su lado sin sacarse la ropa, supuso que hoy no iría a trabajar. Se cubrió con una bata y se sentó frente a la computadora. No quería torturarse pero a la vez sí, merecía todo el dolor que pudiera obtener. Empezó a buscar algunas imágenes, información sobre la gestación, los médicos habían indicado que por el tamaño era un "producto" de unas 14 semanas, pero era imposible saberlo a ciencia cierta, a esta altura ya estaba formado y si todo fuera como debía ser, en unas semanas más lo habría sentido moverse. Pero no, su piel no se estiraría, no crecería la panza así como no hubo vómitos ni nauseas, no experimentaría antojos. No se haría ecografías ni escucharía su corazón latir. Nunca lo escucharía llorar ni lo vería crecer.
Un toque lo sobresaltó, enseguida los brazos del alfa lo abrazaron por detrás y se dejó sostener.
-Amor... -un beso en su cabeza- vamos, deja eso.
Se dejó llevar como un muñeco, no pudo decir ninguna palabra.
-Ven, vamos a desayunar, tienes que tomar los medicamentos que te indicaron.
-¿Qué es? -miró los envases, sabía cuales eran vitaminas pero otras no eran reconocibles.
-Por favor Pete.
-Dime que es, Ae -enfrentó su mirada y pudo ver la tormenta en los ojos del alfa.
-Ya lo sabes -se ubicó de cuclillas a su lado.
-No lo se -en realidad la mayor información se le había escapado.
-Es para preparar todo.
-¿Preparar todo?
-Si -vio las lágrimas sostenerse en las pestañas oscuras.
-Es para matar a mi bebé -puso en palabras lo que el otro no podía decir.
-Pete... -las rodillas del morocho tocaron el suelo y apoyó la cabeza en su regazo- no puede ser de otra forma.
Con delicadeza recorrió la oreja de Ae con el índice, la piel parecía estar siempre bronceada, el contraste lo maravilló.
Con una mano agarró el vaso que estaba a su alcance y tomó las vitaminas, no quería volver a desmayarse, dejó las otras pastillas a un lado.
-Todavía no -dijo y el temblor que percibió le dijo que lo había escuchado- no puedo.
-Por favor Pete...
-No me lo pidas, no tu.
-Los médicos dijeron -no siguió hablando porque no se lo permitió.
-Tres días, por tres días Ae -sintió que las palabras apretaban su pecho- es mío, por tres días déjame tenerlo.
-No te hagas esto... -rogó apretándolo con fuerza- no nos hagas esto.
Lo separó de su cuerpo y caminó a la habitación, buscó algo de ropa y se dirigió al baño para una ducha rápida, ya no quería estar dentro de las cuatro paredes. Apoyó la mano sobre el vientre, estaba allí, tan chiquito que aún si hubiera sido un omega, no se habría notado. La ducha relajó sus músculos y sintió el mareo pasar por él pero se repuso, no había tiempo para eso ahora, luego podría caerse, derrumbarse y quedar tirado para siempre, pero no hoy.
-Quiero salir -habló tiempo más tarde al alfa que seguía sentado en la cocina.
-Tienes que hacer reposo...
-¿Vas a venir conmigo? -preguntó un tanto brusco ignorando las indicaciones.
-Mejor...
-¿Es un si o un no?
Sabía que su pareja no lo dejaría solo, así que lo esperó unos minutos mientras se preparaba.
-¿Dónde vamos?
-No se, solo quiero caminar -respondió y se apretó a su brazo.
-No debes cansarte.
-No es nada Ae, estoy bien.
Caminaron con lentitud, avanzaron hasta una vieja plaza, la gente apenas comenzaba a circular por allí. Pete se soltó de su brazo y caminó a una hamaca para balancearse impulsado por sus piernas. Sentía la punta de la nariz fría, y aún con el gorro sobre su cabeza, sentía el aire filtrarse.
-¿Me sacas una foto? -pidió al alfa que lo miraba con los ojos enrojecidos.
-Si -susurró mientras con el celular captaba varias imágenes.
-Siempre me gustaron las hamacas -dijo de la nada- cuando era pequeño amaba la sensación de vacío en el estómago al llegar a lo alto...No tenía muchos amigos, siempre fue así... y un día apareciste tu chocando contra mi, no estaba preparado para eso, no debía ser así.
-No digas eso.
-Pero fuiste tan insistente, yo nunca tendría que haberte hecho caso, tus padres tenían razón, tu hermano tenía razón, no era así como debía ser.
-Eso no es cierto -la voz salió ahogada.
-Los betas no estamos destinados a tener pareja, y ahora estamos pagando las consecuencias.
-¡No! -la vehemencia de su negativa lo sacó del letargo en el que estaba cayendo- nunca más digas algo así.
-Está bien -acordó- vamos, caminemos un poco más.
Volvieron luego de almorzar, bordearon la melancolía sin tocar el tema que estaba destrozándo a los dos, caminaron sin rumbo fijo, la mirada perdida, las sonrisas ausentes.
-Vamos a dormir un poco -pidió el alfa y no le quedó mas que aceptar, su cuerpo otra vez se colocaba en su contra y le quitaba energías. La fiebre volvió esa misma tarde, la controló como le indicó el médico y volvió a dormir aunque luchó contra el letargo que nublaba su mente.
Un día menos.
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Hola gente! Aquí nueva actualización y ya seguidito el cuarto capítulo. Gracias por apoyar esta nueva historia que supongo será corta. Saludos
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