Primer capítulo.
Primer capítulo.
-Pete... amor... ¿Estás bien?
Removió a su pareja por el hombro extrañado de que apenas hubiera abierto los ojos cuando, por lo general, se quejaba de que era demasiado ruidoso mientras se preparaba para ir a trabajar.
-Mmmm -el sonido se sintió débil debajo de la colcha que cubría su cabeza- solo un poco de sueño.
-Entonces duerme... -se agachó y besó el lugar donde sabía estaba su frente- todavía falta un par de horas para tu turno.
-Si... -la voz somnolienta por poco se escuchaba- ten cuidado.
-Tu también -agarró el bolso con la ropa de trabajo antes de agregar- te amo.
-Yo más.
Salió a la oscuridad profunda en la que se sumerge la noche antes del amanecer, avanzó por las calles camino a la parada de colectivo que lo llevaría a la fábrica donde trabajaba desde hace cinco años, momento en el que su familia había decidido darle la espalda por elegir alguien que no era adecuado. ¿Y cómo podría haber sido distinto? ¿Cómo podría haber dejado a su Pete por no ser lo que su familia esperaba?
Sus padres no entendieron, lo tacharon de un capricho, de una imprudencia de juventud, de un error. Pete no era nada de eso, lo supo desde el momento que chocó con él en su último año escolar, lo entendió al mirar los ojos canela, al rozar sin querer su piel pálida y cremosa, al observar las mejillas enrojecidas. Todo en su cuerpo gritaba que era para él, todo menos lo esencial para un alfa, Pete no tenía olor, era un beta.
Nunca importó, aún cuando en un principio Pete negó la atracción y lo esquivaba, aún cuando rechazó cada uno de sus avances, los encuentros para nada casuales, cada uno de sus regalos en ese momento un poco extravagantes por la buena posición familiar. En ese momento se los podía permitir, y le parecía un tanto gracioso cada vez que el castaño rechazaba uno de sus costosos presentes.
Ganarse a Pete no fue fácil, el muchacho serio, estudioso y con un proyecto de vida en marcha se la arregló por meses para negarle aunque sea una cita, pero al final lo había logrado, lo demás era historia.
Antes de él había pensado que los omegas a veces lo tenían difícil, pero nada era igual a la suerte de los betas, su contextura a veces fuerte no era más que una capa exterior para mantener el mundo a raya. Ser beta por lo general era una condena a la soledad, una vida con impulsos sexuales ténues que nadie apreciaba, a ser el que observaba desde fuera mientras alfas y omegas podían perderse en ellos cuando las hormonas golpeaban y entraban en celo. Pero vio mas allá, era Pete, simplemente él, su futuro, aun cuando su familia dijera que era un error, algo que no debía ser.
Pasó las horas de la fábrica metalúrgica con compañeros que al tiempo de que comenzara allí le hicieron un lugar, su padre creyó que quitarle todo lo haría desistir de tener una vida con el beta, pero ni el mismo Pete podría haberlo convencido de que su destino era otro a estar juntos. Apenas había terminado la secundaria cuando empezó a trabajar, primero como operario hasta llegar a convertirse es supervisor de turno, no era lujo, ni de lejos lo que habría obtenido con las conexiones de su familia, pero les dio la posibilidad de que su amor estudiara para convertir su sueño en realidad.
Cinco años... en ese momento no habían sido más que dos adolescentes, antes de Pete había pensado que por ser alfa, un omega lo sería todo, pero el universo había tenido una forma divertida de mostrarle su error.
-Hey! -alguien palmeó su espalda- deja de soñar despierto!
-Solo estaba distraído -apuntó al operario que ya se alejaba- pero siempre estoy observando!
-Lo que digas! -se burló mientras sacudía la cabeza.
Rió por lo bajo, era una buena vida, al alejarlo de las comodidades sus padres lo habían obligado a valerse por sí mismo y descubrir que su mundo era estúpidamente acotado. Ahora le parecía tonto haber creído que un trabajo en una oficina era lo que quería, la libertad de volver a su hogar luego de unas horas, de tener tiempo para mimar a su chico, de hacer amigos, de vivir de la forma en que se le antojaba.
Sacudió la cabeza y se centró en el trabajo, todavía quedaban un par de horas por delante.
〰️〰️〰️
-Pete... -llamó al entrar y notar las luces apagadas y la casa en silencio- amor.
Caminó dejando el bolso en una silla al lado de la puerta, las llaves en la mesa y se dirigió a prender el pequeño hogar para templar el espacio frío.
-Pete -volvió a llamar mientras se dirigía a la habitación- heyyy ¿Te quedaste dormido?
El bulto debajo de las sábanas apenas se movía, podía adivinar la forma y el suave ronquido proveniente del beta.
-Amor... -le sacudió el hombro a la vez que lo destapaba- vamos despierta...
-Mmmm -no abrió los ojos- no... tengo sueño.
-Pete -apoyó los labios sobre la piel translucida de sus mejillas- creo que tienes fiebre.
-Estoy cansado -susurró.
-Vamos, tienes que bañarte -lo destapó y notó el sudor perlando su cuerpo.
-Se me habrá pegado algún resfriado... -dijo mientras colocaba los pies en el suelo y apoyaba la frente contra el alfa- alguno de los niños en la biblioteca.
-Mañana no irás -lo ayudó a llegar al baño- necesitas descansar y que te vea un doctor.
-Ae... eres exagerado -le sonrió- en un par de horas estaré bien.
-No soy exagerado -negó con énfasis aunque en realidad si lo era- esos niños podrán sobrevivir sin ti unos días.
-¡Unos días! -comenzó a desnudarse- es solo un resfriado!.
-Eso lo dirá el médico.
Se quedó fuera del alcance del agua mientras observaba el cuerpo grácil de su pareja, las piernas esbeltas apenas separadas le dieron un par de ideas que por ahora debería ignorar.
-Pediré el día de mañana -habló mientras buscaba una toalla para dejar a su alcance, iremos al médico y pasaremos el resto del día en la cama.
-Nunca me enfermo Ae...
-Con más razón, será una mañana para los dos, ser perezosos en pijama...
-Me estás convenciendo -la sonrisa fue dulce aunque sus ojos mostraban que en realidad no se sentía bien.
-Lo sabía -le sonrió en respuesta.
Lo dejó allí y se dirigió a la pequeña cocina, un cena sencilla sería lo próximo, algunas verduras salteadas y fideos para no cargarle el estómago.
-Listo Pete -gritó cuando ya todo estaba en la mesa.
Cuando no hubo respuesta volvió a llamarlo, tal vez se había dormido una vez más.
No estaba en la habitación, el sonido del agua cayendo le dijo que seguía bajo la ducha, golpeó la puerta más por cortesía que por pudor.
-Pete, ese agua ya debe estar...
No llegó a terminar la frase, el agua de seguro salía fría pero no estaba allí, o si, tal vez ese muchacho encogido en el suelo de la ducha era su Pete. Los ojos estaban cerrados, los labios de un color violeta, la piel de un tono antinatural. Corrió y cerró la llave de paso antes de sacarlo y envolverlo en una toalla.
-Vamos amor, despierta -palmeó sus mejillas- vamos.
Cuando fue evidente de que no estaba funcionando lo tomó en brazos y lo llevó a la cama, lo dejó el tiempo suficiente para llamar por ayuda y colocarle algo de ropa. De seguro fueron minutos, pero se le antojó eterno.
Mientras los médicos lo ingresaban para hacer un chequeo exhaustivo se quedó tras la puerta, la mente buscando alguna señal de lo que podía estar mal pero no había nada.
"Todo esta bien...todo esta bien" intentó convencerse "Solo es un resfriado, todo saldrá bien".
〰️🖤〰️
Hola!!!!! No puedo creer que estoy haciendo esto después de tanto tiempo, pero realmente lo extrañaba así como extrañaba interactuar con ustedes.
Esta historia se fue colando en mi cabeza, así que no me quedó otra que escribirla.
Espero le den una oportunidad y mucho cariño. No olviden dejar un comentario!
Nos leemos pronto.
Un beso y cuídense.
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