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Décimo tercer capítulo.

Décimo tercer capítulo.

-Hijo -llamó la voz de su padre apenas había atravesado la puerta.

Caminó en dirección del llamado, dejó las llaves y un pequeño bolso en una mesa, su papá Carlo, un alfa llamado  de mediana edad ya estaba en uno de los dormitorios del pequeño departamento en que vivían. Lo encontró ya bajo las mantas, un libro descuidado a un costado. Se acostó a su lado para recibir un poco de su cariño.

-¿Cómo fue tu día? -las palabras sonaron amables- ¿Todo bien con Pete?
-Todo muy bien, me quedé a comer con ellos -respondió cerrando los ojos- su suegra se presentó y cocinó para todos.
-Eso es tan genial, creí que eran solo ellos dos.
-Lo eran hasta hace poco, pero la familia de Ae buscó un acercamiento.
-Me alegro por ellos.
-Mjmmm.
-Eso es lo que hubiera querido para tí -lo escuchó suspirar- perdona no haberte podido dar eso.
-Papá, ¿qué dices? -se incorporó para mirarlo a los ojos- te tengo y no necesito mucho más.
-Pero tú y el bebé necesitan más personas alrededor.
-Te tengo y tengo nuevos amigos, no necesitamos más.
-Ojalá todo fuera distinto...
-No pienses en eso -intentó calmarlo- haces demasiado por nosotros y estoy agradecido por todo.
-No tienes que agradecer... soy felíz por tenerte y saber que mi nieto crece bien.
-Gracias a ti.
-No -lo besó en la frente- gracias a que eres muy valiente.

Sonrió una vez más y apoyó la cabeza en la colcha, cerró los ojos y se dejó llevar unos minutos mientras escuchaba a su padre volver a tomar el libro para seguir su lectura. Se sintió arrullado por su respiración, y por unos instantes esos bastaba, tener alguien que lo amaba de forma incondicional, que no lo abandonó a su suerte como había querido su madre y se quedó a su lado aún cuando eso le suponiera una vida solitaria.

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No podía sentirse culpable y aún así lo hizo. Apenas arrancó el auto avanzó dos cuadras antes de frenar, apagar el motor y las luces. Observó el paso del beta que no miró en su camino y siguió adelante sin reparar en nada. No podía creerlo, no entendía como esa persona podía ser tan descuidada con su propia seguridad, nunca advirtió que realizó el proceso de arrancar y aparcar demasiadas veces, en algún momento lo había perdido de vista y el sentimiento de miedo que sintió no era nada igual a lo que pudiera recordar. Tonto estúpido, tendría que haberse tomado un taxi y no caminar en la noche cerrada donde cientos de cosas le podían ocurrir. Lo vio rebuscar en un su bolso y sacar lo que suponía una llave. Miró alrededor, las casas bajas, los pasillos y patios que se adivinaban tras los portales, un barrio sencillo y simple que podía convertirse en una trampa en cualquier momento. Esperó verlo ingresar, por lo que había escuchado vivía con su padre alfa, supuso que lo estaría esperando dentro.
Suspiró, no entendía porque había hecho caso a su cuñado, supuso que por su estado no quería decepcionarlo ni hacer nada que lo molestara, pero si Plan no cumplía y le contaba de seguro sería peor.
Miró el celular, necesitaba volver a su casa, su madre lo haría con un chofer así que tenía via libre para distenderse aunque más no fuera unas horas. Pensó en llamar a alguien que hiciera calmar esa ansia que vibraba bajo su piel, algún omega bien dispuesto a complacerlo de forma rápida y discreta. Llamó a su último amigo sexual, un omega alto y rubio, de piel blanca y ojos claros, una belleza por donde lo mirara, se encontraría con él en un hotel que utilizaba cuando necesitaba aplacar sus necesidades.
Media hora después estaba allí, la puerta de la habitación delante de él, la llave magnética en su mano mientras miraba la cerradura sin mover un solo músculo, tragó fuerte buscando la excitación sexual que había recorrido su sangre momentos antes y no encontró nada.

-Creí que te habías arrepentido -la voz melosa llegó a sus oídos una vez que dejó las dudas afuera.
-No te dejaría plantado -fue a su encuentro aflojando la corbata- necesitaba tenerte.
-Aquí estoy -se acercó seductor y besó el hueco que dejó la apertura del primer botón de la camisa- puedes tenerme cuanto quieras.

Sintió el beso sobre la piel, el tacto de las manos de Krisy sobre sus hombros, las curvas suaves de su cuerpo y tuvo que luchar para permanecer allí.

-¿Pasa algo? -lo miró a los ojos- estás tenso.
-Solo es el trabajo.
-Entonces dejame hacerte sentir bien... -llevó los labios a los suyos y el gusto del brillo labial pareció asquearlo.
-Mean... -volvió a llamarlo- ¿estás bien?
-Solo sigue -le indicó intentando encontrar calor es su cuerpo apenas cubierto por una bata.

No supo en que momento el otro se alejó, solo se dio cuenta que estaba parado en el centro de la habitación y su acompañante estaba sentado en la cama a un metro de él, la bata atada firmemente en el medio.

-¿Sabes que Mean? -palmeó la colcha- ven, siéntate aquí.

Caminó e hizo lo que pidió.

-Sabes que me gustas mucho, es algo bueno entre nosotros, pero ahora, en este momento no estás aquí.
-Lo siento Krisy -intentó besarlo pero una mano lo detuvo.
-No lo hagas -lo miró a los ojos- porqué mejor no me dices que está pasando.
-Solo es trabajo.
-Bueno, voy a fingir que te creo.
-Tal vez hoy no es el mejor día.
-¿Quiéres contarme? Soy bueno escuchando.
-Te lo agradezco, pero mejor sería que me vaya.

El omega lo miró a los ojos, las pupilas en un tono verde se trabaron en él, una mano acarició su mejilla antes de darle un beso casto y tierno.

-Supongo que nuestro tiempo juntos terminó.
-No es así -intentó negar.
-Ohhhh si -le sonrió- reconozco los síntomas.

No pudo responder porque aunque no quisiera admitirlo, aunque se negara a la verdad y jurara mil veces que era mentira, dentro de sí había algo desconocido que amenazaba con tambaler cada una de las estructuras que había construido a través de los años, las enseñanzas del alfa mayor siendo resquebrajadas. Dejó un beso en la frente de Krisy antes de separarse de él y volver a su auto.
Apoyó la frente sobre el volante, dioses... se había comportado como un imbécil, la réplica de su padre, los mismos pensamientos ridículos que él le había inculcado la vez que lo descubrió con uno de sus tantos amantes, un beta que apenas pasaba la edad de adolescente, alguien que usó para engañar a su madre. Sintió las náuseas subir y apretar el fondo de su garganta. Recordó cada palabra, como su padre le enseñó que los betas no contaban, que ellos eran poco más que muñecos dispuestos, que por esa razón los dioses le habían quitado sus instintos, que su falta de hormonas los hacía fríos y crueles capaces de a entregarse a cualquiera, a seducir solo por diversión, la razón por la que había engañado a su madre.
Trajo a la memoria a su cuñado, su apariencia frágil y dulce ocultaba su valentía y determinación, intentó frenar el tren de pensamientos al recordar a su amigo, el beta al que le había dedicado palabras duras obligándolo a bajar de su auto y caminar solo en la noche.
Arrancó el auto y aceleró, no le gustaba hacia donde iba su mente, todo se nublaba y la única certeza es que nunca nada, volvería a ser igual.

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Hola gente linda! Aquí actualización con jn poco de MeanPlan, espero lo hayan disfrutado.
Agradezco cada mensaje y que sigan a mi lado. Les dejo un beso inmenso.
No se olviden de pasar por el Festival PinSon, las historias son realmente geniales! Dejen mensaje de aliento a las escritoras quee pusieron todo de ellas para cumplir con cada idea.
Ahora si, nos leemos pronto! Cuidense.




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