Décimo séptimo capítulo.
Décimo séptimo capítulo.
-¡Tu no entiendes nada! -le gritó a su hermano mayor- no lo ves porque todos son ciegos! Ese bebé es una bomba de tiempo.
Observó la palidez fantasmal del castaño al escuchar las palabras de su pareja y lo sujetó de los brazos por miedo de que se desvaneciera.
-No... -salió la palabra forzada mientras se acercaba al alfa que lo miraba horrorizado.
-No quise decir -trató de defenderse.
-Mi bebé -lo sostuvo con fuerza y pudo percibir que temblaba- mi bebé no es una bomba de tiempo.
-Amor, escucha, no quise decir eso.
-No es una bomba de tiempo! -gritó con furia.
-Lo se, lo se, estás malinterpretando.
-Te escuché -se alejó unos pasos.
-Vamos a hablar amor -intentó alcanzarlo- dejame que te explique.
-No pienso escucharte -salió camino a la habitación seguido por el alfa y volvió de inmediato con una campera en la mano.
-No amor, por favor, escúchame.
Lo ignoró mientras el otro le rogaba.
-¿Puedo ir contigo? -le pidió conb os ojos inflamados.
-Si si -respondió porque prefería calmarlo.
-No por favor Pete, escúchame -pidió el alfa sin ser atendido.
Pete se dirigió a la puerta y antes de seguirlo se dirigió al alfa que tenía un aspecto devastado.
-Ae, estaremos en casa, voy a hablar con él para que se tranquilice y luego te escuche.
-Plan, juro que no es lo que está pensando.
-Eso se lo tienes que explicar a él.
-No quiero que se vaya.
-Sólo serán unas horas, deja que respire un poco y luego vas a buscarlo.
-Está bien -dijo derrotado bajando los hombros.
Dejó al alfa dentro de la casa, se sintió apenado por la situación de sus amigos, pero entendía que todo podía explotar en cualquier momento. En la calle buscó a Pete con la mirada y lo encontró sentado dentro del auto de Mean que estaba esperando para llevarlos a su casa.
El trayecto lo hicieron en silencio, los ojos de Pete puestos en el camino.
Entraron a su hogar y acompañó al castaño para que se acostara, sus pestañas se mantenían húmedas y la punta de la nariz enrojecida.
-Pete...
-Plan...
-Yo se que estás enojado y te puedes quedar aquí el tiempo que necesites, pero tienes que escuchar a Ae.
-Lo sé, no puedo estar alejado de él mucho tiempo.
-No creo que se mantenga muy lejos, de hecho seguro ya viene en camino.
-Si -dibujó una mueca- me dolió escucharlo.
-Tal vez tenga una explicación.
-No lo se, creo que él realmente piensa lo que dijo, me duele.
No dijo nada y le acarició la frente mientras lo veía acomodar las manos bajo la almohada, supuso que intentaría dormir y lo dejó solo cuando la respiración se hizo más lenta.
En la sala encontró a Mean ocupando una silla, casi se había olvidado que él estaba allí.
-Puedo asegurarte que Ae no tuvo mala intención.
-Estoy seguro -se acomodó frente a él- pero eso solo le corresponde a ellos arreglarlo.
-Sabes que no defendería a Ae, pero en esta no puedo quedarme al margen, posiblemente fue mi culpa.
-Eso si lo creo -susurró.
-No me gusta ver a Pete así -admitió- menos en su estado, y no quiero pensar en lo que dirá mi madre.
-Esto es increíble.
-¿Qué cosa?
-Tú, preocupado por un beta.
-Es el padre de mi sobrino.
-No deja de ser un beta.
No hubo respuesta, se quedaron en silencio frente a frente hasta que un golpe en la puerta alertó a los dos que, tal como habían predicho, Ae había ido a buscar a su pareja.
-¿Está bien? -fue la pregunta en el momento que le abrió la puerta.
-Si, está durmiendo.
-Gracias por estar con él Plan -lo abrazó- por ser un buen amigo.
-¿Y yo? -preguntó Mean.
-Tú siempre serás un idiota.
-Auchhh -se burló el hermano mayor.
-¿Puedo pasar a verlo? -le pidió y no pudo negarse.
Lo acompañó a la habitación y lo dejó en la puerta mientras volvía junto al otro alfa, lo encontró ya dando vueltas en la cocina.
-Casi es hora de la cena -dijo como excusa por estar revisando su heladera- pero no veo mucho por aquí.
-No pensaba tener invitados -se defendió.
-Tendremos que ir a comprar lo necesario.
Se vio arrastrado a un mercadito cercano, Mean haciendo repaso en una lista mental de lo necesario para unas pastas que pensaba cocinar, en el carro de compras fue sumando ingredientes hasta casi llenarlo.
-¿No te parece demasiado?
-Plan, no hay nada en tu heladera ¿qué piensas desayunar mañana?
-No es necesario que compres nada para mi.
-Lo voy a hacer igual -siguió revisando las góndolas.
-Juro que entiendo el porque Ae siempre quiere golpearte, es una reacción normal.
-Soy fenomenal, lo sé.
-Más bien insoportable.
Terminaron por pagar todo y Mean no permitió que llevara nada de peso. Entraron a la casa y fue directo a la habitación, golpeó la puerta y al escuchar la voz de Pete dando permiso, abrió para poder hablar con él. Observó la escena, Pete estaba sentado en la cama, Ae acostado con la cabeza apoyada en su vientre, los dedos de su amigo pasando a través del pelo del alfa que tenía los ojos cerrados y el rastro de lágrimas en la piel.
-Mean está preparando algo para cenar- habló por lo bajo.
-Iremos en unos minutos -dijo con una sonrisa suave.
-¿Todo bien?
-Si, no te preocupes.
Los dejó allí y caminó a la cocina, colaboró con el alfa encargado de la comida, se rió de las tonterías que decía al pasar, había algo tan doméstico en las acciones que llegaban a doler.
Dos horas después se despidió de Pete y Ae, el cansancio de su amigo se hacía evidente.
-Te ayudaré a limpiar y luego me voy.
Podría haberse negado pero no lo hizo, la presencia de Mean lo incomodoba y lo tranquilizaba por igual, no eran amigos ni enemigos, solo dos personas que la casualidad había unido.
-Está sonando tu teléfono -le advirtió
-Mmm -estaba tan distraído que no lo escuchó.
-Tu teléfono.
Agarró el celular y atendió sin mirar.
-Por fín niñito... -la voz que no escuchaba desde hace meses lo dejó mudo- te estás tomando mucho tiempo para volver querido.
Sintió la tierra temblar bajo él, la sangre fluyendo caliente en sus oídos.
-Vamos Plan... -siguió hablando y se sintió asqueado, el vómito subiéndole por la garganta- no me digas que todavía estás enojado, creí que ya se te había pasado el berrinche.
Intentó hablar pero no salía nada de su boca, todo volvió a él, el miedo, la humillación y la soledad, se vio a sí mismo parado frente a una clínica para interrumpir el embarazo. Se llevó la mano al vientre, su bebé pegaba con insistencia haciéndose notar, mostrando que estaba allí.
-Vamos niñito, di algo, ya es hora que vuelvas, en verdad no encontré otro como tú y me dijeron que tienes algo que es mío.
No hubo forma de evitarlo, enseguida, el contenido de su estómago estaba regado por el suelo.
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