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Capítulo final (Última parte)

Capítulo final (Última parte)

Se quedó recostado contra la puerta de la habitación para poder llenar su retina con la imagen que se perfilaba contra la luz que ingresaba por la ventana. Tal vez, el que se diera vuelta y le devolviera la mirada se debía a la misma intensidad de lo que sentía, había sido así desde la primera vez, desde que el destino decidió unir sus caminos, y ahora, después del tiempo juntos todo se sentía más intenso.
Avanzó unos pasos guiado por la necesidad de sostenerlo entre sus brazos, hundir la nariz en su pelo, besar la suavidad de su piel.

-Ae -había un toque de risa en su voz- vas a terminar de ensuciar todo!
-Volveremos a pintar -llevó la boca a sus labios para besarlo antes de que Pete se escabullera.
-No no -logró huir de sus brazos con un pincel levantado en su mano- ya casi está listo.
-Está bien -resopló porque ahora quería perderse en sus besos- pero me la debes.
-Cuando todo esté terminado.

Se acercó a una batea con pintura, el color blanco goteaba de un rodillo listo para dar una segunda mano. Miró al beta de reojo, el overol de jean azul no disimulaba la panza de 30 semanas de gestación, su pequeña crecía de manera sostenida y controlada, y pese a lo que había temido, este tramo del embarazo resultó ser apacible, sumiéndolos a los dos en la felicidad de sentir a su hija cada día más inquieta. El castaño caminó hacia el mueble al cual le estaba dando los últimos recortes, observó sus pies descalzos con algunas manchas al igual que su pelo que ahora peinaba en una pequeña coleta que caía en forma de palmera sobre su cabeza.

Si miraba atrás, al terrible día donde le dieron la noticia del embarazo, el momento en que pensó que su mundo se derrumbaba, cuando creyó que perdería al amor de su vida, lo recorría un escalofrío helado en los huesos, porque en ese momento había pensado que la mejor decisión era no seguir adelante con la gestación. Lo habría perdido todo, ahora lo veía bien, habría perdido a su niñita y al amor de su vida, porque  Pete nunca se lo hubiera perdonado y en honor a la verdad, el tampoco lo habría hecho. Sacudió la cabeza, no iba a ir por ese camino, este era su momento de ser felíz, de acompañar a su pareja, de sentir un ser pequeñito crecer cada día más. Siguió con su tarea, una segunda mano de pintura antes de las guardas pintadas a mano que darían la vuelta a la habitación. Los dos habían decidido rechazar la oferta de Mean de una nueva casa, más adelante lo evaluarían, pero ahora no necesitaban más que este espacio, un lugar propio que habían construido con esfuerzo.

-Te gusta? -Pete interrumpió sus pensamientos.
-¿Porqué eres siempre tan bueno en lo que haces? -miró el mueble con toques en tonos pasteles y algunos animalitos pintados sobre el fondo blanco- es hermoso.
-Ya solo faltaría la cuna.
-Mmm no...
-¿No? -lo miró con esos ojos conocederes- no me digas. Mean.
-Ya sabes como es, no hay forma de convencerlo de algo cuando se le mete una idea en la cabeza.
-Por suerte tiene a Plan que le mete un poco de sentido común.

Continuaron con la pintura hasta que todo tuvo una segunda mano, ya en ese momento notó a Pete cansado y lo convenció que era hora de descansar un poco.

-Tendrás que recostarte en el sofá -lo acompañó tomándolo de la cintura- yo mientras haré la limpieza.
-No quieres que...
-No vas a discutir -le besó la punta de la nariz- solo relájate y duerme.
-Okey -acordó- más tarde quiero visitar a Plan.
-Mañana.
-No -hizo un puchero- ya extraño a Tin.
-Lo sé, pero hoy solo vas a relajarte, mañana iremos los dos.

Increíblemente al final le hizo caso, dormitó unas horas en el sofá para despertarse y encontrar la habitación con los muebles en su lugar.

-Quedó tan bonito -dijo adormilado- no veo la hora de tenerla aquí.
-Igual yo -lo apretó contra su cuerpo y le colocó una mano sobre el vientre- pronto, muy pronto.

〰️〰️〰️

-Hey... -habló despacio para despertar a Ae que dormía en una sillón al lado de su cama- hey dormilón.

Vio los ojos oscuros abrirse, esos que lo habían enamorado a la primera, una sonrisa dulce en los rasgos a veces un tanto duros, pero no para él, nunca para él.

-¿Ya vino el médico? -se puso alerta.
-Todavía no, pero supongo que falta poco.

Tal cual lo habían programado, se había internado unos días antes de la fecha en que se le haría la cesarea, las 34 semanas completas, una bebé creciendo sano dentro de él.
Ae llevó los labios a los suyos con un movimiento dulce que decía todo lo que había entre ellos, al separarse se colocó de cuclillas y le tomó una mano para dejar un beso en ella.

-Emily -pronunció de pronto el alfa.
-Emily -susurró en respuesta.

Esa había sido la última barrera, el nombre no escogido, nombrar sin nombrar realmente.

-¿Te gusta?
-Es hermoso -respondió sin apartar la mirada de las pupilas que parecían titilar de la emoción.

Ae apartó la manta, levantó la camiseta de su pijama para besar su panza.

-Emily -le habló- acá está papá esperandote, te amo mi bebé.

No dijeron nada más, las palabras sobraban en ese momento.

〰️〰️〰️

-Ohh miren esta preciosura -exclamó el médico- vamos, solo un poco más... así... y ya está.

Desde la cabecera de la camilla, sosteniendo la mano de Pete, cada sonido, detalle, palabra, era almacenada por el cerebro de Ae. Allí estaba, un imposible, el uno en un millón, su milagro dando las primeras respiraciones, llenando sus pequeños pulmones con aire. Observó como la envolvían en una manta y con rapidez el pediatra salía a llevarla a el sector de Urgencias de Neonatología.

-Papás -el doctor Locket apareció en su visión- tenemos una niña que nació dentro de lo que habíamos previsto, es más, su peso supera lo que veíamos en las ecografías.

-¿Si? -la voz de Pete se sentía pequeña.
-Si, un kilo seiscientos cincuenta gramos.
-Ae...
-Si si, lo se, voy con ella -sabía que eso era lo que su pareja quería pero antes tenía que decir las palabras- te amo Pete, te amo como no tienes idea y te agradezco por todo.
-Siento lo mismo -lo besó una vez más- ahora vete.

Caminó los pasillos de la clínica, la bata, el barbijo y una cofia sobre su cabeza, lavarse las manos según las indicaciones y atravesar los cristales hasta llegar a su destino. Y esa era la palabra, destino. Allí estaba su destino, pequeñísima, efímera, un hada en miniatura con un diminuto pañal y un gorrito de lana que tapaba hasta sus ojos.
Siguió cada indicación como si lo guiaran a través de un sueño, las manos pasando a través de una manga para poder tocarla. No pudo evitar que cayeran las primeras lágrimas como tampoco pudo evitar dejar su corazón a su lado.

Un tiempo atrás, meses, semanas, días, el mundo parecía caer sobre él con la noticia que nunca había esperado, con la improbabilidad de un embarazo, con la inviabilidad de una gestación exitosa. Pero aquí estaba, desesperado por abrazar a ese milagro que era tan suave que no podía encontrar palabras para describirlo.

-Emily -habló con las palabras temblando de emoción- te amo mi vida, papá te ama, estoy aquí esperando para abrazarte fuerte, besarte, sostenerte por siempre.

Estuvo a su lado el tiempo que le permitieron, escuchó cada detalle que le dieron los médicos sobre su bebé y se le dividió el alma al tener que dejarla.

〰️〰️〰️

Dos semanas después, Pete se sentó sobre un sillón en la sala de ambiente cálido, casi opresivo, llevaba puesta una camisa que desprendió para dejar descubierto su pecho. Fue Ae el encargado de tomarla en brazos bajo la mirada de los médicos, sostuvo su cabeza tal cual se lo indicaron y le besó la frente antes de colocarla sobre su cuerpo.
Los dos inhalaron con fuerza, el aroma a vainilla parecía desprenderse y derramarse a través de ellos.

-Eres perfecta -alcanzó a susurrar antes de que las lágrimas fluyeran libres.

Los médicos se hicieron a un lado, de pronto eran solo ellos tres, el universo reducido al amor que se tenían y al ser que habían creado.

-No cambiaría ni un solo día -le dijo el alfa a su lado- ni los buenos ni los malos.

No respondió porque el sentía igual, cada día desde ese primer encuentro, cada paso dado, las decisiones tomadas, el tiempo juntos, los había traido hasta aquí. Un pequeño milagro.

Fin.

〰️🖤🖤🖤〰️

Y aquí estamos, una vez más diciendo adiós, dejando atrás a personajes que amo, a mis niños que nacen y crecen a mi lado. Es extraño, odio despedirme pero vivo en un continuo dejar ir.
Espero hayan amado esta historia igual que yo, este tiempo veo que hay personitas que se unen a mis delirios y otras que ya me conocen de hace más de un año, como siempre digo, esto es solo por ustedes.
Les agradezco desde el alma cada estrella y comentario, a veces no respondo pero leo todo. Gracias gente, ustedes hacen mis días mucho mejores.
Les dejo un beso inmenso, espero pronto tener un epílogo.
Sean felices, que es lo único que importa.
P.D: perdonen mis miles de errores.


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