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Segundo Round

No fue antes de fin de año pero sí al principio, feliz año.



—¿Algo que desee comentar señorita? —la castaña detuvo sus movimientos antes de reanudarlos.

—Podria hacerlo pero no me incumbe y tampoco creo que le guste saberlo —responde terminando de colocarse sus guantes.

El hombre suspiro.

—¿Qué tan malo es? ¿Es algo de lo que deba preocuparme?

—Es algo que no sirve de mucho saberlo a estas alturas —se encoge de hombros sin mucho interés— desde mi punto de vista, P será quien decida si es necesario contarlo o no.

Ella no era quien para decirle la verdad detrás de todo, Venigni resopló y acomodo sus anteojos antes de apoyarse en el escritorio murmurando unas cuantas palabras fuera del entendimiento de la más jóven.

—No confía en mi que soy su tío favorito pero si le cuenta a su novia —chasquea la lengua negando repetidamente— ni el muchacho por ser un títere se salva de actuar como lo que es, un hombre —murmura esto ultimo con disgusto antes de darle un sorbo a su taza de té.

—¿Su que? —inquiere frunciendo el entrecejo— nosotros no somos... —quiere replicar pero la mirada obvia que le dedica el mayor hace que se trague sus palabras.

Maldijo por lo bajo, de nada le servía fingir que no existía un obvio interés entre ambos pero aún así su orgullo estaba en juego. La castaña aclaro su garganta e ignoro a Venigni optando por arreglar su cabello y junto a él su lazo que afortunadamente había encontrado otro. No había cruzado más palabras con el de cabello oscuro, no discutiría más sobre el tema con él y dejaría que hiciese lo que quisiera, tras salir de la habitación y conversar brevemente con Venigni, P se retiro diciendo que tenía tareas pendientes por hacer antes de partir.

Tal parecía que su excusa de tener ocupaciones no era del todo una mentira.

Por lo que había escuchado había un camino en las profundidades del hotel que dirigía hacia un submarino por el cual podrías salir de Krat confirmando que lo que le había mencionado el conejo más temprano era totalmente cierto. Pronto la presencia de Eugenie se hizo notar acompañado de un pequeño bostezo que se le escapó involuntariamente, la armera no habia tenido oportunidad de descansar, tan pronto la calma volvió al hotel la muchacha regreso a su espacio para hacer un milagro con la espada del jovencito la cual estaba a nada de hacerse pedazos, lo recomendable era llevar otra pero el niño parecía amar esa espada, ya que era la que siempre llevaba consigo a las misiones.

—Ya no puedo más... —murmuro apoyando su cabeza en el hombro de la castaña de ojos verdes— siento que si me descuido un segundo me desmayare del cansancio.

—Deberias descansar Eugenie, si ya has terminado eres libre de ir a la cama —la armera niega antes de alejarse.

—No puedo... No descansaré hasta que todo esto termine además... ¿Cómo podría relajarme cuando todos ustedes todavía tienen cosas por hacer? Me sentiría mal, incluso a estas alturas de la noche el doctor sigue ocupado.

—Nadie te juzgará por hacerlo.

—Por cierto... —continua ignorando deliberadamente sus palabras— le hice mantenimiento a tu estoque, me siento un poco avergonzada de admitir que no ha quedado como nueva pero cumplirá su labor, conociéndote sé que irás junto a P a su misión.

Venigni casi se atraganta con su bebida y golpea su pecho levemente antes de hablar.

—No planea ir ¿o si? Es muy peligroso, puede que tenga entrenamiento pero ir a la isla de los alquimistas definitivamente no sera un paseo por el parque.

La castaña juega con su cabello unos segundos antes de contestar:

—No se preocupen... No planeo ir a la isla de los alquimistas con P, hasta yo sé que eso para mí que soy una simple mortal es un suicidio —responde y sus dos acompañantes parecen respirar aliviados al oír sus palabras— pero si lo acompañaré hasta el submarino.

Un crujido se oye y Venigni suelta una palabra en italiano bastante cercana a una grosería al ver su taza en el suelo. Eugenie cubre una parte de su rostro como si estuviera decepcionada de la castaña y ella lo sabía, conociendo su mal historial de como regresaba después de acompañar a P a sus misiones.

—Gracias por tenerme fé —comenta sarcásticamente arrugando la nariz algo disgustada.

—No es que no creamos en ti señorita —consuela el hombre secando con un pañuelo la pequeña mancha de té de su camisa— Es que ya ha hecho suficiente por esta noche, estoy seguro que el compagno opina lo mismo.

—No le dices lo mismo a P porque sabes que a diferencia de mi él no tiene la opción de negarse a tener que salir —menciona mirando sus manos cubiertas de tela tomando desprevenido al mayor.

—No... Yo... No quise...

¡Oh! por primera vez en la vida el gran Lorenzini Venigni se había quedado sin palabras.

—No lo sienta como un ataque Mr Venigni —aclara antes de que se arme un mal entendido— Solo digo que no puedo quedarme aquí de brazos cruzados sabiendo que él se enfrenta a diario a aquellas criaturas, ustedes le prestan apoyo desde aquí porque es lo que saben hacer, si lo que yo sé hacer es desenvainar una espada y pelear lo más lógico es que salga afuera.

»Ademas... Miren he vuelto bastante bien el dia de hoy —se señala a si misma con un gesto de falso orgullo.

Estaba lejos de sentirse bien por esa hazaña y casi perdía la vida pero son detalles.

—¡Estamos listos! —anuncia Gemini pareciendo ser el único que puede mantenerse de buen animo sin importar que.

Cómo si hubiera estado esperando esas palabras Eugenie se dirige a su área inmediatamente para poco después regresar con el estoque de la castaña y entregárselo y más tarde ir y volver con la espada del títere con notable esfuerzo, P se acercó y sujeto el sable recibiendo un gracias por parte de la armera.

¿Que tanto podía pesar el arma?

Guardando su estoque en su funda Elizabeth se coloca de pie lista para salir, esto lo nota P quien frunce el ceño adivinando sus intenciones a lo que la fémina le saca la lengua antes de alejarse un poco para ir junto a Polendina, escuchando a lo lejos a los otros dos conversar brevemente con él muchacho. Al llegar junto a la marioneta mayordomo se apoyo en el buró dando dos toques a la madera.

—Soy yo de nuevo —avisa y la castaña casi puede escuchar un suspiro desalentador salir del mayordomo.

Era una ironía porque el hombre no podía hacer expresiones, no sabía si eso último era bueno o malo. Tras comprar unas piedras para amolar y molestar un poco a la marioneta porque a Elizabeth le parecía divertido, se encamino detrás de P hasta la biblioteca donde la castaña lo observo acercarse al piano y tocar una entonación específica, poco después el cuadro de lady Antonia se movió revelando ser la entrada hacia otra zona.

—Vaya... ¿Quien lo hubiera pensado? —murmura adentrándose en lo que parece ser un elevador— ¿Vienes? —pregunta al ver al jóven estático en su sitio.

—Opino que deberías quedarte —dice adentrándose en el elevador.

—Opino que puedo hacer lo que quiera cariño —responde sonriendo mientras se cruza de brazos.

Tras poner el elevador en marcha se sumieron en una oscuridad absoluta que le provocaba escalofríos a la castaña quien chasqueo la lengua en señal de fastidió.

—Un poco de iluminación no le hubiera hecho daño al espacio —comenta el grillo iluminando el área con su propia luz— menos mal me tienen a mi para sacarlos de apuros, repitan conmigo ¡Eres asombroso Gemini!

Sin embargo ninguno de los dos presentes le siguió.

—Sois unos aguafiestas, aburridos —reprocha soltando un pequeño destello azul.

—Lo siento Gemini, hace rato que mi batería social pide recarga —contesta apoyándose en la pared.

—No sabía que los humanos también necesitan recargarse como una marioneta —murmura pensativo la lámpara— ¿Cómo recargan su batería?

"Aislandose e ignorando a todos" quiso responder.

—Durmiendo —se limito a decir antes de cerrar sus ojos por unos instantes.

¿Cuánto tardaría ese elevador? Abre sus ojos nuevamente y su mirada se fija en su acompañante, desde que habían abandonado la habitación el muchacho se mantenía con ese semblante pensativo y algo inexpresivo, un breve suspiro escapa de sus labios y desvía su vista a otra parte.

Nunca pensó que acompañaría a P en su silencio, cuando lo acompañaba a alguna de sus misiones trataba de mantener una conversación, normalmente unilateral, en el que hablaba sobre cualquier cosa que se le atravesara por la mente con tal de no estar en silencio, con él tiempo el titere había aprendido a contribuir a su manera en la conversación, ya fuera con gestos o pequeñas respuestas y aunque a estas alturas todavía sea un poco difícil entablar una charla completa con él, por lo menos ya sabías que el niño te respondería si le dirigías la palabra.

Era un gran avance ahora que lo piensa a detalle.

Cómo si Dios hubiera escuchado sus palabras, el elevador finalmente se detuvo y la puerta se abre revelando un camino no en mejor estado que la ciudad en la superficie pero si con más iluminación que la que otorgaba el elevador. Despegandose de la pared la castaña se apresura a salir del espacio y eleva sus brazos estirando sus músculos seguido de mover su cuello a los lados sintiendo algo de alivio en sus articulaciones observando al títere correr y encargarse de una carcasa que ni tiempo tuvo de saber que le atacó cuando ya el sable había atravesado su cuerpo arrebatándole la vida.

—Estos jóvenes y sus rodillas fuertes —murmura desenvainando su estoque.

Elizabeth dejo que P se adelantará y eliminará a cualquier cárcasa que se encontraba por el camino, ella no planeaba interferir en sus peleas, como lo hizo alguna vez, solo se aseguraría de intervenir cuando fuera necesario. La castaña observo todo a su alrededor preguntándose como habían logrado entrar los cadáveres hasta esa zona y si de casualidad habría otra entrada en aquella caverna, de repente siente pisar algo viscoso y su mirada baja encontrándose con su bota hundida en los restos de un cadaver.

Su nariz se arruga con asco y soltando un chillido agudo retira su bota rápidamente del sitio arrastrándo está por el suelo buscando limpiarla inútilmente.

—¡Iugh, iugh, iugh! —repite al ver el tono azulado con el que se habla ensuciado su calzado— eran mis favoritas...

Lamentado el destino de sus botas continúa con su camino siguiendo el rastro de destrucción bajando por una pendiente por el cual logra ubicar a su acompañante unos cuantos metros adelantes quien camina sin mirar atrás recordándole a ese comportamiento que tenía los primeros días, cuando su misión era claramente hacer a lo que venía e irse, solo que con una pequeña diferencia.

Un pequeño temblor seguido de un crujido se hace presente y P retrocede esquivando a duras penas el ataque de una marioneta con una maza, el automata hizo una serie de golpes los cuales eran esquivados por el azabache quien quiso contraatacar, no obstante, no pudo.

El espacio era muy estrechó para su espada y está rebotó contra la pared a lo que la marioneta no dudo en aprovechar aquel descuido y dejo caer todo el peso de su mazo contra P el cual hubiera resultado herido sino fuera porque detuvo el ataque con su brazo legión tomando este la forma de un escudo dando inicio a un forcejeo entre ambas marionetas.

El muchacho estaba demostrando un comportamiento algo desesperado y descuidado, muy contrario a su forma de pelear el cual siempre destaca por ser metódico y agresivo. Elizabeth resopló antes de correr y colarse entre el pequeño espacio libre que había entre la marioneta y el muro y clavo su estoque en dónde asumió podría estar su fuente de energía causando que el automata se sacudiera soltando chispas, la castaña retiro su arma para volver a clavarla esta vez en una de sus piernas obligándolo a caer dándole vía libre a P para acabar con este de un golpe certero.

Una vez la marioneta no dió señales de vida la fémina negó levemente limpiando los restos de aceite de su estoque con un pañuelo.

—¿Tienes prisa? —dice irónicamente— se que quieres ir a la isla y acabar con esto pero no puedes descuidarte ¿Que hubiera sido de ti si el brazo no tomaba la forma de un escudo? Adiós brazo, hola hotel Krat.

—Tiene un punto —apoya el grillo— a estas alturas no es muy conveniente regresar al hotel por reparaciones, colega, procura tener más cuidado —recomienda y Elizabeth sonríe al saber que tiene la razón.

—¿Ves?

El niño resopló de forma sonora y rodó los ojos en gesto molesto siguiendo con su camino, todo esto bajo la atenta mirada de la castaña quien alzo sus cejas por tal comportamiento.

"¿Desde cuándo...?" Se cuestionó a si misma muy ofendida.

—Niño maleducado ¿De quién lo habrá aprendido? —murmuro enfurruñada.

Si, de quién.

No volvieron a cruzar palabras, Elizabeth desconocía si P estaba de mal humor o no pero aún así se mantuvo al margen de los combates dejando que él hiciera las cosas a su manera, por su parte se encargo de unas cuantas marionetas y dejo que el títere eliminará a las cárcasas, tal parece que había un poco de todo en aquella cueva lo cual reafirmaba su teoria de que había otra entrada.

Cruzaron un puente dirigiéndose a la derecha, subieron por una escalera por la cual había tanto carcasas como marionetas las cuales se entretenían luchando unos contra otros, podrían esperar tranquilamente a qué se eliminaron unos a otros y acabar con lo restante pero ella sabía que no sería así, caminaron un poco y la castaña se sentó en la saliente observando como el azabache iba hacia ellos acabando con ambos grupos uno por uno.

Unos gruñidos resonaron y un monstruo más grande que los demás cruzo acercándose a la escena a pasos lentos, era pequeño comparado con el que se enfrentó horas atrás pero la combinación de ese junto a los pequeños sería molesto de enfrentar. Apoyo sus manos contra el suelo y se impulso dejándose caer clavando su estoque en el cuerpo de una marioneta en cuanto tocó el suelo y se dirigió a la bestia ¿Era un acto suicida? No tanto, ella se tenía fé.

Con una piedra de amolar la desliza rápidamente contra su estoque abarcando el frio metal con una capa de fuego, acelera sus pasos y esquivando un ataque y proporciona un corte contra una de sus piernas y luego la otra, el monstruo chilla y con sus garras busca golpear a la fémina fallando en el proceso y gruñe nuevamente al sentir un corte en su lomo, la castaña no pierde el tiempo y clava su arma en su nuca atravesando la superficie hasta el otro lado, la cárcasa suelta unos cuantos chillidos más y Elizabeth toma distancia observando como el cadáver caía sin vida al suelo manchando todo su alrededor con aquella sangre azulada.

Los pasos apresurados del títere se escuchan y el jóven se detiene abruptamente al presenciar a la cárcasa en el suelo y la femina junto al cuerpo limpiando su arma, el títere alzo sus cejas, observo el cuerpo y luego a ella y así hizo por unos segundos más. El jovencito sabe que Elizabeth no es muy diferente a cualquier otro stalker al que se haya enfrentado a pesar de que está misma afirma no ser uno pero no creía que pudiera vencerlo con cierta sencillez.

—¿Lo has... Vencido? —casi suena incrédulo por la forma en que lo dijo.

La castaña observa el pañuelo sucio y arruga su nariz antes de desecharlo, ya no tenía utilidad alguna.

—Se llama aprender de tus errores —responde vagamente— y te ahorre tiempo, de nada~ —canturrea retomando su paso.

Antes de seguir P observo al cadáver en el suelo unos segundos para luego continuar, ahora era ella la que marcaba el paso y él quien iba atrás. Parecia ser que aquel monstruo era el último porque después de ese no se vieron más, ni cárcasas o marionetas, el muchacho en parte agradecía que fuera así, aquella molesta sensación en su mano persiste y estropeaba su combate lo cual lo disgustaba muchísimo  y el ojiazul esperaba pacientemente a que la molestia desapareciera.

Pobre niño, no sabía lo que le esperaba.

Sus ojos se toparon con la figura de la castaña unos metros más adelante de él, el lazo de esa noche era blanco, combinando con su camisa, no era el color ideal sabiendo que podría terminar llena de sangre o aceite pero hasta ahora la fémina se había mantenido en perfectas condiciones, lo que la diferenciaba de los otros días era que la ausencia de su máscara revelaba su aspecto cansado y las notables ojeras junto a los otros moretones que adornaban su rostro. P desvío la mirada, aunque resultará dañado u herido en combate ninguna marca quedaba en su cuerpo, al regresar de cada misión su padre siempre se aseguraba de que su cuerpo no sufriera ninguna imperfección, al menos eso fue lo más cercano que estuvo a obtener atención genuina del hombre.

Frunce el entrecejo y respira profundamente, desde que habían salido de la habitación una extraña sensación se alojaba en su estómago y garganta, si fuera humano lo describiría como náuseas o un nudo que le impedía mantenerse sereno. No había parado de pensar en lo que sucedería una vez que llegara a la isla de los alquimistas, lo que haría cuando estuviera frente a su padre... O si sería capaz de hacer algo...

El muchacho no quería admitirlo pero tenia temor, en sus adentros todavía tenía la vaga esperanza de que las palabras pronunciadas por el rey de las marionetas fueran erróneas y que su padre no haya sido el causante del frenesí o que por lo menos... No haya sido a propósito. Era ingenuo de su parte aferrarse a una idea tan fantasiosa cuando él mismo era consciente de la verdad no obstante realmente deseaba que la castaña estuviera equivocada sobre su padre y solo sea un mal entendido, creer en ello no le beneficia en nada pero ayudaba a calmar un poco su herido corazón.

No sentía alguna emoción negativa hacia Elizabeth simplemente algo en él deseaba llevarle la contraria y demostrar que ella no tenía razón llevándolo a mostrar rechazo involuntariamente cuando no deseaba hacerlo.

No sentía que fuera lo correcto.

Pronto cruzaron unas escaleras adentrándose en lo profundo del foso, a diferencia de las otras áreas está se mostraba más oscuro, a penas era una iluminación breve que era más lo que no se veía que lo que podías ver realmente, la castaña se giro en su dirección dispuesta hablar cuando un fuerte estruendo se escuchó alertando a los presentes, inconscientemente ambos jóvenes se colocan de espaldas uno de otro empuñando sus respectivas armas, brindando su ayuda la lámpara se encendió iluminando el lugar lo más que se le hizo posible, los dos presentes miraron a su alrededor buscando la fuente de aquel ruido.

—Awww míralos —dice una voz aguda a lo lejos— ¡Me dan ganas de vomitar!

Ambos se giran en una sola dirección y en lo alto de una saliente se puede ver a la hermana menor, la chica sonrie antes de apoyarse de brazos cruzados contra la madera saludando con su mano.

—¿Nos extrañaron?

No pasó mucho cuando el excéntrico y el de la bufanda roja se posicionan junto a ella, el de la cubeta alzo su lanza riendo levemente.

—Es hora del segundo round ¿Están preparados?

El último no hablo optando por el silencio, tal vez era consciente de que los otros dos no habían tenido diálogos en lo que llevaban de historia, como si hubiese sido planeado la zona se aclara revelando en el centro un ataúd bastante conocido para los dos, este ahora estaba cerrado y frente a este se hallaba el arma que alguna vez el hermano mayor uso. Al rededor del ataúd y el arma se posicionaron los conejos listos para atacar, Elizabeth trago saliva al saber lo que aquello significaba, instintivamente P se colocó frente a la fémina dispuesto a protegerla de cualquier amenaza.

—No sé si desconoces sobre el tema, títere, pero nosotros siempre saldamos nuestras deudas —la fémina chasquea la lengua con fastidio— tomaste la vida de nuestro hermano y ha llegado el momento de regresarte el favor.

—¿Saldar deudas dices? —se burla llevando sus manos a su cadera— ¿Quienes fueron los que atacaron primero?

El de la cubeta estuvo a punto de responder cuando se fijó en el rostro de la castaña.

—¿Niña plutócatra? —Pregunta de repente.

¿Plu-que?

—¿Que? —musita la chica enmascarada colocándose en frente del excéntrico— ¿Elizabeth? ¿Todo este tiempo fuiste tú?

La mencionada frunció el ceño ¿Acaso nunca supieron... Qué era ella? El de la bufanda suspiro y Elizabeth ya podía imaginar la cara que tenía en estos momentos.

—Bueno... Tiene sentido que sea ella —murmuro pensativo él de la lanza— por algo iba a verla mucho ¿No crees?

Algo hizo click en la menor.

—¡Oh! No recordaba que ella le gust-

—¡Estamos en medio de algo por si se les olvida! —Interrumpe el conejo con irritación.

Estaba seguro que si no fuera por la tensión del momento la castaña ya estaría burlándose.

»Ya saben que hacer —masculla entre dientes regresando a su posición.

Entendiendo sus palabras la menor bufó molesta y el otro empuñó su lanza, los dos conejos masculinos se encaminaron rodeándo su alrededor mientras que la hermana solo se limito a cruzarse de brazos en señal de fastidio. Algo estaban planeando, apoyándose en el hombro de P la castaña miro brevemente su estoque antes de susurrar:

—¿Necesitas ayuda?

—No.

—Como quieras —acepta sin más y se aleja de él.

Cómo era de esperarse la atención de los otros dos estaba netamente puesta sobre P porque ignoraron completamente a Elizabeth cuando está tomó distancia del títere, internamente la fémina agradeció esto, si los conejos no la consideraban una amenaza P podría luchar sin tener que preocuparse por ella, si antes pudo hacerle frente sin su ayuda podría hacerlo nuevamente aunque ella en el fondo no desease que se enfrentara otra vez a la hermandad del conejo negro, desconocía si P se había visto obligado a enfrentar otros humanos después de esa noche en el distrito Malum, no quería que el muchacho se viera en la necesidad de tener que acabar con sus vidas a pesar de que sabía que no merecían perdón alguno después de haber atacado el hotel.

Alzando su espada el títere miró ambos lados sin perder de vista a ninguno de los conejos, parecía que los dos estaban esperando a que hiciera un movimiento en falso para atacar. Aunque P se haya mostrado algo despistado desde que salieron del hotel era consciente de que no podía darse el lujo de tener un descuido al estarse enfrentando a múltiples adversarios, sobre todo con el de la bufanda roja, conocía la manera de pelear de los otros dos pero con ese no tuvo la oportunidad de luchar.

Apretó la empuñadura de su arma y muerde su labio al sentir otra vez esa sensación molesta en su diestra. Finalmente él que decide dar inició al combate es él más alto balanceando su lanza ágilmente en dirección al títere el cual le bloqueo con su espada, inmediatamente retrocedió unos pasos hacia atrás esquivando el ataque del otro, pronto el ritmo de la pelea fue marcado, el más alto obligaba al títere a defenderse y él de la bufanda al ser más veloz a esquivar, P no tenía oportunidad alguna de contraatacar.

No quería admitirlo pero si hubieran empleado esa metodología la primera vez que se encontraron o peor... los cuatro contra él solo, mostrando esa actitud agresiva la historia habría sido muy diferente pero no por hacer un excelente trabajo en equipo les daría la victoria tan fácilmente.

Para P perder no era una opción.

Activando el escudo de su brazo legión elude la acometida y rápidamente golpea la cubeta en su cabeza con su escudo provocando un sonido estruendoso que desoriento al hermano excéntrico el cual se tambaleó hasta caer de rodillas, Elizabeth celebro internamente al ver que la balanza había cambiado a favor del muchacho.

Al estar seguro que el de la lanza no molestaría por un rato, P se fijó como objetivo eliminar al de la bufanda antes de que el otro regresará. Sus ojos rápidamente buscaron a su contrincante encontrado a este unos metros de distancia, el conejo a diferencia de hace unos minutos no arremetió contra él sino que balanceo su pesada espada un poco como si ese combate no fuera realmente importante, el conejo apunto con su espada al títere y con su mano libre le indico que viniera a por él con un sutil movimiento de sus dedos.

Sin perder el tiempo él de cabello oscuro corre en su dirección y chocan sus espadas iniciando un forcejeo entre ambos, el de la bufanda roja suelta una risa y P frunce el entrecejo sin entender que tiene de gracioso.

—Dime... ¿Te parece bonita? —Murmura y desvían sus armas golpeando estas entre si unas tres veces más— Debes haberte sentido cautivado al ver que alguien ajeno a ese maldito hotel no te rechazo ¿Verdad?

Otro choque y el títere sisea al percibír aquella molestia, en un movimiento algo descuidado arremete con un corte vertical el cual es bloqueado por su contrincante quien se ve obligado a desviar su espada hacia un lado al ser incapaz de superar la fuerza de P. Otra vez realizando ese balanceo con su arma camina a su alrededor.

—Al principio creí que era un chiste de mal gusto pero... Tú me recuerdas a alguien, alguien que no me agrada en absoluto —susurra con aire pensativo— ¿De casualidad tu querido padre no te ha hablado de un tal Carlo?

¿Qué era ese sentimiento? De repente todo a su alrededor se volvió borroso y lo único que pudo pensar fue en aquellas palabras, ese stalker... ¿Conoció al niño del cuadro? El títere aprieta su puño metálico ignorando aquel nudo que se empezaba a formar en su garganta. La castaña entrecerró los ojos confundida, el conejo se mostraba con una actitud provocadora muy diferente a como usualmente suele luchar, su apodo "maniático de batalla" no es por nada, el conejo siempre fue conocido por su desempeño a la hora de pelear, destacando por ser agresivo y denigrar a su contrincante con métodos poco ortodoxos.

¿Que diablos estaba haciendo ahora?

Sus esmeraldas fueron a parar en la figura de la hermana menor quien se mantenía fija en su posición, ni siquiera se molestó en ir a ayudar al excéntrico, solo se quedó ahí. Cómo si hubiera sentido su mirada la cabeza gira su rostro en su dirección y una sonrisa se forma en sus labios al percatarse de ella, caminando con delicadeza la chica se acerca hasta quedar frente a Elizabeth quien retrocede un paso apretando la empuñadura de su arma.

—¿Que quieres? —la otra se cruza de brazos y lleva su dedo índice y pulgar hacia su barbilla con aire pensativo.

—Al principio me pregunté por qué mi hermano te buscaba, no pensé que fueras tú, creí que habías muerto durante el frenesí como todos los demás.

—Me parece ingenuo de tu parte que no fueras capaz de reconocer a quien fue tu compañera durante años —contesta con desdén sin perderla de vista, la coneja se encoge de hombros.

—Nunca te vi con tu uniforme puesto ¿Llegaste siquiera a obtener un nombre? —provoca y la castaña chasquea su lengua.

—¿Llegaste tú a obtener uno? —Responde de la misma forma— solo eres conocida por ser "la hermana menor" no tienes un nombre como los otros.

La mencionada gruño levemente, desenvaino su espadas y apunto una de estas a Elizabeth quien alzo su ceja con diversión antes de empuñar su estoque.

—Te quedas sin argumentos y tú solución es ¿Amenazarme? Ni siquiera lo intentes, ya te gane una vez, dos veces sería humillación.

—Nunca dije que fuéramos a pelear.

De repente siente la presencia de alguien a sus espaldas, no pudo dar ni un solo movimiento cuando el peso de la lanza se apoya en su garganta y su cuerpo es atraído contra él del mas alto. Pronto el filo del sable de la coneja roza contra su nariz y Elizabeth traga saliva maldiciendo mentalmente por no fijarse en el otro hermano.

—Esto es cobarde de su parte, tomarme de rehén es más humillante que perder dos veces.

—Se llama "Solo seguimos órdenes" niña —responde el hombre a sus espaldas— tómalo como un pequeño acto de bondad.

"¿Bondad?" Quiso contestar cínicamente pero prefirió hacer silencio limitándose a observar la pelea entre los otros dos, tal parece que ninguno o por lo menos P no estaba enterado de lo sucedido. No gritaría o haría algo para llamar su atención, Elizabeth no sentía intenciones asesinas por parte de los dos conejos, distraer a P solo entorpecería su combate. Desde hace rato pudo notar que su duelo era pausado y meticuloso, como si cualquiera de los dos esperara a qué el otro hiciera algún movimiento en falso y aprovecharse de ello.

Sin que el jóven se diera cuenta, la mirada del que portaba la bufanda roja se paseo rápidamente a la ubicación de los tres espectadores fijándose en que ya tenían a la castaña. Logrando completar el primer objetivo ataca al títere chocando su espadas resonando por todo el espacio, sin perder tiempo apunta su brazo izquierdo a su rostro y dispara su gancho obligando a P a cubrirse con su escudo, una patada de parte del conejo lo hace retroceder unos cuantos pasos más y su contrincante maldice.

Era más resistente de lo que pensó.

Ambos se enfrascan en un combate más agresivo en el que los dos compiten por ver quién logra herir al otro primero. No pasó mucho tiempo para que la balanza se incline a favor a P, al tener mejor resistencia y destreza que su contrincante, a pesar de estar agotado por todos los sucesos transcurridos en el día y parte de la noche su condición de marioneta le hacia  superior al conejo. Finalmente en un descuido por parte del stalker, P le desarma mandando a volar su arma a unos cuantos metros de distancia, el otro le propina un puñetazo que él títere para con su brazo metálico sujetando su antebrazo en un fuerte agarre que lastima al conejo el cual apoya una rodilla en el suelo incapaz de liberarse del ojiazul.

—¿Que sabes sobre él? —murmura el títere y el humano al principio no sabe a lo que se refiere hasta que lo entiende.

El de la bufanda suelta una carcajada a pesar de que su brazo ya estaba completamente entumecido por la fuerza ejercida por el títere.

—Asi que si puedes hablar... —dice entre dientes a causa del dolor.

—Responde —Insiste colocando el filo de su espada en el cuello de su contrincante aunque este permanece inmutable.

No sentía ninguna clase de temor por el títere.

—Adivina qué —contesta con provocación— No me apetece decírtelo.

Pronto sus azulinos enfocan el explosivo en la mano zurda del stalker y fue cuestión de segundos para que lo soltará. Definitivamente hubiera sido una explosión que le habría causado problemas sino fuera porque antes de que él conejo pudiera hacer nada un fuerte estruendo se hizo presente y con él la llegada del hermano mayor, tal parece que ya no tan muerto, a la acción, el ataúd se hizo completamente pedazos y el hombre sujeto su espada gruñendo con furia.

Su cuerpo se veía más grande, parte de sus ropas estaban rotas revelando piel grisácea, el hombre si es que aún podían llamarlo así se tambaleó como si estuviera desorientado, la castaña trago saliva nerviosa por lo que podría pasar.

—¿Que habeis hecho? —murmuro consternada.

Cómo si algo lo hubiera llamado, el mayor a todos giro su cabeza en dirección a la marioneta. No pasó mucho tiempo para que gruñera y se abalanzó contra el azabache golpeando únicamente el suelo puesto que P retrocedió justo a tiempo, los ataques siguieron uno más veloz que el anterior, no parecia el desempeño de alguien al que le llevo años de entrenamiento pulir su esgrima, sus movimientos eran torpes y bruscos, desesperados... El conejo tenía un único objetivo y era asesinar al muchacho.

— ¡¿Qué estás haciendo?! ¡Yo iba a acabar con él! —vocifero molesto él de la bufanda pero el otro lo ignora.

—Solo déjalo, ese hombre dijo que nuestro hermano no estaría muy contento cuando despertara, deja que se divierta y tome venganza —la coneja sonríe entusiasmada al ver al mayor arremeter contra el títere.

El stalker chasqueo la lengua cruzándose de brazos mientras observaba como su compañera seguía de cerca al mayor no queriendo perderse ningún detalle de la pelea, pronto sus ojos captaron la presencia de la castaña junto al cabeza de cubeta a unos cuantos metros notando la mirada preocupada de la femenina. Un choque de acero contra acero resonó y con un golpe de su escudo la marioneta logro empujar al hermano mayor hasta el suelo en un movimiento brusco, el jóven se apresuro a acabar lo más rápido posible al mayor de todos sin embargo su tarea se vio interrumpida por la coneja quien hizo usó de un arrojadizo eléctrico contra él para mantenerlo alejado, P cayó de rodillas experimentando por primera vez la dolorosa sensación de la corriente a través de su cuerpo, el muchacho suelta un jadeo incapaz de moverse, Elizabeth le llamo preocupada por su bienestar deseando ir con él no obstante el hermano excéntrico se lo impide forcejeando con la castaña para que no escape.

—¡Hermano! ¿Te encuentras bien? —fue a socorrer al mayor— ¿Te hizo daño en alguna parte?

La vista del títere sin posibilidad de moverse se le hizo tentador al de la bufanda, sin perder tiempo se encamino hacia muchacho recogiendo su espada en el proceso. No era lo que hubiera deseado pero tampoco le era desagradable, empuño su espada colocando está en el pecho del títere asumiendo que como las otras marionetas, su fuente de energía estaba ahí.

—¡Ni se te ocurra hacerle algo! —vocifero la castaña con evidente furia— ¡Suéltame! —exige incapaz de liberarse de su captor.

El conejo ignoro sus palabras regresando su atención al títere, notando la clara expresión de dolor en su rostro, ladeó la cabeza interesado por este último hecho.

Si no tuvieran diferencias tal vez le hubiera gustado experimentar un poco con él y saber que tan parecido a un humano puede ser.

—¿Últimas palabras? —pregunta más por diversión que por interés.

Pensó que tal vez su respuesta sería algo relacionado con Geppetto e incluso algo que relacionara a la castaña. El de cabello oscuro frunció el entrecejo cuando sus azulinos se fijan en algo más allá a lo lejos.

—Tu hermana... —le oyó murmurar.

—¿Que...?

Ni siquiera tuvo tiempo de replicar cuando el gruñido por parte del mayor resonó en todo el espacio captando la atención de todos los presentes. Ante sus ojos se presenciaba al hombre sujetando su espada para sacarla del suelo, frente a él estaba la hermana menor tirada en el suelo, la coneja respiraba de manera agitada, se había acercado con el propósito de auxiliar a su hermano cuando esté de repente la atacó, la chica busco colocarse de pie cuando una punzada en su estómago la detuvo, lentamente bajo su mano hacia este y palideció ante la sensación de humedad en su mano.

—¿Que mierda estás haciendo? —mascullo el conejo con evidente molestia— el objetivo está aquí.

El hermano mayor finalmente sacó la espada del suelo alzando esta nuevamente teniendo como objetivo a la menor.

— ¡No, no, no! ¡Soy yo! —vocifera arrastrándose hacia atrás!— ¿¡No me reconoces?! ¡Soy Giulia!

El conejo apretó su puño alrededor de su arma indeciso, tenía al títere en sus manos pero su hermano tal parece había enloquecido, observo de reojo a su otro compañero forcejeando con una histérica Elizabeth haciendo lo posible por mantenerla quieta, maldijo en sus adentros, tenía prioridades y acabar con esto era una de ellas, se dió la vuelta para terminar con su trabajo siendo empujado fuertemente contra el suelo, a su lado paso su contrincante y con pasos veloces se acercó a la cárcasa usando su espada para bloquear el corte que iba dirigido hacia la chica conejo. Tras un fuerte empuje obliga al más grande a retroceder unos cuantos pasos, P observo su brazo legión y siseo al sentir una pequeña corriente de este, su brazo aún no reaccionaba del todo pero funcionando o no, tenía que acabar con su enemigo ahora mismo.

Empuñó su arma y se mantuvo en frente a la coneja en señal de protección, en esto instantes ella ya no presentaba amenaza. Observando lo sucedido Elizabeth mordió sus labios por la inutilidad de los dos masculinos. Harta de toda la situación aprovecha que el cabeza de cubeta está distraído, tras propinarle una patada en la espinilla y un codazo en el estómago el hombre suelta un quejido y finalmente la libera de su agarre.

—¡Oye vuelve aqui! —grita a sus espaldas.

La castaña fue hacia la coneja para ayudarla a colocarse de pie mientras el hermano mayor se encontraba distraído con la marioneta, poco después llegó el de la lanza iniciando una discusión con la de ojos verdes que era imperceptible antes sus oídos ¿Que estaba sucediendo? Todo paso tan rápido para él y le era difícil de creer ¿Porque había salvado a su hermana cuando está misma fue quien le atacó minutos antes? Era la jodida marioneta de Geppetto, no tenía ningun deber de ayudar a nadie y sin embargo... No dudo en hacerlo, chasquea la lengua al recordar las veces que la castaña defendía al títere.

Que ayudara o no a su compañera no cambiaría su opinión sobre él o de Geppetto pero el conejo no le gustaba estar en deuda con nadie y mucho menos aquella marioneta.

Se coloca de pie tomando su sable en el proceso y se encamina hacia el títere de forma apresurada. P esquiva unos cuantos cortes de parte del más grande, una exhalacion escapa de sus labios por el esfuerzo y se ve obligado a correr cuando el conejo mayor arremete contra él, un explosivo se atraviesa entre los dos y activa su escudo justo a tiempo salvandose del daño no obstante, el hombre resulta afectado y deja escapar un alarido por las heridas causadas por la explosión. entre el humo P puede observar al conejo de la bufanda acortar la distancia que los separa, sin titubear redirige su arma hacia él sin perder de vista al más grande, pronto P frunce el ceño al ver que su contricante se posiciona a su lado justo en la mira del conejo mayor.

—Mas vale que si seas aquello que Elizabeth presume porque me estoy jugando mi salida de Krat por dejarle el trabajo a alguien más —masculla malhumorado.

P arruga la nariz en un pequeño gesto de enojo e ignora a su ahora acompañante sintiendo un repentino desagrado por la presencia del conejo. Ni siquiera tuvo tiempo de negarse u opinar algo al respecto cuando los pasos pesados del más grande se aproximan hacia ellos, acompañado de una fuerte ráfaga de viento hace un corte horizontal que ambos esquivan rodeando al mayor. Girando su cabeza a ambos lados sin saber a cual perseguir se decide por seguir al conejo, el mencionado al ver que era su objetivo no dudo en correr y alejarlo lo más que pudiera de los demás, disparo su gancho hacia un muro cercano para impulsarse hasta escalar este arrojando unos cuantos explosivos impactando contra el otro creando una nube de humo a su alrededor desorientando al más grande.

En medio del humo logra visualizar una figura el cual no duda hincarle su arma  colisionando contra un escudo encontrándose con la mirada azulada del títere, un corte en su espalda por parte del conejo le distrae, uno en las piernas de parte del muchacho le hace gruñir, así entre cortes certeros y una ocasional explosión entre ambos se encargan de subyugar a su contrincante. Soltando un gruñido, el conejo mayor lanza cortes aleatorios en el aire, un fuerte golpe en su columna y rodillas le hace perder el equilibrio y cae sobre estás en el suelo, pronto su cuello es rodeado por un brazo metálico en un fuerte agarre que le impide moverse, estira sus manos para alcanzar su arma y un grito desgarrador escapa de sus labios al perder la extremidad manchando el piso con su sangre azulada.

Finalmente entre el humo emerge la figura del conejo de la bufanda y se posiciona frente al que alguna vez fue hermano y líder, chasquea la lengua con clara irritación y sin remordimiento alguno perfora su corazón, el arma atraviesa su cuerpo rozando la ropa del títere con el filo de su arma.

—Estamos a mano—murmura y de un solo movimiento retira su arma.

El cuerpo del mayor deja de responder y sus brazos caen sin vida a sus costados, P afloja su agarre y el cadáver cae al suelo, el azabache da un paso hacia atrás y observa al conejo dirigirse hacia los demás, su mano se dirige al pequeño corte en su ropa y apretó sus labios en una fina línea al ser consciente de que si el otro lo hubiera querido podría haberle herido, eliminando ese pensamiento se encamina junto a los demás donde parecen estar sumergidos en una discusión.

—¿Era necesario? ¿Tienes idea de cuanto nos costó convencer a ese alquimista para que regresará a la vida a nuestro hermano?

—Esa cosa ya no era nuestro hermano ¡Mi hermano nunca intentaría hacernos daño! —chillo la coneja soltando un quejido a causa de su herida.

—¡Pero debía haber otra forma! ¡No tenía que morir!

—¡Si había otra forma, haberlo dicho antes en vez de quedarte de brazos cruzados mientras el títere y yo nos partimos el culo luchando contra ese intento fallido de nuestro hermano! —vocifera el más bajo, harto de escuchar las quejas de su compañero.

—¿¡Quedarme de brazos cruzados?! —repite sus palabras totalmente ofendido— Lo dice el que estuvo a nada de dejar morir a Giulia.

—¡Eso no es...!

—¡Ya basta! —grito la castaña con su paciencia al límite.

Termina de vendar a la mencionada ayudándola a sentarse junto a un muro, asegurada la chica, Elizabeth se coloca pie enfrentando a los dos hombres.

—¡En vez de discutir por quién hizo o no hizo deberían pensar en el bienestar de su hermana! Los dos son culpables porque fueron incapaces de mover sus jodidos culos para ayudarla ¡No he terminado! —alza la voz en cuanto ve las intenciones del otro de interrumpir a su monólogo.

»¿¡Cómo se les ocurre unirse a Simón Manus, alias el probable causante de la petronecrosis?! Luchan a diario con el resultado de sus experimentos y ¿Pensaron que era una buena idea dejar a su hermano a merced de ese lunático?

—Tu te uniste al que causó el frenesí de las marionetas y por si fuera poco te enredaste con su creación, no somos diferentes —replica el de la lanza apuntando está hacia ella en señal de amenaza.

Inmediatamente P empuña su sable dispuesto a atacar de ser necesario.

—Vaya manera de dar gracias —masculla la castaña desenvainando su estoque.

—No creas que por este pequeño incidente nuestras diferencias quedan resueltas, todavía tenemos algo pendiente.

—¡Ya paren! —pide la menor en una súplica— ese hombre nos engaño y le hizo esto a nuestro hermano, tengan algo de respeto por él.

A diferencia de los demás, la única que parecía preocuparse por su antiguo compañero y lo más cercano a una familia era la coneja, observando esto la castaña suspiro y bajo su estoque guardando este su funda enfocándose ahora en su acompañante.

—No vale la pena seguir con esto, vámonos.

P dudó pero al final cedió bajando su arma, sin quitarle la vista a los otros ambos se retiran buscando la salida de la fosa para continuar.

—Si están buscando el submarino lo encontrarán avanzando por el túnel pendiente arriba —avisa el conejo de bufanda roja quien permaneció en silencio hasta ahora— Dale saludos de nuestra parte a Manus —dice está vez dirigiéndose al muchacho.

P lo mira por unos instantes para luego asentir y continuar su camino junto a la castaña.

—¿Te encuentras bien? —pregunta una vez estan completamente solos— ¿Te has lastimado algo? Tu piel se ve algo lastimada— El títere niega sintiendo las manos de la castaña acariciar su rostro.

Su brazo el cual fue el más afectado ahora se encontraba en mejor funcionamiento pero la herida en su diestra ardía, era una sensación bastante molesta que llevaba rato ignorando y P estaba seguro de que si no fuera por el guante, Elizabeth podría ver las vendas ensangrentada de su mano, necesitaba revisar pero esperaría a estar a solas para hacerlo, no quería preocupar a la fémina.

—Siento no haber sido ayuda, creo que... Si fuéramos peleado juntos desde un principio...

—Yo fui quien se negó al principio, esto... Solo es el resultado.

—Aun así... Me hubiera gustado ser más de ayuda —sus dedos acarician su brazo herido.

Siguiendo las indicaciones del conejo se adentran por el túnel en completo silencio, al cabo de unos minutos se puede visualizar a lo lejos un especie de muelle con mejor iluminación de la que había en la fosa, a lo lejos pueden observar una figura caminar de un lado a otro, la castaña aprieta sus puños al reconocer al sabueso, el hombre murmuraba palabras imperceptibles ante sus oídos mostrando evidente preocupación, pronto el stalker detiene sus movimientos abruptamente al ser consciente de la presencia de los otros.

—¡Oh! Q-Que casualidad V-Verlos por aquí.

El azabache contuvo la respiración y apretó su mandíbula ante el descaro del sabueso, el hombre había traicionado a todos colocando en riesgo a los otros habitantes del hotel y ¿Tenía las agallas de fingir que nada paso? En su mente no cabe la idea de como alguien podía hacer algo tan rastrero y poco humano para salvar su propio pellejo.

Era repugnante ante sus ojos.

Elizabeth chasqueo la lengua y dio un paso más cuando sintió el agarre de P sobre su hombro antes de dirigirse al sabueso, el stalker al notar esto retrocede con pasos torpes.

—¡Me rindo! ¡Me rindo! ¡Pero no me mates!

Sus dedos mecánicos se clavan en su cuello arrugando parte de su máscara y ropa, alza su cuerpo en el aire y estrella este contra el muro, Alidoro suelta un quejido y lleva sus manos hacia el brazo legión de P en un intento fallido de librarse de su agarre, Elizabeth traga saliva nerviosa e inconscientemente lleva sus manos hacia su propio cuello.

—Habla ahora —masculla en un tono de voz más grave y amenazante.

—¡T-Todo tiene una explicación! Aunque honestamente no creí que le darías una paliza a los conejos, eso habla muy bien de ti ¿sabes?

El títere reafirma su agarre en su garganta y el sabueso golpea su brazo soltando un pequeño grito poco masculino al percibír la dureza de este.

»Vienes buscando a Geppetto ¿Verdad? El zorro y el gato lo tienen, hay otro submarino, llévatelo si quieres ¡Yo no lo necesito! Así que es todo tuyo.

—Aun no has terminado —habla la única mujer cruzándose de brazos en la espera de una respuesta de parte del stalker.

—Es por la chica ¿Verdad? —Inquiere optando por desviar su atención y no tener que mirar al títere— Está bien, si, no soy Alidoro, no el real, fuimos compañeros y vaya que lo admiraba pero tuvimos nuestras diferencias y ya imaginarás lo que sucedió.

—¿Mataste a Alidoro?

—Escucha honestamente me importa poco lo que le suceda a la gente del hotel —esquiva la pregunta— Manus nos ofreció escapar de este infierno y no dude en tomar la oportunidad, lo siento pero mi bienestar siempre estará por encima de los demás, tú sabes perfectamente de lo que hablo —esta vez se dirige a la castaña— no somos diferentes.

La mencionada baja la mirada incapaz de replicar porque al fin y al cabo, tenía razón, en otro tiempo ella hubiera hecho lo mismo.

—Te equívocas —murmura el azabache.

P libera al hombre y este cae abruptamente contra el suelo, el enmascarado acaricia su cuello adolorido y sin pensarlo se aleja de la marioneta y la humana.

»Tu prefieres huir y traicionar a los tuyos, ella decidió quedarse y enmendar sus errores a pesar de sus actos en el pasado, no te compares con ella.

La castaña alzo la mirada, desde que se conocen nunca había tenido la oportunidad de saber que era lo que el jóven opinaba sobre ella, era realmente difícil saber lo que pasaba por su mente y saber que así era como él la veía le otorgaba una caricia a su corazón y una sensación de calidez bastante alentador.

El sabueso resopló.

—Felicidades, traicionar también es de humanos —farfulla tomando distancia.

El falso Alidoro busca tomar su propia arma cuando la espada del títere se atraviesa en su camino rozando la tela de su ropa con el filo del acero, el hombre alza sus manos en señal de rendición.

—Ya se que no debes estar contento ¿Si? ¡Si me dejas ir prometo que no volveré a defraudarte!

Casi parecía un chiste de mal gusto.

—¡Oh tal vez podríamos llegar a un acuerdo! —Ofrece a cambio sintiendo el filo apoyarse en su garganta— ¡Tú solo ordena y yo seré todo oídos!

—No, no hay un acuerdo —finalmente habla cansando de escuchar toda la palabrería del hombre— Vas a regresar por dónde viniste y si te vuelvo a ver no sere compasivo.

Simples palabras pero que el sabueso entiende perfectamente, el muchacho retira su arma dejándolo libre retirándose siendo acompañado por la castaña quien le dedicó una mirada despectiva antes de darle la espalda, su mano inconscientemente se dirige a dónde segundos antes estuvo el arma, observa la palma de esta misma notando la pequeña mancha de sangre y aprieta su puño antes de tomar su arma y buscar una salida prefiriendo no tentar más al destino.

Elizabeth arruga la nariz al ver al stalker retirarse y respira profundamente deseando que esto haya sido lo último de la noche, a pesar de hacer la función principal de acompañar estaba agotada y ya su cuerpo le pedía urgentemente descansar. No creyó que P resolviera por su propia cuenta el problema... No de una forma que incluyera diálogos realmente pero no tenía quejas.

Aunque no le hubiera molestado que acabará con la vida del hombre.

Sacudió la cabeza, ni ella misma hubiera sido capaz de tomar su vida, mucho menos P quien poco o nada le gustaba la idea matar a menos que fuera estrictamente necesario y en este caso no lo era. Acercándose al muelle el jóven se dirige inmediatamente a la palanca y tira de este activando su funcionamiento, la femina observa a su alrededor esperando que pase algo pero con el pasar de los minutos nada sucedió.

—¿Estás seguro que...?

Del agua emerge un submarino con un movimiento brusco que provoca que el agua salpique a los alrededores mojando un poco a los únicos presentes. Apoyando sus manos en los hombros del títere Elizabeth, quien tan pronto escucho el sonido se escondió detrás de P, se asoma mirando incrédula el submarino de aspecto curioso.

—Definitivamente esto es obra de Venigni.

Ambos avanzan hasta la orilla y la lámpara brilla momentáneamente haciendo sonidos como si se estuviera aclarando la garganta.

—¡Admiren! ¡Desde las profundidades del océano finalmente está aquí junto a nosotros! ¡Pistris, el submarino! Una de las más grandes e ingeniosas creaciones del Gran Lorenzini Venigni!

P observo el gran vehículo marino y apretó sus puños levemente sabiendo lo que aquello significaba, su torso se gira en dirección a su acompañante quien observaba con algo de recelo al pez metálico.

—Tengo una duda ¿Sabes manejar un submarino?

No, pero tampoco sabe usar la espada y mucho menos tocar el piano, el jóven resolvería.

—A partir de aquí iré yo solo —No era un aviso, era una orden silenciosa.

—Si, si, es muy peligroso —dice desinteresada— ya lo sé, solo quería acompañarte además... Quiero mirar un par de cosas por acá —esconde sus manos detrás de su espalda— ¡Será solo un momento! —Asegura al ver la expresión de disgusto del menor.

Dando un paso más, la castaña extiende su brazo rozando la mejilla del muchacho en un intento de calmar su preocupación.

»Estare bien...

—Tu también eres una mentirosa —refuta el azabache— siempre que estás sola haces actos imprudentes.

¿Eso era un reproche? La chica muerde su labio reprimiendo una sonrisa, se le hacía gracioso y tierno, era la primera vez que P le   recrimina por sus puede que si, su muy irresponsables decisiones.

—Eso no es cierto —responde queriendo molestarlo.

—En realidad, contando la vez de calle Rosa Isabelle, la otra vez que se escapó del hotel sin dar aviso alguno y el hecho que de casi pierde la vida hoy, habla muy mal de usted señorita —opina Gemini en un momento para nada conveniente.

—Chismoso —le replica la femenina antes de prestar atención al azabache— Puede que las últimas veces no haya tenido mucha suerte pero prometo ser cuidadosa ¿Si? ¿Vas a desconfiar de la palabra de una señorita tan linda como yo? Me ofendes.

El menor suspira y atrae el cuerpo de su acompañante rodeándo su cintura con sus brazos en un agarre bastante confortante para ambos, Elizabeth cierra sus ojos apoyando su cabeza en su hombro.

—Si se vuelve peligroso regresa al hotel inmediatamente —acepta finalmente y ella sonríe victoriosa.

—¿Ves? no te puedes resistir a mis encantos —musita separándose— Ahora anda, ve y trae al anciano de tu padre, ya falta poco para que todo esté martirio acabe.

El muchacho esperaba que fuera así.

Asintiendo silenciosamente el jóven mira por última vez a su compañera antes de ir al gran pez de metal escuchando de fondo a Gemini preguntar “¿Sabes siquiera como manejar un submarino?" Elizabeth alza su mano despidiéndose presenciando como a los minutos el vehículo marino se sumerge nuevamente en el agua, una vez que ya no están a la vista la sonrisa en su rostro desaparece, se da la vuelta y se encamina de regreso hacia la fosa con la esperanza de que los conejos no andén muy lejos.

P haría el trabajo pesado de ir a rescatar al viejo decrépito de su padre y probablemente enfrentarse a más de una cosa que le supere en tamaño, ella por su parte se encargaría de resolver otro asunto pendiente, horas atrás habían mencionado que los tomaron desprevenidos porque los stalker no entraron por la entrada principal sino por el pasadizo detrás del cuadro, el cual solo podía ser abierto del otro lado.

Su sueño embellecedor podía esperar, ahora mismo tenía asunto más importante que resolver.




No tienen idea de cuanto sufrí escribiendo este capítulo y la cantidad de veces que edite y borre una gran cantidad de escenas.

Mi ser humano me decía que este capítulo tenía que ser serio y ahí iba yo y escribía una pendejada que quedaba muy buena pero no acordé al entorno unu.

9000 palabras y un poco más Bv.

Mi meme más personal.

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