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Gustos






-Yo no necesito dormír -explico confundido el pelinegro observandole desde su sitio.

-¿Seguro? Tienes toda la apariencia de que en cualquier momento caerás en la inconsciencia -afirmo la castaña secando su cabello con una toalla.

Finalmente había podido tomar un baño y cuánto lo agradecía, después del incómodo momento con el hombre ambos subieron a su habitación, le pidió a P que la acompañará un rato antes de irse a dormir, el niño estaba sentado en un sillon a un lado de su cama sosteniendo a Gemini en sus manos el cual no habia pronunciado palabra alguna hace rato.

"Puede que este apagado" le explico cuando le pregunto por ello.

Se había colocado un vestido suelto que fuera lo suficientemente cómodo para dormir ya que, ni loca se pondría un camisón teniendo al pelinegro en su habitación, podría ser un títere pero seguía siendo un chico. Tras secar su cabello dejo la toalla en el baño y cerró la puerta seguido de ir hacia su cama recostandose contral el colchón y palmeo el espacio libre a su lado indicandole con ese gesto a su acompañante que se uniera a ella. P miro el espacio y luego a ella sintiéndose dudoso sobre si debería hacerlo o no ¿Estaba bien que hiciera aquello? Gemini le había explicado muchas veces sobre respetar la privacidad de los demás pero ella lo estaba invitando ¿No? Se sentó junto a la fémina quitándose su abrigo para luego dejarlo sobre el espaldar del sillón y a Gemini sobre la mesita de noche continuando con sus zapatos para así acostarse en el lado libre de la cama, miro a su izquierda encontrándose con los ojos verdes de Elizabeth fijándose en estos.

Se había dado cuenta que solía usar una máscara cuando salía al exterior pero dentro del hotel se despojaba de esta sin ningún problema.

-¿Porque la usas? -pregunto inconscientemente- la máscara... -aclaro al darse cuenta de su confusión- ¿Por qué la usas?

Elizabeth le miro unos segundos antes de mirar al techo colocando sus manos sobre su vientre y cruzó sus piernas buscando comodidad pensando en que decirle. Nunca nadie le había preguntado aquello y ella tampoco consideraba que fuera una historia realmente interesante de contar, para ella era algo sosa y aburrida.

-Yo... Yo iba a ser uno de ellos, un stalker -comenzo con su relato- vengo de una familia adinerada por lo que desde temprana edad mis padres me criaron para ser una señorita, y como cualquier señorita de mi edad, querían casarme con un hombre mayor, más que todo porque les interesaban los beneficios que se obtendría del matrimonio -explica y luego niega sonriendo- por supuesto que no quise ese destino ¡Ugh! Claro que no, yo era muy jóven y linda y ese señor todo un vejestorio, no iba a arruinar mi vida atada a un hombre por lo que me aliste para ser una stalker, al principio lo hice para hacer molestar a mis padres pero después le tome gusto al ofició y decidí continuar, yo iba a pertenecer a los bastardos, asi como la dama blanca o Red Fox.

Elizabeth guardo silencio bajo la mirada curiosa de su compañero, la fémina recordó aquellos momentos de su entrenamiento, el recelo de sus padres ante la idea de tener a una hija stalker, ella abandonado su hogar optando por buscar una vida mejor y finalmente aquel fatídico día.

Datos innecesarios que no se molestaría en revelar.

»Al final no pude serlo, justo en mi primer día sucedió el frenesí de marionetas y todo se vino abajo pero aún así, continuo usando la mascara como un recuerdo de quien pude ser, maldita sea, ni siquiera pude obtener un nombre -finalizo soltando un suspiro antes de observar nuevamente a P - Que mala suerte ¿No crees? Desde entonces vago por las calles siendo una sobreviviente más.

Había algo que ella no mencionó pero de lo que P se percató, abandono su hogar para unirse a los stalkers no obstante, esto no se pudo debido al frenesí. Se podría decir que ahora que con las marionetas y los monstruos sueltos en las calles las personas estaban obligadas a mantenerse en cuarentena todavía pero cuando todo pasará y el mundo volviera a la normalidad ¿Que sería de ella? Los stalkers no eran muy queridos en estos días, estaba seguro de que sería difícil adaptarse de nuevo a la vida cotidiana de la ciudad.

-¿Que hay de tí? -pregunto dirigiéndo su atención ahora al pelinegro.

Confundido se señalo a si mismo preguntando con la mirada "¿Es a mi?" a lo que Elizabeth alzo una ceja divertida, acostándose de lado, descansando su barbilla en su mano.

-¿Ves a alguien más a parte de nosotros dos en esta habitación? -P señalo a Gemini- te estoy preguntando a ti, tonto.

Lentamente bajo la mano dejándola descansar sobre la tela del colchón sin saber que responder ¿De él? ¿Había algo que pudiera contar de él? Miro hacia al techo como lo había hecho su acompañante pensando en una respuesta, realmente no había mucho que pudiera contar sobre si mismo, él era un títere, creado con un propósito, a duras penas había transcurrido algo de tiempo desde que había despertado y desde entonces solo había luchado contra marionetas y monstruos sin descanso.

No había nada interesante que pudiera decir, a diferencia de los demás él no tenía algún pasado o recuerdo de la niñez como los tienen los humanos.

-No hay nada -respondio finalmente- yo no tengo... algo que contar.

-¿Nada? ¿Estás seguro? -insinua acercándose un poco más el jóven- ¿Vas a decirme que la gran marioneta de Geppetto no tiene nada que contar?

Ese era el problema, P solo era recordado por ser eso, la creación de su padre. Elizabeth cerró sus ojos tarareando el ritmo de alguna canción pensando sobre que podrían conversar y justo en su mente algo hizo click al ocurrirsele algo.

»Ok... no hablaremos de eso-acepto rindiendose aparentemente- ¿Cuántos años tienes? -pregunta a cambio a lo que P alza un dedo- ¿un que? ¿Una década? ¿Un año? ¡¿Tienes un año?!

-Mes... -susurro sintiéndose algo incómodo por la expresión que mostró su acompañante.

Elizabeth se sintió desfallecer ¡Era un niño! Un niño en el cuerpo de un jóven adulto demasiado atractivo para su gusto. Se vio a si misma presa por unos instantes recordando las muchas veces que le había coqueteado a P a modo de broma y la mirada de inocencia genuina de este al no entender sus juegos.

"Todo tiene sentido ahora" pensó para si misma, pero no sé rendiría en su labor, el chico misteriosamente estaba mas conversador de lo que nunca ha estado por lo que aprovecharia esta oportunidad al maximo.

-Bien, un mes -continuo después de haberse recuperado ignorando la expresión extrañada de su amigo- debes haber aprendido cosas nuevas ¿Hay algo que te guste en particular?

¿Algo que le guste? P frunció el entrecejo y una sonrisa juguetona se formó en los labios de la castaña al verle, por supuesto que habia algo que le gustaba, ella ya tenia conocimiento de una que otra cosa pero sabia que había más.

-Spring -hablo soltando lo primero que se le vino a la mente- es lindo... pero no me quiere -murmuro abatido por ese último hecho.

La gata lo odiaba, cada vez que P intentaba acercarse a la felino este huía de su presencia o buscaba morderle o rasguñar su piel lastimando el pobre corazón del niño.

Él solo quería acariciar a la gatita.

-Te gustaron los dulces del otro día ¿No? Añadelo a la lista-menciono inmediatamente al ver el semblante melancólico que se formo repentinamente a su alrededor tras nombrar a la gata de Eugenie y el jóven asintió- ¿Otra cosa? Leer, escuchar música -conto con sus dedos.

-Bailar -añadio- es como pelear... pero sin violencia -Elizabeth le dió la razón.

-Se te da bien -halago- podrías dedicarte a eso cuando todo esto termine -sugiere divertida y el pelinegro negó- ¿No? ¿En serio? ¿Acaso te da vergüenza? -inquiere jocosa tocando sus mejillas de forma juguetona- mentirosillo, sé que te gusta, lo he visto en tus ojos.

P trato de tomar sus manos queriendo alejarlas de su rostro y Elizabeth por su parte quería seguir molestando al chico, cada vez que esté alejaba sus manos ella volvia a posicionarla en sus mejillas dándole pellizcos leves de esos que suelen dar las abuelitas llevándolos a ambos a forcejear por el control, la castaña solto una risa porque sabía que el pelinegro no la habia sometido porque no había querido hacerlo.

¡Ups! Hablo muy pronto.

La fémina soltó un jadeo repentino, su cuerpo estaba tumbado contra la cama y sus manos inmovilizadas a ambos lados de su cabeza siendo sostenidas por las de P quien estaba arriba con sus piernas a ambos lados de su cuerpo, no la estaba tocando pero estaba segura que desde otra perspectiva se veria de otra forma, Elizabeth alzo una ceja sonriendo ladina utilizando todo de si para no soltar algún comentario al respecto recordandose que no debía corromper la inocencia del chico pero era tan difícil...

-No sabía que tenías esas preferencias -insinuo con tono meloso- la próxima vez avisa para prepararme bien.

Al menos lo intento.

Pronto soltó sus manos dejando libre las de ella y el pelinegro negó resoplando para luego sonreír algo atónito por la reacción de la fémina pero lejos de sentirse disgustado le gustaba estar así con ella, pensando en que otras cosas eran de su agrado, se dejó caer hacia un lado llevando a la castaña consigo y solo se acercó un poco más queriendo admirar más de cerca su rostro, le gustaban bastantes cosas, le gustaban las historias de Lady Antonia, los consejos de Sophia, la amabilidad de Eugenie, lo divertido que era Venigni, la amistad de Gemini y los cuidados de su padre, muchas cosas eran de su agrado pero hay algo que habia descubierto que realmente le gustaba mucho. Otro movimiento más y sus brazos rodearon el cuerpo de la chica disfrutando de su cercanía. Elizabeth inconscientemente llevo su mano hacia la mejilla de P, propinandole una caricia está vez sintiendo la suavidad de esta, sus ojos azules la mantenían en un estado hipnotico del cual se le hacia difícil salir, a diferencia de hace rato, ahora resplandecían preguntándose como era eso posible, un poquito más y se tenían frente al otro, mirándose fijamente, esmeraldas contra zafiros.

-Me gusta estar así... contigo -confeso en un susurro tan bajo que para cualquier otro hubiera sido imposible de percibir- me agrada mucho tu compañía.

Elizabeth guardo silencio sintiendo un caos desatarse en su interior y su respiración acelerarse, viniendo a su mente la conversación que tuvo con el de máscara de conejo hace unos días queriendo burlarse de ella descaradamente por haber querido ignorar aquellos pensamientos que invadieron su cabeza desde el dia que fueron a la calle Rosa Isabelle, constantemente se debe recordar que P es una marioneta, que no deberia sentir ni actuar como un humano, sin embargo a medida que pasa el tiempo le cuesta mucho verlo de esa forma olvidando por momentos lo que verdaderamente es, una ligera sensación de remordimiento le aturde y muerde sus labios sintiendo un nudo formarse en su garganta queriendo reprimir sus palabras hasta hacerlos sangrar atrapando la atención del pelinegro quien miro estos asustado por el líquido rojizo, unos centímetros más y sus narices se rozaron entre si cuando el joven alzo su mano y limpio la sangre con sus dedos con suave caricia que terminó con acabar con la castaña y tras dudar uno segundos finalmente pregunto:

-¿Crees que una marioneta y un humano puedan estar juntos?




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