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Errores








El niño parecía un perrito mojado mirándola a unos metros de distancia con esos ojos azules que le provocaban cosquilleos molestos en su interior. Elizabeth volteo la mirada ignorando la del títere siguiendo en su tarea de tomar su café mañanero escuchando las risas de sus acompañantes.

-¿Que le has dicho al niño? Parece un pobre cachorro abandonado bajo la lluvia -comparo Venigni dándole un sorbo a su té.

-¡Hmp! no le he hecho nada, solo está sufriendo las consecuencias de sus actos -señalo molesta.

-Eso le sucede por ser un tonto testarudo que no escucha a los demás y hace lo que se le venga en gana -protesto Gemini desde su lámpara la cual estaba sobre la mesa.

El problema era con el jóven, no con el grillo ¿Ok?

P frunció el ceño mirando como su amigo lo traicionaba vilmente, casi parecía que el grillo se estaba desquitando por todas las veces que el chico había ignorado deliberadamente sus consejos.

Tres días habían transcurrido desde el incómodo encuentro entre ambos y desde entonces la castaña rechazaba cualquier intento de cercanía por parte del títere, reaccionando de forma agresiva en ocasiones, ahora podían estar en una misma habitación antes ni siquiera eso le permitia la fémina demostrándole al pelinegro que cuando de ignorar se trataba, ella podia ser muy buena en ello.

Tal vez si debió hacerle caso a Gemini cuando le dijo que sería una mala idea tomar distancia de la chica. El chico se sentía culpable por sus actos, él había creído inocentemente que si tomaba distancia de la fémina, está estaria a salvo de los distintos peligros de Krat, que equivocado estaba cuando pensó que eso evitaria que la castaña se metiera en problemas cuando regreso al hotel y lo primero que escucho fue que está habia desaparecido sin dejar rastro alguno.

Ese día P sintió el verdadero terror.

La busco desesperadamente por las calles de la ciudad temiendo por lo que pudiera pasarle sabiendo que la fémina todavía estaba herida, ni siquiera la encontraba por los lugares que sabía que ella solia frecuentar, ese día, al regresar con un semblante de derrota el pelinegro entendío que de nada serviría alejar a Elizabeth de sus misiones porque el peligro estaba en todas partes, la de ojos verdes se veria en riesgo constantemente aunque no estuviera con él.

Pronto la hora del desayuno termino, pasando de su presencia como viene haciendo en los últimos días, la castaña se fue directo al patio a practicar sus habilidades, Venigni se acercó a él revolviendo su cabello hasta dejarlo desordenado por lo que el hombre río.

-¿Quieres contarle a tu tío Venigni que travesura has hecho está vez?














...

-uh, ahora comprendo a la señorita -Murmuro el hombre acariciando su barbilla pensativo.

-¡¿Verdad que si?! -chillo Gemini dándole la razón.

El niño bajo la mirada en señal de derrota, Gemini le había contado a Venigni el motivo del porque ahora la castaña no lo queria cerca y por lo que veía, no tendría solución pronto. P siempre es felicitado por ser un chico bueno pero en estos momentos no se sentía como uno, si lo fuera tal vez la de ojos verdes no estaría molesta con él.

Se sentía triste, no quería que Elizabeth dejara de ser su amiga.

Movió sus pies de un lado a otro escuchando a los otros dos conversar, junto sus manos sobre su regazo jugando con estas mirando las diferencias entre cada una, su mano mecánica era áspera y fría, no le gustaba la sensación al tacto, la derecha por el contrario era suave y delicada, fria igualmente ya que, no producía ese calor característico que tenian los humanos, se enfoco en sus dedos, rozando uno con los otros, recordó ese fatídico día y la sensación del cuero del guante que portaba Elizabeth en esos momentos que bailaron, recuerda haber sentido curiosidad por como se sentiria el toque de piel con piel, y si la de ella sería tan suave como aparentaba ser ante sus ojos.

Sacudió la cabeza desechando esos pensamientos sintiendo sus resortes moverse en su interior junto a un suave susurro casi imperceptible para los demás, debe regresar a la realidad.

De nada le sirve tener pensamientos extraños.

-Bueno mi querido amigo, tienes suerte que de que así como soy un experto en inventos, también lo soy en relaciones sociales -comento acomodando sus gafas con su dedo índice y medio- Lo único que tienes que hacer es darle algún obsequio y ¡Boom! Chica contenta, problema resuelto, créeme, sé de lo que hablo.

-¡Excelente idea, maestro Venigni! -halago Gemini a lo que el mencionado río.

-Por supuesto que lo es.

P lo miro asombrado ¿Así de fácil? Si le daba un obsequio a la castaña ¿Está querria volver a ser su amiga? Se colocó de pie retomando sus ánimos y tras darle un abrazo de agradecimiento que dejo al hombre sin aliento, literalmente, se fue corriendo en la búsqueda de aquel obsequio, a un par de metros los observaba Eugenie desde su puesto y nego para sus adentros haciéndose una idea de lo que sucedería pronto.

-Pobre chico -susurro sintiendo lastima por el títere.

























...

Elizabeth se cruzó de brazos mirando de arriba abajo la montaña de objetos que estaban frente a ella, pudo vislumbrar unas cuantas cosas pero no sé molesto en mirar mucho, en cambio miro al joven a un lado, se mantenia en una posición algo timida, con sus manos entrelazadas sin embargo, la observaba fijamente esperando pacientemente por algo, la fémina juraba que sus ojos incluso brillaban de expectativa.

Oh, era tan adorable.

La castaña se giró momentáneamente mordiendo su mano queriendo ignorar ese pensamiento y tras recuperar la compostura observó nuevamente a P.

-¿Crees que puedes recuperar mi amistad con objetos de mi agrado? -el chico asintió sin duda alguna.

Vaya que el jóven no conocía lo que era el pudor.

»¿Quieres que te diga algo? -nuevamente afirmó- No puedes comprar la amistad de alguien así que mejor vete dando la vuelta y regresando por dónde viniste hasta que tengas la solución a tus problemas -finalizo dándose la vuelta para luego seguir entrenando dejando al chico solo y sobre todo, confundido.

¿Cómo que no se podía comprar la amistad? Si Red Fox y Black Cat habían aceptado ser sus amigos a cambio del fruto del árbol de monedas.

P frunció el entrecejo, como suele hacer normalmente cuando no entiende algo y miro al suelo sintiendo todo su ánimo venirse abajo e inconscientemente abulto su labio inferior experimentando la frustración. La idea de Venigni no había funcionado, P se preguntaba ¿como era eso posible? Si Venigni lo sabía todo, se dió la vuelta caminando con pasos perezosos hacia el interior del hotel, si ella no deseaba su presencia en aquel lugar a P no le quedaba más remedio que respetar su decisión, al pasar por el pasillo característico llamo la atención del hombre quien quiso hablar con él niño al ver su estado tan decaído siendo detenido por Eugenie, la cual le hizo un gesto de que guardara silencio. El chico llegó hasta el toca discos mirando este unos minutos antes de colocar a sonar uno de los tantos vinilos que traía de sus expediciones y pronto comenzó a sonar un ritmo melancólico de este, se sentó en el suelo llevando sus rodillas hacia su pecho y se dedicó únicamente a escuchar las melodías de la canción.

-¿Te sientes bien? -pregunto el grillo a lo que P afirmó- ¿Eso fue una mentira? -nuevamente asintió- Mmh, tal vez no siempre podrás llevarte bien con todos, colega, un ejemplo de ello son los stalkers a los que te has enfrentado.

"Asesinado, habrás querido decir" pensó el pelinegro a sus adentros.

El muchacho siempre trata de ser amigable con todos por el motivó de que no desea tener que hacerles daño a causa de sus diferencias, muchos de los stalkers a los que se enfrento se mostraban renuentes a querer hablar con él prefieriendo atacar sin darle oportunidad de explicarse obligando a P a tener que defenderse teniendo como resultado tener que regresar muchas veces con las manos manchadas de sangre causándole una sensación desagradable en su interior, por lo que cada vez que se encontraba con alguien mentía y se hacía pasar por un humano para evitarse peleas innecesarias ya que, tal parecía que ese era su problema.

Era una marioneta y por eso lo rechazaban, porque le tenían miedo y rencor.

Por ese motivo apreciaba a los habitantes del hotel, a Giangio, a Elizabeth, a Red Fox y Black Cat, porque todos ellos lo aceptaban por lo que era y P no se veía obligado a tener que fingir ser algo que no es. La canción se detuvo repentinamente devolviendo al títere a la realidad, poco después cambio el disco regresando a su posición inicial y jugó nuevamente con sus manos como suele hacer a veces, entendiendo finalmente que tal vez, haber alejado a la castaña sin explicación alguna pudo haber herido sus sentimientos, tal y como él se sintió al recibir su rechazo.

Ahora entendía porque no quería hablar con él.































...

La marioneta cayó inerte en el suelo volviendo poco después a funcionar alzándose frente a la castaña dispuesto a seguir luchando, Elizabeth respiraba con pesadez, sus hombros subiendo y bajando con cada inhalada que daba, se sorprendió por la resistencia de esta.

-Si que eres duro de matar -comento asombrada.

Guardo su espada en su funda decidiendo que por ese día no continuaría más, había estado la mayoría del día dedicándose a entrenar y a recuperar movilidad, la chica no deseaba descuidar su condición física pero necesitaba un baño con urgencia. A pesar de que la herida siguiera, está ya no le causaban tantos problemas, solo era cuestión de días para finalmente poder retirar las suturas y con ello, irse del hotel. Camino de regreso encontrándose con la acumulación de obsequios por parte del pelinegro y Elizabeth resopló incrédula al ver que las cosas seguían ahí ¿Realmente el niño se había tomado la tarea de buscar todo eso con tal de obtener el perdón de ella? Le parecía inaudito, se posicionó al lado mirando de reojo con algo de recelo las cosas dudando sobre si ver o no pero la curiosidad le estaba matando, pronto suspiro.

-Bueno... lo que se regala no se quita -se dijo a si misma queriendo darse una explicación del porque el chico no se había llevado los objetos.

Con algo de cautela se acercó y reviso con parsimonia los distintos objetos que habían allí, encontrándose con cajas llenas de lazos para cabello, máscaras de distintos diseños y colores, pañuelos de diferentes tonalidades, observó una caja llena de dulces y abrió sus ojos más de lo común al ver el objeto metálico escondidos entre las cajas.

¿Eso era un rifle? ¿De dónde lo había sacado?

La castaña reprimió una risa, negando esbozó una sonrisa, parecían obsequios aleatorios pero todos eran objetos que el muchacho le había visto usar con frecuencia.

-No creí que se fijará en esa clase de detalles.

Colocó todo en su lugar adentrándose al hotel, paso por los puestos de Eugenie y Venigni, estando estos vacíos en esos momentos debido a que probablemente ya se habían retirado a sus habitaciones, notó a lo lejos al títere sentado frente al toca disco, desde esa distancia podia escuchar la suave melodía que este transmitía dando una sensación de calma en el hotel, Elizabeth se recargo en el muro cruzandose de brazos dedicandose únicamente a mirarlo. La lámpara en la que solía estar Gemini se encontraba reposando junto al astrónomo por lo que el chico estaba completamente solo, sus brazos rodeaban sus piernas moviéndose sus dedos al ritmo de la música como si estuviesen tocando algún instrumento, se veía tan apacible desde su sitio que la chica se pregunto cuantas veces P había tenido la oportunidad de poder descansar plenamente de sus responsabilidades. Por lo que había oído, el niño habia despertado teniendo que luchar desde el primer momento contra las marionetas e ir cumpliendo las misiones establecidas por su padre sin tener derecho a descanso alguno.

Sabía que P no necesitaba descansar por su condición de marioneta sin embargo, sonaba algo muy inhumano enviar al niño a hacer aquello que los adultos no pueden. Por lo que Elizabeth apostaba a que los momentos de tranquilidad eran escasos en lo poco que llevaba de vida. Mordió su labio y suspiró sintiendo la culpabilidad apoderarse de su cuerpo dándose cuenta de que tal vez era un poco tonto molestarse con el chico por lo sucedido. P era un títere, que había despertado en medio del desastre sin la oportunidad de siquiera comprender que diablos estaba sucediendo a su alrededor teniendo como única enseñanza de parte de su padre que tenía que vencer al rey de las marionetas para salvar la ciudad viéndose obligado muchas veces a hacer cosas que no quería, entre ellas, matar, por lo que era muy comprensible que el chico apenas y pudiera comprender las emociones que iba experimentando sobre la marcha a falta de interés de su padre y sobre todo, cometiendo errores.

Era solo un niño perdido en medio del caos.

A pasos lentos reanudó su caminar acercandose al pelinegro y colocó su zurda sobre su hombro llamando la atención de P quien por su mirada, supo que no se esperaba para nada que ella se le acercará y tras retirar su mano unos centímetros, le extendio la misma en señal de invitación para que la acompañará.

-Levantate, vamos a bailar.

El sonido de la canción envolvía el gran salón siendo acompañado por los sutiles ruidos que producían sus zapatos contra el suelo. Las luces habían sido apagadas siendo la iluminación tenue del astrónomo lo único que alumbraba vagamente el lugar, el joven le dió una vuelta castaña y nuevamente retomaron el ritmo de la música. Durante todo el rato que llevaban se habían mantenido en silencio, a pesar de la confusión, P acepto la invitación por parte de Elizabeth, habiendo descubierto que el baile era una actividad que disfrutaba.

Le recordaba a cuando luchaba lo que lo llevó a pensar que bailar era como combatir, tenía que moverse de manera específica y con fluidez, cuidando minuciosamente cada paso que daba sin equivocarse, le parecía curioso pero le gustaba, era otra manera de disfrutar la tranquilidad que le brindaba la música. Al principio no había entendido porque la fémina se le había acercado si cercanía era lo que menos quería de su parte, era confuso pero no se habia negado. Sus ojos se dirigieron a la unión de sus manos, su mano mecánica sostenía firmemente la cintura femenina y la de carne se encargaba de sostener su mano.

Ese día Elizabeth no había utilizado sus guantes.

Sus manos eran suaves, con alguna que otra cicatriz que le había dejado la experiencia en el manejo de la espada pero aún así para él era disfrutable el tacto. Desvío su mirada hacia otro lado al darse cuenta de la dirección que estaban tomando sus pensamientos y se reprendió mentalmente por aquello obligándose a concentrarse en lo que estaba a su alrededor, un suspiro silencioso se escapó de sus labios escuchando el sonido característico de sus resortes moverse en su interior.

Le molestaba ese sonido ¿Porque tenía que reaccionar de esa forma? ¿Que lo causaba? Era su mayor interrogante. Le producía una sensación que lo hacía tener un mal funcionamiento y parte de su mecanismo comenzaba a funcionar aceleradamente, como si corriera una maratón a pesar de estar quieto en su sitio lo cual terminaba teniendo por resultado que descuidara sus responsabilidades y fuera mucho más despistado de lo que era comúnmente ¿Porque querría ella compartír una actividad como está con alguien a quien no quiere cerca? Era tan confuso para él y eso le frustraba.

La pista terminó y P quiso romper el contacto para ir a poner otro disco pero Elizabeth le detuvo aferrándose a su agarre captando la atención del pelinegro.

-Dejalo así -pidio retomando el baile por lo que con pasos dudoso, P le siguió- La música es lo de menos, lo importante es disfrutar el momento.

A pesar de que seguían bailando sus movimientos se habían vuelto más lentos y perezosos, acurrucándose la chica contra el cuerpo del títere tomando desprevenido a este, pues su cuerpo se tenso unos segundos antes de relajar su postura, la castaña soltó la mano contraria rodeando con ambos brazos el cuello de P quien sin saber muy bien que hacer con su mano libre la dejo caer sin uso alguno a lo que ella soltó una risa.

-Puedes sujetar mi cintura con ambas manos, no me molestaré -concedió divertida por lo que a él no le quedo más remedio que hacer lo indicado.

Cualquiera que los viera, podría pensar muchas cosas al respecto pero poco le importaba a la fémina prefiriendo disfrutar la intimidad que compartían en ese momento, habia descubierto que le gustaba la compañía de su amigo, sintiéndose cómoda con su presencia, se apego un poco más, descansando su cabeza en su pecho permitiéndose escuchar nuevamente ese característico sonido que producía su interior notando que no era solo el sonido del Tic-tac continuo de las agujas del reloj, sino que también podía percibir el susurro de su mecanismo interior junto al los del latido de un corazón.

"Es más humano de lo que pensé" se cruzó por su mente y se pregunto hasta que punto él era una marioneta.

¿Porque se había enfadado en primer lugar? ¿Cuál fue el detonante de su molestia hacia su amigo? No fue que le dejara de hablar de un día para otro el causante, no... fue la sensación dolorosa al sentirte rechazada por él.

-Lo siento -le escucho susurrar suavemente tomándola por sorpresa por lo que Elizabeth alzo la mirada separándose un poco de su acompañante- Creo... que no debí haberme alejado de ti... yo... me sentía... triste -explico de forma pausada, como si estuviera pensando cuidadosamente que palabras utilizar.

La de ojos verdes se quedó en silencio, encontrándose con la mirada de P, confundida porque no esperaba que el chico quisiera disculparse y sobre todo, que pudiera sentirse de esa manera, ladeó la cabeza y mordió su labio algo nerviosa ya que, no esperaba que tuvieran esa conversación.

-¿Por qué? -pregunto finalmente- ¿Porque te disculpas conmigo? -indago a lo que P desvío la mirada al astrónomo unos momentos antes de verle nuevamente.

-Porque te cause tristeza, te aleje sin siquiera decirte el motivo... te rechace... como ellos me rechazaron a mí y eso... molesta aquí -señala su pecho llamando la atención de la castaña quien lleva su mano colocándola sobre la del pelinegro.

-¿Cómo molesto? -pregunto sintiendose verdaderamente curiosa por sus palabras.

-No me gusta... la sensación-explica para luego negar- no quería... que te sintieras de esa forma pero yo... yo tampoco deseo que estés peligro -confiesa bajando aún más su tono de voz- ¿Cómo...? ¿Cómo puedo protegerte y que... sigas conmigo? -indago sintiéndose frustrado.

Ese era el motivo por el cual se la pasaba perdido en sus pensamientos la mayoría del tiempo, quería estar junto a ella pero no quería que estuviera expuesta al peligro, está vez fue una herida y logro salvarla a tiempo pero ¿y si la próxima vez las cosas resultaban diferentes y él no llegaba a tiempo? No quería, no deseaba volver a tener que ver la imagen de la chica postrada en una cama inconsciente o peor... muerta. Mordió su labio incapaz de encontrar algo que pudiera aliviar sus preocupaciones y bajo la mirada pensando en ese suceso, si los perdiera a ella, a su padre, a todos sus cercanos, las marionetas no eran amenaza no obstante, todavía andaban rondando por ahí los monstruos afectados por la petronecrosis por lo que su trabajo todavia no había terminado, la seguridad de todos dependía de él por lo que no podia cometer ningún error. Dio un paso hacia atrás tomando distancia de la fémina y llevo ambas manos a su cabello tirando de este, no le gustaba esa sensación.

-P, oye...-le llamo queriendo acercarse al jóven, asustada por la reacción que estaba teniendo en estos momentos.

Su padre estaba equivocado, él no era un chico bueno.

Él no era aquello, porque su padre se sentiría decepcionado al saber las cosas que ha hecho, decepcionado de su hijo por no querer pelear cuando ese fue su único propósito, decepcionado de que él fuera un mentiroso y sobretodo, decepcionado de tener un hijo egoísta por tener anhelos a los que no tiene derecho.

Nuevamente dió otro paso hacia atrás, está vez involuntario y P abrió sus ojos volviendo a la realidad, soltó su cabello dejando caer sus manos lentamente a sus costados sintiendo los brazos de la castaña rodear su cuerpo con desesperó obligandolo a encorvarse unos cuantos centímetros hacia abajo escondiendo su rostro en el cuello de la chica, Elizabeth suspiró cerrando sus ojos afirmando más su agarre no queriendo soltar al pelinegro.

-Respira - pidió en un susurro - aunque no lo necesites, hazlo, créeme te sentirás mejor.

Obedeció a sus instrucciones respirando profundamente y cerró sus ojos rodeando el cuerpo de la fémina con sus brazos sacándole un quejido a la mencionada sin embargo, no protestó. Por su parte Elizabeth acarició su cabello de forma calmada dejando que el jóven se tranquilizara un poco. No tenía experiencia en el asunto, pero Elizabeth juraba que el chico había sufrido un colapso nervioso al verlo en ese estado, le había hablado varias veces sin obtener respuesta de éste y lo único que se le ocurrio fue abrazarle esperando que eso le ayudara a reaccionar.

-Aquello que sientes es dolor -explica suavemente- proviene de la tristeza, es normal que lo sientas y sobre todo, que no te guste. Si, me sentí afligida por tu rechazó, me hizo sentir triste porque no sabía que fue aquello que te hizo tomar esa decisión.

Elizabeth se separa, tomando algo de distancia permitiendose ver la mirada apagada del pelinegro y llevando ambas manos a sus mejillas hablo:

»Es normal que cometamos errores P, y tú tampoco te salvas de ellos, me preguntaste como podías protegerme y estar juntos al mismo tiempo, te daré una respuesta: No tienes que hacerlo ¿Sabes porque? Porque es inevitable que suceda, no puedes salvarlos a todos y habrán muchas cosas que estarán fuera de tu control, lo que tú puedes hacer es ayudar a los que estén dentro de tu alcance y dar tu mejor esfuerzo.

-No se que clase de pensamientos tienes -continuo- pero no te los guardes, si tienes dudas, inquietudes, compártelas porque para eso estamos los amigos... para apoyarnos.

Nuevamente le abrazo atrayendolo a su cuerpo queriendo confortar a su amigo de alguna forma siendo correspondida por el chico agradeciendo que está vez fuera con más delicadeza.

Le enseñaría más adelante a dar abrazos sin asfixiar a la otra persona en el proceso.

A unos cuantos metros se encontraba la figura etérea de Sophia, observando la escena desde hace rato, una sonrisa se formó en su labios al ver la interacción de ambos sintiendose aliviada al saber que P estaría rodeado de personas que le aprecian aunque ella no esté. Un sonido llamo su atención y volteo a su derecha escuchando los sollozós de alguien a unos cuantos pasos de su posición, tal parece que los otros dos se percataron de su presencia porque se alejaron buscando el motivo del sonido.

-¿Pero que...? -pronuncio la castaña incrédula y sintiéndose un poco avergonzada por el estado en el que los encontraron- ¡¿Y tú quien eres?! -interrogo siendo detenida por P quien sujeto su hombro pidiendole que no le hiciera nada al hombre.

-Es Giangio... es amigo -explico vagamente.

El hombre de cabello turquesa limpio una lágrima traviesa que se le escapó abanicandose después el rostro con una mano.

-Lo siento, solo estaba de paso pero los ví y no pude evitarlo -se excusa y limpia otra lágrima con la punta de su dedo- es que soy sensible a los momentos emotivos.





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