Días porque buenos ni de chiste
Se la habían llevado.
El pelinegro apretó los puños sintiendo sus resortes moverse furiosamente en su interior, oh tenía tantas ganas de decir malas palabras en estos momentos.
Tras haberse deshecho del payaso y las otras marionetas no dudo en correr calle arriba buscando a la castaña encontrando el sitio totalmente vacío a excepción de su estoque y el arma que estaba usando a unos cuantos metros de distancia junto a un rastro de sangre que avanzaba por unos cuantos metros más hasta desaparecer, las marionetas eran conocidas por atacar directamente, no por secuestrar a humanos.
—Se que quieres salvar a la señorita, colega, pero debemos regresar al hotel —informa Gemini denotandose la preocupación en su voz— necesitas reparaciones.
P frunció el entrecejo al escuchar al grillo, su brazo legión había sido dañado y estaba funcionando mal desde hace rato sin contar con que tenía roto parte de sus articulaciones lo cual le entorpecia un poco el movimiento, si queria cumplir su mision de manera eficaz necesitaba ser reparado inmediatamente. Miro el camino de regreso al hotel dudando en si volver o no, recordando que su padre se decepcionaría si veía que regresaba sin haber cumplido con la misión además, a pesar de que sabía lo que tenía que hacer, él tampoco deseaba irse sin su compañera. Nuevamente miro su brazo, ese día portaba el brazo hilo de marioneta, apunto este hacia un objetivo cualquiera y quiso disparar el gancho quedándose este atascado soltando chispazo que le dejo más que claro que ya necesitaba mantenimiento pero al menos seguía en su sitio y sabía que se mantendría así un rato más.
Era más que suficiente para él.
Portando su arma y llevándose consigo el de su compañera siguió adelante persiguiendo el rastro de sangre escuchando por lo bajo las quejas de Gemini sobre como era un terco que siempre hacia lo que quisiera ignorando sus consejos. El rastro se detuvo justo en el patio que conducía a la opera, a pasos lentos camino hacia el gran edificio deteniéndose justo en la puerta, la lámpara se encendió dos veces y después de hacer el sonido característico de un grillo, Gemini hablo:
—Estás consciente de a quien te puedes encontrar ahí adentro ¿Verdad? —advirtio y el pelinegro asintió.
Oh por supuesto que lo sabía.
…
La castaña se removió sintiendo un punzada en su estómago, abrió los ojos lentamente volviendolos a cerrar inmediatamente al no estar acostumbrada a la luz, llevo sus manos hacia su estómago percatandose de que su abrigo había sido retirado y su camisa había sido destrozada dejando un trozo de tela que a duras penas cubria lo necesario, sus dedos rozaron algo extraño y se dió cuenta de que su vientre había sido rodeado con vendas, nuevamente abrió los ojos asegurándose de ello y suspiro notando el color rojo que adornaba la tela.
Definitivamente no estaba en su mejor momento.
Lo último que recordaba era estar huyendo por su vida arrastrándose en el suelo y murmuro una grosería recordando a la marioneta que la había tomado desprevenida ¿Que habrá sido de P? Se pregunto internamente, el pobre estaba luchando contra el payaso loco y por lo poco que vio, no se lo estaba poniendo fácil ¿Le habrá ganado? Si fue así ¿Habrá sido él quien la salvó? El sitio en el que estaba se veía en muy buenas condiciones, por lo poco que podía mirar, la habitación estaba pulcra y cuidada, como si allá afuera nunca se hubiera desatado el frenesí de las marionetas.
Se sentía tan cómodo y cálido, hace tiempo que no descansaba en un sitio así.
Intento moverse y soltó un quejido dejando en el olvido esa idea, tal parece que la herida era lo suficientemente profunda como para que cada movimiento le hiciera ver estrellas. De repente la puerta sonó y junto con ella unos pasos acercándose, la chica creyó que veria a su amigo no obstante, contuvo la respiración al visualizar a un joven que nunca había visto en su vida.
La castaña estaba sin palabras y estaba segura de que si no estuviera al borde de la muerte sus mejillas estarían sonrojadas. Era muy alto, su cabello largo y brillante como el sol y sus ojos color miel ¿Este joven la había rescatado o estaba en el cielo? Porque si era la segunda opción no le importaría estar muerta con tan buena compañía.
El rubio se arrodilló junto a la cama observándola más de cerca y Elizabeth quiso moverse nuevamente sintiendo otra vez la punzada en su vientre provocando que sus ojos se llenen de lágrimas, su acompañante le sujeto de hombros evitando que se moviera más, volviendo a recostarla en el colchón, su toque se sentia frio pero cuidadoso, como si tuviera miedo de hacerle daño.
—¿Has sido tu quien me ha salvado? —susurro a duras penas.
El muchacho la miro fijamente unos segundos antes de estirar sus comisuras dedicandole una sonrisa amable afirmando a su pregunta, el rubio estuvo a punto de hablar cuando se sintió un leve temblor casi imperceptible pero lo suficiente como para alertar al joven quien se levantó disculpándose silenciosamente por no poder permanecer más tiempo con ella antes de despidirse de la castaña con una leve inclinación antes de darse la vuelta y dirigirse a la puerta.
—Gracias… —pudo escuchar por parte de la chica antes de cerrar la puerta.
“De nada” le hubiera gustado poder decirle pero Romeo estaba seguro de que probablemente la castaña se asustaría al escuchar su voz. Avanzo por los largos pasillos de la opera ordenando a todas las marionetas darle una bienvenida cálida a su invitado mientras él finiquitaba los detalles finales de su presentación.
Era ahora o nunca, su última oportunidad para poder comunicarse con Carlo.
Elizabeth por su parte miro la puerta unos segundos antes de mirar al techo cerrando sus ojos nuevamente soltando un suspiro permitiendose relajar su cuerpo.
“Tal parece que no todas las marionetas están afectandas por el frenesí” pensó la castaña en sus adentros, al principio no se percato pero cuando el rubio se colocó de pie y observo su anatomía se dio cuenta de los hechos, ese muchacho también era una marioneta, una con una apariencia terrorificamente realista como el pelinegro, aunque la apariencia de este joven se veía más descuidada que la de su amigo ¿Un especie de prototipo de P? Sonaba escalofriante si lo pensaba de esa manera, nuevamente se cuestiono que clase de pensamientos raros ha de haber tenido Geppetto para crear a los dos jóvenes.
La castaña mordió su labio inferior preguntándose dónde estará P en estos momentos y sobre todo ¿Que es lo que estará haciendo?
…
La explosión resonó en todo el lugar, al despejarse el humo, el pelinegro pudo vislumbrar la figura de otra marioneta, más pequeña a comparación del enorme cuerpo del rey, la mitad de su rostro se había quemado debido a la explosión. Pronto la mirada de ambos títeres se encontró, y Romeo se percato de los orbes azulados del más bajo “Los ojos de Carlo eran cafés" pensó el rubio a sus adentros, levantó su guadaña y la empuñó en dirección al pelinegro dispuesto a seguir peleando. Había intentado razonar con el joven para detener esta locura, pero si él no estaba dispuesto a colaborar, a Romeo no le quedaba más opcion que deternelo por las malas.
Era por el bien de Krat.
La lucha entre los dos siguió, el sonido del metal siendo golpeado una y otra vez fue música de ambientación, ambos peleaban por proteger la ciudad, diferentes métodos mismos objetivos.
Oh sí tan solo no se vieran divididos por la falta de comunicación.
Cuanto maldecia el rubio en estos momentos el no poder comunicarse con él muchacho por medio del habla, estaba seguro de que las cosas hubieran sido más fáciles si pudieran hablar, a pesar de haber preparado una presentación que le explicara lo mejor posible los hechos a su antiguo amigo este no parecia dispuesto a tener una charla amistosa, a pesar de que su rostro se mostrara inexpresivo podia percibirlo en sus movimientos, golpes fuertes y pesados como si cada ataque tuviera ira contenida en cada uno de ellos sin embargo, eso no seria suficiente para derrotar al rubio.
En un rápido movimiento esquivo un ataque por parte del pelinegro propinandole poco después una fuerte patada que P bloqueo con su brazo legión retrocediendo unos cuantos pasos hacia atrás, sin perder el tiempo el rey dió una serie de cortes con su guadaña siendo bloqueados cada uno de estos por el más bajo, un último golpe fue dado y la espada del pelinegro fue quebrada cayendo los restos de esta al suelo. El títere dejo escapar un jadeo silencioso parando todos sus movimientos, el arma había perforado su hombro derecho manchandose su ropa de un liquido oscuro color petróleo, inmediatamente el rubio retiro el arma dejandola caer hacia un lado con arrepentimiento, miraba fijamente el daño provocado en su antiguo amigo y apreto sus puños recordandose que por más que fuera la viva imagen de amigo, el joven frente a él ya no era Carlo.
Se acercó a pasos lentos hacia el pelinegro, aunque ya no fuera su amigo, se encargaria de darle un final digno, el rubio estiró su mano en dirección a su corazón recibiendo a cambio un ataque rápido por parte de P logrando a duras penas detener el estoque con sus manos sorprendiendo al rey.
“¿Había estado fingiendo?“ Se cuestiono.
Rápidamente desvío la espada hacia un lado esquivando los siguientes golpes por parte del títere bloqueando su ataque con su brazo derecho y sosteniendo la muñeca de su contrincante con el izquierdo solo para poco después recibir un puñetazo que lo hizo dar unos cuantos pasos hacia atrás terminando por perder el equilibrio siendo derribado al suelo cuando el más bajo se le abalanzó encima propinandole otro golpe a puño limpio en el rostro, siguiendole a este unos cuantos más, a duras penas pudo detener sus puños empujando al pelinegro hacia un lado siendo ahora el rey quien tenia la ventaja, por su parte el de ojos azules no se rindió forcejeando contra el otro para liberarse.
Quería terminar con esto, su brazo legión chirriaba de manera espantosa avisando que en cualquier momento cedería, sus resortes se movían de forma acelerada, y la perforación en su hombro comenzaba a molestarle sin contar con los demás daños producidos en su cuerpo, de repente sus brazos empezaron a ceder poco a poco dificultandose cada vez el movimiento, y pronto sucedió.
El sonido del acero ser atravesado se hizo presente y el rubio abrió sus ojos en grande al percatarse de algo… no, el chico no había fingido, solo habia usado sus últimas fuerzas para defenderse como lo haría cualquier persona viva. Su mirada bajo hacia su pecho observando la abertura en este y el líquido oscuro que escurría ensuciando el suelo, más abajo estaba el pelinegro, sus ojos reflejaban desconcierto demostrando que ni siquiera él mismo se lo esperaba, los brazos de Romeo cayeron lánguidos hacia los lados y lo último que hizo fue sonreír desplomandose a un lado susurrando unas palabras incomprensibles para P.
No tenía palabras para describir lo que había sucedido, el joven observo su brazo legión y el hilo que conectaba con el cuerpo del rey de las marionetas, al final… el gancho se había disparado atravesando su pecho siendo este hecho meramente gracia divina porque de lo contrario, sería él quien estuviera en su posición, observó hacia un lado encontrandose con la mirada sin vida del rubio y sintió una molestia en su interior, como si su cuerpo supiera del mal presagió que estaba por venir.
…
Caminaba a pasos lentos por los interminables pasillos de la opera, con cada pisada que daba una marca de aceite quedaba impregnada en el suelo, no obstante, no era momento de detenerse, P no se iria de la opera hasta encontrar a su compañera, sentia sus articulaciones chillar con cada movimiento que realizaba, provocando que su andar fuera lento. Agradecía haberse desechó de todas las marionetas que estaban en el área antes de enfrentarse al rey, de lo contrario no podría hacer mucho contra ellas estando en tan lamentable estado. Su mano sujeto el pomo de la puerta girando está para luego abrirla permitiéndole el paso a una nueva habitación, sus ojos vislumbraron la figura de la castaña sobre una cama y rápidamente miraron las vendas que cubrían su cuerpo teñidas de sangre, con pasos torpes se acercó cayendo de rodillas junto a ella.
¿Ella no podía estar…? Apretó sus puños percibiendo una sensación desagradable en su cuerpo que no le gustaba para nada, llevo su diestra hacia su pecho apretando la tela de su ropa entre sus dedos deseando que la sensación desapareciera.
¿Nuevamente era su culpa? Se cuestionaba el jóven, si no hubiera permitido que se separaran tal vez la castaña no estuviera en ese estado.
Alzo la mirada siendo esta, la primera vez que podía observar el rostro de la fémina sin su máscara, sus ojos le miraron unos segundos antes de acercar su mano inconsciente a su rostro deteniéndose a unos centímetros de este dudando por un momento sin embargo continuó su recorrido detallando con esta la forma de su nariz, sus pómulos y sus ojos adornadas con largas pestañas permitiendose sentir la suavidad de su piel sin tela de por medio, como le hubiera gustado que fuera cuando bailaron en el anfiteatro horas atrás y no en tan lamentable situación. Pronto sintió un débil manotazo que lo tomo por sorpresa y lo obligó a alejar su mano rápidamente sintiendo como si le hubieran pillado haciendo algo malo, pronto los ojos de la castaña se abrieron lentamente frunciendo el ceño mirándole fijamente.
Sus ojos eran como dos pequeñas esmeraldas, aunque un poco apagadas…
—Te he dicho que me invites primero a una cita, aprovechado —murmuro débilmente.
Inconscientemente un suspiro de alivio se escapó de los labios de P y lentamente sus comisuras se estiraron permitiéndole a Elizabeth por primera vez observar una sonrisa de su parte quien guardó silencio al fijarse en ese detalle.
»Creo que hoy no ha sido un buen día para los dos —continuo a lo que el pelinegro negó.
—¡Ni que lo digas! —exclamo Gemini uniéndose a la conversación— el rey de las marionetas le ha dando un tunda tremenda a mi colega aquí presente, te apuesto mis resortes a que pocas ganas le han quedado de repetir la pelea.
El títere frunció el entrecejo por el comentario del grillo, no era necesario que ella supiera eso opino en sus adentros. La castaña por su parte soltó una risita débil que pronto terminó en pequeños quejidos a causa del dolor.
—Ay… Estoy bien, estoy bien … —aseguro al ver el pánico en los ojos del títere— ¿Ahora que? —pregunto a cambio — no nos veo a ninguno de los dos aptos para salir de aquí en una pieza, y mira que a ti te faltan varias.
Con movimientos temblorosos, P se colocó de pie permitiéndole a la castaña observar bien el estado en el que estaba preocupándose por como se encontraba su amigo.
“Eso no se ve para nada bien” pensó para si misma.
El pelinegro saco de su bolsillo un pequeño reloj y luego acortó la distancia entre ambos alertando a la castaña quien con algo de esfuerzo colocó una mano en su pecho deteniendolo.
—¿Que haces? —inquiere nerviosa y el joven desvía la mirada unos momentos antes de retirar su mano para luego pasar un brazo por detrás de sus hombros y el otro por debajo de sus piernas.
—Lo siento —susurro y Elizabeth soltó un quejido al ser alzada en brazos por el títere.
Cerró sus ojos aferrándose al cuerpo de P y mordió sus labios sintiendo la herida en su vientre punzar dolorosamente provocando que pequeñas lágrimas se acumularán en sus ojos. El pelinegro activo el reloj y fue cuestión de segundos antes de verse ambos envueltos en un destello azul para luego desaparecer de la habitación.
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