La prueba de Abby
Desde su regreso a Selo, cada vez que Ethan y Neil se cruzaban en el camino, se lanzaban desdeñosas miradas. Ethan al principio había estado más que seguro de ganar, pero en los campos de entrenamiento había descubierto que Neil era un guerrero prodigioso, tal vez más que él. Empezó a entrenar duramente. Mejorando sus capacidades. No iba a dejar que Neil le arrebatase su puesto en la Legión. Era una cuestión de orgullo.
Charleen lo acompañaba todos los días. Mientras Ethan entrenaba, generalmente solo, ella leía o escribía. Los días eran pacíficos, y le servían para relajarse. Permanecer en un mismo lugar durante un par de semanas no le desagradaba en absoluto, sobre todo porque mantenía la certeza de que podía decidir libremente el iniciar otro viaje cuando quisiera. Era libre, por primera vez se sintió libre de verdad.
Sahori le había impuesto un castigo por salir de la ciudad sin autorización y arrastrar a Abby, dado que ahora contaba como "uno de ellos" no escaparía a las responsabilidades de cualquier unua. Dos veces a la semana le tocaba dar clases en la escuela a los niños más pequeños. Debía enseñarles historia y practicar con ellos el español. Los niños unuas eran sorprendentes. Tenían una memoria prodigiosa, bastaba con enseñarles algo solo una vez para que lo recordaran toda la vida, por ese motivo asistían a la escuela solo seis años, a diferencia de los doce de los humanos.
Enseñarles no estaba mal. Eran niños traviesos como los humanos que a veces aparentaban no prestarle atención, o estar más concentrados en su entrenamiento de guerreros que en los estudios, pero si Charleen les preguntaba la lección del día, todos podían repetírsela a la perfección.
A la vez que enseñaba también aprendía. Ethan le había conseguido como mentor a un alquimista, quien le explicaba la vida de los unuas desde un punto de vista humano. Aprendía su historia y su idioma y poco a poco su escritura, aunque no le era necesaria. Los libros unuas podían ser leídos por cualquiera, en cuanto alguien los tomaba entre manos, mágicamente se traducían al idioma de quien los leía; eso explicaba por qué podía entender a la perfección los libros que había rescatado de la costa de Helianto.
Tenía tantas cosas que hacer y tanto por aprender, que los días no le alcanzaban.
El día veintiuno llegó de pronto. No solo sería un día especial y de festejo para los unuas. También era un día peligroso. Durante el solsticio, Sahori desvanecería el escudo protector alrededor de la ciudad, y Abby intentaría crear uno nuevo, demostrando de esta manera que ya estaba preparada para tomar el lugar de su madre como Vade de Ithia. El momento en que el escudo se desvaneciera, podía ser la oportunidad perfecta para un ataque.
Charleen les leía a un grupo de niños bajo la luz que emitían unas esferas brillantes y violáceas que flotaban en el aire. Era casi media noche y los niños pasaban clases a esa hora, cuando el ambiente era más fresco y podían aprender de las estrellas.
Durante la noche, Selo era más mágica y hermosa. Las estrellas en el cielo se veían a plenitud y a Charleen le daba la impresión de que la luna estaba más cerca. Además de las esferas brillantes que iluminaban los senderos y jardines, los pequeños colibríes que volaban dejando estelas de neón a su paso brillaban con más intensidad, y los espíritus del bosque jugueteaban entre las plantas y animales.
Charleen cerró el libro y los niños se levantaron, listos para dispersarse hacia sus habitaciones. Un cambio en el ambiente apenas perceptible por los sentidos, confundió a Charleen. Ella y los niños se dieron cuenta, era exactamente la media noche del veintiuno de junio y en seis horas el sol atravesaría sus rayos justamente por el centro de un arco situado bajo el templo de Foris.
Un espíritu pasó fugaz por su lado y luego varios más, como estelas de una luz de bengala. La humana se cubrió la boca con asombro y estuvo a punto de buscar ayuda de algún unua adulto cuando un inmenso y majestuoso lobo de pelaje plateado se aproximó a una niña. Se tensionó y trató de mantenerse calmada cuando varias de esas bellas criaturas se materializaron. Los niños sonrieron y corrieron a su encuentro. Los lobos se inclinaban y cerraban los ojos dejándose acariciar.
—No sé si es una buena idea —les advirtió a los pequeños, quienes no compartían su temor.
Extrañada, una niña volteó a verla, mientras agarraba el largo y delgado hocico del lobo y su hermano mayor se subía al lomo del animal.
— ¿Por qué no? —preguntó la niña con su dulce voz.
De pronto unas garras se cerraron alrededor de su hombro. Charleen gritó y dejó caer el libro procurando escapar. Los niños rieron. Un ave tan grande como un cuervo elevó vuelo y se acomodó en la rama de un árbol. Sus alas también eran de un plateado intenso y su pico era tan blanco y brillante que parecía diseñado en el más fino platino.
— ¿Qué son? —preguntó al fin, sintiéndose algo tonta, aquellas criaturas pese a su tamaño y aparente ferocidad, eran inofensivas.
—Son espíritus del bosque, se materializan en el veintiuno. —Ethan llegó justo a tiempo para ver a la espantada muchacha.
—Tu seyu es muy cobarde —le dijo el niño que montaba cual caballo a uno de los lobos. — ¡No soy cobarde! Sólo no lo sabía —protestó Charleen, ofendida.
Ethan sonrió con disimulo y sintió detrás de él una presencia conocida. Un lobo, aún más grande que los otros, salió del límite de la selva. Ethan se agachó y pasó los dedos por el espeso y suave pelaje del espíritu. Charleen se acercó con cautela, Ethan lucía feliz acariciando y murmurando palabras en unua al lobo.
— Es de los espíritus más viejos.
La joven humana acercó la mano, dubitativa. No sabía si era oportuno acariciar a un anciano espíritu del bosque como a un cachorro. El lobo acercó la cabeza a la palma extendida de la chica, indicándole con ese gesto que no tenía que temer. La sensación que le daba el pelaje era la de tocar terciopelo y bruma al mismo tiempo, sin duda nada que hubiese imaginado sentir jamás. Entre el cambio de la luz de la luna, pudo distinguir tanto en Ethan como en el espíritu marcas diseñadas en la piel.
—Ellos nos otorgan las marcas al nacer. —Como si le hubiese leído la mente, contestó su duda.
Charleen sonrió como respuesta. Los niños ya se habían ido, acompañados de los espíritus, y más de esos animales plateados aparecieron. Lobos y aves deambulaban como fantasmas por los jardines, corriendo o sobrevolando silenciosamente. De pronto aparecieron más por el cielo, esta vez no eran aves. Del lago cientos de brumas blancas surgieron y en el cielo se convirtieron en translúcidas y hermosas medusas que flotaban bajo la oscuridad de la noche como en un estanque.
— ¡Son hermosos! —exclamó maravillada.
—Sí, hermosos cuando no los molestas, créeme que no son tan mansos si disturbas su territorio o te muestras agresivo y soberbio en su presencia —le explicó Ethan.
—Entonces son iguales a ti —observó.
El lobo y el grupo que lo acompañaba desaparecieron entre las plantas. Ethan le extendió la mano a su pareja y se la llevó a su habitación. Charleen podría asistir a la ceremonia de Abby, mientras Ethan y un grupo de guerreros elegidos vigilarían la frontera.
El tiempo era corto y un par de sirvientas no le permitieron descansar. Después que Ethan se hubo puesto su uniforme de la Legión y retirado a realizar la guardia, peinaron a Charleen. Ella no tenía idea del protocolo a seguir durante ese día, de hecho no estaba segura si existía algún protocolo. Los unuas no solían preocuparse de ese tipo de cosas. Permitió que le realizaran un complicado peinado y luego abrió su guarda ropa. Tenía diferentes prendas a medida así como accesorios y perfumes que un día simplemente habían aparecido ahí.
Se puso un vestido hermoso y elegante que no se había animado a ponerse antes por ser semi transparente y bordado en joyas, que sospechaba, eran gemas auténticas. Era un tanto pesado, pero fresco para soportar el calor intenso de la ciudad.
Salió sola de la habitación con los pasillos aún oscuros. No sabía a dónde ir, pero conocía a la perfección el camino hacia la habitación de Abby.
— ¡Hola! —brincó de golpe, Abby la esperaba con una esfera de luz en la mano que la iluminaba a medias.
—¡Qué te dije sobre aparecerte así! —la regañó.
—Lo siento, siempre olvido que no sabes distinguir auras.
—Mi collar me avisa, pero hay tanta magia sucediendo a cada momento en este lugar que cambia de color a cada rato —observó su dije, que intercalaba entre un violeta y un azul.
Charleen creó también una esfera de luz y caminó en compañía de Abby. Ese era un día muy importante para ella, mas se la notaba serena y confiada. La muchacha iba vestida con una elegante túnica blanca bordada con hilos de plata, las mangas largas y muy amplias decoradas con rojo y un cinturón de rubíes. La humana al menos tuvo la seguridad de que ese día debía vestir un poco mejor que el resto.
—Freya y la Legión vendrán hoy. La Legión hará guardia en la frontera mientras Sahori desvanece el escudo. Freya estará presente para evaluarme y decidir si estoy en condiciones de tomar el lugar de Sahori como Vade de Ithia. Lo más seguro es que Freya intente hablar contigo, no lo hagas —le ordenó.
— ¿Por qué no? Supuestamente debía verla ni bien hubiese puesto un pie en Ithia. Creo que ella puede darme algunas respuestas.
—Sahori cree que va a darte las respuestas equivocadas. Ethan tampoco quiere que la veas sin él presente.
Charleen se quedó callada, no sabía bien qué hacer. Obedecer o escabullirse para hablar con Freya.
Yendo a paso lento y deteniéndose cada vez que un espíritu se aproximaba a Abby, llegaron a un templo pequeño en la parte más alta de la montaña contra la cual se esculpía la ciudad. Justo al frente se encontraba el templo de Foris y el sol haría su aparición en cualquier momento por el horizonte.
La sala principal del templo era circular. Con estanques y peces que alternaban sus colores al igual que en las otras salas principales de la ciudad. La diferencia estaba en que las paredes no eran de mármol, eran de ese extraño material que para Charleen se debatía entre cristal y agua.
Justo al medio, en un estanque más grande, de una columna angosta y corta de platino, brotaba agua. En la parte superior había una esfera translúcida que giraba gracias al impulso del agua.
La puerta principal por la que las jóvenes habían ingresado se abrió. Sahori entró con la elegancia y majestuosidad de siempre, seguida de un grupo de unuas, que se dedicaban más a la magia que al combate.
Freya ingresó poco después. Abby le dijo a Charleen en un susurro de quién se trataba y la humana la analizó de pies a cabeza. No se sorprendió por su belleza física, todos los unuas eran tan bellos que eso ya no le llamaba la atención; tampoco el hecho de que se viese como una veinteañera siendo que tenía más de un siglo de vida. Tal vez lo único impresionante en ella, era el vestido que llevaba puesto y los hermosos y llamativos adornos que se lucían en su cabello negro, tan lago que tocaba el suelo.
—Faltan unos minutos, empecemos —dijo Freya con solemnidad.
Sahori le inclinó la cabeza como muestra de respeto y llamó a Abby con un gesto. Ambas se quitaron el calzado e ingresaron al estanque, sin importarles mojar sus vestidos y la punta de sus cabellos.
—Si Abby es capaz de mantener el escudo protector de la ciudad, tomará el lugar de Sahori como Vade de Ithia inmediatamente, y yo decidiré si es que Sahori está capacitada para tomar mi lugar en el templo de Foris. —La satisfacción de sus palabras rompió por un momento la solemnidad con la que hablaba.
Con lo que Charleen sabía de unua, puedo entender la mayor parte de las palabras de Freya, y pudo notar como ella y Sahori se lanzaban miradas retadoras.
El sol apareció por el horizonte, surgiendo del lago. Sahori puso las manos sobre la esfera del centro del estanque, preparándose. Abby comenzaba a tornarse algo nerviosa.
Los rayos solares atravesaron lo que aprecia un circulo pequeño y perfectamente tallado justo por debajo del templo de Foris y ese haz de luz les llegó directamente, bañando el templo más pequeño de la ciudad con un intenso brillo dorado. Charleen cerró los ojos y no pudo ver qué pasaba.
Sahori retiró las manos de la esfera, el escudo alrededor de Selo había desaparecido y era el turno de Abby para crear otro. La muchacha tomó el lugar de su madre. Puso las manos sobre la esfera y concentrándose logró crear uno nuevo. El sol dejó de lastimarlos mientras se elevaba más. Freya comprobó que el escudo de Abby cubría sin fallos las zonas que debía.
—Bien, ahora debes ser capaz de mantener el campo en todo momento del día, mientras estas despierta y aún mientras duermes —le dijo a Abby.
La adolescente ya lo sabía, eso era lo más difícil de ser vade: ser capaz de mantener el campo sin estar concentrada en ello, mantenerlo debía resultar tan natural como respirar. Miró a su madre y retiró las manos, cerró los ojos y se concentró. Abrió los ojos nuevamente y notó que podía conseguirlo. Todo ese entrenamiento había servido, sintió mucha satisfacción en su interior. Era verdad lo que le habían dicho, pese a su corta edad, sus poderes eran iguales o superiores a los de su madre.
Ethan y Liaw observaron el nuevo campo creado. Rápidamente se concentraron y buscaron con sus sentidos presencias enemigas. Ese pequeño instante en que Sahori había desaparecido el escudo para que Abby creara otro, habría bastado para que intrusos atravesaran su territorio.
—Bordeen el escudo y peinen la zona. Si alguien logró entrar ya debe estar en la selva o cerca a la ciudad —les ordenó Ethan a un grupo de guerreros.
Moviéndose ágil y silenciosamente registró los límites del lago. El territorio era tan extenso que un arduo trabajo de búsqueda le esperaba. Supuestamente el día veintiuno los unuas tenían un acuerdo implícito para no atacar. Ese era un día sagrado que debía ser respetado, pero Ethan no quería dar por supuestas las cosas. Pese a que ese año todos los miembros de la Legión se encontraban en Selo, por el posible cambio de vade, Ithia se convertía en la nación más vulnerable. Roheline y Kadry celebrarían el día de agradecimiento sin sus legionarios, pero seguros con sus escudos protectores de siempre.
Dio un vistazo alrededor, asegurando la zona. De golpe hubo un ligero cambio en el cielo, y un segundo después el escudo se desvaneció por completo.
Les puse imágenes de algunos espíritus de como lucen más o menos, en cada imagen está el nombre del artista que los hizo y hay un dibujo del uniforme de Ethan que lo hice yo.
Pasado mañana les subiré una historia de fantasía nueva :D así que no se olviden de darle al botón de seguir para saber cuando la suba y sean los primero en leerla. Comenten que les pareció el capi, muchas gracias por seguirme y nos leemos mañana!!
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