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Estrategia de escape

Una fogata de fuego color azul hondaba hipnóticamente frente a los ojos de la niña. Anochecía y según comentaban las hechiceras Mindag, la primera etapa de la invasión a Ithia estaría completa. El tiempo que habían ganado atacando Selo era suficiente para que las tropas humanas hubiesen sido exterminadas. Los aliados jamás llegarían a tiempo y los unuas de Ithia velarían primero por la seguridad de su ciudad antes que por la de los humanos.

Una bonita muchacha degustaba un caramelo de miel mientras la vigilaba.

—De verdad debo hablar con Valia —exigió de nuevo, horas y horas había pedido lo mismo, desde que Freya había entrado a su habitación en compañía de un guerrero mindag y se la habían llevado hacia el límite de desierto.

—Lo que tengas que hablar háblalo conmigo, estás a mi cargo.

—No, mis órdenes fueron hablar con Valia, tengo algo para ella.

La joven se aproximó ágilmente y aprovechando que Maya estaba atada revisó entre sus ropas.

— ¡No! ¡Esto no te incumbe! —protestó. La muchacha le jaló el bolsillo de su vestido y cayó una bolsa de terciopelo, abriéndose y liberando dos perfectas y translúcidas perlas.

Al intentar recogerlas un fino pie calzado con unas sandalias de tiras de terciopelo pisó una de las pequeñas esferas. Reconociendo la presencia se incorporó de inmediato, asustada ante su maestra.

Valia no estaba de buen humor. Se había negado a participar de la invasión desde el instante en que Freya puso un pie en su territorio. La Vade del templo era una aliada fuerte, y siempre y cuando se mantuviera alejada de ella y Aishla podría tolerarla. No entendía las intenciones de su líder al llevarla con ellos, el plan era asesinarla en cuanto dejara de serles de utilidad y ahora temía por su propia vida. Aishla era capaz de cambiarla por Freya y no iba a permitirlo, por supuesto que no.

—Nesa, cuando alguien te pide hablar con un superior debido a una orden directa debes cumplir. Si Maya tiene algún asunto privado no debes inmiscuirte. —Su voz seca y cargada de molestia la hizo agachar la cabeza y retirarse de inmediato, antes de ser castigada.

Maya tragó saliva todavía arrodillada sobre la tierra, Valia la contemplaba fijamente. Aishla le había prometido esa niña como su nueva discípula, después del infructuoso intento por llevarle a Abby diez años atrás.

— ¿Querías hablarme? Habla.

Maya señaló con la mirada las perlas y Valia se agachó a recogerlas.

—Cuando llegué a Ithia, Sahori me las dio, me dijo que era seguro que Freya me traería con ustedes y que solo tú debías ver esto, no debía mostrárselo ni a mi madre ni a mi maestro.

Valia frunció el ceño. Estaba al tanto de todas las predicciones gracias a Freya; que Sahori le hubiese mandado un mensaje antes de morir era extraño.

Dejó a Maya sola frente a la fogata y se retiró hacia una pequeña laguna rodeada por luces intermitentes de luciérnagas, donde visualizaba las predicciones del templo.

Se trataba de imágenes nuevas, y bastante adelantadas en el futuro. Entendió por qué Sahori quería que solo ella las viera, Aishla o Freya no las habrían tomado en cuenta porque se alejaban de sus convicciones. De ser un futuro muy probable lo que veía, la invasión a Ithia sería más perjudicial que beneficiosa y significaba que Aishla había estado equivocado creyendo que el mestizaje y convivencia con humanos significaría el fin de la raza unua.

Las imágenes en el agua flotaron en el aire y luego se transformaron de nuevo en una perla. Valia la tomó en sus manos y regresó caminado tranquilamente por Maya. Tal vez estaba a tiempo de hacer las cosas como ella consideraba correctas y con suerte Dante se pondría de su lado.

Los sonido de gritos y sollozos en medio de la oscuridad de la noche le indicaron a Charleen que había llegado tarde. Los enemigos eran tantos que mitad de Ithia había sido tomada en menos de cinco horas. Algunos soldados peleaban inefectivamente todavía y sonidos de disparos arremetían en de cuando en cuando.

Los negocios eran saqueados por salvajes y cuerpos inertes bañados de sangre se encontraban desparramados por las calles.

Soltó las riendas del caballo, le ordenó al animal volver hacia Selo y caminó sigilosamente aprovechando la oscuridad.

El olor a sangre era intenso y el corazón se le hacía un nudo cuando veía el cadáver de un soldado uniformado, imaginado que entre esos cuerpos podía encontrarse el de Kennan.

Era imposible que hubiesen asesinado a todos en tan poco tiempo, mantenía la esperanza de que la gente se encontrara escondida en refugios seguros y que parte del ejército aún estuviese acuartelado.

De la oscuridad surgió frente a ellos una joven mujer, en un primer instante la confundieron con un fantasma, rumores les alertaban que en esos bosques espíritus poderosos se ocultaban, que salían a la defensa de su territorio en tiempos de conflicto; al observar con detenimiento, se dieron cuenta que se trataba de una humana. Le apuntaron con el arma y le hablaron en su extraño idioma, gesticulando con ese deje gutural que hacía surgir cada palabra de su garganta.

La revisaron y gritándole y empujándola torpemente la llevaron hacia la puerta del coliseo, luego le ordenaron a uno de los guardias del interior que acomodara a la chica que habían encontrado.

El frío cañón del arma siendo apretado contra su espalda la incentivaba a caminar. A su paso los rehenes levantaban la vista hacia ella, la mayoría con el desamparo y la decepción reflejados en sus impávidos rostros. Los soldados más jóvenes se notaban más furiosos e impotentes que apesadumbrados, y entre ellos, Charleen buscó la cabellera negra y el rostro jactancioso de Kennan.

Al fondo, justo al lado opuesto de la ventana, lo encontró mirándola de forma acusadora. Aceleró el paso hacia él, ignorando al sujeto que le ordenaba detenerse. Se sentó junto a Kennan y al hombre le hizo un gesto para darle a entender que se quedaría tranquila.

— ¿Qué rayos haces aquí? —la cuestionó el muchacho, desviando el rostro.

—Vine a sacarte, qué más. Debemos sacar a la gente de aquí y llevarla hacia tierras unuas.

— ¿Unuas? —reprochó asqueado—. Ellos deberían estar aquí, son aliados, nos atacaron hace horas y no se aparecieron. Seguramente ellos planearon esto para deshacerse de nosotros. Saben que no importa lo fuertes que sean, los humanos somos más y buscaron a esos salvajes del exterior para destruirnos.

—No digas eso —lo regañó en susurros—. Ellos también están bajo ataque. Sí fueron unuas quienes armaron y les dieron posibilidad de entrar a los salvajes, pero no los de Selo. Están ocupados defendiendo su propia ciudad, por eso yo vine a ayudarlos. Me enviaron en su nombre.

— ¿A ti? —Gimió con terror—. Lo sabía, quieren asesinarnos.

Charleen gruñó y lo golpeó en la nuca.

—Sí, Abby está extendiendo el escudo lo más que puede. Debemos ir al sureste para atravesarlo antes que lo cierre de forma definitiva. ¿Dónde está Elio? —preguntó por su padre.

—No sé. —Encogió los hombros, su tono era de indiferencia—. Fue al frente en cuanto inició la invasión.

—Debemos salir de aquí sin ayuda y huir hacia Selo.

— ¿Cómo piensas hacerlo? ¿Usando tus trucos de mascota unua?

Charleen lo ignoró. Ya pensaría en algo. Su plan era planear sobre la marcha. Lo primero era conseguir la ventaja. Asegurándose que nadie la veía, comenzó a crear bolitas rojas de energía. Kennan le preguntaba qué hacía, ella evitó responderle.

Mantuvo la mirada fija hacia la ventana, enseguida un diminuto hocico apareció olfateando la magia. Nathe encontró a su dueña entre la multitud y el gran festín que le tenía preparado.

—Vamos Nathe, tú puedes —murmuró Charleen. A su mascota le había atado la bolsa con sus pistolas. La tali debía hacer el mayor uso de su fuerza para jalarla.

Incentivada por ir al encuentro de su ama, brincó por la ventana y extendió sus orejas para amortiguar la caída, pero el peso de la bolsa la hizo caer de golpe.

El ruido atrajo la atención de todos. Un guardia se aproximó a revisar y no se dio cuenta del pequeño animal que se movía evitando ser visto.

Charleen abrazó apenada a su lastimada y agotada tali. Como recompensa la dejó comer golosamente las bayas resplandecientes y le desató la bolsa. Kennan vigilaba que no los vieran mientras la joven cargaba sus pistolas y las ocultaba debajo de su vestido.

— ¿Y ahora qué sigue? —le preguntó esperando escuchar un brillante plan de escape.

—Pues... —titubeó—. Parte uno completa. Ahora debemos pensar cómo desarmar a los guardias y salir de aquí.

Kennan la fulminó con la mirada. Estaba perdido. Los salvajes prenderían fuego al coliseo una vez que hubiesen terminado de cargar las provisiones.

—¡Qué demonios!, si no hago algo acá terminamos —decidiendo irse al todo por el todo y sin pensar las consecuencias como Ethan hacía, se levantó y corrió hacia un guardia que le daba la espalda. Ante la sorpresa de todos y la desesperación de Kennan, apuntó a la nuca del guardia; con la esperanza de que esa fuera la pauta para que los jóvenes solados de Ithia hicieran algo.

—No te muevas —ordenó, otro soldado apuntó hacia ella e intentó dispararle. Percatándose de las intenciones, Kennan corrió hacia él tumbándolo al suelo.

El hombre reaccionó rápidamente, golpeó al chico en el rostro con la culata de la escopeta y se levantó para apuntarle. Charleen reaccionó también desviando sus pistolas hacia el agresor de su hermano y disparando. Mientras el hombre caía muerto producto de una bala en la cabeza, el primer guardia a quien Charleen apuntaba la sostuvo ahorcándola con el arma.

El resto de jóvenes se dieron cuenta que ese era la única oportunidad que tenían. Kennan le arrebató el arma al cadáver y el resto atacó frontalmente a sus enemigos.

Balas perdidas dieron al techo, otras a las paredes y aquellos que habían apuntado bien sus armas habían herido a más de un soldado. Kennan intentaba liberar a su hermana, quien luchaba por mantener el arma lejos de su cuello, haciendo uso de la fuerza adquirida por la marca de su pareja.

El ruido de las armas de fuego y gritos desesperados alertaron a los enemigos que custodiaban afuera y fueron detenidos por su comandante cuando intentaron ingresar al coliseo. A él no le importaba lo que sucedía dentro, ya habían saqueado a placer ese recinto. Era hora de deshacerse de los humanos.

Rompiendo una ventana ingresó un explosivo que destruyó gran parte del techo, un segundo intento fue contenido cuando más caos y alboroto se escuchó afuera.

Con el impacto de la primera explosión, Charleen cayó hacia atrás, pudiendo liberarse. Entre todo el caos los civiles intentaban trepar hacia la abertura y los jóvenes soldados los disuadían; si salían serían ejecutados.

Charleen se mantuvo alerta, más disparos y ruido de espadas se escuchaban afuera, y cuando estuvo a punto de ser atacada de nuevo, las puertas del coliseo se abrieron de improvisto.

Su atacante recibió un disparo por parte de Elio, quien dirigía a su tropa. A Kennan se le iluminaron los ojos y reprimió su instinto infantil por correr a brazos de su padre y actuó como lo habían entrenado, ordenando a los civiles mantenerse quietos y aproximándose con los otros jóvenes a rendir cuentas a los soldados adultos.

El ejército de Elio era lo suficientemente grande para retomar el control de los cuarteles, pero no lo suficiente para tomar el control de la ciudad. Tras una infructífera lucha que estaba perdida desde el inicio, había retirado a sus tropas y dado la orden de acuartelarse mientras planeaban una estrategia.

—Lo siento señor, yo... no pude detener a los enemigos. —Kennan apareció frente a él apoyándose en una de sus rodillas para dar la noticia.

—No fue tu culpa, los invasores nos exceden en número. —intervino Charleen sin darle al general la oportunidad de responder.

— ¿Dónde están los unuas?, ellos son nuestro principales aliados —la interrumpió Elio, haciendo caso omiso a su falta de respeto.

—Otra nación unua los está atacando. Los mantienen ocupados mientras los salvajes toman la ciudad. Pero la Vade está expandiendo el escudo. Mi deber es llevarme a cuanta gente pueda para mantenerla a salvo.

Elio evaluó la situación, su prioridad debía ser salvar a cuanta gente pudiera. Sus tropas eran reducidas y por la ciudad, en refugios creados en época de guerra, varios civiles se escondían, no podía abandonarlos.

Haciendo uso de su autoridad comenzó a dar órdenes: a los soldados jóvenes que vigilaran a los civiles y al resto ir a hacer guardia. Mientras, con sus hijos y un par de comandantes se dirigió a la sala de guerra, donde con la ayuda de mapas evaluarían rutas de escape.

—Abby dejará abierta una brecha en el sur, hay que ir hacia el sureste —dijo Charleen señalando un mapa.

El resto de solados reprobó con la cabeza. Charleen hizo un gesto sin comprender qué estaba mal.

—Al sur este están los cañones. —Kennan le señaló el mapa—. Ahí hay dragas, demasiados. Seremos devorados, ¿cómo alguien se le ocurrió confiar en ti? —le reprochó a su hermana, ganándose un golpe.

— ¿Pues qué otra queda?, todo el norte está invadido.

—Tendríamos que rodear la montaña y luego bajar, eso tomaría más de un día —consideró Elio—. Y pueden seguirnos.

—Pero es la única forma, es arriesgarse o morir. Además estoy segura que los unuas vendrán pronto, tal vez lleguen cuando nosotros estemos a medio camino.

Una discusión inició, entre quienes apoyaban la sugerencia y quienes creían que era un acto suicida. La esperanza en los unuas se había desvanecido y varios pensaban que su alianza había terminado.

—Vamos a rodear la montaña —decidió Elio. No había más opción. Los salvajes seguramente se estaban reuniendo para tomar nuevamente los cuarteles. Debían escapar pronto.

Apresurados organizaron a los civiles para sacarlos a través de rutas subterráneas y secretas que conectaban los cuarteles con la selva. Mientras armaban una fila, Charleen no dejaba de darle vueltas a la ruta sureste.

—Me dijiste que hacia el sur había un cañón ¿no es así?— le preguntó a su hermano, quien estaba dando indicaciones a una familia para que mantuvieran a sus hijos pequeños calmados y en silencio.

—Sí, es un nido de dragas, los mantenemos alejados rodeando la zona con una línea de fuego. Son interminables, cada cierto tiempo lo unuas acaban con varios para mantener su población a raya.

La joven sonrió. Tenía un plan descabellado en mente, pero estaba segura que funcionaría.

—Tenemos poco tiempo —dijo agarrando al muchacho y sacándolo de ahí, debían llegar a la barrera de fuego antes de que amaneciera.

Esperaba tranquilamente sentado en una roca, jugando con su nueva adquisición, admirando el filo de Reil, ebrio de satisfacción.

—Aishla quería esa espada. Va a enfadarse —dijo Valia, tras haber aparecido.

—Pues tendrá que arrebatársela a mi cadáver —le contestó Dante, pasando el dedo por el filo una vez más y envainándola donde antes reposaba su vieja espada.

—No dudes que vaya a hacerlo. Últimamente toma decisiones sin consultarnos y cree que puede reemplazarnos con facilidad. —Rodeó un par de veces el cuerpo de Liaw, entristeciéndose con la imagen, sobre todo enfada por no haber conseguido la marca del legionario.

— ¿Celosa de Freya? —Se burló levantándose y llamando a su draga—. Él es el líder, puede tomar las decisiones que quiera, eso no significa que debamos obedecer. Por ahora me gusta su plan. —Le acarició el mentón galantemente.

Valia le hizo la mano a un lado, no estaba de humor para sus insinuaciones.

—Pues resultó ser un pésimo plan. Eso le pasa por confiar tanto en esa anciana —dijo con desprecio—. Hay predicciones bastante adelantadas que no vio, eso cambia el curso de las cosas. —Le lanzó la bolsa de terciopelo donde guardaba las perlas que Maya le había dado—. La invasión a Ithia va a traernos problemas. Tengo un nuevo plan.

— ¿Qué te hace pensar que dejaré de lado a Aishla y te seguiré a ti?

La mujer sonrió pícaramente y le acarició el pecho seductoramente, como hacía siempre.

—Pues, te gustaría tomar el lugar de Aishla como líder ¿no es así? ¿Qué tal obtener su marca? Ethan aún puede sernos de mucha utilidad. —Con esas palabras Dante rió internamente. Eso cada vez se ponía más y más emocionante. Los planes de Valia le agradaban siempre, la mujer se tomaba las cosas con calma, pensaba cada movimiento, aunque conquistar su meta tomara años. Aquello parecía un juego muy entretenido.

Pues ya saben por dónde anda Maya... Charleen sobrevivirá a su plan??? qué creen? no vale especular si ya leyeron XDDD

Nos leemos mañana, un besoteee

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