Los suenos te dan pistas
Eran las cinco de la tarde, domingo, un día antes del primer día de escuela. En la casa de Huéspedes, Arnold comía pizza en su habitación, en compañía de sus amigos, Gerald, Sid, Harold y Stinky.
"Oye, Arnold, ¿puedes creer que ya estaremos en el último año de secundaria?" comentó Gerald, intentando comer mientras un pedazo largo de queso derritiéndose se caía de su rebanada.
"Sí, ahora seremos los gigantes de la escuela. Nos darán respeto por los pasillos, viejo." añadió Harold, sacando su pecho con orgullo.
"¿Respeto?", comentó Gerald con burla, "¿Qué esperas, Harold, que todos en la escuela se hinquen cuando pasas por los pasillos?"
Esto no fue muy del agrade del chico mayor. "Ja, ja, muy chistoso, Gerald. !Te daré un golpe en tu cabezota!" exclamó Harold, levantano su puño.
"¡Calma, viejo! yo solamente recalqué lo que tú dijiste."
"Gerald tiene razón." comentó Sid agarrando una rebanada de pizza, " Aparte, sí deberían de darnos honor los demás enanos de la escuela, ahora que somos los mayores."
"Yo si fuera tú, Sid, no sentiría tanto honor por ser el mayor de la escuela; digo, con esa estatura de sexto grado que tienes." comentó Stinky.
"Hey, me di un buen estirón este año, Stinky. Me considero de estatura normal ahora." añadió Sid.
"Normal para los enanos, Sid." comentó Gerald riendo.
Harold le dio un leve empujón a Sid en la espalda. "Sid, Gerald te llamó enano ¿no le vas a decir nada?"
"Está bien, Harold. Se lo pasaré a Gerald por esta vez." dijo Sid.
Mientras los muchachos conversaban, Arnold estaba pensativo, con su mirada distraída en un recuerdo.
"Hey, hermano, ¿en qué piensas?", dijo Gerald, notando la actitud aislada de su amigo.
"Nada más meditaba en cómo nos irá en este último año de secundaria." comentó Arnold.
"¿Meditar? Piensas mucho, camarada. Solo imagínate, este año será el mejor porque tendremos fiestas y el baile de graduación al que tenemos que buscar la chica ideal para ir."
"Entonces, ¿tendremos que ir al baile con chicas?", dijo Harold en nervios.
"No, con chicos. ¡Claro que con chicas, tonto! ¡qué preguntas haces!" dijo Gerald.
"¿Y qué deberíamos de vestir para el baile de graduación?" preguntó Harold. "Porque si iremos a una fiesta, en ese caso invitaré a Patty."
"¿Qué Patty no es tu novia?" preguntó Gerald.
Harold titubeó. "Patty y yo somos..."
"La señorita Patty es un excelente partido para ti, Harold." añadió Stinky.
"¡Cállate, Stinky! ¡tú no sabes de lo que estás hablando! Patty es mi amiga, nada más." comentó Harold, molesto.
"¿Qué dije?" preguntó Stinky, rascándose la cabeza.
"Dijiste que Patty es una buena candidata y eso es un insulto para mí." dijo Harold.
"Tranquilo, Harold." dijo Gerald. "No hay nada malo en la manera en que Stinky se refirió a Patty."
Harold insistió "Pero él dijo que..."
Durante todo el alboroto entre sus amigos, Arnold continuaba distraído. "Arnold, de una vez dime qué pasa por tu mente, viejo. Andas más serio de lo normal." comentó Gerald.
"Pensaba en... alguien." agregó Arnold discretamente para que los demás no lo escucharan, pero todos lo escucharon.
Rápidamente, a pesar de los disgustos y habladuría entre ellos, los chicos alcanzaron a escuchar lo que Arnold, dirigiendo su atención hacia él.
"¿'Alguien'? ¿En quién piensas, Arnold?" preguntó Sid.
"Nadie... que tú conozcas." mintió Arnold.
"Entonces piensas sobre alguien que no conocemos. ¿Quién podrá ser?" preguntó Harold con su mano sobándose la cabeza.
"¡Como seras de tonto, Harold!" exclamó Gerald "Si es alguien que no conoces, ¿cómo podrás saber quien es?!"
Harold sonrió "¡Oh, sí!, tienes razón, Gerald."
Arnold intentó cambiar la conversation "Hey, Harold..."¿Siempre sí fuiste de cacería con tu papá?"
"Oh, sí, Arnold; pasamos un buen rato. Deberías de ir a ese bosque con tu abuelo; ese lugar sí que está hermoso y tienen cabañas con cable e internet. Nada que ver con aquel lugar a donde fuimos cuando éramos niños; ¿te acuerdas? nos hicieron pasar días de sufrimiento sin poder comer ni..."
"Harold, solamente fueron dos días." comentó Gerald.
"¡Qué importa! Para mí fueron días, Gerald." comentó Harold.
Mientras Harold seguía hablando sobre su viaje de cacería con su papá, Gerald captó cómo Arnold había cambiado la conversación.
Arnold esconde algo, ¿en quién estará pensando?, se preguntaba Gerald.
Más tarde, después que todos se fueran a sus casas, Arnold estaba solo en su habitación, preparando su mochila para el siguiente día, que sería el primer día de clase.
Tengo el presentimiento que este año será diferente, pensó el joven rubio.
Mirando su libro de escuela en donde estaban las fotos de los estudiantes y los equipos de deportes, Arnold observó un artículo en donde hablaban sobre el primer año de secundaria y se acordó de un accidente muy agradable que tuvo con Helga ese año.
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"¡Rayos, Cabeza de Balón! Si tanto insistes en saber...: estoy intentando encontrar mi salón..."
Arnold recordaba cómo se le quedó mirando a Helga con inquietud ese día, al notar lo tensa que ella estaba. Él quería ayudarla a encontrar su clase pero, sabiendo cómo Helga era, él se preguntaba, ¿querrá Helga aceptar mi ayuda?
"Ah... Helga, yo te puedo ayudar a encontrar tu salón. ¿Tienes tu lista de clases?".
"¡Si tú piensas, Cabeza de Balón, que yo nada más te daré mi lista de clases para que la veas, estás muy equivocado!"
Arnold recordaba ese primer día de escuela, moviendo su cabeza a los lados con una sonrisa ligera en su rostro.
"¡Mujeres! Yo solamente la quería ayudar y ella insistía que yo sabía todo sobre la escuela, como si me hubiera querido burlar de ella de alguna manera."
Arnold siguió recordando aquel primer día de secundaria y como habían chocado.
"¿Helga?... ¿Estás bien?"
"Sí... Estoy bien.", contestó Helga, con su voz suave, sin poder apartar su mirada hechizada por los ojos verdes de Arnold.
"Ah... qué bueno, Helga. Te pegaste con mi cabeza, muy fuerte. Por un momento pensé que te habías lastimado.", comentó Arnold preocupado.
"¿Yo?", preguntó Helga con su mirada distraída.
"Sí, Helga, tú. ¿Estás segura que estás bien?", volvió a preguntar Arnold.
"Sí, ¿por qué no habré de estarlo?", contestó Helga con su voz suave.
"Pregunto porque... te veo distraída y... sigues acostada sobre mis piernas."
"¡¿QUÉ?!", exclamó Helga en pánico, levantándose del cuerpo de Arnold en un solo salto. "¡Criminal, Arnoldo! ¡¿Venías corriendo por el pasillo o qué?!"
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"Ella me seguía reclamando que yo corría por el pasillo" se dijo Arnold recordando el reclamo de Helga, "cuando en realidad, solamente caminaba tranquilo por el pasillo. Ahora que lo recuerdo bien, Helga se miraba intranquila en ese momento, aunque ella intentaba aparentar otra cosa, pero yo la miré ansiosa. ¿Por qué había estado nerviosa esa vez? La mente de Helga es... dificultosa de entender.".
Arnold sonrió pensando en ese encuentro entre ellos. "¡Cielos!... todavía puedo sentir el calor de su cuerpo arriba del mío... y su sonrisa, con sus ojos azules que no paraban de mirarme... ¿Pero de qué estoy hablando?... Ella es Helga G. Pataki, ¿por qué estoy pensando sobre ella de esta manera?" Arnold se decía, mientras seguía mirando el libro de recuerdos de la secundaria, pensando.
¡Cómo olvidar esa carita frustrada que tenía Helga, en ese primer día de clase en que chocamos!
El joven estaba a punto de sumergirse una vez más en sus recuerdos...
¡No, Arnold! ¡enfócate!... Es Helga, la chica que te ha estado fastidiando desde el primer día... y, aún así, la que s-siem-pre estaba ahí conmigo cuando me sentía mal...
"¡¿Pero en qué estoy pensando?!", se decía agobiado por las imágenes de Helga, que seguían apareciendo en su mente.
A pesar de lo que su conciencia le decía, el joven ojeaba el libro, llenando su mente con recuerdos de los últimos dos años de secundaria. De pronto captó una foto del grupo de voleibol en donde aparecía Helga haciendo una posición lista para pegarle a la pelota, con su uniforme atlético puesto.
Arnold suspiraba, con su mirada ida en la foto. Ahí está ella, luciendo ese bello uniforme que se le miraba divino cuando estaba inclinada en su casillero... pensaba Arnold, recordando lo que había sucedido ese día.
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La campana sonó. Unos de los primeros estudiantes en salir del salón fueron Arnold, Gerald y sus dos mejores amigos y jugadores de su equipo, Raúl y Josh.
"Finalmente salimos del infierno. Ese maestro es más aburrido que mi abuelo para dar clase, hermano." comentó Gerald.
"Yo preferiría que mi abuelo me diera clase." añadió Arnold.
Gerald Contesto "Viejo, hasta yo preferiría que tu abuelo nos diera clase que ese maestro aburrido que tenemos."
Los chicos caminaban por el pasillo, conversando sobre la nueva temporada de básquetbol, cuando Arnold escuchó a Josh diciendo "Oye, hermano, mira eso: ¡luna llena a las doce en punto!".
El otro compañero, Raúl, añadió "Si esa es la luna, ¡yo seré el astronauta, para clavar mi bandera y reclamarlo mío!".
No era la primera vez que Josh y Raúl se expresaban de esa manera, pero esta única vez, Arnold decidió levantar su mirada hacia lo que ellos estaban reclamando.
"¡HELGA!" gritó Arnold, con su mente fija en ella, adelantándose con rapidez entre sus amigos para llegar a donde estaba Helga inclinada, y cubrirla con su cuerpo.
Helga no se había dado cuenta que Arnold estaba justo detrás de ella, por lo enfocada que estaba, queriendo encontrar el papel con la clave.
Los compañeros de Arnold pasaron caminando, mostrando un gesto de desagrado.
"¡Qué mala jugada nos hiciste, Arnold! No nos dejaste saborear ni con la vista." dijo Josh.
Arnold se les quedó viendo a sus amigos mientras pasaban, con su mirada dura y firme por los comentarios que ellos habían hecho sobre Helga. Gerald únicamente miraba a su mejor amigo, moviendo la cabeza en desacuerdo y confusión por lo que había sucedido.
Después de ver a sus amigos alejarse, Arnold pudo brindar toda su atención a Helga.
"Mira, Cabeza de Balón, tú no tienes ningún derecho en estar reclamando..."
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"¡¿Cómo no iba a tener derecho!?" se dijo Arnold con las cejas arqueadas y el libro de recuerdos en mano, mirando fijamente la foto del equipo de Helga. "Yo no podía permitir que mis amigos y los demás estudiantes que pasaran por ahí la estuvieran viendo. Es mi deber como su... su,... ¿qué soy de ella?... ¿Amigo?... ¿o soy... algo más?"
Arnold cerró el libro de recuerdos, con fuerza. "¡Esto tiene que parar!" dijo frustrado, levantándose de su cama y aventando el libro dentro del cajón de su buró.
"No más recuerdos. No vale la pena pensar en algo que solamente causa confusión." dijo Arnold soltando un suspiro de cansancio.
Finalmente, después de terminar de acomodar sus materias en su mochila, se acostó en la cama, sin poder parar de pensar en Helga y cómo cada año se ponía más y más...
"Her-mosa..." dijo Arnold con un suspiro, abriendo sus ojos en pánico por lo que su boca había revelado.
"¡¿Qué me sucede?! No me gusta Helga, y yo no le gustó a ella... bueno, sí me confesó que me quería en la terraza de FTi y... ese beso... el beso." Arnold respiraba agitándose, recordando aquella noche en la terraza del gran edificio industrial.
"Pero ella se dejó llevar por el momento porque estaba nerviosa, ¡ella misma lo dijo!... y como quiera, Helga siempre me ha molestado toda la vida, gritándome 'Cabeza de Balón'. ¡Cielos!... estoy pensando de más, pero este año será diferente; quizás hasta consiga novia, quizás le diga a Susana o Linda que salgan conmigo."
Intentando tranquilizarse, Arnold tomó el control remoto de su habitación y apagó las luces.
Esa noche, Arnold daba vueltas en su cama, intentando relajarse para dormir. Los nervios y ansiedad de lo que le esperaba al siguiente día no lo dejaban descansar. Después de una hora de revolcarse entre las sábanas, finalmente entró en un profundo sueño.
El viento húmedo, cargado de calor, golpeaba la ropa del joven rubio mientras él corría por la densa jungla de San Lorenzo.
"¡No puedo dejar que me alcancen!" se decía Arnold en pánico, mirando continuamente hacia atrás.
La tupida vegetación de la jungla obstruía más el paso, aun así, con las ramas de los arbustos llenos de espinas rozando sus piernas, Arnold seguía corriendo en la oscuridad.
Dos hombres con machetes en mano lo alcanzaban, mostrando miradas oscuras en sus rostros.
Arnold forzaba su cuerpo, atravesando las ramas duras con espinas. Él sabía que no podía detenerse, su única opción era seguir corriendo, para enfrente, entre la oscuridad de la noche. Con su mirada fija en las ramas que cruzaban su camino, Arnold no se percató en ver la raíz grande de un árbol que lo hizo tambalear, causando que el joven espantado cayera sobre la húmeda tierra.
Al segundo, los dos hombres llegaron a donde estaba él, burlándose de su mala fortuna. "¡Hasta aquí llegaste, muchacho! Ya nadie te encontrará..." El hombre levantó el machete alto en el aire. "Nadie sabrá que te sucedió...¡igual que a tus padres!".
"¡¡¡NOOOOOOO!!!", gritó Arnold en terror, intentando cubrir su rostro con sus brazos, cuando Helga lo agarró, transportándolos a otra parte de la jungla.
Parpadeando sus ojos un par de veces para enfocar su mirada, Arnold encontró a Helga parada ante él, rodeada de flores rosas, con su mirada fija en sus ojos verdes. Las flores alrededor de ella soltaban un aroma dulce, pasivo, al aire que respiraba el joven; como un incienso exclusivo ante los sentidos de él. Arnold cerró sus ojos inhalando el cautivante aroma.
"¿Ya ves, Cabeza de Balón? Tengo que rescatarte todo el tiempo, como cuando estábamos en FTi; la noche que abrí mi corazón hacia ti."
"¿De qué hablas, Helga? Nada más te dejaste llevar, como me explicaste al final.", comentó Arnold confundido.
Ella sonrió suavemente con su mirada dulce a él. "Eso es lo que tú piensas, Arnold".
Con una intensa inhalación, Arnold abrió sus ojos despertando del sueño. "¡Es un sueño! Por Dios, nada de eso fue real." Arnold se le quedó mirando a la ventana grande del techo, pensando, con sus ojos pesados de sueño, en lo que Helga le dijo justo antes de despertar. "Helga... ¿por qué no habrá de serlo?, no creo que tú, realmente, sientas amor por mí."
Con esas palabras, Arnold cerró sus ojos, permitiendo que el sueño lo dejará caer en la jungla una vez más.
El conocimiento de la jungla cambió su panorama. Su vestimenta demostraba su ímpetu. Él estaba determinado a hacerlo, a cumplir la última misión de sus padres y descubrir toda la verdad. Cruzó el río más grande de la jungla, llegando hasta la montaña del volcán en donde todo se estaba lentamente revelando.
El sonido fuerte de un águila volando arriba de él captó la atención de Arnold, para mirar hacia el cielo.
"Ya sé. Sabía que la encontraría..." dijo Arnold, mirando hacia enfrente, observando la entrada de la oscura cueva. "Entraré con cuidado."
Sintiendo una inmensa fuerza de valentía en su cuerpo, Arnold entró a la misteriosa cueva. La cueva era un laberinto por dentro, con túneles oscuros en diversas direcciones; sin embargo, Arnold siempre supo qué camino tomar, ya que no era la primera vez que él había estado en esa cueva; no existía la manera en que él se perdiera.
De pronto, los pasos de alguien corriendo con rapidez hacia él se hacían cada vez más claros.
"¡¡Arnold!!"
Helga emergió gritando, saltando en los brazos de Arnold. "¡Él me hará daño!" dijo la joven chica, temblando del miedo.
Asegurando que todo estaría bien, Arnold la apretó entre sus brazos, diciendo "No te preocupes, Helga; te protegeré, no dejaré que nadie te lastime. Tú eres mi tesoro más preciado."
Helga lo miró, con un gesto de ternura hacia él y, acercando su rostro, pegó sus labios a los de Arnold, desvaneciéndose entre sus brazos.
En ese momento, Arnold no pensó en por qué Helga había desaparecido; en su mente, Helga estaba segura y lejos de cualquier mal que estuviera ahí.
Unos pasos más hacia el fondo de la cueva, a lo lejos, apareció una sombra lentamente transformándose en su padre.
"¡Papá!". Arnold corrió a él, abrazándolo con fuerza.
"¡¿Por qué me abandonaron?! ¿Qué les sucedió?", preguntó Arnold con lágrimas en sus ojos.
"Nunca te dejamos, hijo; nosotros siempre estaremos contigo. Somos parte de ti y vemos a alguien que te ama mucho."
"¿Te refieres a mis abuelos?"
"No, hijo; alguien más te ama y ella... haría cualquier cosa por ti. Recuerda: el mejor regalo puede llegar de la forma menos esperada. Su envoltura es simple, pero ella... es tu verdadero tesoro."
"Lo sé, papá, y la cuidare de cualquier mal que quiera hacerle daño."
"¡JA, JA , JA...!"
Las carcajadas malévolas de un hombre entre la oscuridad alarmó al joven rubio, estando parado al lado de su padre. "¡LaSombra!" exclamó Arnold en coraje, con sus cejas arqueadas.
¡OYE, ARNOLD! ¡OYE, ARNOLD! ¡OYE, ARNOLD!
La alarma ruidosa despertó a Arnold, sintiendo su cabeza pesada por el extraño sueño. Ya era el primer día de escuela y le esperaba un día largo por enfrente.
¡Qué sueño tan extraño tuve! ¿qué significará?, pensó Arnold sentándose en su cama y tallándose los ojos, mirando los rayos blancos del sol anunciar un nuevo día.
Notas de autor:
Capítulo dos esta listo, ¿Como les parecio? Estare publicando los capítulos correguidos como los valla terminando. Espero que con estas modificaciones puedan difrutar aun más la historia.
Gracias de nuevo y los vere despues.
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