Habla dulce Angel
Hola de nuevo a todos los lectores de mis historias. Hoy es 6 de Agosto 2021 y cómo verán actualice este capituló. Les comenté anteriormente que estoy tomando clases para mejorar mi escritura de español. Quiero poder presentar lo mejor de mi escritura en mis historias para que se puedan leer con más facilidad y emoción. 🥰😍
Espero que les guste como deje este capituló.
~~~~~Habla dulce Angel~~~~~
La clase de inglés ya había iniciado, el maestro daba su discurso al frente de la clase, ese discurso fastidioso que muchos maestros daban al inicio de clase en el primer día de escuela. Este maestro de inglés en particular siempre se aseguraba en expresar su entusiasmo por la clase y lo que él esperaba de los alumnos en cada año escolar. El salón estaba casi lleno de alumnos, todos brindando atención a las palabras del maestro bien vestido, utilizando pantalones rabones y zapatos nuevos de buena marca; todos los estudiantes atentos, todos, excepto por uno.
Sentado, con sus brazos sobre el escritorio y sus manos entrelazadas, Arnold se sumergía en sus pensamientos, recordando el sueño que tuvo esa noche.
~ "Nunca te dejamos, hijo; nosotros siempre estaremos contigo. Somos parte de ti y vemos a alguien que te ama mucho." ~
"Mi padre. Ese abrazo que le di se sintió real, como si no fuera en un sueño." se murmuró Arnold.
Arnold ya había soñado numerosas veces con su padre, pero jamás había intercambiado conversación con él y muchos menos abrazarlo.
"Lo que daría para que ese sueño hubiera sido verdad. Me pregunto a quién se refería mi padre cuando dijo..."
~ "No, hijo; alguien más te ama... El mejor regalo puede llegar de la forma menos esperada." ~
"... Puedo jurar haber escuchado esas palabras de alguien más, ¿pero de quién?"
De pronto una voz inesperada robó la atención completa de Arnold.
"Ya veo por qué insistías tanto en saber mi nombre ¡¡tú esperas que salga contigo!!"
"¡Helga!" susurro Arnold abriendo sus ojos, sintiendo el salto inesperado de su corazón en su pecho. "¡¿Qué?! ¡¿Con quién está hablando?!"
La voz de un joven, viniendo desde afuera del salón, desconcertó a Arnold.
"Helga, no te seguía; mi clase también es el salón ciento nueve. Parece que tenemos la misma clase."
¡¿Quién está afuera con Helga?! Necesito saber. ¡¿Y por qué dice Helga que él insiste en salir con ella?! No me gusta cómo se escucha. pensaba Arnold escuchando lo que el profesor les decía al salir de la clase.
"Ustedes, enamorados."
En el momento que el profesor se dirigió hacia ellos como enamorados, Arnold sintió su estómago retorcerse del pánico. En ese momento entró Helga a la clase, captando la mirada de Arnold, aliviando su angustia con la mera presencia, dejando únicamente los latidos fuertes de su corazón golpeando contra su pecho.
"¿Por qué me siento así? ¿nada más por ver a Helga?" se decía Arnold en voz baja, mirando los ojos azules grandes de Helga; ella no se había dado cuenta de la presencia de Arnold en la clase, sin saber lo tanto que él la miraba, especialmente sus labios rosas. "El color de sus labios se ven tan rosados, ¿cómo sería poder...?" Arnold abrió sus ojos dándose cuenta de lo que había dicho pero, más que todo, lo que se había imaginado.
A los segundos, entró el joven alto de pelo café claro al salón, deteniéndose justo al lado de Helga. Arnold inmediatamente lo miró, con sus cejas arqueandose, murmurando. "Él es un problema para mí... Digo... para Helga. De una manera u otra, no me gusta para nada."
El profesor apuntó en dónde se podían sentar. "Pasen, tomen asiento en los últimos dos escritorios de atrás. ¿Cómo se llaman?"
"Helga G. Pataki."
"Andrés Cooper."
*
Helga levantó su mirada insegura hacia el salón, dándose cuenta de todos los ojos que la miraban. Grrrrrr...¡¿por qué me miran de ese modo?! que no tienen algo mejor qué ver?! ¡Como el pizarrón! o el profesor vestido como si quisiera impresionar a alguien. Pensaba Helga, cerrando su mano en un puño, intentando controlar su coraje por la atención que todos los alumnos le estaban dando. Caminando molesta hacia su escritorio, capta como sorpresa la mirada de ojos verdes de Arnold. En ese momento, todo el ardor del coraje que sentía por ser el centro de atención, se había derrumbado, cayendo directamente en forma de hielo frío hasta sus pies. ¡Criminal! ¡Arnold está aquí también! ¿cómo no lo mire cuando entre a la clase? ¡¿Por qué me tiene que pasar esto a mí?! ¡Que me trague la tierra!
Inmediatamente al mirar a Helga, Arnold cambió su mirada hacia otro lado, dándose cuenta que se le había caído el bolígrafo de la mano. Helga miró un escritorio vacío atrás y al lado de Arnold, pensando en un segundo por cuál decidirse .
¡Ese cabeza de balón! ¡Cómo me cae mal! y al mismo tiempo... ¡Oh, mi encantador Arnold! si supieras cómo mi corazón grita tu nombre al verte y mis labios...
"Helga, ¿por cuál escritorio te decides?" Andres le preguntó interrumpiendo su concentración.
"Ugh, el que sea." respondió Helga frustrada, sentándose rápidamente atrás de Arnold, mientras Andrés se sentaba en el escritorio de al lado.
El profesor inmediatamente empezó a hablar. "Bienvenidos a la clase de Inglés; hoy tendremos mucho qué repasar. Quiero su atención completa en el pizarrón... "
Justo lo que Helga deseaba, que todos los estudiantes dejaran de mirarla para poder enfocarse en lo que tenía enfrente. Helga miró su libro de Inglés abriendo la página correspondiente que el profesor les indicaba. De pronto, un aroma dulce, a frutas, llenó su nariz.
Awwww, ese aroma, esa esencia del único que puede calmar mis pensamientos, trasladándome a un solo mundo: el suyo. Cómo quisiera hundirme en su cabello y, así, llenar mis pulmones de su fresco y suave aroma, sabiendo que él será —y es— el único aire que respiro.
El sonido de un lápiz golpeando ligeramente su escritorio la despertó de sus pensamientos. Helga volteó, mirando a Andrés dejando dos lápices rosados en su escritorio.
"Se te cayeron cuando caminabas por el pasillo." comentó Andrés en voz baja.
Él piensa que será muy fácil que Helga G. Pataki caiga por él, pero no tiene ni idea de quién soy. "Gracias, supongo." contestó Helga.
*
"Clase..." el maestro empezó a anunciar, "... este semestre estaremos estudiando historias de romance, como 'Romeo y Julieta', escritas por Shakespeare y la historia 'Los Tesoros del Corazón', escritas por Alejandra Villa."
"Tesoros..." murmuró Arnold recordando nuevamente lo que su padre le dijo en su sueño.
~ "Vemos a alguien que te ama mucho y que haría cualquier cosa por ti; ella es tu verdadero tesoro y viene en la envoltura más simple."~
Al regresar su atención al salón, Arnold miró a los estudiantes aplaudiendo. ¿Qué está pasando? se preguntaba él.
"¡Por favor, Arnold y Helga, pasen al frente del salón!" les dijo el maestro, aplaudiéndoles.
Confundido por la manera en que los estudiantes lo miraban mientras aplaudían, Arnold caminó hacia el frente del salón, encontrándose nuevamente con la mirada de Helga.
El profesor continuó anunciando. "Me siento muy... orgulloso... de poder tener en mi clase a los dos estudiantes que rompieron récord como los más jóvenes, en aquel tiempo, en ganar el trofeo educacional más grande de la escuela de teatro... cuando sola-mente estaban en el cuarto año de primaria. ¡Increíble! Fue un honor estar ahí sentado ese día y poder ser testigo de esa divina obra de arte. ¡Qué maravillosa e inolvidable actuación hicieron en 'Romeo y Julieta'!"
Los estudiantes volvieron a aplaudir mientras que Arnold y Helga permanecían enfrente de la clase.
"¡Maldición!, solo esto me faltaba: un profesor dramático, amante del teatro, anunciando ante toda la clase recuerdos que no quiero evocar."
"¡Oh!... pero cómo no recordar aquel... ¡ohh!" se murmuraba ella misma.
"Sí fue tu mejor actuación, Helga." le murmuró Arnold, acercándose levemente a su oído.
Los ojos de Helga se abrieron del pánico. ¡Diablos! ¡¿me alcanzó a escuchar?!
El maestro continuó hablando. "¡Por favor, hagan esa divina escena cuando Romeo visita a Julieta afuera del balcón! Si todavía se acuerdan de sus diálogos." dijo el maestro.
Helga fue la primera en contestar. "¿Cómo puede pensar que todavía tenemos recolección de los...?"
"Sí, por supuesto." contestó Arnold rápidamente, interrumpiendo a Helga, mientras se sobaba detrás del cuello, demostrando sin querer qué tan nervioso estaba.
"¡Y tenías que meter la pata, Arnoldo!"
Helga no quería dejársela fácil al maestro, pero cuando miró que Arnold aceptó, cambió su pensamiento por completo; más aparte, la obra de teatro significó su primer beso con Arnold ¡claro que ella se acordaba de los diálogos! tanto que quedaron tatuados en su corazón.
"Sí... No hay problema." contestó Helga, fingiendo titubear.
Arnold por un momento se inquietó, dudando del compromiso que había aceptado con el profesor y ante toda la clase, pero era demasiado tarde para negarse a hacerlo. ¡No puede ser! pensaba Arnold, pasando saliva, mejor le hubiera dicho al maestro que no me acuerdo de los diálogos de Romeo.
Arnold volvió a ver a Helga fijamente, pensando si tal vez ella pudiera decir algo para salvarlos de una posible humillación enfrente de toda la clase. En ese breve momento, al ver fijamente los ojos azules de ella, como un rayo iluminando su corazón, todos los diálogos de aquellas escenas llegaron a su mente. Bajó su mirada levemente, soltando un respiro y, volviendo a mirar a Helga, empezó con las palabras de Romeo.
"¡Silencio!" Arnold se hincó en una pierna, mirándola profundamente a los ojos. "¿Qué resplandor se abre paso a través de aquella ventana? Es el Oriente, ¡y Julieta, el sol! Es mi vida, ¡es mi amor la que aparece! ¡como la luz del día a la de una lámpara! Sus ojos lanzarían desde la bóveda celestial unos rayos tan claros a través de la región etérea, ¡que... mmm... mmmm..."
Parece que Arnold siempre se atoraba en esta parte, ¿en dónde está el señor Hyunh cuando lo necesitas?
"...can-tarían las aves creyendo llegada la aurora!", terminó Arnold, con alivio.
Helga tenía su corazón detenido en el pecho, sin poder respirar, sus ojos abiertos grandes sin poder parpadear, no podía creer lo que estaba sucediendo: Arnold, su Arnold, estaba hincado tomándola de la mano. Que alguien me pellizque porque debe de ser un sueño. pensaba ella, mirando los ojos verdes de su cabeza de balón; Arnold, después de tantos años, se acordaba de los diálogos que ella repasaba en su mente una y otra vez, recordando por siempre aquella noche, aquella única noche, que Arnold de una manera, como de cuento de hadas, a través de las palabras de Romeo, le confesó su eterno amor a ella, ¡a Helga G. Pataki!
Con sus manos sobre su pecho y su mirada de amor hacia él, una vez más a través de las palabras de Julieta, Helga tuvo nuevamente la oportunidad de declarar su amor a Arnold Shortman.
"¡Oh, amor!" la voz suave, dulce, de Helga se manifestó.
Arnold la miró fijamente a los ojos y, apretando delicadamente su mano, continuó. "Habla... ¡Oh! ¡Habla de nuevo, amor mío!". Estas palabras no eran extrañas para él, pues su voz ya las había dicho anteriormente, pero algo no era igual que antes: él se sentía diferente al decirle; esta vez su corazón golpeaba su pecho, calentando todo su cuerpo.
Ahí fue cuando el escenario cambió por completo: Arnold ya no estaba enfrente de la clase, solamente estaba en un espacio libre de soñar y dejarse ir, un espacio entre él y la presencia de Helga.
Helga suspiró. "Oh, Romeo, ¡Romeo! ¿Por qué eres tú, Romeo? Niega a tu padre y rehúsa tu nombre o, si no quieres, júrame tan sólo que me amas y dejaré de ser una Patak... ¡Capuleto!". Se enrojeció mientras su mano temblaba al ser sujetada por Arnold.
"¡¡Bravo!!". El maestro se emocionó, derramando una lágrima mientras los estudiantes aplaudían, levantándose.
Helga y Arnold cayeron de regreso al escenario en donde estaban, recordando que toda la clase los miraba; la ilusión entre ellos dos se desvaneció.
"Esto es vergonzoso." murmuraba Helga, bajando su rostro enrojecido.
Entre todos los alumnos que aplaudían, una alumna levantó su mano.
"¿Sí, Rhonda? ¿qué quieres decir?" preguntó el maestro.
"Profesor, se le olvidó mencionar algo muy importante sobre el récord Guiness que estos dos estudiantes rompieron."
"¿A qué te refieres, Rhonda?" volvió a cuestionar.
"Me refiero al récord que rompieron ellos dos del beso más largo de la historia actuado en una obra de teatro; eso es, si realmente fue... actuado. También hay que hacer ver que tan solo tenían nueve años cuando se besaron. ¿No considera eso algo... indecente?" comentó Rhonda con una actitud burlona.
Los aplausos cambiaron por risas y burlas entre los estudiantes.
Helga se le quedó viendo a Rhonda con una mirada de muerte, enfurecida por lo que ella había dicho sobre ese recuerdo de oro que ella tenía en su corazón, de aquella vez que sus labios tocaron suavemente los de Arnold. Con su mano hecha un puño y rechinando los dientes, Helga estaba a punto de gritarle algo, cuando Arnold le puso la mano sobre su hombro; con sólo sentir la mano de Arnold, su ira se esfumó.
El profesor levantó sus manos con intención de imponer orden, diciendo "¡Es suficiente! Aquí apoyamos a nuestros compañeros de clase, no se permiten las burlas. Siéntense todos y dejen de reírse o les daré un pase a la clase de detención." Después, dirige su mirada a Arnold y Helga.
"Muchas gracias, chicos, por esa espléndida presentación única", los felicitó el maestro mientras ellos regresaban a sus escritorios.
Después de un tiempo, timbró la campana para pasar a la siguiente clase. Helga fue la primera en levantarse de su asiento, como si fuera una competencia de quién saldría más rápido de la clase. Arnold agarró sus libros con rapidez para alcanzar a Helga, antes de que ella se perdiera entre el pasillo lleno de estudiantes; él no quería perder la oportunidad de poder volverle a hablar, así que, con largas zancadas, Arnold la alcanzó.
"Hola, Helga, ¿cómo has estado?" dijo, faltándole el aire de la emoción de poder alcanzarla.
"De maravilla, Cabeza de Balón ¿y tú?".
"Yo... este..." Arnold no pensó que llegaría tan lejos en la conversación; ya no sabía qué más decir. "... He estado bien. No sabía que tenías esta clase; por lo regular no tenemos clases juntos." le dijo Arnold, un poco tímido.
"¡Ya sé! Este año mis clases han estado súper mal; con decirte que no tengo ninguna clase con Phoebe."
"¿En serio? Déjame veo tu lista de clases." dijo acomodando sus libros en un brazo para extender su mano y agarrar la lista de clase de Helga.
Por lo regular, Helga no dejaba que nadie mirara su lista de clases, excepto por Phoebe, pero esta vez, sin pensar, le pasó su lista a Arnold.
Mientras él leía el papel, Andrés pasó caminando.
"Recuerda mi invitación, Helga, si estás interesada." le recordó Andrés, con una sonrisa, mientras se alejaba.
Helga rodó sus ojos hacia el comentario de Andres, regresando de nuevo su vista al gesto ahora molesto que mostraba Arnold.
"¡¿De qué estaba hablando aquel?!" Arnold preguntó.
Parecía que el chico rubio que siempre mostraba ser bueno con todos, por primera vez, mostraba un lado que Helga jamás había mirado antes. Aún así, Helga intentaba fingir no importarle el cambio de actitud de Arnold.
"Oh, no es nada, Cabeza de Balón."
"¡No parece ser nada! ¡¿Él te está molestando?!" preguntó Arnold, todavía más exaltado.
La paciencia de Helga llegó a su límite; sin embargo, después de haber hecho corajes esa mañana con la caída que tuvo, ella quería buscar otra forma de tomar control sobre la situación.
"Tranquilízate, Arnoldo. ¡¿qué te picó esta mañana?!"
"¿'Picó'? No sé a qué te refieres, Helga, y estoy tranquilo."
La actitud confusa de Arnold la estaba desesperando. "No sé qué tengas, Camarón con Pelos, ¡pero parece que ese estirón que te diste este verano te está afectando las neuronas de tu cabezota!"
Captando lo inquieta que Helga estaba, Arnold se dio cuenta del cambio de actitud hacia ella e intentó tranquilizarse.
"Disculpa, Helga, tienes razón. No sé qué me pasó." le contestó mirando al piso, pensando qué más decir.
Al ver lo apenado que se miraba Arnold, Helga soltó su estrés, intentando respirar pasivamente. "Mira, Arnoldo, sobre Andrés, yo me las puedo ingeniar sola; aparte, ¿por qué quieres saber?"
"Nada más preguntaba, por un momento pensé que él..." Arnold resbaló su mano por su suave cabellera rubia. "... te estaba molestando"
Al ver cómo su mano recorría los mechones de pelo, Helga se dejó caer en un pensamiento; de cómo sería poder tocar el pelo de Arnold de esa manera: los dos acostados sobre un jardín de flores amarillas, con la brisa fresca rozando sus rostros, los pájaros alrededor cantando en felicidad por ellos; Arnold la mira y tocando delicadamente la mejilla de ella, le dice...
"¿Helga?"
"Mmmmm... sí." contesta ella con una sonrisa y la mirada fija en el cabello dorado de Arnold.
"¿Helga?", le llamó Arnold la atención, notando lo distraída que se miraba.
Sacudiendo su cabeza, Helga se acordó que estaba de regreso en la escuela, con los ojos verdes de Arnold fijos en ella. "¡Diablos! Digo... oye, Cabeza de Balón..." No sabía qué decir, los nervios por ver cómo Arnold la miraba se estaban apoderando de ella. "¿cómo... es que después de tanto tiempo todavía te acuerdas del diálogo de Romeo? Te confieso que yo ni siquiera me acordaba de esa obra que hicimos, hasta que el profesor lo mencionó."
¡Me salve de esa! por un momento pensé que Arnold se dio cuenta de cómo le miraba el pelo, como una tonta, ¡qué vergüenza! Necesito centrar mis pensamientos.
"Si no te acordabas, Helga, ¿cómo fue que pudiste decir los diálogos de Julieta perfectamente y hasta con actuación?"
"Aah..., ¿qué puedo decir, Cabeza de Balón? tengo una memoria profunda que no se olvida de nada..."
Arnold la miraba con una sonrisa retorcida.
"Digo..., sí se me olvidan algunas cosas, como lo... del beso," dijo Helga mientras un escalofrío pasaba por su espalda. "¡ah! ya ni tenía conocimiento sobre eso o... el tiempo que el beso había... aah..."
Arnold no paraba de mirarla, mostrando su suave sonrisa.
"¡Criminal! Ya ni sé lo que digo, pero parece que tú sí sabías muy bien esos diálogos, Arnoldo; quizás nunca los olvidaste."
Arnold bajó su mirada un poco, llevando su mano atrás del cuello. "En realidad, ni he pensado sobre esa obra que hicimos y... por un momento pensé que se me habían olvidado los diálogos por completo pero, después te... miré y... mmmm... me acordé; supongo que nunca se me olvidó. Tu actuación fue muy buena en aquel tiempo... y otra vez actuaste muy bien." decía Arnold intentando respirar, a pesar de sus nervios.
Helga sonrió con orgullo, parecía que su dominio sobre cómo actuar ante Arnold ya había regresado y se iba a aprovechar de ello.
"¿En serio? bueno, eso es porque yo soy muy profesional en todo lo que hago..."
De pronto, las mejillas de Helga se enrojecieron, pensando:
Espera...acaba de decir él que con tal solo mirarme se acordó de los diálogos, y a que se refiere con mi actuación fue...buena? En realidad habla sobre mi actuación o sobre el...beso. Cielos, ¿por qué me mira así? voy a perder el sentido con este cabezón y sus ojos maravillosos verdes que... ¡Aah! ¡No pierdas el camino, Helga!
"Ya me perdiste, Cabeza de Balón ¿te refieres a cómo actué en aquel tiempo? ¿o por la manera que actué ahorita durante la clase?" Helga sentía su corazón atacado de pánico en su pecho. ¡¿Será que Arnold le quiere decir algo sobre el beso que se dieron cuando eran niños?!
Arnold puso la mano por detrás de su cabeza, pensando qué decir. "Bueno..., en realidad... ¿estabas actuando?" Finalmente Arnold soltó la pregunta, mirándola a los ojos; sabía que ellos no le podían mentir.
¡¿Sabrá él mi secreto?! pensó Helga soltando un grito interno de pánico mientras tenía su mirada fija en él; aún así, en un segundo, ella tomó control sobre la situación una vez más, de la única manera que ella sabía cómo hacerlo: fingiendo ira.
"¡¡¿Vas a estar mirando mi lista todo el día?!! ¡¡porque necesito irme a mi siguiente clase!!", dijo Helga, levantándole la voz.
"Ah, perdón... Te iba a decir: tenemos dos clases juntos y lonche. Aquí está tu lista, Helga." Arnold le regresó la hoja de clases. "Te veo después." le dijo sonriente y tímido, alejándose de ella.
"¡Sí, sí! Hasta después... o nunca, Cabeza de Chorlito, ¡ja ja ja!" Helga esperó hasta que él no pudiera oírla y, como de costumbre, su lado dulce tomó las riendas.
"¡Ohh, mi príncipe amado! ¡con cabeza de balón!" susurró Helga, caminando en dirección opuesta. "Eres lo mejor que veo cuando llego a la escuela, siempre lo has sido... Ohhh."
Es ese momento de color de rosa y corazones a su alrededor, se acordó de algo muy importante y, abriendo completamente sus ojos, volvió a escuchar las palabras de Arnold en su mente:
~ "Tenemos dos clases juntos." ~
"¡Criminal! ¡¿A qué otra clase se refiere?!"
Notas del autor:"
¿Qué opinan? Tuve que poner un capítulo sobre "Romeo y Julieta", me encantó esa escena en la serie. Debo de confesar: batallé con los diálogos de la obra pero estoy contenta con los resultados.
Arnold se puso celoso 😁 y con justa razón: Andrés es muy simpático.
Gracias por leer... Hasta la próxima.
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