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Capítulo 1

Género: Fantasía/Ciencia ficción
Palabras: Fragancia, basura, soledad, correr y Luna.

Se despertó, sintiendo el helado suelo bajo su cuerpo. Su cabeza le dolía y tenía moretones en los brazos. Había oscuridad a su alrededor, entrecerró sus ojos para tratar de ver mejor, solo divisaba sombras. Lo último que recordaba era estar en la nave, cuando un fuerte golpe los desestabilizó. El monitor no les avisó la presencia o cercanía de ningún cuerpo celeste o nave en su órbita, pero ahí estaban todos los controles en rojo dando alarmas de una reparación urgente de lo contrario, la nave explotaría.

—Tuvo que haber sido un asteroide, ¡cómo no lo vimos! —Andrés, el encargado de seguridad en la nave, se muestra desesperado y agobiado por no saber la causa del impacto ni los daños causados.

—Capitán Davis —señala la pantalla principal Dimitri, responsable de los controles —vamos a impactar.

Todos voltearon al monitor y vieron lo que Dimitri señala. Se acercan rápidamente a un gran cuerpo celeste púrpura, aunque no podrían asegurar si era un satélite o un planeta, cualquiera de las dos cosas podía ser, ya que es sabido que en el Universo existen cuerpos de todos los tamaños.

—Taehyung, ¿cuánto tiempo nos queda para el impacto? —preguntó el Capitán.

—No lo sé, Señor, probablemente menos de 5 minutos —el miedo en la voz del conductor de la nave Eclipse628 era evidente.

Los cuatro formaban parte de la operación Venus, una alianza internacional para el descubrimiento de nuevos mundos. Nunca pensaron que después de seis meses en el espacio su misión terminaría de ese modo. Andrés envió un mensaje a Tierra para avisar lo sucedido, sabe Dios si el mensaje llegará a destino.

—Dimitri, activa la burbuja de protección. Empieza por Taehyung —ordenó el Capitán—. Ve —le indicó a Taehyung antes de que proteste.

Taehyung obedeció, se puso el casco y el tanque de oxígeno y se posicionó en la zona circular cerca de Dimitri, que en cuanto activó el botón, bajó un tubo que liberó un gas que cubrió completamente a Tae; a medida que lo cubría, el gas se endurecía a su alrededor formando una burbuja. La burbuja de protección cubre al astronauta de una capa flexible para resistir los golpes y permitir el movimiento corporal, ya que funciona como un traje, pero a la vez es lo suficientemente resistente para no romperse.

—De todos modos si sobrevivimos, el tanque —señala el oxígeno— no durará para siempre —expresa con preocupación Taehyung mientras es cubierto.

—Dimitri, date prisa —demanda Andrés después de mirar la pantalla, están cada vez más cerca del impacto.

—Capitán, se trabó. No funciona —golpea varias veces el botón de mando que activa la burbuja.

—¿Cómo que no funciona? —llega indignado Andrés a golpear más frenéticamente una y otra vez el panel de control— ¡Hazlo que funcione! —Agarra del cuello a Dimitri.

—Déjalo —se acerca a separarlos el capitán—, quizás sea nuestro destino. Suerte con ello compañero —le sonríe al único protegido.

—¡No! —grita Taehyung, pero ya es demasiado tarde, el momento del impacto llega.

Taehyung se levantó a tientas en medio de los escombros, todo era oscuridad a su alrededor.

—Capitán, Dimitri, Andrés, ¿están por ahí? —camina unos pasos, percatandose que el lugar tiene la misma gravedad que la Tierra, por lo que el traje le pesa demasiado. Levantó algunas piezas, guiado por las tenues luces de la destrozada nave— ¡Erick, Andrés, Dimitri! —volvió a llamar.

Silencio.

Observó con horror que su tanque de oxígeno tenía una fisura, es decir, no le quedaban más de diez minutos de suministro.

—¡Vaya suerte la mía!

No obstante, había otro problema: el combustible. Había fuego cerca de donde debía ir el depósito y estaba avanzando peligrosamente hacia allí.

—¡Mierda! —expresó—. Piensa Taehyung no puedes correr así, el tanque no te dejará ir lo necesariamente lejos para escapar de la explosión y segundo, ¿qué probabilidades hay que el aire sea mortal para los humanos? —sopesó sus probabilidades— al menos sin el tranque y el casco tendría una posibilidad.

Desactivó rápidamente la burbuja. Le dolía el costado derecho por el golpe, especialmente el brazo, aunque en estos momentos la adrenalina en su sistema no le deja sentirlo. Se quitó a igual velocidad el tanque y desconectó los conductos con su traje de astronauta, mirando de reojo el fuego que avanza hacia lo inevitable, y finalmente se quitó el casco. Hecho aquello se dispuso a correr por el desolado lugar lo más lejos posible de ahí; corrió porque su vida dependía de ello. Mientras huía la explosión ocurrió y fue ahí que atinó a ocultarse tras un montículo de arena morada para evitar la onda expansiva. Se sentó, dobló sus piernas, entre ellas escondió su cabeza, y cerró sus ojos.

El silencio envolvió nuevamente a Taehyung. Se percató que respiraba con normalidad, sin ayuda de ningún dispositivo. Suspiró aliviado. Se acostó en el suelo, pues el cansancio y el dolor en su cuerpo no le permitirían estar en pie. Era de noche, sin embargo, no hacía frío, por lo que permaneció así acostado mirando el cielo.

Desde pequeño el espacio le llamó la atención, lo conocían como “el niño de las estrellas” por estar constantemente hablando de ellas, sus planetas, cometas y meteoritos. Quería saber qué había más allá del Sistema Solar. Se esforzó tanto por lograr su cometido, que el día que se tituló de la prestigiosa Academia Espacial para Cosmonautas en su natal Corea del Sur, al alero de la Agencia Federal Rusa, fue el hombre más feliz. Había dado el puntapié inicial para cumplir su anhelado sueño: descubrir el Universo.

Mientras observaba el cielo se percató de algo fascinante: habían cinco lunas, por lo que concluyó estaba en un planeta. Cuatro tenían un reflejo de luz verde azulada como Urano, mientras que la más cerca y brillante, un reflejo plateado.

—Fascinante. Cómo me gustaría que vieran esto —recordó a sus compañeros—. Capitán, haré que su deseo de salvarme lo valga, no lo defraudaré —una lágrima solitaria se escapó por su mejilla, que quitó rápidamente con el dorso de su mano—. Será mejor que duerma un momento —puso su brazo tras su cabeza y la otra en su regazo, se dispuso a dormir mirando ese nuevo cielo de cinco lunas.

Jiminshi caminaba por el sector de los cráteres dipilianos en búsqueda de la nave que cayó anoche, pues estaba seguro que la luz que vio descender abruptamente correspondía a una nave, era muy leve para ser un meteorito y donde hay naves caídas, hay chatarra para sus artesanías.

—Esto servirá para un dispositivo de impulso, esto para un lindo florero magnético, esto para un hermoso collar o unos anillos tal vez —decía mientras recogía una lata destrozada, un tornillo o una tuerca arrojados por aquí y por allá luego de la explosión—, con esto crearé una de esas armas de fuego que tanto le gustan a… ¡Oh! Esto es nuevo —reparó con curiosidad las extrañas pisadas en la arena. Les siguió el rastro, pero estas así como aparecieron, desaparecieron, aunque notaba que habían sido hechas durante una huida.

Miro hacia donde el individuo podría haber escapado y su visión se topó con un montículo de arena. Guió sus pasos hasta allí. Al llegar vio dos pies que se asomaban, se acercó con cautela y se encontró a una criatura durmiendo o eso suponía. Se abrazaba a sí mismo y tenía la boca ligeramente abierta, al igual que sus ojos. Jiminshi río, se veía gracioso.

Con el ruido emitido, el terrícola despertó. Abrió sus ojos y lo primero que vio fue a un chico de cabellos dorados, piel pálida y ojos redondos azul claro, que lo observaba con una divertida sonrisa. Taehyung se incorporó rápidamente.

—¿Quién eres tú y qué quieres? —preguntó asustado, arrastrándose al cúmulo de arena para protegerse.

Jiminshi no entendió lo que le dijo, por lo que atinó a responderle lo que cree le dijo, dado su actitud.

—Soy Jiminshi, un amigo, no te haré daño. —Pero Taehyung seguía en la misma posición asustado— ¡No me entendiste, ¿cierto? —golpeó su frente con una palma de su mano—. Pero si soy bruto, es un extradipiliano, claro que no va entender —introdujo una mano en su bolso—. Vamos, tienes que estar por aquí —su mano revolvía todo en su interior, pero nada, así que optó por darla vuelta, extendiendo previamente su manta en la arena para después recoger todo fácilmente y que nada se le pierda— ¡Aquí estás! —dijo triunfante—. Perdón por esto, va a doler, pero será necesario —se acercó a Taehyung, quien lo miraba con recelo, había doblado sus piernas y ahora se abrazaba a ellas con fuerzas, no alcanzó a reaccionar cuando el extraño ser lo pinchó con algo detrás de su oreja.

—Au, eso dolió —manoteo al pequeño extraterrestre y se alejó.

Jiminshi lo miraba impaciente a la espera que el dispositivo conecte con su cerebro.

—Ahora sí, ¿puedes entenderme? —quiso saber.

La expresión de Taehyung cambió a una de asombro, podía entender perfectamente lo que decía — ¿Cómo es que?

—Lo que te puse es un traductor universal, literalmente —sonrió—. Soy Jiminshi, un aureano —extendió su mano, señal universal de saludo.

Gracias a ese gesto Taehyung reparó en que sus manos eran pequeñas, al igual que su nariz y orejas que además de pequeñas eran redondas, y en sus tiernos mofletes, que sumado a sus hermosos ojos azulados le daban un aspecto adorable e inocente.

—Hola, soy Kim Taehyung, un terrícola —sonrío al recordar la vez que imaginó presentarse así frente al presidente o rey del nuevo planeta que descubrieron con su tripulación el año pasado, sin embargo, nada de eso sucedió, ya que el planeta no albergaba vida. Hoy lo hacía, pero en una situación completamente diferente y no sabría decir si es gratificante— ¿Dónde estamos?

—Supongo que tienes muchas preguntas. ¿Te refieres al planeta o a este lugar?

—Ambos.

—Estamos en Dipilium del Sistema Oxur. El planeta con la atmósfera más amigable del Universo, porque tiene la particularidad de adaptarse a los requerimientos gaseosos de cada individuo, sin importar de donde vengas —Taehyung se fascinó con lo que escuchaba, nunca pensó que existiera un lugar así y al fin comprendía por qué su cuerpo no se hizo papilla al quitarse el casco— y aquí estamos en el valle de los cráteres. Este lugar tiene un magnetismo especial con las naves espaciales que en el 95% de las veces caen aquí. Vengo a este desolado lugar a buscar materia prima para mis creaciones. Ven, vamos a casa, nunca se puede disfrutar de la presencia de un terrícola —le sonrió tomándolo de la mano para que se pusiera de pie.

—Hay algo que no entiendo, ¿es de día o de noche? —reparó Taehyung al darse cuenta que seguía viendo el cielo estrellado, pero estaba ligeramente más claro.

—De día, de hecho ya es media mañana. Dipilum está alejado de la estrella Oxur, por lo que el día no alcanza a ser iluminado por ellas, sin embargo, una de sus lunas, sí recibe la suficiente luz como para alumbrarnos. Es aquella —señaló al cielo donde también Tae miró—, la Luna plateada, la más brillante y cercana. Ahí reside la Diosa Zuky, que provee la vida y armonía al planeta y sus habitantes, a quienes les concede favores solo si se lo merecen, pues es capaz de ver a través de su alma.

—Increíble —Taehyung estaba realmente asombrado sin dejar de contemplar el cielo.

—Justo allá —señala lo alto de la montaña— existe un templo en su nombre al aire libre, porque cuando su Luna pasa por ahí los rayos plateados son más intensos, cubriendo todo el lugar.

—Me encantaría visitarlo alguna vez antes de irme.

—¿Irte? —preguntó sorprendido Jiminshi.

—Debo buscar el modo de regresar a la Tierra.

—Oh, entiendo.

Todo el camino estuvieron hablando de sus mundos y de este donde eran unos forasteros.

Taehyung se encantaba con cada cosa que veía. Que por qué el suelo era morado, que si tenían agua y si también existían las estaciones del año. Se desilusionó al saber que no, que el clima era constante, ni frío ni cálido, pero la vegetación permanece florecida siempre. Jiminshi le contó además que hace muchísimo tiempo atrás un prestigioso botánico dipiliano recorrió el Universo, junto a su esposa, en busca de diversas plantas para cultivar en Dipilum, y que dentro de los planetas visitados estaba la Tierra y muchas de las semillas recolectadas dieron frutos, por lo que Taehyung se emocionó al pensar que encontraría algo de su hogar.

Igual reparó en que Dipilum existían seres muy diversos. Taehuyng pensó que solo eran de diferentes razas dipilianas, pero Jiminshi le dijo que los únicos dipilianos eran aquellos seres de piel azulada y ojos grandes y rasgados de color dorado, con orejas puntiagudas que sobresalen de su cabeza, que es adornada por una cabellera azul oscuro, tienen brazos largos y son mucho más alto que un aureano, pues miden dos metros de altura, en comparación con un aureano que máximo mide 1,70 m. Jiminshi estaba a 5 cm por debajo de esa medida. También le explicó que esa diversidad de culturas intergalácticas se debe al “Tratado de paz y armonía universal” que el rey dipiliano estableció por los demás seres del Universo, luego de una guerra injustificada en contra de su planeta.

—Bienvenido a mi hogar —dijo orgulloso Jiminshi extendiendo los brazos hacia el lugar enfrente suyo.

Taehyung miró atónito hacia donde le indicaba, pues parecía un depósito de basura chatarra; por todos lados había restos de lata, tubos, fierros, partes de naves como puertas o ventanas, ruedas entre otras muchas otras cosas, que apenas se veía la puerta para entrar, pero si el exterior estaba así, el interior no era mejor.

—¿Tienes mal de Diógenes o algo por el estilo? —preguntó mientras esquivaba una pila de frascos tamaño pequeño apenas entró. Las paredes verde pistacho contrastaban muy bien con las figuras y adornos de metal que habían por todo lados.

—¿Diógenes? ¿Qué es eso?

—Es un mal que tienen quienes acumulan muchos objetos, desperdicios o basura en su propia casa y les dificulta su diario vivir.

—Yo no tengo eso —aclaró—, lo que sucede es que para un artesano, todo material sirve, en todo puedes encontrar algo que crear.

—Oh, ¿qué tipo de artesanía haces?

—Pues de todo: joyas, adornos, esculturas, propulsores, dispositivos de traducción o para “respirar” en el espacio en caso de emergencia y armas: como cuchillos magnéticos, espadas plegables y pistolas láser o similares.

Taehyung, que lo había escuchado atentamente, estaba con la boca abierta del asombro.

—No eres un artesano, eres un armero electrónico. Ahora me diste miedo.

—No te atacaré con las armas —río—, pero sí te puedo atacar con una escultura —tomó una figura de metal en forma de árbol e hizo ademán de lanzarlo. Taehyung se cubrió por inercia—. No te traje aquí para atacarte, aunque hubieras visto tu cara —reía muy fuerte el alien de cabellos dorados.

—Está bien, ya entendí. Si te pido una nave espacial para regresar a la Tierra, ¿cuánto crees que demores? Solo que no tengo como pagarte —reflexionó—. Podría ser tu esclavo mientras tanto, hago de todo menos eso —puntualizó con un leve sonrojo en sus mejillas. Jiminshi estaba conteniendo la risa.

—Siento decepcionarte, pero no sé hacer naves. Aunque aún puedes ser mi esclavo —río.

—No, ya no quiero nada —respondió haciéndose el dolido—. Entonces, ¿vendes todo eso? —volvió al tema inicial.

—Así es. Las joyas y adornos los vendo junto a Kookie en la feria cuando voy con él, porque son cosas que hago más por diversión. Mi real negocio es todo lo demás, especialmente las armas que fabrico a pedido, y eso lo comercio aquí.

—Oh, comprendo. ¿Quién es Kookie?

—Mi alma gemela o el amor de mi vida, que es igual —se sonrojó al recordarlo—. De él son todos esos frascos que viste al entrar.

—¿También es artesano?

—No, él es perfumista. Crea exquisitas fragancias. Siéntate acá —le mostró una silla cerca de una mesa o más bien un tablón que servía de apoyo—, traeré algo de comer.

Mientras Jiminshi regresaba, investigó un poco el lugar, encontrando en un rincón una serie de frascos pequeños con líquido en su interior, supuso eran los perfumes, así que las fue oliendo una a una hasta que encontró un olor familiar: jazmín y sin pensarlo se lo puso en el cuello. Sintió que Jiminshi regresaba y volvió a su lugar.

—Huelo que encontraste los perfumes. Entiendo porqué te pusiste esa fragancia —sonrío—, pues esa flor blanca es de tu mundo y es una de las tantas que crecen en Dipilium.

La felicidad de Taehyung era enorme.

—¿En serio?

—Sí, incluso Kookie las cultiva aquí en casa.

—Necesito verlo.

—Está bien, pero será después de comer —le sirvió un vaso con una bebida amarilla y burbujeante y una masa roja cuadrada y esponjosa, imaginó era el pan de este mundo.

—¿Tú tienes pareja? —preguntó Jiminshi al rato de empezar a comer. El castaño negó.

—Tengo tan mala suerte en el amor, que si alguien me dice que me quiere por mi buen corazón, de seguro es un traficante de órganos —ambos rieron, y trataban de silenciarse mutuamente—. Ya, en serio, no. Ninguna ha logrado entender la pasión por mi trabajo. No comprenden que puedo pasar más tiempo en el espacio que en casa y terminan yéndose con el primero que encuentran. Mi única compañía incondicional es mi perro Yeontan, aunque pasa más tiempo con mis padres que conmigo, él sigue siendo un compañero fiel. Mis padres lo cuidan muy bien en mi ausencia —su sonrisa decayó, extrañaba a su cachorro.

—¿Cómo es un perro?

—Una cosa peluda con cuatro patas, ojos, orejas y hocico que mueve frenéticamente su cola cada vez que te ve y si lo dejas te lame la cara.

—Se oye divertido, quiero uno —sonrió.

—Si pudiera ir y volver te traería uno. Te encantaría.

—Quien sabe, quizás encuentres a tu pareja en Dipilium.

—¿Aquí? Es imposible que haya otro humano en este lugar, ¿o sí?

—Claro que no hay otro, pero los dipilianos creen que cada ser en el Universo tiene un alma gemela designada por la Diosa Zuky, no importa del sitio que provenga, porque siempre el destino hará lo suyo para encontrarlos. Para los dipilianos es aún más importante, ya que cuando pierden a su alma gemela, no vuelven a enamorarse de nuevo y la pérdida de su amor verdadero entristece su alma hasta la muerte.

—Eso es hermosamente triste —el contrario asintió—. Pero ¿cómo saben que realmente encontraron a su alma gemela? Digo, solo puede ser que pierdan a un gran amor, pero no el verdadero.

—No hay una manera definida, solo lo sabes, pero siempre es a través de los sentidos: vista, gusto, olfato, tacto. En mi caso fue al tocarlo, sentí una suave corriente por todo mi cuerpo que erizó los pelos de mi piel, la sensación era cálida y sentía que lo conocía de toda la vida y lo acababa de ver. A Kookie le pasó exactamente lo mismo y cuando nos miramos a los ojos supimos que ya no podíamos estar separados nunca más.

—Eso en la Tierra es amor a primera vista y la mayoría de las veces no dura mucho —vio que Jiminshi iba a reprochar—, pero ya sé que no estamos en la Tierra —agregó antes de ser atacado en serio esta vez por una de esas esculturas de puntas filosas.

El resto de la comida lo pasaron conversando de las trivialidades de sus mundos. Al terminar Taehyung conoció el pequeño jardín de Kook, que increíblemente crecía próspero en medio de toda esa basura chatarra, además de jazmines habían violetas y botones de oro. Luego se ofreció a ordenar la casa, pues Jiminshi tenía que atender el negocio.

Así sin querer establecieron una especie de rutina en la casa. Cuando Jiminshi y Kookie trabajan, él limpia y ordena las chucherías de la casa y organiza por tipo y tamaño el material que usa Jiminshi para sus artesanías o los acompaña a la feria a vender o recolectar su materia prima. Cuando están libres, salen a mostrarles las maravillas de Dipilium y los habitantes.

Al terrícola le encanta todo lo que ve y aprende, y sin darse cuenta ya habían transcurrido dos semanas desde que se estrelló en Dipilium.

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