3.2 El diagnóstico
Las doce audiencias
Tercer templo
Tercera parte: El futuro de los gemelos
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El diagnóstico
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Varios días después
Radamanthys se encontraba a las afueras de una zona de edificios de apartamentos dirigiéndose con paso rápido al que habitaban Kanon y su hermano. No estaba seguro del por qué seguía tanto al que fuera su antiguo oponente, pero ahí estaba escuchándole y tratando con él a pesar de haber confirmado que no tenía recuerdo alguno de su combate o el cómo manipulo a un dios.
La pérdida de las memorias de Kanon era algo que resentía sin quererlo confesar abiertamente, toda la experiencia que tenía se había perdido para siempre pues, según se sabía, jamás recuperaría esos recuerdos. Estaba prohibido, bajo pena de medidas muy severas, cualquier indirecta o gesto del pasado a los caballeros dorados sin excepción. El espectro encontraba su trato con el antiguo general marino en un punto casi triste y nostálgico.
A veces le daba la impresión de que Kanon era alguien diferente pese a que mantenía su misma personalidad.
—Y aunque debería alejarme... lo que terminaré haciendo con el paso gradual del tiempo, heme aquí. Respondiendo a su llamado —se decía tomando asiento en el descanso de la escalera donde había quedado con Kanon para verle esa tarde.
Minos también había aconsejado que, en cosa de unas semanas, comenzara a poner la mayor distancia posible del ex santo de Atena. Era lo mejor para ambos pese al aprecio que el wyvern parecía sentir por lo que quedaba de Kanon. La única persona del mundo mortal con quien charlar de otra cosa que no fuera trabajo, registros y que era una excusa interesante para salir al mundo de los vivos y ver la luz del sol de vez en vez.
—¡Hola, no pensé que te encontraría aquí hoy! —Shaina descendió del autobús que paso justo a un lado de la calle saludando con cierta efusividad mientras el joven la observaba con los ojos muy abiertos atento a la inesperada aparición.
Se habían visto una o dos veces por esos días sin quedar formalmente en un tercer encuentro, la chica era otra compañía que el rubio encontraba interesante y distinta. No solía llevarse bien con todos los mortales con quienes convivía, pero, al menos por ahora, estaba bien para él tener a dos personas tan diferentes que le daban un giro a sus días. Shaina era fresca y novedosa sintiéndose muy revitalizante su trato.
—Digamos que quedé con Kanon —respondió el espectro mientras la amazona tomaba asiento a su lado—. Parece que su entorno no le es muy agradable y quiere distraerse un rato.
—Supe que su hermano Saga vive con él desde hace días, ¿lo llevan mal? —preguntó la joven recibiendo una afirmación por respuesta— Bueno, prácticamente son desconocidos aunque sean hermanos, no se han visto ni tratado en trece años.
Radamanthys no sabía qué decir pues, por lo bajo, daría lo que fuera porque Minos se desapareciera del Inframundo por trece años; así podría descansar de él y sus demandas así como su constante tendencia a fastidiarlo. No obstante, no estaba seguro de cómo sentirse ante tales imaginaciones. ¿Realmente sería bueno que Minos se fuera por trece largos años?
—No tiene comparación... —se dijo con calma tras reflexionar unos instantes— Nosotros somos inmortales, incluso el tiempo se siente diferente. Trece años mortales serían un suspiro para un espectro —cerró los ojos por un momento escuchando un papel crujir a su lado que le hizo lanzar una mirada fugaz a las manos de su acompañante— ¿que llevas en la mano?
—Es una documentación que debo entregar a Saga —indicó Shaina con calma.
Justo esa era la razón del por qué la chica estaba ahí, según explicó, la diosa mandó investigar una información especial para él y ahora que ya estaba recopilada, debía hacerla llegar al gemelo para que este pudiera revisarla en cuanto fuera pertinente. Shaina le mostró el sobre grande que parecía contener varios papeles por dentro.
—¿Te molestaría entregárselo a Kanon? —pregunto Shaina mientras el rubio recibía los documentos— Se que él lo guardará para Saga o se lo entregará enseguida. Creo que sería mejor que se lo des tu. No creo que Kanon me recuerde y, siendo honestos, preferiría que no me viera ya que hará preguntas que no debo responder —finalizó sonriente.
—Entiendo, se lo haré llegar —el rubio observó el sobre un momento notando la ausencia de un destinatario o algo que indicara que Saga debía recibirlo.
—Bien, te veré más tarde. Debo irme por ahora, me esperan unos amigos para ir a almorzar —dijo aparentemente sin importancia dándo la espalda a Radamanthys a la espera de su reacción.
—¿Qué amigos? —preguntó el rubio sin pensar— ¿a dónde irás?
Ese jueguito comenzaba a gustarle a la amazona de la cobra, sabía que solo eran pequeños desplantes de celos, pero los encontraba realmente divertidos y le agradaban. Ningún otro de los caballeros de bronce con quienes convivía mostraban semejantes reacciones, nadie preguntaba con quien se reunía de forma extraordinaria luego de ciertas audiencias. Aquello era nuevo para ella y, aunque se sintiera algo culpable, le gustaba que fuera así.
—Iré con Jabu —respondió en tono calmado y, casi, juguetón aprovechando que estaban ahí lejos de los ojos de la diosa.
—¿Quién es Jabu? —al rubio le desesperaba un poco cuando ella le daba así la espalda y no podía ver las expresiones en su rostro, pero trataba de mantenerse calmado tratando de adivinarlas.
—Nadie, debo irme. No sea que Kanon salga por la puerta —repitió divertida aún dando la espalda al juez del Inframundo mordiendo un poco su labio inferior.
Kanon bajo las escaleras desde su apartamento en el segundo piso a toda prisa deseoso por alejarse Saga lo más posible. Desde que su hermano llegó a vivir con él, la estancia en su hogar le resultaba difícil pues, todo parecía indicar, que su hermano gemelo necesitaba algún tipo de ayuda que él no era capaz de proporcionarle; ni siquiera entendía qué ocurría con él, lo observaba tratando de captar lo que le sucedía sin éxito.
Las manos de Saga no dejaban de temblar, a veces se cubría las orejas como si alguien le hablara y no le dejara pensar además, se ponía algo violento por momentos. Llevaban viviendo juntos menos de un mes y la situación amenazaba con empeorar debido a esos extraños capítulos por los que Saga atravesaba.
Radamanthys parecía haberse convertido en su único medio de distracción aunque, en las pocas ocasiones en que se habían visto, la conversación la acaparaba Kanon con quejas sobre su hermano y lo impotente que se sentía por no poderlo ayudar; y por lo bajo, lo fastidiado que estaba de esa situación tan extraña y fuera de control para él.
—En una de esas, el rubio malencarado, ya no querrá volver a charlar conmigo —se decía con culpa deteniéndose de súbito frente a la puerta sin abrirla.
La puerta del edificio tenía dos hojas cuyo centro estaba hecho de vidrio polarizado que permitía ver el exterior perfectamente. Desde su posición pudo ver con claridad a su amigo rubio acompañado por una chica de cabellos verdes a quien Kanon tenía la impresión de haber visto en otro sitio. Aguardó por unos momentos antes de hacer acto de aparición pues, tanto su amigo como su joven y bonita acompañante, parecían charlar amenamente no deseando interrumpir.
—No mencionó nada sobre traer a su novia hoy —pensó el gemelo lanzando un suspiro, no obstante sería interesante que alguien más se añadiera a su grupo, ya que haría la charla más amena y entretenida a pesar de que él sería algo así como el tercero en discordia.
Pasaron un par de minutos más tras los cuales la chica finalmente se retiró mientras Kanon cruzaba la puerta sin apartar la vista de la curiosa escena, luego de un instante, posó su mirada en el hombre rubio que observaba a la chica notando cierta molestia en sus ojos cosa que le resultó graciosa de alguna forma.
—Le hubieras pedido a tu novia que se quedara, habría sido entretenido —dijo con tono socarrón tomando asiento al lado de su amigo.
—Ahm... no, ella tenía otro asunto que atender —respondió el rubio sin sentir la presencia de Kanon hasta que este tomó asiento a su lado—. Y no es mi...
—No importa, sé que no es de mi incumbencia.
Estaba a punto de entregarle el sobre hasta que un detalle cruzó por su mente: qué justificación daría respecto a su origen. El cartero no había pasado por ahí y, si fuese el caso, no podía responder por qué tenía en su poder correspondencia ajena. Tampoco podía revelar que Shaina le dejo encargado el sobre ya que eso desataría más preguntas. Sin otros recursos a la mano decidió esperar el momento justo para dejarlo a las puertas de su apartamento sin que este lo notara.
Kanon deseaba tener otras cosas en la cabeza sin embargo, nuevamente Saga salió en la conversación aquella tarde mientras Radamanthys lo escuchaba atentamente sin decir gran cosa que considerara útil, pues tampoco tenía idea de qué hacer en ese caso salvo lo obvio: que su hermano fuese revisado por un médico o alguien con conocimientos adecuados.
—Esa clase de servicios son costosos —decía Kanon bebiendo un poco de cerveza fría—, pero creo que a estas alturas no tengo otra opción.
La salud mental era un tema sobre el que ambos no tenían conocimientos suficientes y, al final, lo mejor era que alguien con suficiente expertise se encargará.
Radamanthys lo acompañó de vuelta a su apartamento. A fin de poder dejar el sobre con los documentos, es que lo llevó hasta la puerta de su casa y apenas Kanon entró, el rubio dejo el sobre en el mueble más cercano muy discretamente. Un recurso muy infantil, pero el único que le pasó por la cabeza en esos momentos.
—Ojalá se de cuenta del sobre ese —decía el espectro saliendo del edificio yendo con paso lento sobre la calle oscura mientras encendía un cigarrillo.
Kanon comprobó que Saga dormía la siesta notando que la mesa de noche que debería estar colocada al lado de su cama, estaba hecha pedazos. El menor de los gemelos lanzó un suspiro de cansancio cerrando la puerta de la habitación de su hermano. Estaba a punto acercarse al sofá para tomar asiento por un rato cuando noto el sobre amarillo en el mueble más cercano a la puerta. Debido al cansancio es que Kanon no se cuestionó cómo llegó ahí.
—Seguramente Saga lo recibió... —no deseaba hurgar en la correspondencia de su hermano sin embargo, se aproximó al mueble analizando el sobre el cual no tenía ningún destinatario escrito y no estaba sellado pues al girarlo se deslizaron todos los papeles fuera del mismo— Rayos... —Kanon se inclinó para recoger los documentos no pudiendo evitar el husmear en el contenido.
Lo que encontró en esos papeles lo dejó sin habla por varios minutos ya que, curiosamente, uno de esos documentos era justamente la información sobre un hospital psiquiátrico, además de otra información que no se esperaba encontrar haciéndole abrir mucho los ojos ante semejante hallazgo: Kanon jamás se imaginó que su hermano tenía descendencia oculta en alguna ciudad del país.
—Son gemelos... —se dijo el joven del cabello cobalto poniéndose de pie lentamente aún estupefacto.
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Un par de semanas después
El automóvil de Saori se dirigía hacía las afueras de Atenas, hacia el noroeste de la ciudad, rumbo a una zona apartada llamada Perama. Más allá del puerto del ferry, se alcanzaba a ver una construcción muy grande de altas paredes blancas, dicho lugar era el destino de la joven empresaria desde que le fue dado el diagnóstico referente a la salud de Saga unos días atrás por teléfono. Saori miraba por la ventanilla perdida en sus pensamientos sin prestar atención a nada a su alrededor repasando en su mente las palabras del Doctor una y otra vez.
—Aún es muy pronto para saber exactamente que tiene —decía el médico que atendió a Saga aquella tarde en que Kanon lo llevó, casi, de emergencia—; los síntomas preliminares sugieren una condición mental con tendencias paranoides sin embargo, será necesario tenerlo en observación por varios días, practicarle algunas evaluaciones y obtener un par de tomografías de ser necesario.
—¿Cree que tenga cura lo que ocurre con él? —inquirió la joven preocupada sin poder entender a ciencia cierta la condición de Saga— La verdad es que aún no logro captar que le sucede.
—Los estudios posteriores a la primera evaluación que le practiquemos nos dirán de qué se tratan sus malestares.
Semanas atrás, Shaina reportó a la diosa que Saga había tenido un par de crisis algo fuertes dejando a Kanon sin saber cómo actuar en semejante escenario; la amazona pidió apoyo al amigo más cercano al gemelo menor, Radamanthys, para ayudar a Kanon a llevar a Saga al hospital Psiquiátrico ubicado en Perama donde había permanecido desde entonces.
Saori se anticipó a que algo así podría ocurrir dando instrucciones a Shaina quien concertó una cita con el Director General de la Institución. Durante dicha entrevista la diosa solicitó condiciones y trato muy específicos para el futuro paciente: aceptar el ingreso de Saga, asignarle un alojamiento de primer nivel de ser necesario y no cobrar a Kanon ni un solo euro por dicho ingreso. Todos los gastos debían ser reportados a ella pues consideraba que, tanto Kanon como su hermano, no podrían soportar semejante coste. Pues, si bien ella había dado una ayuda financiera a ambos, no deseaba que se les fuera ese dinero en tratamientos médicos costosos.
La diosa correría con todos los gastos como parte de su promesa hecha a Saga durante su audiencia. No iba a dejarlo solo hasta saber que estaría bien. Razón por la cual, solicitó al hospital que se le dijera a Kanon que el tratamiento estaría dentro del servicio de salud como contribuyente que pagaba sus impuestos mes con mes y no permitirle cuestionar resolviendo sus dudas de forma convincente de ser necesario.
A su debido tiempo, el gemelo intentó realizar el trámite en el hospital para su hermano aceptando aquello sin estar plenamente convencido, pero consciente de que no podía hacer mucho para ayudar a Saga, quien pareciera no saber nada de sí mismo, ni de las personas a su alrededor. Apenas fue ingresado, se le notificó a Saori sin demora.
El vehículo ingresó a las instalaciones del hospital unos minutos después de llegar a la zona costera donde se encontraba el primero de los cuatro edificios que componían el enorme complejo hospitalario. Esa mañana se discutiría la salud mental del ex custodio del tercer recinto en presencia de Saori únicamente y tras conocer el diagnóstico, hablaría con el Director General y sus médicos sobre la mejor forma de ofrecer a Saga toda la ayuda disponible.
La joven empresaria fue conducida a través de un largo pasillo de paredes y techos blancos por el que se dejaban ver puertas de vidrio de un lado y del otro; oficinas, salas de reuniones, habitaciones repletas de mesas y personas vestidas de blanco que iban de un lado al otro hacían sentir inadecuada a la joven quien iba acompañada por Shaina.
La amazona del cabello verde trataba de no impresionarse por aquello hasta que llegaron a una gran sala medio oculta al final del pasillo. Tras cruzar la puerta, Shaina noto la presencia, tanto del Director General del complejo, como de otro par de personas vestidas de blanco que las invitaban a tomar asiento.
—Adelante por favor. Estamos por comenzar —indicó una joven Doctora que llevaba el cabello recogido, lentes y un atuendo casual bajo su bata blanca, a su lado estaba sentado el Director General del complejo quien también las recibió educadamente.
Shaina se sintió sorprendida al observar como su jefa no le había pedido esperar afuera ni nada por el estilo pues, seguramente, deseaba escuchar aquel diagnóstico acompañada por alguien de confianza. Así ambas mujeres tomaron asiento delante del grupo de doctores frente a las dos mientras alguien más cerraba la puerta.
—Nos alegra mucho que haya logrado confirmar la cita con nosotros. Su paciente ya lleva internado aquí más de dos semanas y, afortunadamente, su diagnóstico está completo. Los síntomas que ha presentado así como las tomografías que se le han practicado estos días nos dieron la visibilidad necesaria y, afortunadamente, ya se encuentra mejor.
—¿De verdad? —respondió Saori sintiéndose más tranquila de alguna forma.
—Si. Verá... —la Dra que los recibió acercó un expediente que abrió delante de las dos mujeres que observaban atentamente— En cuanto llego notamos cierto comportamiento muy común en estos casos como alucinaciones, su paciente decía que escuchaba voces en carrusel y esa es una alerta así como otros delirios que el hermano del interno comentó la noche que lo trajeron; junto con un par de capítulos de violencia.
—Entiendo... —Saori recordó que Shaina reportó un incidente por el estilo que ocasionó que a Saga lo internaran— ¿existe algún tratamiento para esto?
—Asi es —intervino el Doctor pasando a otra página del expediente que mostró a las mujeres pese a que ninguna entendía a ciencia cierta lo que decía—, casos como este se pueden tratar exitosamente. Especialmente si aún está en una etapa temprana.
—¿Etapa temprana?
—Si, se le suministró una dosis controlada de C... Ese fármaco bloquea la acción de la dopamina en el encéfalo. Si observa la siguiente página del expediente, verá unos estudios que se le realizaron donde se encontró que la actividad de dopamina en su cerebro es excesiva. La C... lo ha mantenido lúcido, menos tenso y su comportamiento es accesible. [1]
—Me alegra mucho saber eso —dijo Saori sumamente aliviada—, imagino que con este tratamiento podrá llevar una vida más pacífica y normal, ¿es correcto?
—Mientras su padecimiento no avance, es posible. Necesito mostrarle los resultados de la tomografía que se le aplicó hace un par de días.
Esa vez la Doctora fue quien tomó la palabra nuevamente asistida por su jefe.
—Lo que Usted observa en la lámina izquierda es un encéfalo que tiene actividad, digamos normal, observe las zonas de color blanco y azul. En el encéfalo normal esta actividad es regular en la zona de los lóbulos frontales. En el caso de su paciente, la actividad es muy baja, lo cual encuadra perfectamente en el diagnóstico encontrado.
La Doctora esperó un poco antes de continuar al notar que Saori la miraba gravemente como intentando asimilar aquella complicada explicación.
—Nuestra recomendación es que permanezca aquí una temporada más hasta estar seguros de que la actividad encefálica no empeora. Cabe aclarar que la medicación es de por vida, salvo que la mejoría sea considerable —indicó la mujer muy seria.
—No obstante, debemos comentarle que con ayuda del medicamento se le ve muy bien. Incluso ha asistido y llevado a cabo un par de sesiones grupales.
—¿Lo dice en serio?
Shiana escuchó aquello interesada y sorprendida. Por momentos le parecía escuchar hablar de otra persona que no era Saga; se decía que era elocuente al hablar sin embargo, ella jamás corrió con la suerte de escucharlo o verlo perspicaz al parecer. Se decían cosas terribles sobre el hombre en el Santuario y, la realidad ante todo, era que estaba enfermo desde hacía quien sabe cuanto tiempo.
—Si, casos como el suyo son un claro ejemplo de que el padecimiento se desarrolló en su juventud o adolescencia. La herencia establece umbrales mayores o menores para una psicosis. No obstante, algunos estudios sugieren que pueden desarrollarse a partir de algún suceso muy traumático. Creemos que este es el caso de su paciente, Saga.
—Comprendo... —Saori permaneció pensativa un instante.
Le hacía sentido hasta ese momento, el yelmo de Ares y su posesión durante trece años contarían como una experiencia traumática, finalmente, el evento fatal tuvo repercusiones muy serias en la salud mental de Saga y solo la medicina lo podría curar, tal vez. Por esa razón es que todos los objetos malditos pertenecientes a un dios debían desaparecer del alcance de cualquier mano. Ahora tenía otro objetivo en mente: sacar del Santuario todos esos artefactos y encerrarlos en alguna bóveda de seguridad.
Ambas mujeres salieron primero seguidas del personal reunido en la sala.
—¿Qué tan bien está Saga después de la medicación? —preguntó la diosa muy interesada.
—Como decía él solo ha logrado dirigir sesiones grupales, la gente lo escucha, lo encuentran muy accesible en su trato. Además de eso se ve que es un hombre brillante, sensato, tiene una habilidad de retención elevada y una memoria visual prodigiosa.
—No tenía idea de todas sus capacidades...
—Esto es lo que tenemos hasta ahora sobre su condición tal y como usted lo solicitó. Si gusta podríamos concertar otra cita digamos en un par de meses.
—Me parece estupendo. Le agradezco mucho todas sus atenciones, haga llegar las facturas correspondientes al mismo domicilio, por favor. Una cosa más, ¿ya se le notificó su estado de salud directamente a él?
—Si —respondió el Director General seriamente—, él mismo solicitó se le dijera la verdad de las cosas con lujo de detalles. Se le compartió la información tal cual acabo de decirle y de acuerdo a sus indicaciones.
—Gracias, ¿es posible que pueda verlo a la distancia?
—Claro, se encuentra en el jardín trasero. Vamos.
Saori pidió jamás se revelara quién era el "benefactor" detrás del diagnóstico y tratamientos de Saga. Todo debía permanecer en el más estricto secreto tanto para el paciente como para su hermano gemelo. La diosa conocía a Kanon lo suficiente para saber que no podría con eso él solo, su carácter a veces difícil e intolerante no le permitirían entender del todo y no lo podía culpar. No era un asunto sencillo de sobrellevar.
Saga se encontraba sentado en una banca gozando de un momento de paz según observó la diosa desde un primer piso algo alejada de él. Se le veía sereno y reflexivo, incluso su semblante se notaba distinto; gozaba de cierta paz que no le había visto hasta ahora. La chica sonrió complacida y más aún cuando observó que Kanon se aproximaba por el pasillo.
—No sabía que tenía visita —comentó la empresaria en voz baja.
—Su hermano ha venido con cierta regularidad, al inicio parecían llevarse mal y su trato era distante, pero desde hace unos días se les nota menos tensos a ambos y más tras darle a conocer el diagnóstico a el tambien.
—Me alegro. Debo irme por hoy, pero estaré pendiente de sus noticias.
Shaina caminó detrás de su jefa pensando en varias cosas revueltas: la salud mental, el trasfondo del hombre que fuera el Patriarca del Santuario y otras tantas cosas que jamás se imaginó que ocurrieran en la salud de una persona. ¿Hubo más hombres y amazonas con esa misma condición mental en el Santuario?
—Seguro fueron más de unos cuantos, quizás cientos de ellos. Todos ellos incomprendidos, quizás ni siquiera estaban conscientes de lo que sucedía en sus cabezas —pensó con tristeza.
Las dos salieron de las instalaciones al estacionamiento donde Tatsumi las esperaba para llevarlas de regreso a casa.
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Kanon decidió visitar a su hermano ese mismo día ya que había un par de cosas que debía preguntarle y comentarle puesto que, en días pasados, no se había presentado la oportunidad. Era en relación a las fotografías e información que estaban dentro del sobre. El joven del cabello cobalto se aproximó con actitud cordial observando la buena disposición de su hermano.
Siempre tuvo la idea errónea de que la medicación volvería a Saga un especie de zombie y, caso contrario, ahora apreciaba a su gemelo como era realmente; en paz, lúcido, sereno y capaz de entender y razonar lo que se le decía.
—¿Cómo va todo? —preguntó Kanon un poco tenso ya que no estaba seguro de cómo encaminar la charla hacia donde quería.
—Creo que bien. Hoy me siento estupendamente —respondió Saga aspirando el aire fresco mientras cerraba sus ojos—, no me había sentido así en mucho tiempo. En realidad no recuerdo cuando me sentí así de tranquilo.
—Me alegro... escucha... —Kanon titubeo— Debo hablarte de algo...
—Algo así imagine, ya conozco tus silencios incómodos y cuando tartamudeas al hablar —respondió filoso pero cordial.
—Encontré un sobre en el mueble al lado de la puerta del apartamento, lo saqué de su sitio para ver que tenía y todos los papeles se deslizaron al suelo. Creo que vi un par de secretos tuyos que no sabía y...
—¿Un sobre? —Saga lo miró sorprendido pues no tenía idea de lo que hablaba— ¿qué tipo de sobre? No recuerdo haber recibido correspondencia antes de salir de casa.
—¿Estás seguro?
—En un ochenta por ciento, pero... —ahora fue Saga quien titubeo frunciendo el ceño por un momento, no estaba totalmente seguro de haber recibido correspondencia aunque, lo cierto, era que tampoco recordaba gran cosa de los días pasados— No mentiré, la verdad es que no lo sé, no lo recuerdo —dijo al fin—. Puede ser que haya recibido algo. No lo tengo en la cabeza ahora mismo.
—Bueno... Me llama la atención esto —Kanon le mostró una fotografía impresa en papel mate en tamaño A4 que Saga observó sin hablar por varios minutos.
La fotografía mostraba dos niños sentados en lo que parecía ser una banca de madera, quizás la de un parque de juegos; una niña y un niño casi idénticos. Un par de gemelos. Al ser la foto a color, tanto Saga como Kanon, observaron los rasgos en ambos: el color de sus ojos, de su cabello. Los rasgos de Saga estaban en el niño quien tenía el color de cabello y ojos idéntico a los suyos mientras la niña lucía una melena color café y el color de ojos era el de Kanon.
—No me dijiste que alguna vez tuviste un amorío o algo —comenzó a decir Kanon apenas su hermano logró parpadear un par de veces.
—Había sido algo casual y sin importancia —dijo al fin encogiéndose de hombros—; sabía que ella estaba embarazada, pero se marchó a vivir a otro sitio y no supe más del asunto.
—¿Tu mandaste investigar esto o crees que ella sabe donde vivimos? —inquirió Kanon con curiosidad y algo de desconfianza.
—Lo desconozco, honestamente. Puede ser que al fin haya dado conmigo... —Saga no tenía idea de eso sacándolo de su mente pues su atención estaba totalmente puesta en los dos niños. En sus dos hijos, sus gemelos a fin de cuentas— ¿Entre la información del sobre viene sus nombres?
—No sé... tal vez detrás de la fotografía.
Al girarla se veía escrito a mano dos nombres: "Alena" y "Caleb". Saga no se esperaba semejante notificación encontrándola interesante y oportuna hasta cierto punto. No estaba seguro de cuánto tiempo estaría encerrado en el hospital, pero al estar en esas cuatro paredes se sentía tan a salvo como para ver con buenos ojos esa foto. Algo dentro de él deseaba saber más de esos dos niños no estando seguro de qué era ese sentimiento exactamente. Solo sabía que había algo bueno afuera, en alguna parte, que llevaba sus rasgos y su herencia.
—¿No hay más acerca de ellos? —pregunto nuevamente a Kanon quien llevaba un par de folios sin haberlos revisado previamente los cuales leyó con rapidez.
—Vaya... —dijo de pronto— Dice que la foto fue hecha en la ciudad de Paloukia hace un par de meses. Ambos tienen ocho años y viven con su madre. No dice más.
—¿Sabes dónde está ese lugar?
—Si mal no recuerdo, al otro lado del mar. El puerto del ferry está cerca de aquí y llega a esa ciudad. Será un recorrido de una hora a lo mucho. ¿Por qué quieres saber eso, acaso deseas ir y conocerlos en persona?
—No. Es mejor que no sepan de mí —dijo resuelto—. No quiero ser la vergüenza de un par de niños de ocho años —lanzó un suspiro sin añadir más—. Solo era curiosidad.
—Oh vamos, exageras. No creo que piensen en ti como "vergüenza" y menos siendo tan jóvenes.
—No lo entenderías Kanon —Saga se sumió en la contemplación de la fotografía un momento más. Estaba enternecido por ella saliendo del hechizo un momento después— ¿Sería posible que me ayudaras con algo?
—Si claro, ¿que necesitas?
—Consigue un portaretratos, por favor.
—De acuerdo, lo traeré en la siguiente visita. ¿Te quedarás con la foto?
—Si, la tendré guardada en una gaveta.
Se despidieron un momento más tarde mientras Kanon salía del establecimiento sonriendo discretamente. No tenía idea de que tuviera dos sobrinos perdidos por ahí en alguna parte de Grecia, pero ahora que lo sabía sentía curiosidad por ambos. Quizás fue la madre de los niños la que hizo llegar a Saga la información, no obstante no había ninguna petición de manutención o algo, solo la foto y cierta información muy básica.
No era posible saber en qué parte de Paloukia vivían exactamente.
—Quizás sea como Saga dice... —pensaba Kanon observando el magnífico día frente a él mientras iba por una larga escalera que descendía hacía el malecón y las estaciones del ferry— Es mejor no saber más del asunto por ahora. Tal vez la vida nos sorprenda más adelante.
El joven del cabello cobalto caminó un poco más sobre el malecón llegando a la concurrida zona del ferry. Curiosamente, aquel día estaba, de verdad, más concurrida que otras veces, buscando algún modo de evitar al mundo de gente congregada ahí no encontrando alguna via de escape pues, por alguna extraña razón, estaba cerrado el paso peatonal. Al observar un poco a su alrededor, noto que la gente esperaba la llegada de alguien importante, ese alguien tenía un yate aguardando anclado al ferry.
El yate en cuestión era bastante amplio y lujoso según pudo apreciar. La vida de los ricos y famosos, pensó fastidiado esperando que todo el espectáculo terminara para poder seguir su camino; no era que tuviera nada importante que hacer ese día, pero deseaba llegar a casa, tirarse en el sofá y beber algo frío.
—¿Sabe por qué todas estas personas están aquí esperando? —preguntó el joven molesto a un señor de pie a su lado.
—Julián Solo viajará en el yate que está anclado y pasará por aquí en cualquier momento.
—¿Y solo por eso cerraron el paso y ocasionaron todo este caos? —inquirió aún más enfadado.
—Está acompañando a alguien de la realeza, no sé sabe bien a quien. La gente tiene curiosidad por saber con quién está saliendo.
—Genial...
Nada como toparse con su molesto ex jefe, se dijo cansado, la última persona a quien deseaba ver era al niño rico y mimado. Pero, pensándolo bien, sería interesante saber más acerca de la "persona de la realeza" que acompañaba. Era de esperarse que alguien como él quisiera codearse con personas de un estatus social más elevado, pero eso significaba que esa chiquilla, Thetys, la que tanto soñaba salir con el Patrón, no lo hubiera conseguido finalmente.
Ahora Kanon sentía curiosidad asi que, sin más que hacer, es que decidió esperar unos minutos aprovechando que el clima era muy bueno y el sol no pegaba directamente sobre sus cabezas. Armándose de paciencia aguardo hasta que la gente a su alrededor anunció que la limusina del Señorito Solo llegaba. El joven del cabello cobalto se mantuvo en su posición observando atentamente: los guardias de seguridad salieron del vehículo siendo Thetys, la chica rubia que fuera asistente de Kanon, la primera en aparecer vistiendo un traje negro de dos piezas yendo directo a abrir la puerta del jefe.
Julían Solo descendió del vehículo saludando efusivamente como si fuese una estrella de cine llegando a una importante premier vistiendo un elegante traje claro, camisa y corbata en tonos de azul. Su sonrisa diplomática y actitud cordial en apariencia le resultaron chocantes; siempre había sido así con él, por eso mismo, es que renunció a seguir a su servicio.
Acto seguido Julían se dirigió con pasos rápidos al otro lado del automóvil para recibir a su acompañante: una joven muy bella y que vestía tan elegante como él apareció del interior. Hermosa, alta, de figura esbelta y cabellos claros recogidos en un moño. Según escuchó por boca de las personas a su alrededor, la chica era una descendiente de una importante casa real ubicada en la frontera con Francia, de un pequeño ducado al parecer.
—Vaya, el jefe no pierde el tiempo —pensó Kanon suspirando aliviado apenas reabrieron el paso.
Se acercó con pasos lentos a la zona del muelle observando a su amiga rubia organizar a las personas que subirían al yate mientras otro guardia, alto y fornido, se aproximaba a ella dando indicaciones; desde la lejanía se notaba su expresión desanimada pues la joven visiblemente triste volvió sobre sus pasos mientras el yate se preparaba para zarpar. Aquello molestó a Kanon también pues, ahí estaba lo que siempre dijo a la chica: Julían no la quería cerca sin embargo, Thetys era tan persistente como necia al respecto.
El joven esperó un poco más antes de marcharse recargándose en uno de los tantos pasamanos cercanos a las taquillas esperando a que la jovencita pasara por ahí para saludar al menos. Un momento más tarde, Thetys iba con paso rápido y expresión vidriosa en sus ojos tratando de ocultar su rostro en medio de su cabello rubio y alborotado.
—Es una pena que no te hayan permitido subir al yate —dijo él de pronto sacándola de sus pensamientos.
La voz llegó a la sirena de pronto alzando la mirada a su derecha, ahí estaba el hombre al que alguna vez se le conoció como "Dragón marino", el que organizó una guerra completa y con quien compartió una casita en Noruega: Kanon. Y a quien, lamentablemente, estaba prohibido por los dioses mencionar algún dato sobre el pasado por insignificante que fuera. Thetys lo observó sumamente sorprendida sonriendo ampliamente.
—¡Kanon, hace tanto que no sabía de ti!
—Igualmente. No había tenido noticias tuyas desde que dejamos el trabajo en Noruega.
—Si... el trabajo —dijo ella fingiendo lo mejor que podía— ¿estás viviendo en esta parte de Grecia?
—No, mi hermano vive aquí por ahora y lo visité hace un momento.
—Ya veo. Me da mucho gusto verte. Jamás pensé encontrarte en el muelle del ferry precisamente.
—Lo mismo digo.
Kanon sonrió también mientras la jovencita lo observaba detenidamente. Era él sin duda aunque su presencia se sintiera extraña. Algo faltaba en el hombre frente a ella, una parte de su esencia se había borrado por voluntad de los dioses, pero era él sin duda. El único que se había tomado el tiempo para conocerla, el que le ofreció asilo y ropa limpia cuando apareció de la nada para servir a Poseidón y, el único, que podía listar diez cosas sobre la sirena que nadie más podía.
—Kanon, ahora que nos hemos encontrado, ¿habría posibilidad de que no perdiéramos el contacto de nuevo?
—¿Por qué quieres mantener contacto conmigo? —preguntó socarrón molestándola un poco mientras ambos se apartaban de la zona de taquillas del muelle yendo un poco más allá sobre el malecón.
La chica pidio al chofer que la esperara unos momentos ya que debía hablar con Kanon logrando apartarse lo suficiente para no ser escuchados por el personal de Julían. Días atrás echaba en falta a Kanon y sus planes, su excelente organización y su dotes extremas de liderazgo que nadie más poseía en todo el ejercito del mar.
—Siempre me pareciste el más capaz de toda la gente al servicio de Julian. Creo que puedo decir que eres el único con quien he llegado a entenderme —dijo ella con honestidad.
—No está bien que digas eso —indicó el joven con calma y condescendencia.
—¿Por qué lo dices?
—Deberías decirme algo como que te has entendido con chicos como Baian o Sorrento.
—No Kanon, sabes bien que el único de quien desearía decir eso es Julián, pero...
—¿Pero? —preguntó él sabiendo cuál sería la respuesta a juzgar por la sonrisa triste que la chica dibujó en su rostro.
—Julían apenas si repara en mi presencia sabes. Me permitió continuar a su servicio y se me atiende bien en su casa, pero no soy más que otra empleada que trabaja para él. No hay modo en que me mire de otra forma.
—Te había dicho que, lo mejor, era que buscaras afecto en otro sitio. Hay más chicos a tu alrededor, solo es que los mires detenidamente —Kanon trataba de aconsejarla lo mejor que podía sintiéndose algo torpe al decir todo eso.
Jamás se había considerado apto para aconsejar a nadie.
—Lo sé, pero... no encuentro cómo explicarlo adecuadamente —dijo ella al fin luego de un momento de reflexión.
—Me gustaría mantener el contacto contigo —añadió el joven al ver que la chica se reponía un poco de sus malas experiencias—, estoy viviendo en las afueras de una ciudad llamada Kariotica, está como a una media hora de aquí.
—Ya veo, me encantaría visitarte, de ser posible.
—Siempre serás bienvenida. Bien, debo irme. Buscaré donde comer algo, te veré otro día si tu trabajo lo permite —Kanon estaba a punto de despedirse de la chica abrazándola efusivamente cuando algo sucedió.
Thetys lo pensó por unos instantes no estando segura del todo, pero no quería dejarlo pasar. Algo dentro de ella la impulsaba a hacerlo esperando que Kanon no se molestara. Algo en ese hombre le atraía profundamente a pesar de que ya no era el mismo de antes y a pesar de la enorme diferencia de edad que había entre ambos.
Estaba mal y lo sabía, pero no podía evitarlo sintiéndose un poco culpable.
—Ya te veré luego —repitió al verla un poco ausente.
—Kanon, espera.
En cosa de segundos Thetys lo tomó por el cuello de la chaqueta atrayéndolo hacia ella. Kanon no supo qué sucedió exactamente pues, de pronto, la chica pegó sus labios a los de él por varios segundos en los que el tiempo se detuvo a su alrededor. La rubia se separó un momento después mientras él le daba la espalda casi de inmediato; su corazón latía rápidamente mientras su cabeza trataba de asimilar lo que acababa de suceder.
El beso de la joven lo estremeció más allá de lo que deseaba reconocer y el único deseo en su interior era huir de ahí. Aquello no estaba bien, era incorrecto lo que sentía en esos momentos y tenía que alejarse de ella cuanto antes.
—Escucha... —dijo de pronto sin pensar ni analizar sus palabras mientras Thetys estaba a la expectativa sin conocer la reacción de Kanon pues, aún estaba de espaldas complicando ver sus reacciones y su lenguaje corporal— Podríamos reencontrarnos más adelante, en unos cinco años. ¿Qué piensas?
—¿Reencontrarnos en cinco años? —dijo ella sin entender aún— ¿por qué después de tanto tiempo?
—Es obvio, estás por cumplir dieciséis y esto... está mal ahora. Nos veremos en cinco años en este mismo sitio, esta misma fecha y hora. Si no te presentas, asumiré que estás con alguien y el reencuentro no es necesario y viceversa.
—De acuerdo, no quisiera que perdamos el contacto por tanto tiempo, pero si así lo deseas, está bien —dijo ella triste—. Lo siento, sé que no debí hacerlo, pero no pude evitarlo —no logró contener un par de lágrimas arrepentida por haberlo besado sin previo aviso ocasionando molestias entre ambos.
—No te disculpes. Reencontrémonos en cinco años. ¿Está bien?
—De acuerdo, te veré aquí dentro de cinco años, misma fecha y misma hora. Si no te presentas, asumiré que tu vida está completa y ese reencuentro no es necesario —repitió resignada.
—Hasta entonces.
Kanon no logró permanecer ahí por más tiempo alejándose lo más rápido que sus pies le permitieron mientras la chica lo observaba llorando amargamente volviendo al auto.
Apenas logró encontrar una calle para ocultarse de la vista de todos, Kanon trató de tranquilizarse dibujando una amplia sonrisa mientras tocaba sus labios que ahora tenían un gusto a goma de mascar. El aroma del labial favorito de la chica. Se sentía terriblemente culpable, pero feliz como nunca; algo cálido nacía en su interior deseando que no fuera así, que ese beso le pasara por un lado sin importancia. No obstante, sentía todo lo contrario no sabiendo qué hacer y la cabeza le daba vueltas.
Thetys, una chica huérfana como él que alguna vez vivió en Dinamarca solo eso sabía de ella, siempre la vio como su asistente, como la becaria que arrendaba una habitación en su casa y compartían techo sin cruzar algún límite no permitido.
—Han pasado tantas mujeres por mi vida y ahora ella... ¡Dioses, ¿por qué esa chiquilla, por qué aún es una chiquilla?! —se dejó caer luego de calmarse un poco decidiendo que lo mejor era marcharse cuanto antes de ese lugar.
No fuera que se la topara nuevamente.
—Nos veremos en cinco años cuando todo esto haya quedado atrás y lo que dije no tenga importancia. Cuando ambos podamos ser nuevamente buenos amigos y podamos reírnos de lo ocurrido hoy —repitió esto como un mantra haciendo lo posible por autoconvencerse.
Ese beso marcaría un antes y un después en su trato con Thetys no deseando ahondar en ningún sentimiento hacia ella por ahora, cosa que internamente sabía sería casi imposible.
.
Continuará...
.
Notas:
Perdón por la tardanza, me atoré mucho en esta parte ya que eran demasiados eventos para un solo capítulo, pero quería abordarlos para dejar el siguiente como el último y como un especie de epílogo.
[1] Los síntomas, tratamientos y detalles sobre la actividad en un encéfalo esquizofrénico los tomé de esta fuente: Coon, Dennis "Psicología exploración y aplicaciones", Thompson 1998, Capítulo 18, pp 590 a 595.
No me los inventé, quise ser lo más veraz posible aunque seguro se me fue algún detalle.
No pretendo ofender a nadie, simplemente quise tomar características reales.
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