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3.1 El corazon del arquero

Las doce audiencias

Tercer templo

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Tercera parte

El futuro de los gemelos

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1

El corazón del arquero

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"A faded scene inside of me

Vanishing"

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Saga se trasladó a otro sitio no muy lejano a la casa de la diosa, a un pequeño chalet de una sola planta y una habitación cuya vista daba al lago y, que le venía de maravilla, en esos momentos en que necesitaba tranquilidad y paz mental. Desde la mañana en que salió de la casa de Saori, no se había sentido bien en lo absoluto. Las voces en su cabeza no le dejaban en paz ni un momento del día; a veces creía que esa sería la maldición que lo perseguiría por el resto de sus días haciendole reconsiderar su decisión a futuro.

—¿Valdrá la pena empezar desde cero? —pensaba con aprehensión recargado sobre la baranda de la propiedad que daba al lago— He vivido con voces en mi cerebro toda la vida, pero estoy tan cansado de eso... Solo quiero silencio en mi cabeza. Ojalá hubiera alguna forma de silenciar el ruido en mi mente sin tener que comenzar mi vida desde cero.

Cerro los ojos por unos momentos pensando en que podría solicitar ayuda a la diosa luego de hablar con Aioros, antes de que ella saliera de sus recuerdos por siempre. Si bien sabía que no debía abusar de la buena voluntad de la joven, bien podría pedir alguna orientación médica con alguien que ella conociera. Aunque, su mayor temor, era que no hubiera alguna cura o medicina que silenciara las voces en su cabeza.

—Tal vez pesa alguna maldición desconocida en mi —se decía con tristeza—, quizás es mi castigo por haber tenido la influencia de Ares por tantos años sin haber puesto la suficiente resistencia. Tal vez... lo tengo merecido.

Había silencio en su mente en esos momentos sin embargo, las voces se dejarían escuchar cuando menos se lo esperara temiendo ese momento.

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Saori estaba delante del espejo de su habitación analizando la situación con Saga, pese a que ya habían transcurrido un par de días desde que se fue, el hombre no había salido de sus pensamientos. Aquella mañana antes de que partiera, la chica observó que se le veía normal, como cualquier día, no obstante el temblor en sus manos era tan evidente que la dejó pensando en su estado de salud.

Kanon también sabía que su hermano no estaba bien, algo estaba mal con este.

Desde que habló con él en su audiencia, esas ligeras sacudidas en sus manos se dejaban ver de tanto en tanto aunque Saori no prestó demasiada atención a ese punto.

Había mantenido contacto con él una o dos veces a través de Shaina quien le reportaba que, el aún santo de géminis, no se encontraba precisamente saludable. La amazona no estaba segura, pero detectó que el hombre a veces estaba ausente, no prestaba atención y su semblante se notaba preocupado, además de las otras señales que Saori ya conocía. Aquellas noticias alertaron a la diosa, quien no podía llamar a Kanon o pedir su ayuda ya que su plan con los gemelos aun no estaba completo, pero tampoco deseaba dejar solo a Saga a pesar de lo ocurrido en el pasado.

—Aún es un caballero de Atena, él estuvo ahí en la guerra contra Hades, ofrendó su vida a los pies del muro de los lamentos. No puedo abandonarlo en estos momentos —se decía preocupada delante del espejo.

Ese día por la tarde tenía la audiencia con Aioros. La leyenda del Santuario, la figura que todos los santos tenían por héroe intachable. La diosa ya había tenido la oportunidad de hablar con Aioria quien indicó que confiaba en las decisiones de su hermano pues habían tenido un reencuentro durante la guerra contra Hades siendo suficiente para cerrar ese capítulo. El león dorado no vería más a su hermano mayor salvo que este decidiera que se le borrara su memoria dejando solo una nota para él.

Aioria tomó su decisión siguiendo adelante seguro y firme de sus siguientes pasos.

Aioros llevaba más de trece años muerto siendo innecesario un segundo reencuentro pues, antes que todo, respetaba profundamente su memoria y el verlo renacido trece años más joven, sería un duro golpe difícil de procesar. El león dorado acataría los deseos de la diosa sin embargo, deseaba que se preservara la memoria de Aioros aunque no iría en contra de los deseos de este tampoco.

Era algo difícil a fin de cuentas, se decía Saori, solo quedaba preguntar al arquero que deseaba él.

La diosa se cuestionaba entonces ¿qué decidiría el arquero dorado?, ¿cómo sería charlar con el joven que salvó su vida tanto tiempo atrás? Y lo que más le inquietaba, ¿cómo se tomaría todo el asunto con Saga? Para Saori habría sido innecesario traerlo a la vida tanto tiempo después, no obstante si estaba dando una oportunidad a los doce, Aioros debía ser considerado pues fue privado de su vida prematuramente.

La oportunidad era para todos, incluyendo a Kanon y Aioros, sin excepción.

La joven estaba en el comedor del chalet en medio de su almuerzo luego de una amena charla con Milo, la cual fue quizás demasiado breve ya que el escorpión dorado parecía tener prisa por marcharse de ahí decidido a buscar a una persona importante, o eso mencionó, lo que dio tiempo suficiente para almorzar con calma lo que Tatsumi puso frente a ella.

Al mismo tiempo que tenía al santo de Sagitario en sus pensamientos sin poder concentrarse en nada en concreto.

—Están sucediendo muchas cosas importantes este día —bebió un poco más de su té observando el reloj de pared—. Son más de las doce, Aioros debe estar por llegar.

Al finalizar de comer terminó de prepararse para la audiencia de la tarde antes de dirigirse al salón de reuniones.

—Aioros de Sagitario ya está aqui —anunció Tatsumi a la joven que estaba delante de la ventana más amplia de la sala.

—Estupendo, hazlo pasar.

Saori permaneció de pie frente a la ventana a la espera de que el joven caballero fuera hacía ella. Tatsumi se hizo a un lado permitiendo el paso del santo dorado quien observó a la diosa gratamente sorprendido abriendo sus grandes ojos, acto seguido la saludó siendo esa la primera vez que cruzaban palabra. La joven, por su parte, lo observó igualmente sorprendida ya que nunca se habían visto en persona hasta ese momento.

Entonces Aioros se postró delante de ella con la más grande devoción que sentía.

La visión de Aioros era muy diferente a lo que Saori tenía en la cabeza, el joven lucía terrenal como cualquier otro iba con ropas de entrenamiento algo viejas pero en buen estado dando un toque decente a su aspecto; se trataba de un chico alto de gran porte y complexión física, pero había algo más, algo que llamó la atención de la diosa: el rostro del custodio del noveno templo.

Mucho se decía de Aioros, mucho se sabía sobre él, pero ese detalle siempre faltaba en esas apreciaciones pues, se trataba de un jovencito de catorce años cuando enfrentó a Saga huyendo del Santuario llevando un bebe en brazos. Era un adolescente en aquel entonces y lo que Saori observaba con detenimiento eran sus rasgos aún juveniles y lozanos pues lo trajo a la vida siendo apenas mayor que ella.

Entonces sucedió algo diferente apenas el joven se puso de pie: fue la diosa quien lo reverencio en señal de respeto por haberla salvado y permitirle llegar hasta ese momento en sus vidas. Una diosa que mostraba cuán importante era el custodio del noveno templo no solo para ella, sino para toda una orden dorada.

—No, por favor, diosa Atena —Aioros la tomó caballerosamente de los brazos indicando que aquel gesto era innecesario y lo incomodaba.

La chica se puso de pie dedicando una mirada risueña ya que, el santo frente a ella, no era cualquier persona sino la persona más importante de todo el Santuario.

—Aioros, nadie en todo el Santuario merece una reverencia más que tú, por favor acepta mi humilde muestra de respeto.

—Todo lo contrario.

—Toma asiento, por favor. Tenemos mucho de qué hablar. [1]

El santo de sagitario se sentó en la silla delante de ella, como le fue indicado, mientras Saori le ofrecía algo de beber asegurándose que estuviera cómodo y lo mejor atendido posible. Apenas pasó el momento de las formalidades, ambos se sintieron más en confianza para hablar largo y tendido; sobre todo, para que Aioros abriera su corazón y dejara salir todo aquello que estaba en su mente desde hacia tanto tiempo.

—Estoy muy feliz de ver que estás bien, saludable y que has hecho un gran papel como diosa —dijo sonriente observándola orgulloso haciendo que la joven se ruborizara por unos instantes.

—Me honra escuchar esas palabras de tu boca. Hay tanto que quiero decirte, pero, antes que todo debo, informarte la razón por la que estás aqui, el motivo por el cual te he mandado llamar luego de tanto tiempo.

—Adelante...

Saori lo puso al tanto de las negociaciones con Zeus, los dos tratos y, lo más importante, el por qué lo trajo de regreso luego de tantos años: la oportunidad que le fue otorgada dado que era uno de los doce seleccionados; novedades que dejaron al arquero sin saber qué decir inicialmente manteniéndose en silencio y pensativo por varios minutos.

—¿Me darías un momento Atena? Es demasiado para procesar en tan poco tiempo que tenemos para charlar.

—Lo sé Aioros, siento que todo sea tan rápido y repentino.

El joven no añadió más yendo a la ventana cuyo reflejo Saori pudo ver con claridad, notaba a leguas que debía ser muy difícil para el caballero dorado tener que asimilar todos esos cambios que ocurrirían tan de prisa sin darle más que unas cuantas horas para pensar que haría con el destino puesto sobre la mesa.

Aioros sentía una enorme presión dentro de sí deseando contar con más que unas incipientes horas para analizar con calma las propuestas dadas por la diosa, pero, como ella bien mencionó, había mucho que decir antes de tomar una decisión. Una que estaba en sus manos y de la que dependían su vida y futuro.

—¿Hay algo de lo que quieras hablar antes de decidir?

—Si... creo que sería bueno sacar algunas cosas que llevo dentro, aunque luego de tantos años he podido dar por cerrados algunos capítulos de mi vida creyendo que, en cuanto terminaran las grandes batallas, tendría paz eternamente.

—¿Es decir que, a pesar de no estar en el mundo terrenal, estuviste al tanto de todo?

—Es complicado de explicar, era como estar suspendido entre un mundo y otro, desde lejos podía ver a mi hermano, sentir sus inquietudes, miedos y demás; al mismo tiempo, estaba al tanto de sus batallas. Solo podía saber de él y, gracias a eso, supe de ti

—¿El día que lo conocí en los terrenos del hospital donde Seiya estaba internado?

—Es correcto, fue debido a la imprudencia de Aioria que supe que estabas viva y del jovencito que te protegía tan férreamente.

—El caballero Pegaso...

—En ese instante supe que debía ceder mi armadura a un sucesor, alguien que velara por ti y él era idóneo.

—Ahora entiendo todo —indicó ella con calma sin dejar de observarlo con admiración.

—Te narraré un poco sobre mí... —respondió Aioros sonriente.

Inicialmente, Aioros habló de su familia: sus padres y Aioria. Hizo varias apreciaciones sobre el crecimiento y evolución de su hermano como caballero dorado dejando en claro que estaba muy orgulloso de él. Saori compartió entonces la nota dejada por Aioria mientras el santo dorado de Sagitario esbozaba una sonrisa suavizando su mirada aún más. Se podía percibir la paz interior que sentía luego de leer el documento.

—Acepto los sentimientos de Aioria... se lo que todo esto significa para él. Confieso que me sentiría tan contrariado como lo está. Una parte importante del respeto hacia la memoria de alguien es dejarle ir, asimilar que está en un sitio mejor y no tomar decisiones por esa persona. Si me permitieran traer a mis padres de vuelta, creo que adoptaría la misma postura que mi hermano: me negaría.

—Te entiendo —añadió Saori—, tampoco querría traer a mi abuelo de vuelta luego de tantos años.

—Así es.

Un momento después, Aioros estaba al lado de Saori bebiendo un poco de soda fría mientras la diosa lo observaba a ratos. Estar en su compañía se sentía como un especie de momento surreal ya que en el pasado, jamás pasó por su mente, el poder estar en presencia del santo dorado de leyenda charlando y bebiendo té.

Aioros se veía en paz con todo a su alrededor, como si se hubiera quitado un gran peso de encima y pudiera sentirse liberado de muchas cargas internas. Su mirada era más clara y se le percibía con la mente más despejada.

—He tomado una decisión Atena, pero imagino que hay algo de lo que tu necesitas hablar, ¿es así?

—Si, es sobre Saga, sabes.

—¿Saga? —Aioros la observó extrañado por un momento dejando el vaso con soda sobre la mesita más cercana— Me parece que tomó su decisión respecto a mi hace algún tiempo. Creo que él y yo no tenemos nada que arreglar —respondió un poco tajante pero suavemente y educado.

—En eso te equivocas —acto seguido, la joven tomó sus manos entre las suyas observandole con tristeza—, te pido que me escuches antes de decir nada.

—De acuerdo.

Así Saori narro cual fue la causa real detrás del comportamiento errático de Saga durante los siguientes trece años que siguieron a la muerte del arquero: el yelmo de Ares y como fue que se resolvió aquel tema al final de batalla de las Doce casas mientras Aioros escuchaba todo meditabundo, sin decir palabra, hasta que ella terminara. La diosa lo observaba detectando una mirada impasible en los ojos del héroe, pareciera que a pesar de los años transcurridos, el custodio del noveno templo tenía una idea muy arraigada respecto al que fuera algo más que su mejor amigo en el pasado.

Apenas ella finalizó su explicación, Aioros lanzó un largo suspiro analizando un poco sus palabras.

—Han transcurrido poco más de trece años, Atena —comenzó a decir manteniendo la calma—. Aproveché ese tiempo para reconciliarme con ciertas cosas, a perdonar esas mismas cosas y, sobre todo, a dejar atrás esos capítulos de mi pasado.

—Aioros... —Saori sintió un hueco en el corazón al escuchar de la boca del arquero las mismas palabras dichas por Kanon días atrás: el cierre del pasado y la asimilación de determinados hechos para poder seguir adelante.

—Mi preocupación este tiempo ha sido el bienestar tuyo y de Aioria. Cosa que veo no era necesaria pues ambos están estupendamente y en cuanto a Saga... Debo reconocer que me sentí profundamente traicionado al ver como la persona más especial en mi vida fue capaz de semejante cosa en mi contra. No pude identificar plenamente a mi atacante esa noche fatal debido a la escasa luz que había en tu habitación, pero su cosmos era inconfundible aunque... su comportamiento, me parece, que era un tanto errático desde antes.

—¿Alguna vez intentaste ayudarle durante ese tiempo?

—No, jamás me imaginé la causa real de todo. De hecho, me fue difícil detectar que había algo mal en él hasta que fue demasiado tarde. De haber estado seguro de ello con antelación, quizás hubiera podido ser de más ayuda —se quedó callado otro momento reflexionando con detenimiento—. Creo que fui demasiado duro con mi juicio en aquel entonces, pero... —respondió con algo de pena en la voz.

Guardó silencio un momento más ordenando sus ideas mientras cruzaba ambas manos frente a su rostro sumergiéndose en sus pensamientos por unos minutos.

—Ya he perdonado a Saga —dijo al fin—, lo perdoné hace mucho tiempo, de no haber sido así, hoy no tendría paz. Ese capítulo está cerrado por mi parte y no tengo más que decir al respecto. Cometió un error y ya ha pagado por ello.

—Saga tiene cargos de conciencia muy fuertes debido a lo que ocurrió con ustedes, está decidido a no tomar una decisión hasta haberse arreglado contigo. Esa es una petición especial que me hizo cuando tuve esta misma charla con él.

—¿Él necesita hablar conmigo respecto a lo que ocurrió hace tanto tiempo?

—Es correcto, te lo pido Aioros.

—Atena, tu compasión me supera. Eres la clase de diosa que esperaba en que te convirtieras. Tu perdón es tan grande que, incluso, intercedes por el hombre que trató de matarte cuando eras una pequeña indefensa —una sonrisa triste se dibujó en sus labios al decir esas palabras que resonaron dentro de Saori.

—A juzgar por como dices todo esto, es un hecho que has dejado el asunto en el pasado definitivamente, ¿cierto?

—Si, como dije: lo perdone ya que llevarme semejante rencor a la otra vida solo me volvía miserable. Jamás imaginé que se me daría otra oportunidad. Si arreglarse conmigo le da paz mental, no puedo negarme. Al menos, podría escuchar su versión de los hechos.

—Gracias Aioros... —la joven sonrió ampliamente al escucharle decirlo observándolo con sus ojos risueños— ¿Puedo saber qué decisión has tomado respecto a los dos tratos que te propuse?

—Sí claro. Como imaginarás, he estado lejos de todo demasiado tiempo. Esta época moderna es algo que ya no conozco y no siento que pertenezca aquí. La sola idea de verme andando entre las calles y lugares que ahora me son irreconocibles, me inquieta de sobremanera, además de que no tendría a mi hermano ni a nadie como apoyo. Mi mundo era el Santuario, ¿me entiendes?

—La postura de Aioria es difícil y dolorosa y, por supuesto, entiendo que jamás pusiste un pie fuera del Santuario.

—Es correcto, pero mi hermano tiene razón, este no es mi mundo Atena y no tengo lugar aquí. Hice lo que tenía que hacer y quisiera la oportunidad de comenzar desde cero en algún sitio diferente ahora que sé que todo estará bien.

—Lo comprendo y lo respeto —la joven apretó ligeramente las manos del arquero mientras este le devolvía el gesto.

—Gracias Atena. Vayamos con Saga en el momento en que decidas.

—Si puede ser ahora mismo, sería excelente.

—De acuerdo.

Saori mandó llamar a Tatsumi para arreglar la reunión entre los dos caballeros dorados cuanto antes ya que, al día siguiente, se presentarían los tres faltantes: Shura, Camus y Afrodita.

—Me comunicaré con él enseguida —respondió el mayordomo rápidamente.

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El corazón de Saga estaba por estallar en mil pedazos al recibir la llamada telefónica que confirmaba que su reunión con Aioros estaba programada para ese mismo día un par de horas más tarde. La diosa había conseguido que se llevara a cabo no estando seguro de lo que sucedería durante dicho evento. Se miró en el espejo largo rato notando como era el mismo de siempre: sus cabellos eran azules y sus ojos lucían asustados y expresivos. Las voces en su cabeza estaban presentes ciertos momentos del día susurrando toda clase de tonterías, pero no había otros cambios en él salvo en su humor.

Las voces lo volvían loco a veces, pero aquello no era algo que incumbiera a Aioros pues, ya bastante, mal le había ocasionado como para mencionarlo. El asunto de las voces lo hablaría con Saori de forma personal en cuanto ella tuviera un momento disponible.

—Quiero que las cosas con Aioros queden en el mejor de los términos y eso será todo. Sé que jamás podrá perdonarme totalmente por todo el mal que le causé. Haberlo privado de su vida fue una estupidez enorme —se decía enfadado odiando cada vez más la imagen que le devolvía el espejo—. ¿Por qué demonios no fui más fuerte? De haberlo sido, todo lo que ocurrió en el Santuario se pudo haber evitado.

Saga era presa de un descontrol total en esos momentos, sus manos temblaban más de lo acostumbrado mientras que en su cabeza se dejaban escuchar voces en carrusel, una detrás de la otra, sin darle un momento de descanso.

Es tu culpa... tú asesinaste a Aioros... Kanon te detesta...

—¡Basta, por favor basta!

No tienes arreglo... estás completamente loco... necesitas que te encierren...

—Que me encierren, pero ¿en donde? —ese pensamiento aleatorio fue lo que hizo que, por fin, las voces se callaran dejándole pensar con calma.

Nuevamente se observó a sí mismo en el espejo corroborando que no hubiera cambios indeseados en su cabello u ojos sintiéndose mejor al comprobar que todo estaba en orden. Todo parecía indicar que era el mismo de siempre, solo las voces eran sus inseparables compañeras, pero él se sentía como él mismo; observó sus manos con calma y su rostro en el espejo. Era él, aún era Saga de géminis el que movía las manos y estaba en el cuarto de baño del diminuto chalet, el mismo hombre que luchó en la guerra santa contra Hades y el mismo que habló con Kanon días atrás.

—Si —se dijo confiado—, soy yo. Solo que no entiendo que ocurre en mi cabeza.

Respiró un poco tranquilizandose observando como, poco a poco, los temblores de sus manos terminaban disipando sus temores previos deseando que nada de eso saliera a la luz mientras charlaba con Aioros. Tratando de entretener su mente en otras cosas, observó un poco a su alrededor tomando asiento en la butaca de la sala de estar.

Lo único que no lograba controlar, eran los fuertes latidos de su corazón que no le daban ni un minuto de paz desde que recibiera la llamada del mayordomo de la diosa. Ese día se resolvería todo entre ellos, luego de trece largos años, podría hablar con el arquero con calma y de frente. No estaba seguro de lo que sentía por el héroe de leyenda, por el santo dorado que murió preservando la vida de la diosa infante; solo sabía lo que aún sentía por Aioros, el adolescente, el hermano mayor de Aioria y su inseparable compañero de entrenamiento.

—Aioros... yo... —no pudo terminar la frase echando la cabeza para atrás sobre el respaldo de la butaca seguido de un largo suspiro que salió de sus labios al tiempo que cerraba los ojos pesadamente— Yo aún... aún... —el deseo oculto en su corazón no quería dejar su escondite.

Observó el reloj de pared confirmando que aún tenía unos minutos más antes de la llegada de sus visitantes, tiempo que decidió aprovechar en mejorar un poco su aspecto revisando sus ropas, su calzado y demás. Quizás un poco de terapia ocupacional lo mantendría entretenido un rato al menos

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Saori y Aioros caminaron sin prisas al chalet donde se encontraba Saga, ambos debían ir por el sendero que estaba detrás de la residencia de la diosa y que cruzaba por en medio de un silencioso paraje rumbo al gran lago que se divisaba desde la casa de Saori. Los dos charlaban amenamente sobre nada importante pues ya habían concluído los asuntos tensos.

No obstante, por momentos, Aioros permanecía silencioso cuestionandose el asunto con Saga, en esos instantes se preguntaba cómo sería ese reencuentro luego de trece años de no saber de él, de no tenerlo en su radar pensando que, quizás, había sido demasiado tajante de su parte haberlo cortado por completo de su vida.

Si tan sólo Saga hubiera sido más abierto con los males que lo aquejaban, por otro lado, Aioros reconocía que también debió estar más atento a sus síntomas; no obstante, el proceso de sucesión, el cuidado y entrenamiento de Aioria y sus propias preocupaciones lo tenían demasiado abstraído de todo. Aunque, analizándolo con calma, ¿qué tanto hubiera podido ayudar al santo de géminis siendo él también un adolescente inexperto sin grandes conocimientos de medicina?

¿Habría logrado hacer algo por él correctamente, el solo intento habría sido suficiente?

—No lo sé... —se dijo al fin observando a la nada solo apreciando las sombras que el sol de la tarde proyectaba sobre los matorrales a ambos lados del camino.

—Hemos llegado, es ahí —Saori señaló una cabaña pequeña y, prácticamente, oculta en medio de los bosques que Aioros observó encantado y sorprendido.

Un escondite apartado de todo, lo suficientemente oculto para pasar un rato de intimidad en compañía de alguien especial, o bien, un refugio donde ocultarse por unos días de todos y todo. En resumen, un lugar perfecto en muchos sentidos rodeado de un hermoso panorama, altos árboles que se veían a la distancia rodeando el lago, un vasto campo de flores más allá y un hermoso cielo azul sobre sus cabezas.

Tatsumi, el mayordomo de la diosa, se adelantó un poco llamando a la puerta del chalet mientras su jefa e invitado esperaban pocos pasos detrás de él. Aioros trataba de no pensar nada en concreto dejándose llevar por la plática de la diosa quien, aprovechando la oportunidad, narró algunos capítulos de su vida cosa que el arquero escuchó con gran atención.

No iba a negar que, a pesar de todo, el estar en ese sitio rodeado de tanta paz, le venía bien como para sostener una charla difícil aunque no podía anticiparse que tan complicado sería, no quería perder el entusiasmo y la buena disposición inyectados por la presencia de la diosa a su lado. El joven arquero estaba seguro de su decisión y solo le daría a Saga el beneficio de la duda en honor a su vieja amistad,

Al menos quería saber, por su propia boca, lo ocurrido esa noche fatal y los sucesos que acontecieron previamente.

Al otro lado de la puerta, Saga escuchó la voz de Saori dando indicaciones al mayordomo dudoso siquiera en abrir pues se sintió presa de un terror incontrolable por unos instantes, tenía miedo por la visión de Aioros, ¿cómo sería su reencuentro, cómo se sentiría volver a verle en esas circunstancias tan pacíficas y planificadas?

—Debes ser valiente... —se dijo tomando aire girando el picaporte tratando de enfocar su atención en el mayordomo que, para su buena fortuna, era tan alto y fornido que acaparaba su campo visual.

—La Señora Kido desea verle antes de que el invitado entre en el chalet.

Saga se mantuvo lo más pegado a la puerta posible tratando de ocultar su rostro del invitado. Saori se adelantó apareciendo a un lado del mayordomo mientras que el santo de géminis se apartaba para dejarla pasar; así, la joven entró en el chalet cerrando la puerta tras de sí, gesto que tranquilizó a Saga de alguna forma.

—Saga, ¿te encuentras bien? —antes de otra cosa, la chica lo observó detenidamente notando su respiración agitada— Te percibo demasiado nervioso.

—Lo estoy Atena, he esperado este momento toda la semana y ahora que se presenta... me siento como un chiquillo indefenso, lo lamento.

—Todo saldrá bien, ya verás —la joven le devolvió una sonrisa tratando de animarle a desechar esos pensamientos temerosos—. Ánimo.

—Gracias Atena, no sé qué hubiera hecho sin tu apoyo.

—Mi mayordomo y yo esperaremos afuera, tomate el tiempo que necesites no hay prisas.

—Te agradezco —Saori salió nuevamente entrecerrando la puerta

El gemelo mayor permaneció justo donde estaba a la espera de que la puerta se abriera nuevamente. Al otro lado, se escuchaban las voces de la diosa, el mayordomo y, por unos breves instantes, se escuchó la voz del arquero haciendo que el latir del corazón de Saga acelerará aún más.

En ese instante, la puerta se abrió nuevamente siendo Aioros quien cruzara el umbral observando a Saga sereno y cordial cerrando la puerta detrás suyo.

El tiempo se detuvo en ese instante pues, ambos hombres, se observaron por unos breves segundos antes de decir nada; en particular, Saga estaba estupefacto, sin tener idea de qué decir en ese momento pues Aioros lo observaba sonriente como si nada malo hubiera ocurrido entre los dos tanto tiempo atrás.

Como si Saga hubiera sido víctima de sus temores mentales sin tener todo el nuevo panorama delante de él.

—Hola Saga —comenzó el arquero amable con un tono que el gemelo ya le conocía desde antes y que no expresaba nada más que su buena educación y modales—, hace tanto que no nos veíamos. Ha pasado mucho tiempo.

—Aioros... los ojos que te ven... luces tal cual como te recuerdo —respondió el santo de géminis titubeante sin parpadear siquiera.

—Tu luces... muy mayor sabes. Es una sorpresa verte en estas circunstancias. La diosa Atena me informó que necesitas hablar de algo conmigo, ¿es correcto?

—Si... así es. Tengo tanto qué decirte que... no sé ni por dónde comenzar —dijo avergonzado.

—Bien, ¿qué te parece si nos sentamos y charlamos largo y tendido?

—De acuerdo.

Saga lo observó sin quitarle los ojos de encima en ningún momento: era el Aioros que tenía en su cabeza, la imagen que estuvo esos trece años en sus recuerdos hasta el mínimo detalle. Fue entonces que el santo dorado cayó en cuenta de algo sumamente importante: Aioros no era un joven de su misma edad, se le veían sus rasgos joviales y adolescentes porque es lo que era: el arquero fue traído al mundo mortal por Atena tal y como lo dejó al morir, siendo un chiquillo de catorce años.

—¿Qué te parece si comenzamos por el momento en que te "poseyó" la entidad del Yelmo —Aioros inició la charla por el asunto que más llamaba su atención—, sé que Atena ayudó a expulsar esa cosa de tu ser; sin embargo, quiero saber tu versión de la historia.

El arquero adoptó una postura pensativa y calmada observando al hombre frente a él con compasión dispuesto a escucharle sin interrupciones.

—Por supuesto...

Así Saga inició el relato previamente narrado a la diosa detalle por detalle sin omisiones abordando hechos posteriores como la actitud de Kanon, el cómo el mayor de los gemelos trató de matar a su hermano ya que este amenazaba con denunciarlo debido a las cosas que la entidad le obligaba a hacer. Tratando de no victimizarse, narró cómo fue que sucumbió a las órdenes de Ares posteriores a la prueba final, al tema de la sucesión, el encierro de Kanon en Cabo Sounion y lo más importante.

—La venida de Atena y mi supuesta desaparición del Santuario; todo era para preparar el terreno y usurpar el lugar del Patriarca y... quitarte del camino ordenando a Shura ejecutar la orden fatal —Saga guardó silencio al concluir el relato a la espera de que Aioros procesara todo.

—Vaya... —el arquero lanzó un largo suspiro de sorpresa sin saber qué decir ante todo lo que acababa de escuchar.

Aioros se levantó yendo a la ventana trasera por varios minutos cruzándose de brazos. Tal y como la diosa revelara previamente, Saga se mantuvo poseído por muchos años desde, incluso, antes de su ataque contra él. Bien se imaginaba que algo estaba mal con el aspirante a Géminis, jamás pasó por su cabeza la magnitud del origen tratando de no enfadarse ni recriminar nada pues de nada valía hacerlo tanto tiempo después.

—Puedo saber... —comenzó a decir el arquero con calma manteniéndose ecuánime lo más que podía— ¿por qué no me dijiste todo esto en su momento, por qué no confiaste en mí lo suficiente?

—Aioros...

Saga conocía tan bien a su amigo que a leguas notaba que estaba muy enfadado y decepcionado pues, ese tono de voz tan característico, solo se lo había escuchado en ocasiones muy puntuales.

—No tengo una respuesta para darte —reconoció Saga con pena en la voz bajando la mirada—, debí hacerlo y jamás me perdonaré el no haberlo hecho, pero, en ese momento, consideré que era lo mejor dado que Ares me chantajeaba todo el tiempo y a todas horas. Lo que menos deseaba, era involucrarte también.

—Está bien, esas razones son suficientes por ahora —guardó silencio nuevamente manteniendo fija la mirada en la ventana analizando sus pensamientos—. En cuanto a Shura —continuó girándose para observar a su interlocutor con reproche tomando asiento de nuevo—, lo que le hiciste fue extremadamente cruel. El no tuvo culpa de nada, cuando llego de su entrenamiento era un niño inocente que apenas si me conocía. Esos celos tuyos estaban de más, fueron innecesarios.

—Lo sé... ya tuve oportunidad de hablar un poco con él al respecto durante la pasada guerra santa. Sus palabras fueron las mismas que las tuyas.

—Me alegra saber que no desertaste de la nada, al menos, sé que mis inquietudes al respecto eran ciertas: algo ocurría contigo aunque no pudiera saber exactamente qué, no tuve tiempo para analizarlo más ya que lo siguiente ocurrió demasiado rápido.

—Perdóname Aioros —Saga se puso de pie arrodillándose al lado del arquero mirándole con aprehensión—, no tengo palabras para pedir tu perdón por lo que sucedió esa noche, por haber sido débil y, lo peor, por haber ordenado que te privaran de la vida apenas supiste que era yo el traidor. Jamás podré enmendarme por ello, por lo menos quisiera tu perdón por lo ocurrido. Se que lo sucedido entre tu y yo, que éramos más que mejores amigos, jamás podrá recuperarse, pero me interesa mucho tu perdón como amigo al que traicioné.

—Saga...

El arquero lo observó con tristeza atrayéndole hacia él estrechándolo fraternalmente. Saga lo estrechó también sintiendo el calor de este, la calidez de su abrazo y que su perdón le era transmitido a través de este pues, de muchas formas, el aura que envolvía al arquero destilaba una paz indescriptible que contagiaba a Saga.

—Saga, ya te he perdonado desde hace mucho tiempo —le dijo suavemente al fin separándose un poco de él—; han transcurrido trece años desde ese hecho, en un momento durante mi sueño eterno, analicé los sucesos lo mejor que pude determinando que debía perdonarte o tampoco tendría paz durante mi descanso.

—¿De verdad? —Saga volvió a su asiento en la butaca más cercana sintiendo un gran alivio.

—Si Saga, no debemos tener con nosotros semejantes cargas del pasado.

Esas palabras eran cual bálsamo sanador para su corazón al tiempo que su mirada se iluminaba mientras Aioros sonreía como hizo tantas veces cuando estaba vivo liberando la tensión entre ambos.

—Lamento mi comportamiento hace un momento, la verdad hubo una o dos cosas en tu versión de los hechos que me molestaron, ¿sabes? Aun así reconozco que era importante conocer la historia desde tu punto de vista. Ahora que sé la verdad, creo que podemos dar por terminado este capítulo. Espero que tengas paz de ahora en adelante, amigo.

—Si, ha sido liberador —Saga lo observó por un momento juzgando sus palabras—. Imagino que sé qué decisión tomaste ahora que mencionas haber dado por terminado todo esto.

—Es correcto. Yo no pertenezco a este mundo y quiero la oportunidad de comenzar desde cero pues han transcurrido trece años, no trece días. Aunque lo consideré por un instante, he decidido no aceptar solo un borrado de memorias y ajuste de recuerdos. ¿Qué has decidido al respecto?

—No lo sé aún. No sé mucho sobre el mundo exterior, a diferencia de mi hermano que se conduce muy bien en cualquier entorno, no me siento seguro de mis siguientes pasos. No sé qué es lo mejor para mi siendo honestos, pero ahora que te he escuchado y visto, creo que podré seguir adelante y hacerme cargo de mi vida.

—Me alegra escuchar eso.

Saori entró en la residencia un momento después observando complacida como los dos jóvenes charlaban amenamente notando como Saga se le veía menos tenso y más alegre. Su reunión tuvo un desenlace positivo para ambos.

—Ha llegado el momento Atena —Aioros se puso de pie reverenciando a la diosa—, debo reiniciar el curso de mi vida, espero que las cosas me vayan bien de ahora en adelante.

—Verás que si. Muchas gracias por todo Aioros, te deseo la mejor de las suertes en tu siguiente vida.

El joven arquero se despidió de ella mientras Saga le dedicaba una mirada cálida, pero triste por su partida.

—No te olvidaré Aioros siempre vivirás en mi recuerdo.

—Gracias Saga, ya veremos a dónde nos lleva la vida de aquí en adelante. Cuídate —se estrecharon nuevamente como viejos grandes amigos antes de que el arquero cruzara la puerta dirigiendo sus pasos hacía el camino seguido de la diosa.

El cosmos iluminó todo a su alrededor mientras Aioros se desvanecía convirtiéndose en pétalos de flores arrastrados por el viento. Saga no pudo contener sus lágrimas al ver aquello, pero respetaba profundamente las decisiones de Aioros y, aunque no quisiera confesarlo a nadie, llevaría su recuerdo grabado en su corazón de ahí en adelante.

—Atena... —comenzó a decir con calma— He tomado una decisión sin embargo, hay algo que me gustaría consultarte.

—Por supuesto —ambos tomaron asiento en las sillas de jardín colocadas en el porche al frente de la cabaña—, ¿qué sucede Saga?

—Como bien recordarás, Kanon me echó en cara que debía ocuparme de mi vida de ahora en adelante, lo cual es cierto y tiene razón. Es momento de continuar el camino donde lo dejé y hacerme responsable por mis cosas.

—Me alegra escuchar eso.

—Como recordarás mis manos tiemblan cada tanto y, seguramente, Shaina ya te transmitió que no me encuentro bien. Mi cabeza no está saludable, Atena. ¿Habría alguna posibilidad de que me recomendarás a algún médico que pudiera evaluarme y ayudarme?

—Por supuesto Saga, aunque no puedas verme o saber de mi, te haré llegar la información necesaria para que acudas con un especialista. No te dejaré solo hasta saber que estarás bien.

—Gracias Atena. Bien, debo buscar a Kanon ya que debo aprender a conducirme en el mundo ordinario tal y como hace él.

—Te dejaré su dirección ahora mismo. Sabe que, eventualmente, te reunirás con él.

—Estupendo.

Así Saga aceptó el primer trato saliendo de la cabaña rumbo al lugar donde Kanon le esperaba.

.

Continuará...

.

*Notas: Estoy en la recta final, si acaso faltan uno o dos capítulos más y terminamos. El reencuentro con Aioros no podía ser romántico ya que los actos de Saga debían tener consecuencias, no sería como dos amantes que se reencuentran y se adoran como si nada hubiera sucedido.

[1] Extracto de la audiencia de Aioros, su relato tomaría demasiado tiempo, además hay partes como la de Aioria que no vienen al caso por ahora, eso lo exploraremos en su propia audiencia o en la del leon dorado. 

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