2.7 Las dos partes
Las doce audiencias: Tercer templo
Segunda parte: Kanon
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Las dos partes de un todo
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Saori se encontraba en el comedor de su chalet reflexionando lo acontecido ese día mientras tomaba una cena ligera ya que había bebido demasiado café, estaba a punto de negarse sin embargo, consideró que unos panes dulces y otros no podían ser su último alimento del día. Mantuvo la mirada fija en el platito frente a ella hurgando en sus pensamientos totalmente absorta en ello. Había pedido a Tatsumi que cerrara la puerta pues no deseaba interrupciones y de esa forma, Kanon y Saga podrían arreglarse en privado.
De igual forma, Jabu se mantuvo pendiente de la reunión de los gemelos desde el interior de la sala de visitas, detrás de la puerta de vidrio que separaba la terraza de ese salón. Asi mismo, Tatsumi estaría atento en caso de complicaciones con ambos invitados. En esos momentos, nadie podía anticipar cómo sería la reunión de los hermanos y que tipo de complicaciones tendría.
Saga tomó asiento delante de su hermano gemelo mientras que Kanon se mantenía a la espera de lo que aquel tuviera que decir luego de tantos años sin verse ni saber el uno del otro. El menor de los gemelos tenía la mente en blanco dispuesto a dar el beneficio de la duda a su hermano mayor.
—¿Y bien? —comenzó Kanon cruzándose de brazos observando a Saga fijamente deseoso por terminar aquello.
Ambos intercambiaron miradas largas llenas de reproche en medio de un silencio sumamente incómodo. No obstante, Kanon esperó paciente sin apartar la mirada de su hermano. De su otra mitad.
—No puedo creer que nos reencontremos en estas circunstancias después de trece años, de la guerra santa contra Hades y luego de que escapaste de Cabo Sunion, en algún momento llegué a pensar que estarías encerrado de por vida —comentó el gemelo mayor con calma—. Pero siempre fuiste más terco que yo, siempre obedeciendo a tu necedad asi que no me sorprende que hayas desaparecido sin más.
—Bueno, eso es cierto. De los dos, siempre fui el más persistente, como lo tuve más difícil que tú, debía ser más listo o más capaz —respondió Kanon un poco mordaz pero con suficiente temple.
—¿Por qué dices que lo tuviste más difícil? —Saga le lanzo una mirada molesta mientras que Kanon lo observaba ligeramente sorprendido— Escapaste, hiciste lo que te vino en gana por trece años y, al final, incluso llegaste a simpatizar con un dios quien hizo tu voluntad. Yo diría que fuiste afortunado.
—En parte tienes razón, hermano, sin embargo iniciar una aventura sin nada ni nadie a quien recurrir no es tan simple. Tuve que aplicarme para poder salir adelante y llevar a cabo mis ambiciones y planes.
—Tus ambiciones claro... es lo único que parece importarte. Desataste una guerra que casi arrasa con la vida humana solo por tus deseos egoístas —Saga observó a su hermano quien se mantenía en silencio—. Esos anhelos fueron los mismos que me pusieron en una posición más arriesgada que la tuya.
Kanon lo observó con ojos desorbitados dibujando una mueca en sus facciones.
—¿A qué te refieres? —el joven del cabello cobalto lo observó sin entender y sin estar de acuerdo con esas palabras— Te quedaste en el Santuario donde hiciste tu voluntad a tus anchas sin importarte nada ni nadie. Si hablamos de dificultades, eres quien se llevó la mejor parte pues, al menos, tenías un techo sobre tu cabeza y comida en la mesa. ¿Cuándo has tenido que preocuparte por conseguir un empleo y pagar las cuentas mes con mes? —reclamó Kanon muy molesto e indignado— ¡Siempre has sido un malcriado privilegiado!
—Estás en un error —replicó Saga dedicándole una mirada perforante—, no tienes idea lo que es estar bajo el control de alguien más y escuchar su voz taladrando tus oídos una y otra vez dando órdenes sin cesar. No tener voluntad propia y ni un minuto de paz en todo un día.
—¡Y a pesar de eso hiciste lo que quisiste Saga, no lo puedes negar! —respondió Kanon tratando de mantener la compostura al ver que Saga parecía alterarse por sus propias palabras notando otro ligero detalle que llamó su atención pero que decidió ignorar—. ¡La maldad te consumió a tal grado que las actividades del Santuario llegaron a oídos de la gente común y corriente!
—¿Quien fue la persona que originó todo esto?
Kanon se quedó estupefacto ante esas reclamaciones observando atónito a su hermano notando el nerviosismo de Saga pues sus manos no dejaban de temblar y, durante breves instantes, le pareció que hacía un esfuerzo sobrehumano por mantenerse ecuánime. Sin embargo el gemelo menor retomó sus ataques sin piedad.
—Saga, el único responsable de eso eres tu. ¿Quien tocó el yelmo de Ares por que así lo quiso? Tú, hermano y no dejaré que me culpes por eso, nadie te obligó a poner la mano encima de ese objeto. ¡No puedo creer que me eches en cara este tema después de tanto tiempo!
El gemelo menor observó a su hermano poniéndose de pie bruscamente tratando de entender como era que Saga sacaba a flote esas cosas que llevaba bien guardadas en su pecho. Ya lo había hecho durante la batalla de Hades, fueron justo las mismas palabras que le decían a Kanon que no habría manera de sacar eso de la mente y corazón de su hermano.
—¡Cómo puedo olvidar algo que fue mi estigma por tantos años! Nunca pude ser yo mismo, nunca pude vivir plenamente ya que siempre estuve bajo el yugo de Ares, de la voz en mi cabeza. La presencia que me obligó a asesinar a personas que me importaban: nuestra maestra, Aioros y tantas otras personas importantes.
—¡Eso lo hiciste por iniciativa propia! —en cosa de segundos, Kanon lo tomo por el cuello de la camisa con tal brutalidad clavándolo en la pared más cercana— ¡No voy a permitir que me culpes por tu propia estupidez! Nadie te dijo que tocaras el Yelmo, nadie te dijo que le quitaras la vida a nuestra maestra... asume la responsabilidad de tus actos, ¡ya es momento!
—¡No entiendes Kanon... jamás lo entenderás! Cómo podría una persona como tu saber lo que siento. Pensé que sacar esto te haría comprenderlo después de trece años.
—Lo único que escucho es autocompasión Saga, deja de victimizarte y asume las consecuencias o la penitencia que Atena dicte —Kanon lo soltó notando como un caballero de bronce los observaba desde la ventana.
Había olvidado que estaban en la casa de Atena y no en las calles de la ciudad donde podrían partirse la cara a golpes, debían guardar compostura. Saga se reacomodo el cuello de la camisa gris que vestía observando a su gemelo con reproche y enojo.
—No sé por qué pensé que habías madurado en estos trece años —Saga lo observó visiblemente decepcionado mientras Kanon le devolvía una mirada defensiva.
—¿Para esto querías esta maldita reunión, para insultarme, no es así?
—Detén tu agresividad y compórtate como un adulto.
—Escucha con atención porque esta será la última vez que hablemos —indicó Kanon serio sin ánimos de negociar ni de hablar más con Saga y su perenne tendencia a atacarle—. Si quieres decir algo más hazlo ya que, apenas salga de aquí, no volveré a tener contacto contigo. Reconozco que sentí piedad por ti y tu pérdida durante la batalla contra Hades, pero no has cambiado en nada.
Nuevamente intercambiaron miradas amenazantes que parecían decir mucho más de lo que podían expresar. Desde el salón de visitas, tanto Jabu como Tatsumi, presenciaron aquello sin poder moverse pues se encontraban tan tensos como el par de gemelos que parecían estar a punto de molerse a golpes.
—Así que prefieres renegar de tu hermano a reconocer tu influencia en el mal que me aquejo durante tanto tiempo —indicó Saga apuntando con su largo dedo.
—¿Qué demonios quieres Saga?, ¿una disculpa? —Kanon trató de contenerse, pero, lo cierto, era que deseaba partirle la cara ahí y ahora— ¿acaso quieres que implore tu perdón?
—¡Cierra la boca! —Saga volvio a tomar asiento ya que sus manos no dejaban de temblar no estando seguro si se debía a la molestia ocasionada por Kanon y su total falta de empatía.
Trece años después y todavía se comportaba como si ambos estuvieran en bandos opuestos en un frente de batalla imaginado en la mente de Kanon. Sin embargo, para Kanon, los reproches y actitud infantil de su hermano le resultaban inesperados ya que, a esas alturas,y luego de dos batallas, ya debería poder hacerse responsable de sus acciones.
—Dimelo Saga, quieres que implore tu perdón —repitió irónico y más mordaz que antes.
—Quería tu empatía y que reconocieras lo que sucedió.
—Estoy harto de esta conversación. Lo único que he escuchado son tus interminables reproches una y otra vez desde que visitamos el templo de Ares.
—Bien si tanto te fastidia, entonces haremos como quieres y no hablaremos de nuevo —sentenció Saga como hiciera muchas veces cuando era Patriarca—. No quiero un hermano que no sea capaz de mostrar un poco de simpatía por mi.
—Lo mismo digo, Saga. No quiero un hermano que no sabe reconocer sus errores y ha vivido culpándome por todo.
Saori los observó desde el interior de la casa sin entender el por qué no podían arreglarse. Ninguno parecía querer abandonar su trinchera y reconocer que ambos tenían razón de una forma u otra: Saga estuvo mal durante trece años por una imprudencia de infancia y Kanon estaba en lo correcto al decir que una persona debía hacerse responsable por su propia vida y salud.
—Saga... Kanon... —repetía con calma sin intervenir ni hacer notar su presencia.
—¿Quieres que los detengamos? —Jabu la observó con impaciencia— Están armando un alboroto innecesario.
—No Jabu —respondió Saori con suavidad volviendo a ocupar su lugar en el amplio sofá del salón—, tienen asuntos pendientes que resolver y prefiero que lo hagan aqui y ahora. Kanon debe cerrar el trato esta noche.
Afuera, Saga y Kanon se insultaron un buen rato hasta que, fatigados, tomaron asiento ya que estaban cansados de gritar lanzando verdades sin cesar. Nuevamente Kanon noto que las manos de Saga temblaban, síntoma que no había observado en su hermano anteriormente.
—¿Qué sucede con tus manos? —pregunto tratando de no alterarse— Desde que llegaste noto que no paran de temblar y, según recuerdo, jamás había ocurrido antes.
—No lo sé... —Saga observó su mano derecha con detenimiento analizando las ligeras sacudidas que esta daba por sí misma— Apenas Atena me trajo de regreso, comenzó a suceder. Dime algo, ¿qué decisión tomarás respecto a los dos tratos que Atena nos ha propuesto?
—No volveré a vivir desde cero, eso tenlo por seguro. Perder ciertos recuerdos dolorosos no suena nada mal, ¿y tú?
—No lo sé —Saga se mantuvo en silencio por unos instantes—. ¿Es verdad lo que dijiste? Que no volverías a hablar conmigo.
—Si no paras tus reclamos. Se que no hemos sido los mejores hermanos este tiempo, pero no quiero cerca a alguien que me guarda tanto rencor —indicó Kanon con calma y seriedad.
—¿No me guardas algún rencor, Kanon? A pesar de los años que han transcurrido.
—Hace mucho que dejé de guardarte rencor. El saberte muerto me sorprendió y eso ayudó a que mi odio por ti se terminara aunque no te he perdonado del todo por enviarme a Cabo Sounion, por lo de nuestra maestra y por salirte con la tuya, aunque reconozco que no esperaba este desenlace.
—Ya veo. El llevar una vida alejada de todo, te dio tiempo de sanar y hacer otras cosas lejos del mundo del Santuario. No sé cómo viven las demás personas y no sabría qué hacer en esos casos. Por lo mismo, no quiero perder mi vida como santo de Atena —dijo al fin alzando la mirada mientras sus manos dejaban de temblar poco a poco mientras se tranquilizaba—, pero entiendo que la diosa no tenga opciones. Antes que otra cosa, quiero arreglar con Aioros lo que tengo pendiente y tomaré una decisión entonces.
—De acuerdo... —Kanon sabía dos que tres cosas respecto a eso así que solo obvio las razones de su hermano sin preguntar— ¿quieres que deje a la diosa algún modo de contactarme si deseas que sigamos en contacto?
—Me parece bien.
Ya más tranquilos, los dos se quedaron un rato en silencio cada uno sentado en una silla separada con la mesita redonda en medio. Kanon había tomado su decisión y si Saga decidía mantenerse en contacto, estaba bien por él. Caso contrario, la distancia entre ambos sería una constante. En esos momentos, había algo más que una mesa entre ambos: un muro infranqueable que costaría mucho trabajo derribar.
Jabu observó que Kanon volvía al interior del salón el cual abandonó tras hacer una reverencia. Saori estaba a la expectativa de que Kanon volviera para hacer algunos arreglos con él y cerrar las audiencias por ese día.
—Kanon —dijo la joven esbozando una sonrisa leve— ¿estás listo para decidir?
—Si, Atena aunque tengo una inquietud —añadió observándola—. Quizás es precipitado decir esto, pero tengo la impresión de que hay algo malo con Saga.
—¿Algo malo? —preguntó la diosa sin entender.
—Si, no estoy seguro, sin embargo tengo esa sensación. Aún no sé bien a donde iré saliendo de aquí como para pedirte que lo envíes conmigo.
—¿Lo ayudarías en caso de encontrarse mal? —Saori observó complacida a Kanon esperando justo esa resolución de su parte mientras hablaba con él.
—Pues sí —respondió sin más—, es mi hermano a fin de cuentas. No lo idolatro ni nada, pero tampoco lo dejaría a su suerte. Es un incompetente y allá afuera no lo logrará solo, lo sé —Kanon se encogió de hombros en actitud socarrona esbozando una media sonrisa irónica.
Saori lo interpretó como que, entre ambos hermanos, las cosas habían mejorado pese a su discordia inicial. Así que, sin demoras entregó a Kanon un cheque e hizo el comentario de un edificio de apartamentos.
—Saga deberá reunirse contigo en este sitio apenas termine de hablar con Aioros. Mientras tanto, él estará alojado en otro sitio que no puede serte revelado.
—Entiendo.
Kanon estaba listo para dar el siguiente paso sintiéndose más seguro de sí mismo ahora que no tenía las manos vacías. También sentía como si las dos últimas guerras santas hubieran sido solo una pausa en sus actividades y, apenas pusiera un pie en la calle, debería retomar lo que dejó en suspenso, como al pausar un vide, volver para presionar el "Play" y continuar con la película.
—No deseo olvidar a nadie que se haya cruzado en mi vida Atena. Solo quisiera que mis años en el Santuario se cambiaran por otros pero que los trece años que pase fuera se mantengan intactos. Muchas memorias de ese periodo significan mucho para mi.
—Lo entiendo.
Saori entregó una hoja de papel a Kanon con la dirección del lugar al que debía dirigirse y todas las referencias necesarias, las cuales el joven revisó con calma afirmando con la cabeza confirmando que las instrucciones estaban claras.
—Por cierto Kanon, creo que alguien te espera afuera de esta casa —comentó la diosa de pronto mientras el joven pensaba con calma ya que nadie debería aguardar por él o, al menos, eso creía.
—He vuelto diosa Atena —la puerta principal se abrió y cerró en ese momento siendo Shaina quien anunciaba su llegada—, ¿está todo bien?
—Si —indicó Saori mientras la chica dejaba el salón—. Hay un espectro del Inframundo en las cercanías, él aguarda por ti —la diosa lo observó por un momento esperando su respuesta.
—Ah, él. Fue mi enemigo, pero no está aquí para desatar el caos ni nada parecido —Kanon se apresuró en aclarar la presencia de Radamanthys—. Aunque me sorprende que aún esté por aquí... —se dijo tratando de hilar que el juez estuviera en la cercanía y, algo le decía, que la repentina aparición de Shaina tenía algo que ver, pero ya no había tiempo para corroborarlo.
—Escucha, el espectro no te revelará nada de tu vida pasada. En caso de que llegue a suceder, lo pagará muy caro —mintió con tal de poner énfasis en ese punto—. No debería tener alguna relación contigo pero lo veo en tus memorias, se que acudiste a él por apoyo apenas despertaste en el tercer templo en cuanto descubriste que no podías recurrir a los demás.
—Mi relación con los demás caballeros dorados es nula —reconoció Kanon sin pena en la voz pues así había sido siempre, además de que a la mayoría los conocía solo de nombre—. Tengo mejor relación con el espectro, sin embargo si consideras que no es adecuado que mantenga trato con él...
—Está bien por ahora Kanon. Los espectros y los marinos de Poseidón tienen las mismas instrucciones, así que si llegases a reencontrarte con la sirena sería igual: ella no te revelará nada. Tampoco sabrás sobre los dioses guerreros. Asgard y lo que ocurrió allá saldrá por completo de tu memoria, ¿de acuerdo?
—Lo entiendo...
—Lo lamento, sé que pasaste días e invertiste muchas horas en su estudio, pero esto es necesario.
Kanon se limitó a afirmar con la cabeza observando el área de la terraza donde Saga continuaba sentado no teniendo intenciones de despedirse siquiera.
—En caso de que mi hermano decida tomar otra decisión como: renacer completamente. ¿Habrá manera en que yo lo sepa?
—Puedo darte una señal sutil en ese caso, algo que sabrás reconocer fácilmente aunque no estés plenamente consciente de ello —respondió la diosa.
—Muy bien, pues estoy listo.
No obstante, Saga se levantó de la silla entrando en la sala poco antes de que Atena realizará el proceso pendiente mientras su hermano menor prestaba especial atención a su silueta a través de las amplias ventanas.
—Kanon... —dijo el gemelo mayor— No es un adiós, sino un hasta luego. Apenas termine con mis lo que falta, te buscaré. No importa lo que suceda con mi "asunto pendiente", te buscaré.
—Está bien, hermano.
Antes de despedirse se dieron un incipiente abrazo fraternal a penas si tocándose un poco y en cuanto se separaron, Saga salió del salón rumbo al comedor donde Shaina y Jabu se encontraban.
—Esto será todo, Atena —indicó el mejor de los gemelos haciendo una reverencia final a la diosa tras colocarse la chaqueta y tomar las escasas pertenencias que llevaba consigo.
—Sé que tendrás suerte, Kanon. Me has demostrado que eres capaz de muchas cosas y estoy segura de que no tendrás problemas en readaptarte al mundo de las personas comunes y corrientes para retomar tu camino donde lo dejaste.
—Gracias.
Un halo de luz dorada iluminó la sala a los pocos segundos mientras Kanon se hallaba en el camino revisando el documento que tenía en la mano. Debía llegar a un edificio de apartamentos luego de que su antigua jefa lo citará en su casa para dejarlo sin empleo.
—Maldición, no tengo idea de la hora pero debe sera muy tarde —se dijo avanzando unos cuantos pasos hasta el camino hasta llegar a una parte muy iluminada por donde circulaban unas cuantas personas y una que otra estaban sentadas en una de las muchas bancas de madera ubicadas a lo largo de los caminos.
El desorientado joven de cabellos cobaltos se aproximó a una persona que estaba sentada en una banca de madera fumando despreocupadamente pues su silueta y color de cabellos le eran perfectamente reconocibles.
—Radamanthys —le dijo de pronto con toda familiaridad mientras el joven también lo saludó educadamente esperando unos momentos antes de abrir la boca—. Es extraño verte por aquí a estas horas.
—Salí a dar un paseo y estoy algo cansado, es todo —respondió puntual mientras Kanon tomaba asiento a su lado—. ¿Todo bien? —pregunto tratando de ocultar ciertas dudas en su voz.
—Si, todo en orden. Mira esta información por un momento. Se trata de un edificio de apartamentos al que debo llegar a pasar la noche. Si no estás muy ocupado, ¿podrías acompañarme? Sé que ya es muy tarde.
—No hay problema —el juez revisó el mapa uniéndose a la farsa ocasionada por la diosa Atena.
Durante el rato que Kanon y él intercambiaron yendo al centro de la ciudad a buscar dicho edificio, Radamanthys corroboró todo lo dicho por Shaina pues este le expresaba pena por un empleo perdido sin entrar en detalles. El juez no debía hacer mención de nada así que, sin poder objetar, se mantuvo en silencio o dando respuestas vagas que no dieran lugar a preguntas.
Finalmente, dieron con el lugar en cuestión quedándose a charlar un rato más ya que Radamanthys estaba curioso por el tipo de recuerdos que su antiguo oponente tenía en la cabeza en esos momentos.
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Saga compartió la cena con Jabu y Shaina sintiéndose menos tenso ya que la charla con ambos no estuvo relacionada a temas relativos al Santuario ni nada por el estilo. Los dos jovencitos le hablaron sobre el torneo galáctico y la guerra contra Hades. El gemelo agradeció el que tuvieran esa pequeña consideración permitiéndole unos minutos de paz mental.
Sin recriminaciones, sin acusar y solo gozando de una cena entre conocidos pidiendo recomendaciones varias sobre el siguiente en lista para la audiencia de mañana. Saga desvió su atención de sus propias inquietudes personales aconsejando brevemente a Shaina qué hacer con el caballero de cáncer.
También estaba agotado no deseando entrar en detalles por una persona que no era de su incumbencia. Además, la realidad era que solo trató con él como Patriarca y ejecutor, jamás como buenos amigos, ni como personas cercanas siquiera. El, como Patriarca, daba órdenes y Deathmask, como verdugo, solo ejecutaba lo que se le indicaba respetando sus condiciones y términos y era todo.
Al finalizar la charla, fue que se encontró con Saori en uno de los pasillos.
—Por la mañana discutiremos tus siguientes pasos —indicó Saori antes de irse a la cama—, es casi medianoche y todos estamos agotados.
—Si, ha sido un día muy largo —respondió amable—. Te veré temprano, antes de que el siguiente invitado llegue.
—De acuerdo.
Saori se retiró mientras Saga volvía a la habitación de huéspedes pensando en lo ocurrido ese día con la diosa y Kanon. No lograría hacerlo cambiar de ideas por mucho que le insistiera, su hermano menor era terco como una mula y jamás cambiaría así que solo quedaba llevarlo lo mejor posible.
—Eso no saca de mi cabeza el temor por el futuro... ¿Qué será lo que ocurra durante la audiencia con Aioros y conmigo?
El arquero estuvo en sus pensamientos hasta que comenzó a conciliar el sueño. En esas visiones nocturnas varias voces dejaron oír en la cabeza del cansado caballero de géminis, esas voces le daban todo tipo de consejos, vociferaban todo tipo de disparates: "Huye, estás en peligro", "desconfía de todos", "Aioros te odia por lo que ocurrió", "Kanon conspira en tu contra" y demás haciéndolo despertar en varios puntos de la noche sintiendo como sus manos temblaban sin césar.
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Fin de la segunda parte
Continuará...
*Notas: Gracias por haber llegado hasta aqui. Aún falta un poco más en el relato ya que deseo explorar el futuro de ambos personajes y atar cabos sueltos (la paternidad de Saga, el reencuentro con Aioros) además de que Thetis volverá más adelante. Stay tunned!
Gracias por leer!
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