2.1 El espectro
Las doce audiencias
Tercer templo
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Segunda parte
KANON
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1
El espectro
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"Front and back, heaven and earth.
Two of me"
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Kanon despertó en medio del tercer templo abriendo los ojos con lentitud tratando de orientarse. No tenía idea de cómo había vuelto al recinto luego de la batalla en el Inframundo pues, lo último que tenía en sus recuerdos era el combate contra uno de los jueces, el dragón heráldico, el más fiero de los tres. Luego de eso, había un espacio en blanco dentro de su cabeza.
—Los caballeros dorados estaban frente al muro de los lamentos. Los doce. Listos para dar sus vidas y yo... me encontraba luchando contra Radamanthys sin mi armadura, usé una técnica destructiva para acabar con su vida ya que era incansable y después... todo fue oscuridad —se decía recapitulando los últimos días lo mejor y más coherente que podía— ¿qué ocurrió después de eso? —se dijo lanzando un largo suspiro— No lo recuerdo. No sé qué estoy haciendo en el Santuario.
Logró ponerse de pie con gran dificultad dando ligeros tumbos mientras se dirigía a la habitación privada del templo notando que había gavetas abiertas y la armadura dorada se encontraba en el interior en su caja de Pandora. Además, había otro detalle extraño, el gemelo observó a su alrededor con calma notando la ausencia de su hermano así como un sobre cerrado olvidado en el suelo.
—¿Saga, estás aquí? —al no recibir respuesta se inclinó para levantar el sobre del suelo de roca observando que él era el destinatario pues solo se leía "Kanon"— ¿de qué trata todo esto?
En la misiva estaba redactado lo siguiente:
"Apreciable Kanon de géminis:
Por medio de la presente, le comunico que es necesario que tome las pertenencias que tenga en la tercera casa y abandone el recinto al caer la tarde del día de hoy. Así mismo deberá renunciar a la posesión de la armadura de oro, a su rango y dejar la armadura en su respectivo templo dentro de su caja de Pandora.
La razón de esta decisión le será informada en la audiencia que tendrá lugar el día de hoy al atardecer. La ubicación del lugar donde se encontrará conmigo está descrita en el mapa contiguo.
Se le pide de la manera más atenta que no llegue tarde a la cita puesto que es indispensable su presencia para discutir temas importantes relativos a su futuro.
Atentamente,
Atena"
Tras leer el texto con calma, firmado de puño y letra de la diosa al parecer, permaneció un momento en silencio dirigiéndose a la habitación tomando asiento en una de las camas gemelas. Kanon pasó varios minutos reflexionando sobre lo que acababa de leer. Dudó en un inicio de la veracidad de la carta, no obstante la diosa no tenía razones para mentirles por lo que, algo dentro de él, supuso que aquello sería verdad ya que también explicaría la repentina desaparición de Saga.
—Dice que mi audiencia será por la tarde, al caer el sol, lo que podría significar que mi hermano será entrevistado antes que yo. Debe ser eso —se decía con calma—. Atena pasará todo el día hablando con él ya que tiene demasiado que decir. En cuanto a renunciar a la armadura... no es mía así que no tiene mucha importancia.
La observó desde la orilla de la cama sintiendo algo extraño ya que, durante una parte de la batalla en el Inframundo la portó, el cloth y él lograron sintonizarse bien ya que Kanon no percibió ningún tipo de rechazo por la parte de la pieza metálica.
—De haber sido yo tu portador —le decía como si esta pudiera escucharlo—, quizás las cosas serían distintas. De haber tenido más tiempo, la batalla contra Radamanthys habría sido más larga e interesante. ¿Me pregunto dónde estará ahora? —pensó de pronto— Tengo la memoria de que el espectro se desintegró con la fuerza de mi cosmos pero, en algún momento, me dio la impresión de que su cuerpo se regeneraba mientras él estaba inconsciente deslizándose de mi agarre para volver a su mundo... qué extraño.
Al comprobar que la habitación y las gavetas de los muebles estaban vacías, es decir no había efectos personales ni de él ni de su hermano, las camas no tenían mantas y la soledad se percibía por todas partes, es que Kanon decidió ir escaleras arriba a buscar a Deathmask, custodio del cuarto templo, a quien, para sorpresa del gemelo, encontró durmiendo con un sobre blanco a un lado.
—El cangrejo duerme y hay una carta para él —pensó con calma—. Seguramente, lo mismo será para los que están desde leo hasta piscis.
Acto seguido, volvió sobre sus pasos cruzando géminis con rapidez, hacia Tauro, donde no encontró a su ocupante. No había ni rastro de Aldebarán encontrando la armadura en su caja y nada más que eso.
—Mu, Aldebarán y mi hermano han desaparecido. Ni siquiera percibo sus cómos en la lejanía —Kanon contempló los alrededores desde el tercer templo notando el inquietante abandono que se sentía por todo el Santuario.
De un salto subió al techo del recinto corroborando que no había aprendices, los coliseos y zonas de entrenamiento estaban desolados y, en general, el Santuario se sentía como si nadie hubiera vivido ahí nunca. Kanon lanzó un largo suspiro pensando que hacer en esos momentos pues, aún faltaban varias horas para su audiencia, y la carta no especificaba si había que quedarse en los alrededores o podía bajar a la ciudad para esperar mientras daba la hora indicada para dirigirse al punto marcado en el mapa adjunto.
—Ni siquiera hay otro caballero a quien preguntar por instrucciones —nuevamente el juez del inframundo paso por sus pensamientos, quizás si aquel estuviera "vivo" bien podría pedirle apoyo con comida y algo de ropa pensó divertido—. Saga se llevó todas las prendas que había en la habitación dejándome únicamente lo que llevo puesto. Bien, por lo menos me daré un baño —se dijo resignado meditando por varios minutos en la cima del templo.
Nadie en los alrededores, ni un solo aprendiz en la lejanía. Si bien Kanon estuvo ausente por varios años del Santuario, recordaba que ese lugar solía estar concurrido de aprendices, caballeros plateados aqui y allá, soldados y un mundo de personas que iban y venían todos los días y a todas horas. En cambio, lo que tenía enfrente era un terreno desolado repleto de edificios en ruinas.
—Quien diría que el Santuario llegaría a verse de esta forma: vacío y sin vida. Si los pasados trece años hubieran sido diferentes, quizás nuestra situación actual sería otra —en esos momentos deseo tener a alguien con quien charlar, así fuera su último y más terrible enemigo, pero alguien.
No supo cuánto tiempo había transcurrido ya puesto que no llevaba reloj alguno así que, dejo pasar un poco más de tiempo antes de bajar y prepararse para enfrentar su destino, cualquiera que este fuera.
Estaba por descender del techo cuando sintió una presencia en la cercanía haciéndolo ponerse alerta. Por la escalera principal, la que cruza las doce casas, se veía una melena rubia, corta y alborotada, que subía lentamente. El visitante iba vestido como civil deteniendose de vez en vez a curiosear como cualquier turista que visita un sitio por primera vez. Kanon bajo de un salto aproximándose con lentitud para indagar de quién se trataba.
—¡Oye tu! —lo llamó sin recibir respuesta mientras el hombre continuaba su camino hasta que se lo topó de frente sin poder creerlo: era Radamanthys quien también se detuvo de súbito dedicándole una mirada de sorpresa— Radamanthys de Wyvern... ¿qué haces aquí, por qué estás en el Santuario? —le dijo estupefacto en un hilo de voz— Debería preguntarte, ¿cómo es que estas con vida?
—Kanon de géminis —le dijo con su tono de voz potente y autoritario—, tú me llamaste. Sentí tu voz hasta lo profundo del Inframundo —respondió el rubio con calma observando interesado a su alrededor.
—Eso es falso —replicó Kanon aun sorprendido—, solo recordaba nuestro combate, sin embargo no deseaba que aparecieras por aquí de la nada —mintió levemente.
—No importa, como sea —dijo el juez rubio observando muy atento el edificio detrás de su anfitrión— ya estoy aquí y es la primera vez que visitó el Santuario y Grecia. Jamás había estado en este país. Este sitio si que está desolado y silencioso, creí que habría más bullicio.
—Responde algo —inquirió Kanon relajando su postura y sus nervios—: ¿por qué estás con vida?, ¿no debías haberte desintegrado hacia el final de nuestro combate?
—Si, es correcto. Me desintegre por algunas horas, pero las leyes de nuestro mundo son distintas. Soy un espectro, ¿recuerdas? Nosotros no estamos vivos. Yo, en particular, soy parte del "activo fijo" del Inframundo y el Señor Hades requiere gente en la operación diaria trabajando sin descanso. Esa es la realidad —respondió el espectro seriamente sacando un cigarrillo dispuesto a fumar por un rato.
Kanon lo observó con curiosidad ya que, no esperaba verlo en ese lugar vestido como cualquier persona, fumando despreocupadamente y narrando aquellos hechos extraños que formaban parte del Inframundo, el lugar al que pertenecía.
—¿Por qué me llamaste, Kanon? —pregunto de pronto recargandose en una columna sin dejar de mirarlo con sus ojos dorados e inertes— No me digas que quieres combatir de nuevo.
—Nada de eso —indicó Kanon con calma—, ya no hay batallas que librar. Nuestra diosa me dará instrucciones distintas en una audiencia que tendré con ella más tarde —respondió tras llegar a la conclusión de que el hombre frente a él no representaba un peligro.
—¿Tendrás una audiencia con Atena hoy? —preguntó el juez observando a Kanon con extrañeza.
—Es correcto —Kanon sintió como Radamanthys lo observaba con desagrado de arriba abajo no entendiendo ese gesto.
—¡Tienes una audiencia con tu diosa y te presentarás ante ella vestido con esos harapos!
Kanon dio un respingo sorprendido mirándolo con enfado ya que, bien sabía, que sus ropas de entrenamiento estaban desgastadas no teniendo otra prenda para vestir.
—¡Oh vaya, el espectro también es asesor de estilo! —replicó molesto— ¡No tengo otra ropa ya que mi hermano se adelantó llevándose lo que hubiera en nuestras viejas gavetas! No tengo la culpa de vestir como pordiosero.
—Necesitas buscar con qué mejorar tu aspecto, pareces fugitivo de un albergue para desamparados.
Por la forma en que Radamanthys lo perforó con la mirada lanzando una bocanada, Kanon supo que sus comentarios solo eran con el afán de molestarlo un poco. El juez iba vestido casual como si estuviera a punto de reunirse con alguien, pues vestía un pantalón claro, una camisa oscura y una chaqueta marrón. Su aspecto era mucho más decente que el suyo, se dijo con desagrado.
—Espera un poco —dijo el gemelo de pronto pensando un minuto—, me pudieras decir ¿qué hora es?
—Ya pasan de las dos con treinta —respondió Radamanthys consultando su reloj de pulsera.
—Me parece que tu y yo somos de la misma talla —dijo pensativo— ¿sería mucha molestia si..?
—¿Si...? —inquirió el juez seguro de que no le gustaría el resto de esa pregunta.
—¿Podrías conseguirme algo de ropa?
—¿Qué?
—Si, no estoy seguro si puedo dejar el Santuario o debo esperar. La verdad, no quiero más problemas con Atena de los que ya he tenido y como apareciste oportunamente, ¿podrías ayudarme con eso? —le dijo con voz sedosa.
Radamanthys estaba a punto de responder cuando un cosmos se dejó sentir en los alrededores. El gemelo supo que era una amazona la que venía por la escalera, una joven inconfundible de cabellos verdes y presencia intimidante llegó delante de ellos observándolos con una mezcla entre sorpresa y molestia.
—Shaina —dijo Kanon—, no esperaba verte por aqui.
—Vengo a buscarte para tu audiencia aunque falten un par de horas para eso. ¿Quién es él? —preguntó señalando al juez rubio— No están permitidos los visitantes.
—Solo es un colega —respondió intimidado—, deja de actuar como paranoica.
El juez apago el cigarrillo dispuesto a salir de ahí ya que, todo indicaba que, la chica querría correrlo a golpes y era mejor optar por una retirada estratégica.
—Buscaré tu encargo Kanon, volveré en un rato —anunció de pronto antes de ir escaleras abajo a toda prisa.
—¡No está permitida la entrada al recinto, ¿entendiste?! —vociferó Shaina molesta mirándolo bajar hacia tauro mientras Kanon observaba toda la escena, francamente, avergonzado por el desplante que la chica tenía delante de su visitante— ¡¿Oye, me escuchaste siquiera?!
La joven fue detrás de Radamanthys perdiéndolo de vista ya que, en cosa de segundos, este había desaparecido así como su presencia. Shaina no supo en qué momento el joven simplemente se evaporó de ahí.
—¿Quién era ese y por qué estaba aquí? —demandó en voz alta.
—Fue un antiguo oponente mio en la última guerra santa. Combatimos en el inframundo directamente.
—Es uno de los espectros de Hades —confirmó la joven en un hilo de voz.
—Si, así es.
—¿Y por qué permitiste la entrada a un enemigo? No tienes idea de lo que puede ser capaz, ¡tienes que ser más desconfiado Kanon! La diosa no autoriza la entrada de nadie al Santuario.
—Quieres dejar de comportarte como una loca —replicó el gemelo ya algo cansado de la amazona alterada —, no llevaba armadura y estaba vestido como cualquier persona normal. Yo deseaba charlar con alguien ya que noté que Deathmask y los otros duermen en sus templos, además de que las casas de Aries y Tauro están vacías. También necesitaba ropa ya que Saga se llevó las pocas prendas que teníamos. Radamanthys solo respondió a mi llamado y aproveche para pedirle que me echara una mano, ¿satisfecha?
—Así que ese es su nombre... —se dijo la joven pensativa— De acuerdo, te creo —respondió de mala gana luego de unos instantes perforando a Kanon con la mirada.
—Es posible que puedas darme más información respecto a las audiencias que la diosa lleva a cabo y el por qué está todo desolado.
—Ella te dará la información pertinente Kanon —respondió Shaina mientras ambos tomaban asiento en el escalón ubicado a los pies de la puerta principal del tercer recinto—. Todas tus preguntas tienen respuesta, pero es la diosa quien debe darlas.
—Ya veo. ¿Saga está en su audiencia, es correcto?
—Si, se ha prolongado demasiado. Pareciera como si estuviera confesando todo l que hizo durante su vida entera —dijo Shaina algo cansada.
—Lo creo, como hizo tantas cosas perversas y horribles, será un milagro si termina hoy.
—Debe terminar hoy. Mañana es turno de Deathmask y Aioria. Se que con el león dorado no habrá problemas, pero no estoy segura de lo que ocurrirá con el caballero de cáncer.
—La verdad —añadió Kanon—, no lo conozco mucho, pero sugeriría que tuvieras apoyo de alguien más para llevarlo con la diosa además de que sería bueno que hubiera otros caballeros durante la audiencia, solo por si acaso.
—Si, yo también he pensado lo mismo.
Radamanthys volvió una media hora después mostrando a Kanon unas tres bolsas con diversos enseres, las cuales el gemelo observó aliviado indicándole que podía entrar al tercer templo bajo la mirada escrutadora de Shaina.
—Esa chica es una fiera —comentó el juez en voz baja entregando a Kanon las bolsas—, se nota a kilómetros que tiene un carácter difícil.
—Si, así es —Kanon noto como Radamanthys tenía la mirada fija hacía la puerta y, más en concreto, donde la amazona montaba guardia—. Por cierto, ¿cuánto te pago por todo esto?
—Déjalo, no hay problema —respondió el rubio sin apartar la mirada de la puerta principal.
—Ya veo —dijo de pronto Kanon en tono burlón—, te gustan las chicas feroces ¿eh?
—¿Qué dijiste? —inquirió el rubio turbado y estupefacto ante semejante comentario.
—Seguro te agrada que te peguen —continúo burlón tratando de liberar la tensión provocada por la amazona.
—¡Cierra la maldita boca y date prisa! —fue lo ultimo que Radamanthys dijo antes de volver a la entrada del templo escuchando las carcajadas de Kanon al otro lado de la puerta —¡Estúpido! —vociferó para sí mismo con el rostro aún encendido.
Shaina observó al juez aproximarse analizando su persona sin sentir ninguna presencia amenazante emanando de él. Como bien mencionó Kanon, al no llevar armadura no parecía ser el enemigo que, seguramente, fue durante la última batalla tranquilizandose un poco mientras meditaba seriamente sus siguientes pasos.
—Escucha —dijo Shaina de pronto observándolo con mirada grave—, hay algo de lo que debo hablarte...
—Ya entendí que no debo estar en el Santuario —respondió Radamanthys algo fastidiado sin deseos de entablar un pleito con la chica—. Me marcharé ahora mismo.
—No es eso, es sobre Kanon.
—Ya veo. Escucha si estás interesada en él, yo no... —comenzó a decir el juez buscando como safarse en caso de que ella pensara otra cosa y quisiera molerlo a golpes.
—¡¿Qué, nada de eso?! Además es muy viejo para mí —respondió iracunda y turbada—. Kanon tiene una audiencia con la diosa Atena y en esa audiencia se discutirán temas importantes, hay un aspecto indispensable que necesito hablar contigo, a solas. Él no debe saber nada sobre esta charla.
—¿Necesitas discutir algo conmigo? —repitió el juez sin entender mientras que Shaina afirmaba rápidamente con la cabeza—. Lo dices como si se tratara de algo muy serio y grave.
—Lo es, Radamanthys. Necesito acompañarlo al chalet de la diosa y, después de eso, quisiera hablar contigo. Trataré de ser breve ya que se trata de algo muy puntual.
Antes de responder, Radamanthys noto claramente que una de las hadas del Inframundo sobrevolaba el espacio por encima de la cabeza de Shaina sin que ella lo notara. Era una mensajera del mundo de los muertos, clara señal de que él debía volver cuanto antes, pues se llevaría a cabo una reunión urgente convocada por Minos.
—Escucha —le dijo de pronto sin apartar la vista del hada—, tengo disponibilidad para charlar si es que, realmente, es necesario. Cuando estés en el lugar donde quieras que hablemos, llámame. Simplemente desea verme y yo llegare —dijo rápidamente.
—¿Así sin más?
—Si, solo respondemos al llamado de ciertas personas en particular, en este caso tú. Debo irme ahora mismo ya que tengo que atender algo con urgencia. Nos veremos más tarde —indicó serio y casi cortante.
Shaina observó como, literalmente, el rubio alto y malhablado se desvanecía delante de sus ojos. De acuerdo con las indicaciones de Atena, la advertencia sobre el revelar información clave a los caballeros dorados, luego de sus audiencias, debía ser dada a las personas allegadas a ellos. En este caso, el allegado a Kanon era ese extraño personaje: el espectro del Inframundo.
—Seguramente lo entenderá —se dijo Shaina—. No veo mayor problema en darle los detalles y los que debe tener en cuenta cuando visite a Kanon de hoy en adelante.
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Kanon tomaba una ducha sin prisas, quizás el juez y la amazona estarían discutiendo acaloradamente no deseando interrumpir. Antes de cerrar las llaves se quedó un momento bajo el chorro del agua pensando en sus efectos personales. Ahora que lo analizaba con calma, Saga se habría llevado prendas viejas ya que, por unos momentos, salió de su mente que sus cosas y pertenencias nunca estuvieron en ese recinto.
El menor de los gemelos no había reunido gran cosa durante los pocos años que habitó el tercer templo, antes de perder la prueba final y ser expulsado de ahí. No mucho después fue encarcelado en Cabo Sounion por su propio hermano y, tras ser ayudado por el cosmos de Poseidón, logró escapar dándose a la fuga del Santuario por trece años vagando sin rumbo por el norte de Grecia.
—Ahora lo recuerdo —se dijo lanzando un largo suspiro rememorando todo—. Mis pocas pertenencias se quedaron en el templo del mar.
Como siempre fue nómada sin tener un hogar establecido solo se hizo con unas pocas cosas que pudiera llevar fácilmente de aquí para allá. Eran unas cuantas prendas de civil y ropa de entrenamiento que dejo en su pilar poco antes de planear la Guerra Santa.
—No pude recuperar nada de eso luego de la batalla ya que todo quedó sepultado bajo los escombros y, en cosa de pocos días, Atena me mandó llamar para la siguiente guerra. Solo quedamos yo y... —Kanon hizo una pausa mientras su mente le traía el recuerdo de la otra persona que se quedó en Atlantis al término de la batalla.
La imagen de una joven rubia de grandes ojos azules y bella voz emergió de lo profundo de su memoria. Kanon no la recordaba hasta esos momentos.
—La sirena... —se dijo sonriente— Me pregunto si aún seguirá trabajando para el alzado de Julián Solo —pensó divertido buscando una toalla la cual, por fortuna, estaba ahí olvidada y aún medio humeda. Claro olvido por parte de Saga y muestra de que la usó por la mañana.
El término de la batalla contra Poseidón y sus años de ausencia eran parte de lo que debía charlar con Atena puesto que, era un hecho, que ella deseaba saber los detalles de su paradero los últimos trece años pensando que su audiencia sería tan larga como la de su hermano o más.
Las bolsas con enseres estaban colocadas sobre el mueble de baño. Kanon las reviso con cuidado riendo ante el hecho de que, pareciera, Radamanthys compró lo primero que le pasó por la mente en la primera tienda que apareció por el camino. Había un par de camisas oscuras, informales y sin estampados, de mala calidad, además de unos pantalones vaqueros de un azul sobrio, mudas de ropa, un par de calcetines. Uno o dos productos de higiene personal se dejaron ver por debajo de un par de zapatos deportivos negros que el gemelo rezaba porque le vinieran bien.
—Bueno, al menos sabe qué elegir en una situación como la mía —se dijo algo aliviado terminando de prepararse.
Cuando Kanon salió del templo ya listo para emprender el viaje, noto que Shaina estaba sola sentada a los pies del recinto. Radamanthys no se veía por ningún lado.
—Vaya —comentó Kanon con algo de molestia—, veo que terminaste por correr a mi antiguo oponente.
—No Kanon. Dijo que tenía que atender algo urgente y se marchó sin más. ¿Estás listo para irnos?
—Si, pero ¿habría la posibilidad de comer algo antes? No recuerdo cuándo fue la última vez que probé bocado alguno y muero de hambre.
—Si, te llevare a almorzar ya que el cosmos de la diosa aun no me confirma que ya podamos ir al chalet. Parece que Saga aún no termina.
—Debió escribir un libro, así Atena perdería menos tiempo escuchando su interminable lista de crímenes y pecados —comentó Kanon con molestia.
—Vamos, no seas tan duro. El también tiene derecho a desahogarse aunque ya lleve casi un día en ello.
A ese paso la audiencia de Kanon tendría lugar hasta la noche, pensó Shaina buscando donde podrían comer algo y, de paso, poder charlar y conocer a Kanon un poco mejor antes de que ya no pudiera recordarla aunque, lo que más le interesaba era hablar con el espectro ya que, algo le confirmaba que este y Kanon no perderían el contacto en un futuro cercano.
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Shaina respiró aliviada cuando, poco después del atardecer, prácticamente, recibió el llamado de la diosa indicando que ya podía llevar a Kanon ante su presencia así que, sin demoras, la joven acompañó al santo dorado hasta el chalet mientras este se mostraba dispuesto a acudir sin invertir demasiado tiempo en meditaciones, ya que parecía estar muy seguro de lo que sucedería después.
—Aquí es donde nos despedimos, ¿no es así Shaina? —pregunto el gemelo observando a su acompañante condescendiente.
—Si Kanon. Te deseo suerte con la diosa.
—Gracias.
Tastumi abrió la puerta mientras la chica se despedía sin entrar en la residencia, pues estaba por anochecer y aún debía atender otro asunto con premura antes de que finalizara ese día.
La joven amazona pensó un poco donde poder charlar en algún sitio abierto, pero sin la presencia de tantas personas alrededor, pues había cierta información que ella consideraba "confidencial". Sin perder tiempo, se dirigió al poblado más cercano ya que no deseaba que nadie se enterara que hablaría con el enemigo, y menos que este supiera donde estaba el hogar temporal de la diosa, considerando más prudente alejarse de las inmediaciones de la casa de Atena.
Tras dar el aviso de que su trabajo había concluido por ese día, dejando a Jabu y los demás a cargo, fue que abordó un bus dirigiéndose al poblado de Agios, ubicado a unos veinticinco minutos hacía el noreste. Cuando llegó, para su mala suerte, las calles rebosaban de vida y actividad yendo con paso rápido hacía la bahía de Marathon.
—Fue mala idea venir aquí —pensó molesta—, debí buscar simplemente un parque público y ya.
Su frenética búsqueda la condujo hasta una zona apartada de la bahía en la que estaban un grupo de establecimientos casi vacíos. Una cafetería estaba al final del malecón y en el local solo se encontraba un staff de dos personas, el sitio tenía terraza sobre la playa y esa zona estaba vacía.
—Perfecto —dijo la joven pensando en como "mandar llamar" al espectro— No entiendo, ¿debo decir su nombre tres veces o realizar algún tipo de ritual? —pensó ya un poco desesperada por terminar con eso.
Lo tuvo en su pensamiento un buen rato añadiendo la palabra "deseo", como si estuviera frotando una lámpara mágica y fuera a aparecer un genio para concederle tres deseos. Tras unos diez minutos en ese ejercicio, fue que entró al lugar en cuestión solicitando una mesa en la solitaria terraza.
Delante de ella se veía el inmenso manto negro mientras las olas lamian furiosas la arena de la playa. Ni una sola persona estaba en los alrededores y la incipiente iluminación hacía ver el ambiente más bien tétrico. La chica pidió para ella un té y un emparedado sencillo mientras esperaba a su acompañante repasando en su cabeza lo que debía informarle.
—¿No te parece que la elección de este sitio es demasiado? —una voz la sacó de sus pensamientos abruptamente haciéndola levantar la mirada.
El juez del Inframundo estaba frente a ella observando extrañado el lugar así como la bahía delante del sitio.
—¿Demasiado? —inquirió Shaina mientras este tomaba asiento frente a ella.
—Si, demasiado lejos de Atenas y del Santuario. ¿Por qué elegiste esta ciudad para charlar? —cuestiono molesto.
—Sencillamente necesitaba alejarme de la vista de mis compañeros. Es algo delicado lo que debo discutir contigo.
Radamanthys la observó por un momento creyendo, inicialmente, que la chica estaba exagerando ya que se comportaba como si fuesen a discutir secretos de estado y no una simple, y extraña, decisión tomada por los dioses.
—Creo saber sobre qué necesitas hablar —comenzó a decir el hombre rubio apenas el mesero tomó su pedido—. Sin embargo, adelante, te cedo la palabra.
—Gracias —Shaina observó un momento su taza respirando profundo—. Las audiencias que la diosa Atena lleva a cabo con sus caballeros dorados son para discutir su futuro. Tal vez no lo sepas, pero, en el pasado, algunos dioses del Olimpo han abusado de las almas de estos guerreros de élite. Los han revivido, matado, y manipulado a sus anchas, siendo Apolo el último de ellos.
Bebió un poco de té antes de continuar mientras el juez la observaba en silencio.
—Atena decidio que Hades sería el último que llegaría tan lejos, luego de ver como la mitad de su orden de élite le juró lealtad portando versiones corrompidas de sus armaduras doradas. Ella consideró ese gesto como una grosería así que, apenas terminó la batalla, solicitó una audiencia con su padre Zeus.
Shaina miró por un instante al hombre frente a ella mientras Radamanthys permanecía en silencio observándola gravemente.
—Tengo entendido que esa audiencia se extendió a los demás dioses del Olimpo. Durante esos días, Atena solicito a su padre el que ningún dios se metiera con sus caballeros nuevamente. Fue así que, entre Zeus y Atena, llegaron al acuerdo de que ella propondría dos tratos a los doce.
Shaina hizo una pausa por unos segundos antes de continuar.
—El primer trato consiste en reconstruirles la memoria y sellar sus cosmos y el segundo, es renacer completamente y tener una vida nueva.
En ese punto la joven noto como Radamanthys fruncía el ceño un poco más adoptando un semblante pensativo sin decir palabra.
—Por órdenes de la diosa, estamos solicitando a los allegados de los caballeros dorados, es decir, personas externas al Santuario, que jamás divulguen alguna información relativa a combates, entrenamientos, los dioses y demás. Nada debe ser revelado a ellos —indicó Shaina seriamente endureciendo su tono de voz—. El poder de Atena puede borrar y alterar los recuerdos de todos, sin embargo no estamos seguros si, al escuchar algún dato relativo a sus vidas anteriores, los haga investigar algo al respecto. ¿Entiendes? —el juez se limitó a asentir lentamente esperando el resto de la información.
Un mesero se aproximó a ellos preguntando si deseaban consumir algo más y ambos repitieron el mismo pedido mecánicamente.
—El asunto del cosmos es más sencillo de entender. La diosa les quitará todo poder sellando sus cosmos. No podrán portar ninguna armadura nuevamente ni hacer uso de los recursos que esta otorga. Todo esto fue diseñado para borrarlos del mapa de los dioses, con tal de evitar que la ola de muerte-resurrección continúe, es que Atena debe aplicar esta medida con los doce sin excepción.
Shaina retomó su monólogo tras hacer una pausa nuevamente.
—Yo sé que es muy probable que, tanto tú como Kanon, mantengan el contacto de alguna forma ya que él podrá recordarte aunque tenga alterado el cómo te conoció y bajo qué circunstancias. Lo que quiero pedirte es que nunca reveles nada, jamás le menciones quien eres en realidad pues, Zeus podría no respetar el acuerdo si se nos escapa alguna información indebida. Eso es lo que tenía que hablar contigo —finalizó sintiendo su corazón latir con fuerza guardando silencio.
Pasaron varios segundos antes de que Radamanthys saliera de sus meditaciones.
—Vaya... —dijo el juez al fin lanzando un suspiro de sorpresa— Si, algo así decía el comunicado que recibimos.
—¿Comunicado? —preguntó la joven.
—Así es, como bien mencionaste, la mayoría de los dioses fueron convocados. En nuestro caso, no tenemos dios por ahora ya que siempre esta ausente así que, hasta hoy por la tarde un mensajero del Olimpo nos hizo llegar un comunicado escueto y eso fue todo.
—¿Ustedes se enteraron de todo esto hoy? —dijo la amazona sorprendida— Esas negociaciones se llevaron a cabo hace días.
—Siempre somos los últimos en estar al tanto de esta clase de noticias —respondió el rubio sonriendo con ironía.
Radamanthys lanzó un suspiro de resignación pues, había cumplido con ese tipo de peticiones en el pasado encontrándolas repetitivas, cansadas e interminables. No obstante, era inevitable ya que Kanon quedaría relegado a "simple mortal" y no podía saber más allá de sus límites.
—Te agradezco el haberme puesto al día y, no te preocupes, jamás mencionaré nada a Kanon, ya que mis circunstancias son más complicadas de lo que crees.
Radamanthys pensó un poco antes de continuar.
—Sin embargo, no entiendo por qué cambiar sus recuerdos si ya no tendrán cosmos. ¿Qué más da que conserven sus memorias?
—La diosa quiere asegurarse que sean lo más normales posible e ignorantes de lo que ocurrió en el pasado. No creo que sea justo, pero así fue decidido.
—Ya veo... —respondió el joven sin estar de acuerdo con eso—. Podrían ser útiles gracias a todo el conocimiento que poseen, mandarlos al olvido será una pérdida para el Santuario y las filas de la diosa —sentenció algo enfadado cruzándose de brazos.
Shaina también llegó a verlo de esa forma: doce grandes pérdidas, no obstante las órdenes de Zeus eran claras y su ira sería implacable. Estaba sorprendida porque el espectro lo percibiera igual.
Tras unos minutos el silencio, Shaina pensó que sería grosero terminar la plática ahí, pues ella fue quien lo sacó de sus ocupaciones haciéndole ir hasta allá, así que quiso mostrarse menos descortés cambiando la conversación un poco.
—Dime algo —dijo Shaina amable intentando entender un poco al enemigo— ¿De verdad las circunstancias de un espectro son tan diferentes de las de un humano normal?
—Así es y, de igual forma, las leyes de nuestro mundo son más complejas de lo que piensas —respondió puntual sintiendo menos agresivo el ambiente.
Ambos esbozaron sonrisas leves notando que la tensión había bajado mucho ya que había pasado la parte difícil de la charla. Shaina noto que el hombre rubio era alguien que sabía escuchar y entender pese a no estar de acuerdo. Un enemigo rara vez entendía las razones del oponente.
—Dices que tu dios siempre está ausente —continuo la joven— Me dijeron que duerme dentro de su castillo, ¿es verdad?
—Si, solo despierta cada 243 años.
—Imagino que el Inframundo, así como el Santuario, tiene actividad durante esos años, ¿es así?
—Si, no paramos. Siempre hay mucho que hacer —decía Radamanthys sintiéndose en confianza suficiente para hacer esas revelaciones—: llenar registros, conciliar información, archivar libros y un largo etcétera.
—Lo dices como si llevaras años haciendo ese trabajo —comentó Shaina de pronto sonriendo mientras recargaba su cabeza sobre una mano.
—Es correcto. No estamos en el Inframundo solo por la guerra Santa —continuo el juez sonando fatigado de alguna forma—. Para nosotros, la guerra santa, es una de muchas actividades a realizar cada tanto tiempo y, apenas finalice, hay que volver al trabajo.
—Bueno, los que servimos a un dios estamos sujetos a sus mandatos, sus reglas y las tareas que nos asigne —dijo la chica pensativa.
—Asi es —dijo Radamanthys mientras su sonrisa se borraba lentamente.
—Quizás haya oportunidad de continuar con esta charla en el futuro —comento Shaina observando el reloj en la pared más cercana del lugar—, es algo tarde. Debo volver con la diosa.
—Tienes razón. Es tarde.
Concluyeron alrededor de las once de la noche en la que los meseros anunciaron que era momento de cerrar. Por último, Radamanthys la acompañó una gran parte del trayecto de vuelta, ya que no considero apropiado que la chica volviera sola aunque fuera una excelente peleadora.
Ambos fueron un poco más por el camino antes de despedirse varios metros antes de llegar a la casa de Atena.
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Continuará...
*Notas: En estas historias no estoy considerando a los caballeros de plata debido a diferentes complicaciones que eso supondría, por si se lo preguntan.
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