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1.4 Decisiones

Las doce audiencias: Tercer templo

Primera parte: Saga

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4

Decisiones

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Saori estaba sin habla ante tal revelación tardando un momento en reaccionar, antes de articular palabra, mientras Saga observaba ausente a través de la ventana lanzando un largo suspiro pues habían transcurrido casi ocho años de ese evento. Del momento en que tuvo que tomar una decisión respecto a la joven cortesana.

—Esto es inaudito —dijo Saori de pronto—, aunque claro que sucedería...

—Si, cuando se pasa demasiado tiempo con alguien, puede llegar a ocurrir sin que uno se dé cuenta siquiera —respondió dibujando una sonrisa triste en su rostro.

—¿Qué ocurrió con la joven luego de esa revelación? —preguntó la diosa tratando de ocultar su creciente curiosidad.

El hombre tomo asiento nuevamente al lado de Saori entrelazando sus manos, para evitar el molesto temblor, bajando la mirada. Tras lanzar un largo suspiro, respondió la pregunta.

—Había que decidir rápidamente qué hacer con todo. Ella no podía quedarse ya que si el otro lo notaba, la mataría. No quería que muriera, de verdad, no quería que algo malo le ocurriera y no solo por la vida que llevaba dentro. Ya había corrido demasiada sangre por los pasillos del Santuario —dijo ausente y pensativo.

—La ayudaste a escapar, ¿no es cierto?

Los recuerdos de Saga volvieron a ese momento surrealista en la alcoba privada del Pontífice, él y Althea en medio de la habitación iluminada por la incipiente luz de vela, escuchando esa inesperada revelación. El santo de géminis no sabía cómo sentirse al respecto, quizás, en otras circunstancias hubiera recibido la buena nueva con regocijo o algo de felicidad quizás, pero, en esos momentos, aquello le caía cual balde de agua fría.

Un evento que debería ser una buena noticia, llegaba en un mal momento.

Sin embargo, las leyes del Santuario eran lo que eran y, aunque él no tuviera una entidad dentro de sí y pudiera tomar responsabilidad por lo que venía, Althea tenía que irse. Era inevitable ya que así estaba estipulado desde hacía mucho tiempo para las mujeres por órdenes de la diosa misma.

—Una joven amazona o cortesana que terminara embarazada, tenía decidir. Si quería conservar a su hijo, debía marcharse del Santuario o bien, si deseaba quedarse, había que renunciar a él —confirmó Saga bajando la voz.

Althea estaba a la espera de lo que Saga tuviera que decir, su respiración era entrecortada aunque, por dentro, se imaginaba lo que él diría pues llevaba todo el día anticipándose a sus palabras y acciones.

—Un embarazo. Siendo así... debes marcharte del Santuario —dijo Saga con rapidez.

—¿Por qué dice eso, Señor?

—Conoces la ley. Debes irte de aquí o tu vida correrá peligro. Si intento favorecerte o hacer algún cambio que te beneficie, todos lo sabrán y el otro tomara alguna acción al respecto. Temo por tu vida en este punto.

—¿No me pedirá que me deshaga de él y me quede como lo han hecho con otras que han pasado por lo mismo? —preguntó la joven bajando la voz y la mirada.

—No.

—¿No? —la chica lo miró con sorpresa pues no se esperaba esa respuesta.

—¿Acaso querrías pasar por algo así, Althea?

—No señor... se que yo también debo decidir y quiero seguir adelante con esto. Pero deseaba saber tu opinion.

—Y te agradezco por decirlo.

Saga tomó asiento en una silla por unos instantes meditando su respuesta.

Definitivamente no veía aquel evento como un inconveniente pues, mientras estaba consciente, sentía algo cálido en su interior. Aunque él y su hermano nacieron en medio de muchos chiquillos, nunca supieron cuáles de todos esos jovencitos irresponsables eran sus padres biologicos y algo dentro de él gritaba por dar ese bebé una oportunidad.

Esa vida no tenía que ser como la de él, no tenía que terminar como la suya. Pues, bien podría ser como la de cualquier persona y cómo Althea decidiera moldearla.

—No consideré que esto pudiera ocurrir pero, ahora que sucedió, lo veo como un modo para redimir los males que he causado. Estoy seguro de que tu podrás ofrecerle una vida diferente a la que hemos tenido aquí y que está condenada al sufrimiento.

—¿Lo dice en serio Señor? —dijo esbozando una leve sonrisa.

Saga la observó con condescendencia desde la distancia regresando al lado de la joven contemplándola de arriba abajo.

—Nadie tiene por qué morir, ni tú ni el niño que llevas dentro. En este punto no puedo hacer ningún bien a la humanidad, al menos quisiera dejar algo bueno en el mundo.

—Esto es inesperado Señor —comentó ella sintiéndose más tranquila— ¿Estará bien Usted solo con el Otro?

—No y no importa. Ahora que sé esto es imperativo que salgas de aquí cuanto antes, sabes bien que lo que yo sé, lo sabrá él —a la joven no pareció importarte esto último aferrándose a Saga, estrechándolo lo más fuerte que podía como si este fuese un niño indefenso.

—No quiero dejarlo a merced suya. Usted no está bien y necesita ayuda.

—¿Cómo podrías ayudarme? —preguntó el joven suavemente en voz baja— Sería una carga muy peligrosa para cualquiera. No, lo mejor es que huyas de aquí. Te quiero a salvo, ¿entendiste?

—Lo entiendo, Patriarca. Me iré ahora mismo del Santuario sin revelar a nadie mi paradero.

—Jamás deberás buscarme o acercarte al Santuario y ama a ese niño más que a nada cada día de su vida —ella se abalanzó para besarlo por un momento y por última vez—. No permitire que te pongan un dedo encima —indicó con suavidad acariciando levemente su rostro.

Saga mandó llamar a Gigas mientras la joven se vestía como cualquier otra noche preparándose para salir de la alcoba.

—Althea dejará el Santuario ahora mismo. Escoltala a la puerta. No deseo saber a dónde irá, qué camino tomará al salir ni la ruta por donde salió —ordenó rápidamente a su asistente quien lo observó con los ojos muy abiertos mientras la joven se mantenía en silencio saliendo de la habitación.

—Pero Excelencia... —respondió el hombre sin entender— Esto es inesperado.

—Dale lo que necesite para su salida del Santuario: ropa y dinero y asegurate que se aleje de las inmediaciones del lugar con seguridad sin que nadie lo sepa. No quiero que esto llegue a oídos de ninguna persona, ¿te quedo claro? —ordeno autoritario— No vuelvas hasta que hayas confirmado que llego a la ciudad a salvo —fue lo último que dijo antes de que Gigas se llevara a la joven cerrando la puerta.

Se quedó en medio de la habitación seguro de su decisión, aunque tratando de asimilar lo que acababa de ocurrir puesto que había enviado a la joven a un destino incierto. Lo único que sabía era el caos que aquella noticia ocasionaría de saberse entre los habitantes del lugar, que ella sería obligada a decidir si quedarse con ese niño o no y que, inevitablemente, el otro querría acabar con la chica.

Prefería que se dijera que su destino fue el mismo que otras jovenes antes que ella.

—No la tendrás puesto que no tengo idea de cual sera su destino —se decía malicioso delante del espejo—. Jamás será tuya —un momento después, el Saga real volvio a dormir mientras Arles se vestía furioso yendo al salón del trono maquilando planes varios.

Gigas volvió pasada una hora y fracción, más o menos, encontrándose con Arles sentado en su trono.

—Althea ha dejado el Santuario tal y como ordenó.

—¿A dónde se ha marchado? —preguntó impasible.

—¿Qué? —preguntó el asistente nuevamente sin entender esos repentinos cambios de humor de su jefe— No lo sé bien Maestro. Tal y como Usted ordenó, todo fue muy discreto. Pedí ayuda a un elemento de confianza quien la acompañó al límite de nuestro territorio, le entregó sus pocas pertenencias y la escoltó hacia alguna parte del camino. No tengo confirmación de hacia dónde se dirigió exactamente.

—¿Qué no lo sabes? Y ¿por qué la dejaron marcharse así nada más? —rugió muy molesto.

—Así lo ordenó Usted... —Gigas se postró delante de él aterrado sin comprender esa extraña actitud.

—¡Inútil! —tras caminar un poco y pensar llegó a la conclusión de que no valía la pena preocuparse por eso.

Sabía que su huésped le tenía aprecio y bien podría dedicar tiempo a cazar a la cortesana insignificante cuyas razones para huir del Santuario desconocía, no obstante necesitaba enfocar su atención en otras cosas: los enemigos del Santuario comenzaran a reagruparse en el futuro, aunque aún faltaban ocho años para que la diosa Atena alcanzara la edad adecuada para enfrentarlo, la chica tendría trece años para esos momentos.

No debía quitar el dedo del renglón respecto a los enemigos.

—Puede ser que esa chiquilla ni siquiera tenga la preparación adecuada. Aun así, debo estar pendiente y alerta. Por otro lado, la cortesana no encontrará abrigo en las calles de la ciudad y, sin un techo al cual recurrir, será el final para ella.

Apenas Saga terminó de hablar se sintió un poco más tranquilo y sus manos dejaron de temblar sin razón. Saori estaba sin habla. No sabía qué decir, puesto que no se esperaba todos los detalles de esa parte de la confesión de Saga.

—Lo único que pude hacer por ella fue sacarla del Santuario para que el Otro no pudiera lastimarla. No pude salvar a Aioros, al menos, la salvaría a ella y al niño que llevaba dentro.

—Saga, esto es inesperado y siento mucho que tuvieras que tomar una decisión así —dijo la joven luego de unos instantes.

—Yo hubiera lamentado más si ella hubiera muerto, como sea espero que esté bien afuera en alguna parte —Saori lo miro sin saber qué más decir pues tenía otras palabras en la boca pero aun no estaba lista para pronunciarlas.

Los caballeros dorados le eran fieles y le servían gracias a la intimidación o bien, casos como Shaka, porque era su deber sagrado aunque, sujetos como Deathmask seguían órdenes mientras se les favoreciera. Y Arles estaba de acuerdo con eso ya que asi lograba tener sometida a la poblacion.

Las batallas de las doce casas y Hades se llevaron a cabo sin ningún tipo de redención para Saga. No tuvo gloria alguna salvo cuando Atena le concedió el perdón personalmente sacando al otro de su interior para encerrarlo en su Yelmo de bronce una vez más. Fuera de eso, el joven se sentía como si todo hubiera pasado en un abrir y cerrar de ojos tras lo cual se quitara una pesada carga de encima.

Saori observó el reloj notando que estaba por caer la tarde, quizás serían alrededor de las cinco más o menos, y era momento de mandar llamar a Kanon ya que debía hablar con los dos ese mismo día aunque ya fuera tarde.

—Gracias por confiarme todo esto. Era importante saber todo lo que me has dicho, necesitaba escucharlo de tu boca —dijo ella tomándolo de las manos—. No fue mi intención comportarme como policía pero hay cosas que debía saber, te pido me disculpes.

—No hay nada que disculpar, es tu trabajo a fin de cuentas. Después de todo eres la jefa y tus palabras son órdenes.

—Dime algo Saga, si en algún momento quisieras reunirte con esa joven...

—No —respondió educado pero contundente—. No creo que sea una buena idea por ahora, tal vez no es una buena idea en lo absoluto. Estoy seguro que ella ha hecho un buen trabajo y mi presencia no hara más que perturbar su paz y vida familiar.

—Entiendo... sabes, el día ha transcurrido muy rápido y, me temo, que debes pensar en las propuestas que te hice —dijo la joven de pronto cambiando de tema—. Necesito que tomes una decisión Saga.

El joven bajó la mirada nuevamente pensando un poco antes de hablar.

—Es cierto. Se que debo decidir pero, quisiera saber, si es posible que pueda ver a Aioros antes de su audiencia.

—Faltan tres días para eso, no lo sé... —replicó ella dudosa.

—Te lo pido por favor —la miro con ojos suplicantes—, recuerdo que me disculpé con Shura en su momento, poco antes de la batalla contra Hades y creo que debo hablar con Aioros antes de que ya no pueda recordarme.

—Él podrá recordarte, eso te lo garantizo —indico ella—, podrán quedarse en tu memoria todas aquellas personas que tú desees.

—Es bueno saberlo, sin embargo que haré si es que él toma el trato de renacer por completo. Jamás volvería a verlo y, me es importante, hablar con él en persona. Te lo pido Atena —solicitó el hombre casi suplicante.

—Entiendo que quieras hablar con él antes de que todo este asunto sea olvidado, ¿es correcto?

—Si, tengo cargos de conciencia muy fuertes —Saga evito cruzar miradas con ella nuevamente notando que el molesto temblor en sus manos regresaba—, arreglarme con él es indispensable para mi.

—Lo entiendo y me gustaría tener más tiempo para considerarlo, pero si es tan importante para ti puedo esperar a que resuelvas este tema. Solo que tengo que ponerte un par de condiciones.

—¿De verdad?

—Si, te daré tiempo suficiente para arreglar tus pendientes y, una vez que hayas terminado, deberás decidir. Esto es para no enfadar a Zeus quien espera que, antes de que transcurran dos semanas, todos los caballeros hayan salido de las doce casas y tengan el cosmos sellado para ese momento.

—Te agradezco mucho —respondió sonriente y agradecido.

—Al contrario Saga. Bien, primeramente, deja arreglo con Tatsumi que te asignen una habitación en esta casa para esta noche, Kanon llegara en cualquier momento y no hay problema por que te reencuentres con él. Sin embargo, Deathmask estará aquí mañana al medio día e, independiente de tu relación con él, no debe verte.

—Entiendo. ¿Es posible que pudiera quedarme en otro sitio alejado de aquí mientras llega el turno de Aioros?

—Si, creo que sería lo mejor.

—Gracias por todo Atena. Por escuchar sin juzgarme y por permitir que pueda arreglarme con él y reencontrarme con mi hermano —la joven solo sonrió por respuesta.

Saori mandó preparar una habitación de huéspedes de forma temporal ya que el invitado se quedaría esa noche y, al día siguiente, lo acompañaría alguno de los caballeros de bronce a un hotel cercano donde permanecer mientras Aioros tenía su audiencia. Mientras tanto, esperaría a Kanon ya que debían hablar un poco antes de que la diosa le borrara la memoria a su gemelo menor.

—El día de mañana estarán aquí DeathMask y Aioria de Leo, te pido que no te acerques a esta casa durante ambas entrevistas, ellos no deben saber acerca de los acuerdos a los que llego con los demás.

—Lo comprendo bien y espero que el santo de Cáncer no te de demasiados problemas —indicó poniéndose de pie.

—Tengo fé en que todo estará bien. Shaina y Shiryu se encargarán si las cosas se llegaran a salir de control, espero no sea el caso y él se comporte adecuadamente. Sé que esa audiencia será como esta: liberadora para Deathmask en quien confío haya sido manipulado por tu poder.

—Eres muy inocente —pensó irónico sonriendo tristemente—, él no fue manipulado. Su naturaleza es diferente de lo que crees, más salvaje y aterradora —Saga pensó un poco en su colega perturbado, sabía lo que este era pues un alma atormentada puede reconocer a otra sin problemas—. Sugiero que los demás caballeros de bronce estén aquí por si las cosas se salen de control.

—Lo tendré en cuenta. Vamos, te mostraré donde puedes quedarte esta noche.

—Gracias.

La habitación de huéspedes estaba al frente del jardín trasero de la casa, un espacio amplio lleno de pasto y flores que se iba quedando en la oscuridad por la caída de la noche. Saga se sintió mucho más tranquilo luego de la reveladora y catártica charla con la diosa; ella se comportó como una juez imparcial pues, todo el tiempo, se noto que intentaba comprender sus razones sin apresurarse a lanzar acusaciones de todo tipo.

Saga repasaba todo lo que dijo a la diosa esa tarde, si bien Aioros estaba en sus pensamientos todo el tiempo, el recuerdo de Althea se había dejado ver luego de tantos años: ocho siendo exactos pues ella había salido del Santuario mucho antes de la batalla en las doce casas. ¿Qué habrá sido de ella luego de su intempestiva salida? Se acostó en la mullida cama tratando de no pensar en ese tema pues no era de su incumbencia su paradero, aunque cierta curiosidad en él deseaba confirmar que tanto ella como el niño estaban bien.

—No creo que haya forma de poderlos ubicar y es mejor así. He hecho tantas cosas malas que no quisiera ser la vergüenza de un niño de ocho años.

Tan solo pensaba en su reencuentro con Aioros, el más difícil ya que durante la batalla contra Hades este no se dejo ver más que al final, cuando los doce encendieron su cosmos emulando la luz del sol, fue hasta ese momento en que hubo un breve reencuentro el cual paso desapercibido ya que tenían una tarea muy complicada que realizar.

—Espero tener la oportunidad de hablar de lo ocurrido hace tanto tiempo... —se quedó meditabundo por unos minutos mientras Kanon llegaba a la casa de la diosa para su audiencia.

También sería la primera vez que se reencontraría formalmente con su hermano luego de trece largos años, luego de ponerlo en la prisión y enterarse que este había escapado desapareciendo del mapa por mucho tiempo.

—Él fue ayudado por un dios a escapar y quien sabe que estuvo haciendo todos esos años. ¿Dónde estuvo metido antes de la gran batalla contra Poseidón? —pensó con curiosidad antes de dormir una siesta reparadora.

Una siesta llena de imágenes perturbadoras del pasado acompañadas por voces, diversas voces que agitaron el sueño de Saga ya que estas eran diferentes, hombres y mujeres llamando, exigiendo su atención y llamándolo por su nombre. Finalmente, hicieron que despertara de golpe sintiendo los latidos agitados de su corazón.

—¿Qué fueron esas voces? Hablaban desordenadas en mi cabeza —se dijo preocupado y algo desorientado notando como la habitación estaba en silencio y nadie se veía alrededor. Tras lanzar un largo suspiro, trató de dormir nuevamente.

Saori volvió al salón de visitas pensando en todo lo que acababan de charlar, las piezas que componían aquel rompecabezas llamado Saga estaban acomodadas una por una, realmente el misterio fue una desobediencia siendo niños y el santo de géminis fue castigado con la maldición del dios Ares. Esa era la realidad. No había mucho más que analizar esa tarde y, a pesar de estar cansada, había dos que tres cosas que le daban vueltas en la cabeza: el hijo que mandó sacar del Santuario.

—Sé que nada de eso es de mi incumbencia, pero tal vez haya modo de poder localizar a la chica si Saga lo deseara —se decía pensativa a pesar de que este había manifestado no desear tal reencuentro—. No quiere saber nada. Eso dice ahora, pero quizás cambie de opinión más adelante y ya no podría ayudarle pues no me recordará. Solo... dejaré la información lista por si acaso.

La joven se acercó a la habitación de huéspedes escuchando como su invitado dormía profundamente, decidió aprovechar ese espacio libre para hacer un par de llamadas desde su estudio ubicado al otro lado de la amplia casa.

—Debo darme prisa ya que Shaina y Kanon estarán en camino para estos momentos —se dijo sintiendo un poco de culpa, pero decidida a llevar a cabo su naciente plan.

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Continuará en la segunda parte: Kanon

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*Notas: Este capítulo es breve ya que solo es el cierre de la audiencia de Saga, pero aun no termino con él ya que hay varias cosas qué faltan por decir sobre este gemelo y esta historia no termina con las dos audiencias.

Gracias por leer.

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