Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 10: Akaashi

¡Un don desaprovechado! Eso es lo único que Akaashi tenía en mente cuando pilló el avión en dirección al pueblo natal de Aomine. ¿Cuántas veces había competido contra él por los campeonatos nacionales en el instituto? Algunas veces, Aomine le ganó, otras, ganó él, pero sin duda alguna, de toda la generación de milagros, sólo había dos personas que podían hacerle frente de esa manera tan agresiva como lo hacían: Aomine y Kise. Ahora, ver a Kise en la NBA era maravilloso, sin embargo, no soportaba ver a Aomine desperdiciar su talento natural para ese deporte.

Estaba agotado de perseguir a ese chico por todos lados, de tratar de convencerle de que se uniera a algún equipo de la NBA, pero, debía seguir intentándolo por el propio bien de su amigo. Aomine podría decir que era feliz en ese pueblecito, que estaba en paz y tranquilidad pero no era más que una burda mentira. Seguía sintiéndose culpable de lo ocurrido y esa era su forma de castigarse a sí mismo.

Sentado en el bar tomando una cerveza junto a Kise, ambos mantenían un tenso silencio del que no sabían salir. Buscar una idea para que Aomine retomase el baloncesto era complicado. Durante años intentaron todo lo que se les ocurrió y al final, nada había dado el resultado que ellos esperaban obtener.

‒ ¿Hablaste con él?

‒ Claro que hablé con él – se quejó Kise como si Akaashi le hubiera sentenciado - ¿Qué crees que estoy haciendo aquí durante semanas? No hay forma de convencerle de volver al baloncesto. Ni siquiera ha querido jugar conmigo – se quejó.

‒ ¿Le dijiste que vendría?

‒ No hacía falta, pero sí, se lo dije. Le comenté la posibilidad de que tú no fueras tan diplomático como yo. Aún recuerdo tus amenazas cuando jugábamos juntos. Y déjame decirte que dudo que sirvan con Aomine, así que guarda las tijeras.

‒ Con él nunca sirvieron – se quejó Akaashi – hasta faltaba a los entrenamientos para irse con Momoi a sus citas. Era un caso perdido pero... siendo sincero, poco le hacía falta entrenar a Aomine con ese don natural que tiene.

Akaashi pensó detenidamente alguna opción para que Aomine regresase, pero nada se le ocurría. Todo lo que siempre había servido con los demás, con Aomine nunca sirvió. Él era el capitán, pero incluso siéndolo y pudiendo manejar a todos, Aomine era casi un caso aparte. Le costaba mucho más convencer a ese chico que a cualquier otro miembro del equipo y ya no servían los viejos trucos que usaba en el colegio o el instituto con él.

‒ No puedo convencerle con chicas – se quejó Akaashi sabiendo que una de las debilidades de Aomine, siempre fueron las chicas. Solía comprarle revistas de chicas en bikini o convencerle con que le dejaría asistir o le programaría alguna cita a ciegas con chicas guapas, pero eso... eran otros tiempos.

Kise pareció reaccionar entonces a esa frase como si hubiera recordado algo importante.

‒ Con chicas no lo sé, pero... hay un chico, uno que juega en la NBA. Está por aquí de vacaciones.

‒ ¿Y?

‒ Que juega con él. Le he visto algunas mañanas en la cancha practicando con él. Creo que vino con una lesión de rodilla, no se mucho sobre el chico.

‒ Y sabiendo eso... ¿No le has investigado?

‒ Creí que sería algo pasajero. Aomine sólo entrena a los chiquillos del pueblo y luego se pasa el día arreglando los jardines y el templo. No me resultó demasiado importante al principio puesto que sabes bien que él estudio fisioterapia. Creí que sólo le estaba ayudando con su lesión, pero ahora, quizá podría ser algo más. La lesión de ese chico parece prácticamente recuperada, así que pronto regresará a su equipo. Dará inicio la nueva temporada. Se firmarán los contratos nuevos.

¡Un chico! Eso sí sonaba raro viniendo precisamente de Aomine pero Akaashi tuvo claro algo, si estaba jugando al baloncesto con ese chico, debía significar algo.

‒ ¿Quién es ese chico? – preguntó Akaashi con mucho interés.

‒ Juega en los Golden state warriors de San Francisco. Es el ala-pívot del equipo.

‒ Un jugador de zona – susurró Akaashi – la misma posición que Aomine.

‒ Sí. Exactamente la misma, de hecho, ese chico entró a jugar en el equipo el mismo año que Aomine rechazó la oferta.

‒ Está en la posición de Aomine en el mismo equipo al que iba a ir. Es su reemplazo. ¿Tendrá eso algo que ver con que Aomine le esté ayudando? – preguntó Akaashi.

‒ No lo sé. Puede que al inicio sí, puede que se sienta un poco culpable también por haber rechazado la oferta y haberlos dejado sin un jugador, pese a que no había dado comienzo la temporada, ellos estaban a tiempo de conseguir otro pívot, y de hecho llamaron a este chico. Lo que ahora mismo veo... es que creo que tienen algo más que una amistad.

‒ ¿A qué te refieres?

‒ Creo que están saliendo. Llevan unas semanas un tanto... acaramelados. No sabría decirte – comentó Kise.

‒ No, imposible. A Aomine le gustan demasiado las chicas.

‒ Pues... no sé yo. Quizá después de lo de Momoi sus gustos hayan cambiado un poco. También sabes cómo es Aomine. No se fija tanto en el sexo como en la persona.

‒ Ya... pero aún así, me choca un poco. Hablaré con él. Y el chico ese... su nombre.

‒ Kagami Taiga. Creo que nos hemos enfrentado a él en alguna ocasión, aunque no demasiadas.

‒ Juega en la zona oeste, nosotros en la este, pocas veces coincidiremos. Iré a verles de todas formas.

***

¡Raro! Así es cómo se sintió Kagami al ver a otro gran jugador de la NBA frente a su puerta. Esa última semana, sintiéndose cada vez mejor de su lesión, había estado practicando los lanzamientos y los driblajes con Aomine en la cancha del templo.

Lenta pero segura, así es como Kagami pensaba de esa recién iniciada relación. Desde aquel beso, no habían vuelto a besarse. Él no daba el paso pensando que quizá Aomine no estaba listo, quizá Aomine pensaba lo mismo de él. Fuera como fuera, jugaban juntos, iban a cenar, disfrutaban de su compañía mutuamente, hasta era consciente del cambio de actitud de Daiki. Ahora hasta era capaz de reír con él y bromear.

‒ ¿Kagami Taiga? – preguntó ese chico pelirrojo de baja estatura. Desde luego, Kagami no recordaba a ese chico por su estatura, sino, porque era realmente bueno jugando. Parecía predecir las estrategias como si nada: Akaashi Seijuro, uno de los mejores jugadores de la NBA.

‒ Soy yo, sí – comentó el pelirrojo con la pelota de baloncesto bajo su brazo y vestido con la indumentaria propia para jugar al deporte que tanto amaba. Había quedado con Aomine y no quería perder demasiado tiempo.

‒ Soy...

‒ Akaashi Seijuro, de los Brooklyn Nets de New Jersey – comentó Kagami – sé quien eres.

‒ Eso lo hará más fácil.

‒ Supongo que igual que Kise, estás aquí por Aomine. He escuchado que jugasteis juntos en el pasado.

‒ Fuimos rivales y también jugamos juntos en la universidad. Es cierto. Por eso mismo tengo que pedirte algo.

‒ Si es que me aleje, no vas a conseguirlo. Esa charla va a ser complicada.

‒ No he venido por eso, sino a hablar sobre un tema muy distinto pese a que tiene que ver con Daiki.

Daiki, que dijera ese nombre tan a la ligera, le hacía pensar a Kagami que eran muy buenos amigos o al menos, lo habían sido. Ese chico pelirrojo tenía mucha confianza si le llamaba por su nombre de pila como si nada.

‒ ¿De qué se trata?

‒ Supongo que ya estarás al corriente del motivo por el que Daiki no quiere jugar al baloncesto. Ya ni siquiera juega con nosotros, pero tengo entendido, que tú has conseguido que juegue. Veo que tienes una conexión especial con él, así que me gustaría pedirte que le convenzas para que vuelva a jugar en la NBA.

Kagami no pudo evitar dejar escapar una sonrisa algo ingenua ante aquella extraña petición. No era para nada normal si conocían a Aomine Daiki.

No puedo ayudarte con ese tema.

‒ A ti seguro que te escuchará.

‒ No te equivoques, lo que tengamos él y yo personalmente es diferente a lo que tenga o quiera hacer con su vida profesionalmente. Aomine no quiere jugar al baloncesto, al menos no ahora mismo.

‒ Claro que quiere jugar al baloncesto, le encanta ese deporte, eres tú el que no lo entiendes. Aomine sólo renunció porque Momoi murió en ese accidente y él se culpa de ello. Cree que merece ese castigo y no ser feliz.

‒ Cambiará de idea con el tiempo. Ya lo está haciendo, pero no le forzaré a tomar decisiones que no quiera tomar.

Akaashi frunció el ceño. Ese chico era casi tan testarudo como Aomine y de él no sacaría demasiado a menos... que jugase otras cartas.

‒ Yo de ti empezaría a sacarle el tema sobre el baloncesto y su futuro, a menos que quieras que sea infeliz toda su vida. Tú mismo has tenido que verlo y sentirlo, cuando Aomine juega al baloncesto, es otra persona. Tiene un don para ello y lo está desperdiciando. Sólo tienes que ver su sonrisa y esa cara de satisfacción y alegría que coloca cada vez que juega.

‒ Sé que ama el baloncesto – dijo Kagami – pero te lo repito. Jamás voy a forzarle a hacer algo para lo que él no se siente preparado. Pero ya que sois muy amigos, puedes ir tú a intentar hablar con él. Quizá te escuche.

‒ ¿Sabes lo que ocurrirá cuando tengas que volver a San Francisco? – preguntó Akaashi al ver que Kagami quería marcharse.

Eso no le gustó demasiado a Kagami, más que nada porque odiaba que la gente se metiera en su vida privada y la segunda, porque sabía perfectamente lo que ocurriría. Muy posiblemente, su relación se tambalearía porque no era fácil mantener una relación a distancia.

‒ Eso es mi vida privada – dijo Kagami sin nada más que hablar.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro