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Cuando Gulf llegó donde estaba sentado su amigo, sonrió cálidamente y Mew le devolvió la sonrisa. Ambos se miraron embelesados; tan conectados y enamorados. Los iris marrones y los pozos negros centellaban intensos sentimientos.
—Hola, Mewie.
—Hola, Gulfie.
Gulf inmediatamente se sentó al lado de su amigo y colocó la mochila en la mesa. Su mochila era de color azul marino con un gran llavero de un oso panda que le había regalado Mew. Al igual que el pelicastaño, Mew tenia un llavero igual, pero la única diferencia es que este tenía la figura de un oso pardo. Gulf saco su lonchera repleta de comida para dos personas y la puso en la mesa. El cambiaforma siempre le decía a su madre que le hiciera bastante comida ya que compartiría está con su Mewie.
Mew sonrió con ternura y aunque ya el gesto era cotidiano y Gulf lo hacía todo el tiempo, para él seguía siendo algo precioso y reconfortante, porque Gulf siempre pensaba en él cuando traía su comida; pensando en su salud y en lo poco que comía. Esa dulce preocupación porque comiera hacia sentir a Mew tan cálido y querido. Y por esa razón, por Gulf, solo por él, Mew comería hasta reventar si de ese modo lograba que Gulf le sonriera tan luminoso.
—¿Has comido algo, Mewie?—pregunto y miro a su amigo con una sonrisa—Porque traje mucha comida y yo solo no podré acabarla—cejeo—Debes ayudarme.
Mew rió, esa era siempre la excusa y aunque podía mentir y decir que comió mucho, no lo haría. El pelinegro jamás le mentiría a su dulce oso pardo.
—Solo comí una manzana—apretó los ojos esperando el regaño y cuando vio el ceño fruncido de Gulf, no pudo contener su sonrisa. Gulf se veía tan bonito cuando se enojaba.
—¿Es en serio, Mewie? Una manzana no va a llenarte y tú lo sabes—lo regaño y abrió la lonchera. Había varios envases y Gulf los abrió todos y como una madre que cuida de su hijo repartió todo con cuidado y listo su cometido le dio un envase a Mew.
—Pareces mi mamá, Gulfie. —bromeo—Una bonita mamá.
—Si preocuparme porque comas me hace tu madre yo estoy bien con eso—sonrió con las mejillas rojas por el término "bonita mamá"
Después de eso un silencio agradable los envolvió olvidando por un momento sus miedos, sus tatuajes y solo comiendo y ambos maravillandose con la suave brisa que les hacía revolver sus cabellos. Cuando terminaron de comer y Gulf guardo todo en su mochila, Mew miro a su amigo.
—¿Qué tal estuvieron tus clases?—curioseo.
Gulf bufó y posó su mejilla en la palma de su mano.
—No estuve prestando atención—se sincero, ya que de nada valía mentirle a la persona que más amaba.
Mew lo miró con preocupación porque conocía a Gulf y este no era de ese modo, algo muy grande debía estar atormentandolo para que no prestará atención.
—¿Qué tienes, Gulfie?—pregunto muy angustiado tomando las manos de su amigo—Tú no eres de ese modo, siempre prestas atención y me cuentas todo lo que aprendiste. ¿Qué te está atormentando?
Gulf miro a su amigo con tristeza y solo murmuró con voz débil.
—Tengo miedo.
Mew apretó aún más sus manos. Ver a Gulf tan triste y abatido lo hacía sentir tan mal y su corazón se quería caer a pedazos.
—¿Miedo por qué?—imploro por una respuesta. Los pozos negros se movían inquietos atentos a su oso pardo.
Gulf tenía un nudo atascado en su garganta. Quería sacarlo todo; sus miedos, sus dudas y confesar su amor.
Aunque Mew y él se decían constantemente que se amaban nunca habían manifestado que era un te amo diferente al de dos amigos. Para Gulf era tan aterrador desnudar su corazón en estos momentos, se le dificultaba, pero podía asegurar con los ojos cerrados que aunque Mew no sintiera el mismo amor este seguiría ahí para él, Gulf podía sentirlo.
Suspiró, necesitaba contarle a Mew de su tatuaje y confesar su amor. Ese amor que le quemaba el pecho por querer salir por fin de su escondite.
—Vamos, vayamos a nuestro lugar favorito y ahí te contaré lo que me pasa—aseguro, se levantó y comenzó a caminar hacia los grandes árboles.
Los árboles se mostraban altos y esplendorosos, estos se movían y su olor natural llenaba el ambiente. Gulf se dirigió al árbol más alejado donde Mew y él solían sentarse. Tantos recuerdos de niños inundaban su mente en estos momentos, tantos hermosos recuerdos que siempre atesoraria en su blandito corazón. Tomo asiento y Mew al instante también se sentó. Miraron un rato las ramas moverse y el sol brillar suavemente.
Gulf sabía que aunque el tatuaje no marcará el nombre de Mew, este siempre sería su primer amor y siempre estaría conectado a él de alguna manera. Dolía pensar que Mew no fuera su destinado, llevar el tatuaje de otra persona de solo pensarlo lo aniquilaba y sofocaba. Y aunque su historia no tuviera un final feliz, Gulf hoy se confesaria a Mew, le desnudaria su corazón y derramaria su amor, así el tatuaje no marcará el bello nombre de su Mewie.
Mew también estaba perdido en sus pensamientos, su mirada fija hacia el frente. Sentía miedo, porque algo le decía que lo que le diría Gulf no era algo bueno. Podía notar lo preocupado y temeroso que estaba Gulf y Mew nunca lo había visto de ese modo, su Gulfie siempre había sido un chico tan fuerte. La única vez que llegó a verlo así era cuando enfermaba y Gulf estaba ahí tomando su mano y llorando como un bebé que no muriera. Aparte de la preocupación del estado anímico de su amigo también había algo más en su mente y era decirle a Gulf de su tatuaje y también arriesgarse a confesarle sus sentimientos aunque su tatuaje no marcará su nombre. Mew estaba hecho un desastre y sus emociones estaban apunto de hacer ebullición.
Gulf carraspeo y decidió comenzar.
—Hoy se está formando mi tatuaje, Mewie—se detuvo y Mew miro a su amigo con sorpresa—Y en vez de sentirme feliz solo tengo miedo, mucho miedo, porque mi corazón le pertenece a una persona y el miedo se afianza en mi de solo pensar que no sera él.
Mew abrió la boca y la cerro de golpe. Un nudo agudo en su garganta instruyendole el tragar y su corazón apretándose intensamente causando aún más malestar. ¿A su oso pardo le gustaba alguien? pero, ¿quién? Saber que su amigo podía estar enamorado de otro le rompía el corazón. Su oso en su interior gimió triste y Mew por inercia apretó las manos en sus muslos. Dolía saber que su amor no era correspondido y nunca lo sería. La valentía que tenía hace minutos de confesarse se estaba yendo lejos. Quizás Gulf nunca sabría que estaba enamorado de él.
—Entiendo por lo que pasas, yo también estoy pasando por lo mismo—miro hacia otro lado, su garganta pesaba y su voz sonaba débil—Hoy mi tatuaje se está formando y al igual que tú mi corazón está tomado y estoy enamorado de alguien más y solo imaginarme que no marque su nombre me corroe el alma—volvió a mirar a Gulf y comenzó a grabar cada hermoso rasgo. Sus ojos fundidos en tristeza. Su amor era intenso y dolía que no fuera mutuo.
Gulf observo a su amigo detenidamente, las palabras que Mew había dicho lo habían hecho entrar en pánico y un intenso dolor inundo su corazón y tuvo que bajar la mirada. El saber que Mew le gustaba alguien más le hacía doler intensamente el corazón y sentía que le faltaba el aire; como si un gran golpe en su estómago hubiera sido dado. Ahora sentía miedo y la serenidad y tranquilidad que sentía hace minutos se habían ido dejándolo indefenso y temeroso al saber que Mew tenía una persona a la cual quería y esperaba. Aparte de eso su tatuaje se estaba formado y por más que quisiera detener su proceso no podía hacerlo y lo más doloroso era darse cuenta que su gran amor ahora había pasado hacer uno no correspondido. Sin poderlo evitar se apretó la camisa y comenzó a llorar. Se sentía débil y vulnerable, como si todas las emociones caóticas se abalanzaran contra él y lo aplastaran.
Mew al ver que Gulf poco a poco comenzaba a desmoronarse y se recostaba sin fuerzas en el gran árbol dando inicio a sollozos sin final y agónicos. Presenciar solo esa imagen, ver a su gran amor tan roto, le causó tanto dolor y angustia. Sin necesitada de esperar más lo abrazo escondiendolo en su pecho y soltando su aroma a hierba buena para calmarlo. Gulf escondió su rostro en el cuello de Mew y lo olió absorbiendo su aroma.
Mew se entretuvo acariciando aquel lacio cabello con afecto enredando sus manos en las hebras castañas. Su corazón se sentía agrietado y maltrecho. Odiaba ver a Gulf llorar. Si fuera por Mew; Gulf solo sería capaz de sonreír, haría hasta lo imposible para que esté no derramara lágrimas.
—¿Por qué te tiene que gustar alguien más, Mewie? ¿Por qué no puedes notarme a mí? Si yo... Me... muero por ti—hipo, más lagrimas cayendo—Te amo tanto... Y solo quiero que seas tú mi único destinado.
Mew se congelo, su mano dejo de acariciar el espeso y suave cabello. Las lágrimas corrieron libremente por sus ojos y cayeron como una suave cascada por sus tersas mejillas y la sonrisa de inmediato ilumino su cara sin poder evitar la gran felicidad que lo llenaba. Su corazón salto en su pecho como un tambor. Apartó con suavidad a Gulf y comenzó a quitar las lágrimas de aquellos bellos ojos marrones.
Gulf miraba a Mew sonrojado y avergonzado al darse cuenta de su patética confesión y lo más bochornoso fue encontrar una gran sonrisa en el rostro de su amigo. De inmediato se dio cuenta de la felicidad que irradiaba Mew y por un momento su corazón se aceleró en su caja torácica porque había la pequeña posiblidad de que la persona de la cual hablaba su Mewie fuera él. No quería ilusionarse, pero aquella gigante sonrisa con rastros de lágrimas lo hacían ilusionarse y fantasear con que su amor fuera correspondido.
—Te noto, Gulf y te amo tanto. Estoy tan enamorado de ti y no tienes idea de cuánto—derramo su amor. Su voz suave y cálida, llena de tanta emoción—Yo también quiero que cuando se forme mi tatuaje seas tú, solo tú, no quiero que sea nadie más.
La confesión hizo que Gulf sintiera una felicidad inmensa y sin poderlo evitar abrazo a Mew con fuerza. Ambos se sumergieron en sus olores y en el calor reconfortante que emanaban sus cuerpos. Sus osos en sus interiores saltaban tan alegres al igual que sus dueños.
Al Gulf separarse del tierno abrazo. Sus ojos marrones abatidos miraron a Mew. Aunque una paz y felicidad lo inundaba y todo se sentía correcto y ambos se correspondían, aún quedaba el tormentoso tatuaje de por medio.
—Sigo teniendo miedo, Mewie.
—Yo también tengo miedo, Gulfie, pero tengamos esperanza de que el destino nos una y podamos ser felices.
—Tendré esperanza—sonrió.
—Y sino llegamos hacer pareja no nos debe importar porque juntos desafiaremos al destino—acaricio las mejillas de su pelicastaño.
Gulf rió. Las palabras y la convicción calmaron su angustia y temor. Solo unas pequeñas palabras y Gulf seguiría fielmente a su oso panda.
—¡Buen plan! ¡Seamos unos rebeldes!—exclamo animado.
Mew soltó una gran carcajada.
Ambos volvieron a recostarse del gran árbol y entrelazaron sus manos. Sus cabezas recostadas la una contra la otra. El contraste de negro y marrón.
—¿Cuándo descubriste qué me querías?—indago Mew.
—A los 12, aunque en ese momento no lo sabía con exactitud—una sonrisa hermosa iluminó su boca—¿Y tú, Mewie?
—A los 12, también. Desde ese momento mis ojos no vieron a nadie más que no fueras tú mi Gulfie. Desde ese día te entregué mi corazón sin saberlo—dijo risueño.
Gulf sintio sus mejillas volverse rojas al instante y su corazón parecía la propia montaña rusa. Apretó la mano de su oso panda con fuerza.
—Te quiero tanto—murmuro Gulf.
—Yo también te quiero, mucho, mucho, mucho—hizo un movimiento gracioso como un patito.
—Yo más, mucho más—sus ojos arrugandose y sus mejillas volviéndose más rojas.
—Ahora será la guerra del yo más, definitivamente nadie ganará—rió tan feliz.
—Tienes razón, pero que conste que yo te quiero mucho más—hizo un adorable puchero.
Mew no pudo contra ese lindo puchero. Los pucheros de Gulf siempre serian su debilidad.
—Solo esta vez te dejaré ganar.
Gulf de repente se quedó callado y oculto su rostro en el cuello de Mew.
—Sabes, Mewie... La sola idea que no seas tú mi destinado me pone tan mal. No sé... Yo no sé... Si podré soportar mirar el nombre de otra persona en mi pecho—confeso.
Mew enterró la nariz en el largo y perfumado cabello de Gulf. Soltó su mano y enredo sus delgados brazos por sus hombros sosteniéndolo lo más cerca posible de él.
—De solo imaginarlo me rompe el corazón también, porque la sola idea de ver el nombre de otra persona en mi pecho me enfermería. Pero tendremos que vivir con ello si queremos estar juntos... Así que no temas, yo siempre voy a estar aquí mi Gulfie—dijo con mucha seguridad.
Gulf cerro los ojos y se llenó del olor que tanto amaba. La calma y la calidez del abrazo lo llenaron de valentía.
—Se que lo estarás, estoy seguro de ello. Siempre juntos mi Mewie—se separaron del cómodo abrazo y juntaron sus frentes. Las manos de Gulf envolvieron el cuello de Mew y las de Mew la cintura de Gulf.
Su vínculo volviéndose más sólido, sus aromas volviéndose más fuertes y sus osos en una danza de amor.
"Aunque no seamos destinados no me daré por vencido, desafiare al destino y me quedaré contigo... Porque mi amor es tan leal y fuerte que no sera pisoteado por nadie"
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