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Un gran gritó se escuchó por toda la casa haciendo eco. Elisa Kanawut; madre de Gulf Kanawut, casi tira el plato de porcelana por el desgarrador sonido. Con su corazón asustado y la duda surcando su cuerpo se llevó una espátula por si acaso.
¿Y si algún osado se había colado en la habitación de su Gulfie? Subió las escaleras rápidamente y abrió la puerta sin esperar ninguna señal.
—¡Voy a matarte pervertido! ¡A mi bebé no me lo tocaran! ¡Sobre mi cadáver!—apunto con la espátula al intruso, pero se sorprendió al no hallar a nadie, solo estaba Gulf.
Gulf estaba sentando en su cama con la cabeza cabizbaja. La mortificación surcaba su rostro en oleadas. Elisa se preocupó y se sentó al lado de su hijo acariciándole el cabello con cariño para calmarlo y darle entender que estaba ahí para él.
Gulf levantó la mirada y sus ojos marrones claros brillaron lagrimosos. El pánico y el miedo poseyendo todo su ser, pero entre todas esas emociones una se mostraba con fuerza "dolor, mucho dolor"
Elisa acurrucó a su hijo en sus brazos al verlo triste y lloroso y comenzó a mecerlo. Gulf escuchaba el suave sonido del corazón de su madre y se apretó aún más contra ella. El temor inundandolo de solo pensar que perdería a Mew.
—¿Cariño, qué sucede?... Nunca te había visto tan decaído y solo te llegue a ver así solo cuando Mew enfermaba y tenías miedo de que muriera o cuando no podías verlo. Del resto siempre has sido un chico fuerte y temerario—articulo.
Gulf levantó la cabeza y se seco las lágrimas. Sorbió su nariz y miro a su madre que lo miraba paciente y con un semblante de compresión absoluta.
—Hoy se esta creando mi tatuaje, mamá. Antes lo añoraba, quería el tatuaje en mi piel para salir de dudas, pero ahora solo tengo miedo, tanto miedo de que este tatuaje me separé de mi Mewie—soltó, sus manos se apretaron y su corazón ardió.
Elisa sonrió enternecida. Desde siempre había sabido la hermosa conexión de su hijo con Mew. Muchas personas pensaban que ya eran una pareja, pero solo sus padres y sus amigos sabían la realidad. Podían notar el amor y la lealtad tanto de Mew y Gulf, pero estos nunca habían cruzado la línea porque querían estar seguros de ser destinados.
Elisa palmeó el hombro de su hijo consoladoramente.
—Se que tienes miedo mi vida, eso es normal. Pero estoy casi segura que tú y Mew son destinados—alentó—Tu oso interior lo ama y sabes lo complicado que es tu oso. Siempre fuiste un poco gruñón con las personas que intentaban darte muestras de afecto, pero llegó Mew y tú solo te volviste blandito de repente y eso me sorprendió.
Gulf sonrió y volvió a secar más lágrimas traidoras que se escurrian de sus párpados. Su corazón temblaba lleno de dudas y mortificación.
—Sí, mi oso lo ama al igual que yo—confirmo y asintió—Mi oso lo acepto de inmediato y este vínculo que tenemos crece y crece cada día y yo realmente siento que él es el indicado, pero si el destino es cruel y nos separa, mamá—cuestiono.
—¡Oh mi cielo! Eso no pasara, ya verás, todo irá bien. Tú tatuaje se formará y se marcará el nombre de Mew—animo y abrazo con dulzura a su hijo.
Gulf poco a poco se calmó y sus fosas nasales se inundaron con el olor de las margaritas. Su madre olía a margaritas. El olor siempre lo reconfortaba y lo llenaba de calma, al igual que la hierba buena que desprendía su Mewie.
Madre e hijo se soltaron del cálido abrazo y sonrieron. Elisa se levantó para darle espacio a su hijo para que se vistiera ya que debía ir al instituto, pero cuando estaba llegando a la puerta la voz de su hijo la detuvo. Se volteó y su cabello castaño y corto se balanceo.
—Mamá, ¿cómo supiste qué papá era tú destinado?—pregunto lleno de curiosidad.
Gulf nunca había hondeado en la unión de sus padres, pero ahora con el tatuaje creándose en su piel la curiosidad había emanado.
Elisa sonrió risueña.
—Si te lo digo no lo crees. Eramos rivales, nos odiabamos a muerte. Él era de clase media y yo de clase alta, había diferencias. Antes los de clase alta y media no se llevaban bien. Había una brecha muy grande. Y aunque nos odiabamos sentíamos una atracción que ocultabamos y a pesar que nuestros osos se llamaban constantemente nosotros siempre los ignoramos. Hasta que se hizo la marca y tratamos de huirle al destino denegando de ella, pero fue imposible, nos necesitábamos—contó con una gran sonrisa. Los recuerdos comenzaron a llenar su memoria como un viejo cassette—Iniciamos un noviazgo que pasó por muchos obstáculos, desacuerdos y peleas. Después nos casamos y te tuve a ti, mi cielo. El mayor regalo de nuestra vida.
Gulf se sintió cálido ante las bonitas palabras de su madre y soltó una risita al darse cuenta que sus padres fueron rivales y al principio se odiaban. Imaginarlos debatiendo y gritandose le daba gracia.
—Bueno ahora si, muchas emociones por un día. Debes vestirte, el instituto te espera—vocifero y se fue, perdiéndose rápidamente por el pasillo.
Gulf suspiró, hoy era un día difícil para él. Aunque las palabras de su madre de que todo iría bien lo calmaron un poco, aún seguía teniendo miedo.
Amaba a Mew con todo su corazón y el perderlo le ponía un mal sabor en la boca. Y el solo imaginar verlo con otra persona lo hacía ver rojo y le apretaba la respiración.
Gulf añoraba y soñaba ser el destinado de Mew. Quería estar con él para siempre. Perderse en su olor de hierba buena y compartir su vida juntos, pero... ¿Y si el destino los separaba? Gulf podía asegurar que se hundiría en el dolor.
El no quería a nadie más que no fuera su Mewie. Y mientras tomaba una ducha caliente y las gotas resbalaban por su cuerpo imploraba susurrante "Mewie, por favor que seas tú"
Su oso en su interior se movió inquieto sintiendo su miedo y su voz se escuchó en su mente con una gran seguridad susurrando "Nuestro. El es nuestro. No temas" Y Gulf quería creer en su oso interior, de verdad quería creerle, porque Gulf quería que Mew fuera suyo por toda la eternidad.
Las constantes gotas de la tibia agua siguieron resbalando por el delgado cuerpo y Gulf por varios minutos estuvo sumergido en sus caóticos pensamientos.
"Me duele el pecho. El miedo me consume al saber que puedo perderte, porque si no eres tú, no quiero que sea nadie más"
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