7
— Espera Jen, te llevo a casa — le llamó la pelinegra y ella se detuvo al escucharla, aunque sabía que debió ignorarla y seguir su camino.
— Esto es estúpido — le dijo una vez que tuvo a la pelinegra enfrente. — No va a funcionar, no importa lo increíblemente guapa que seas o que seas muy carismática, o que tengas la sonrisa más hermosa que he visto en mi jodida vida, no va a funcionar así que no me presiones.
— ¿Por qué no? — preguntó.
— Todo el mundo lo sabe, todos alguna vez lo comentaron en la escuela, le tengo fobia a los penes grandes, prefiero los penes normales, gracias — dijo y suspiró frustrada.
— Tengo un pene normal, no hay nada anormal en mi pene.
— Esta bien, tienes razón — dijo — Entonces escucha atentamente, prefiero los penes de un asiático promedio.
— No has probado mi pene — Lisa hizo un puchero cual niño pequeño — ¿Cómo puedes saber que no te gusta? — le dijo de manera sugerente.
— Y no lo voy a hacer.
— Que cobarde eres Kim.
La mayor la miró asesinamente y con un tic en el ojo, odiaba su temperamento competitivo.
Jennie no era buena para las provocaciones. Nunca lo fue y esa no sería la excepción.
"Al menos el hotel es bonito".
Pensó sentándose en la acolchonada cama.
Lisa dejó sus cosas en el tocador y se peine el cabello frente al espejo. Luego rebuscó en su mochila sacando unos condones y lubricante. La mayor suspiró pensando seriamente que huir no sería mala idea.
Se sentó en el borde de la cama mirando detenidamente los movimientos de la menor.
— Lo he estado pensando y creo que hacerlo en cuatro es mejor — le dijo — Así no lo verás y no estarás tan nerviosa.
La mayor le dio la razón y Lisa empezó a desvestirse, Jennie la siguió rápidamente preguntándose porque estaba actuando como una idiota.
Se acomodó en la cama boca abajo, alzando el culo nerviosamente.
Manoban se puso encima de ella dándole un beso en la espalda y trazando una línea hasta su trasero.
— Tranquila — le dijo en voz baja al ver que se
removía nerviosa — No voy a hacerte daño.
— Ajá — intentaba creerlo.
Lisa sonrío y volvió a su trabajo. Tomó un poco de lubricante y tanteó la entrada de Jennie con sus dedos.
La mayor se estremeció por el contacto pero hasta ese momento no había nada de que preocuparse, Lisa le había dicho que no lo metería por completo y si la dañaba se detendría.
¿Pero podía confiar en ella?, Lisa le había mentido acerca de su tamaño, ¿Por qué diría la verdad esta vez?
Empezó a removerse aún más nerviosa, recordando porque no le gustaban los penes grandes.
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