Algunos nos paralizamos ante la posibilidad de cometer un error.
Actuamos como si los errores fueran como la acuarela que, una vez pincelada, penetra indeleblemente en el papel para siempre y no puede corregirse.

Al actuar de este modo, hasta las decisiones mas insignificantes se transforman en experiencias traumáticas.
En algún momento, las personas que rigen sus vidas por la inactividad y la indecisión ponen su vida en peligro.

Por otro lado, hay personas que consideran que los errores son oportunidades.
Cuando cometen errores, no quedan sumergidos en la agonía ni dejan de confiar en los demás.

Es alentador saber que todos, no importa lo sensibles o inteligentes que seamos, cometemos errores y, lo que es más importante aún, probablemente seguiremos cometiendolos.

Entonces, será mejor que nos relajemos, aceptemos nuestras imperfecciones y nos unamos a la carrera de los seres humanos.