LA PEDIDA DE MANO
Han pasado años desde su primer encuentro en aquella taquería y su pedida de novios en el parque, desde aquellos chistes nacos, tacos y los hot dogs compartidos. Ahora, Taehyung y Jungkook habían construido una relación basada en la complicidad, el amor incondicional y, por supuesto, las bromas pesadas que hacían su vínculo aún más especial.
Aquel día comenzó como cualquier otro. Era un domingo tranquilo, y ambos decidieron pasar la tarde en el parque, el mismo lugar donde su historia comenzó. Habían ido a comprar unas cervezas y unas papas fritas, y se sentaron en su banco favorito, aquel que estaba justo al lado del lago. La tarde estaba tranquila, el viento soplaba suavemente, y el sol comenzaba a ocultarse, tiñendo el cielo de tonos naranja y rosa.
Jungkook sacó la caja de papas y comenzó a picar un par de ellas, sin mirar demasiado a Taehyung. Estaba nervioso, pero Taehyung no lo notaba. A pesar de ser un desastre cuando se trataba de gestos románticos, Jungkook sabía que lo que iba a hacer iba a cambiar su vida y la de Taehyung para siempre.
Kook estaba mirando al frente, dándole vueltas a su cerveza mientras Taehyung jugaba distraído con una de las papas fritas. En ese momento, Jungkook, que normalmente no era muy serio, pareció quedarse pensativo por un segundo.
— ¿Sabes, Tae? — dijo finalmente, con una voz diferente, más suave de lo normal — A veces, cuando te miro, me pregunto cómo fue que llegamos hasta aquí. Ya han pasado unos años, pero siento que... — se detuvo un momento, como si estuviera buscando las palabras correctas — Cada día contigo ha sido mejor que el anterior. Como si... como si todo hubiera sido perfecto desde el momento en que nos conocimos. A veces me pongo a pensar... hace años estábamos aquí comiendo hot dogs y papas, sin pensar en nada.
Taehyung lo miró, sorprendido por la seriedad en su tono. Levantó la vista de sus papas fritas y le dedicó una sonrisa cálida.
— ¿A qué te refieres? — preguntó, mientras un ligero sonrojo comenzaba a subir por sus mejillas. La forma en que Jungkook lo miraba hacía que su corazón latiera con más fuerza — ¿Qué pasa, Jungkook? Estás raro hoy. ¿Quieres que te traiga más papas?
Jungkook dejó las papas a un lado y, finalmente, miró a Taehyung con una mirada seria, que no se veía en él desde hace mucho. Por un momento, Taehyung no sabía qué pensar.
— Tae... —comenzó Jungkook, ajustándose en la banca y mirandolo directamente a los ojos — Lo que quiero decirte es que... todo esto... todo lo que hemos vivido... no quiero que se acabe nunca. Las bromas, las peleas por las papas, las cervezas... no quiero vivirlo sin ti.
— ¿Estás bien? —preguntó Taehyung, aún no entendiendo el tono tan serio de Jungkook — ¿Es esto un chiste de esos que solo tú entiendes?
Jungkook sonrió, pero no era la típica sonrisa de broma. Era una sonrisa que llevaba consigo algo más profundo, algo que Taehyung no podía ignorar.
— Es solo que... — Jungkook hizo una pausa, miró al cielo y luego volvió a mirar a Taehyung — De alguna manera, me haces sentir en casa. Todo lo que hago, todo lo que soy, se siente completo cuando estoy contigo. Y aunque soy un desastre con las palabras, lo que quiero decir es que... — se inclinó un poco hacia Taehyung — Tae, contigo todo tiene sentido. Y quiero seguir compartiendo todos los días de mi vida contigo.
Taehyung se quedó en silencio, escuchando las palabras de Jungkook. No era el tipo de declaración que Jungkook normalmente hacía, no era la misma bromita sobre hot dogs o papas fritas. Algo en sus ojos decía que este momento era diferente.
Jungkook respiró hondo, sacó algo del bolsillo de su chaqueta, y Taehyung, al principio confundido, vio que era una pequeña caja de terciopelo negro.
— Tae... — dijo Jungkook, ahora con la voz temblorosa, pero firme —...No soy perfecto, ya lo sabes. Y a veces me cuesta ser serio, pero hoy quiero hacerlo. Te he estado pensando mucho, y la verdad es que no quiero pasar ni un segundo más sin que sepas lo que significas para mí. Yo... quiero que sigas siendo mi compañero, mi compañero de vida, la salsa de mis tacos. ¿Puedo casarme contigo?
Taehyung se quedó sin palabras, mirando el anillo en la caja. Era un anillo sencillo pero elegante, y, por alguna razón, la calidez del momento hizo que su corazón se derritiera. Miró a Jungkook a los ojos, buscando cualquier señal de broma, pero no la encontró. En su lugar, vio una vulnerabilidad que lo hizo sentirse aún más profundamente enamorado.
— Jungkook... — dijo Taehyung, sintiendo que la emoción lo invadía — No sé qué decir... nunca me imaginé que me pedirías esto, pero... — rió suavemente, sin dejar de mirarlo — Esto es lo más romántico que me has dicho. No sé si estoy llorando o si esto es demasiado hermoso para ser cierto. Pero sabes que te amo con todo mi corazón...
— Entonces... ¿puedo? — preguntó Jungkook, ahora con un tono más serio pero todavía con esa chispa traviesa —...Porque lo que te ofrezco es lo mejor que tengo: tacos, papas, hot dogs... y lo que venga, Tae.
Taehyung, sintiendo su corazón latir con fuerza, lo miró y sonrió.
— Si me ofreces papas y cervezas, ¡cómo decir que no! —respondió, tomándole la mano y acercándose para abrazarlo mientras salían lagrimas por sus ojos —...claro que quiero pasar el resto de mi vida contigo.
Jungkook lo abrazó con fuerza, contento, y al final susurró en su oído:
— ¿No me digas eso, Tae... porque aceptaste y ahora pasaremos aún más tiempo juntos — dijo Jungkook, riendo con esa sonrisa que tanto lo caracterizaba.
Taehyung, abrazado a él mientras sorbía su nariz, no pudo evitar reír también.
— Eres un idiota, pero sí, te acepto — respondió entre risas.
Jungkook lo abrazó con fuerza, sintiendo que el peso de la vida, de los años juntos, todo había valido la pena. Los dos se quedaron allí, abrazados, con el sol poniéndose en el horizonte, disfrutando de la paz que solo el amor verdadero puede traer.
— Te amo, Tae. Y lo haré siempre... — susurró Jungkook en su oído, mientras le acariciaba el cabello suavemente.
— Te amo más, idiota. —respondió Taehyung, sonriendo de la forma más sincera.
Jungkook con una sonrisa cargada de picardía, la miró directamente a los ojos y dijo:
— ¿Ves, Tae? Te lo dije... ya soy el hombre que te roba las papas y ahora te roba el corazón. Pero serás mi esposo, te prometo que te robaré todo lo que quieras...pero siempre con mucho amor.
Y así, con mucho amor, un toque de humor y una pizca de naco, Taehyung aceptó la propuesta de Jungkook. Ya no importaban los chistes y bromas, lo único que importaba era que, juntos, tenían toda una vida por delante.
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