Todo el pueblo participó en el grandioso funeral de Aelek, su ceremonia parecía sacada directamente de una leyenda antigua. Vi el funeral desde mi balcón, a través de la barrera invisible que me mantenía separada del resto del mundo. Aunque estaba lejos, las llamas y los ecos de los rituales llegaban a mí claramente, como un espectáculo que se desarrollaba en un escenario lejano.

Las sombras danzaban en el suelo y el sonido de los lamentos se mezclaba con el viento, creando una sinfonía de dolor y respeto que resonaba en mis oídos. Desde allí, me sentía como una espectadora involuntaria, atrapada en un limbo entre mi propio aislamiento y la grandeza del homenaje al hermano de Darius. Era como si el funeral y mi encierro fueran dos mundos separados, pero que estuvieran conectados. 

Durante esos días de encierro voluntario, hice todo lo posible por descubrir por qué el libro estaba vacío. Pasé horas examinándolo, revisando cada página en busca de pistas ocultas o mecanismos que pudieran haber pasado desapercibidos. Probé diferentes métodos para descifrar su contenido, desde antiguos hechizos  hasta métodos más modernos, pero nada parecía funcionar. El libro permanecía tan enigmáticamente vacío como cuando lo encontré, sus páginas en blanco desafiándome con su silencio. Cada intento fallido aumentaba mi frustración y desesperación, como si el libro se burlara de mis esfuerzos por desentrañar su misterio.

Mi padre había estado inmerso en una serie de reuniones últimamente, tratando de negociar con los patriarcas para reconsiderarán si era necesario un castigo. Había pasado tanto tiempo en esas reuniones, buscando cualquier oportunidad para suavizar la severidad de la situación, que apenas tenía tiempo para hablar conmigo. Su agotamiento era evidente, pero también lo era su determinación. Cada vez que lo veía regresar de una de esas reuniones, su expresión reflejaba tanto esperanza como frustración, como si luchara contra una ola de resistencia que no parecía ceder. El peso de la situación parecía afectar cada aspecto de su vida, y a pesar de sus incansables esfuerzos, el resultado de sus negociaciones seguía siendo incierto.

Me enteré por medio de Rezal que Darius había propuesto matrimonio a Eydis. La noticia me sorprendió, pero lo que más llamó mi atención fueron los rumores que circulaban al respecto. Decían que la mujer, a pesar de su estatus y la influencia de su familia, estaba bajo una maldición que la había dejado sin poder alguno, lo que honestamente nadie creía. La combinación de su posición destacada y la supuesta falta de habilidad mágica parecía ser una paradoja inquietante en un mundo dónde el poder lo era todo.

A los dos días vi a Rezal acercarse con una hoja de papel envejecida en las manos. Sin decir nada, se sentó a mi lado, desplegando el papel con cuidado.

Mis ojos se fijaron en la imagen en el centro de la hoja. Una mujer de rostro serio y ojos profundos me devolvía la mirada. Tenía su cabello trenzado y el abrigo de piel que llevaba parecía hecho para soportar los inviernos más duros. Enseguida entendí que esta mujer se trataba de la prometida de Darius.

Mientras reflexionaba recordé lo que mi tía me había dicho con anterioridad: que el compromiso había sido arreglado con anterioridad pero que no se hizo público hasta ahora.

El descubrimiento de que todo había sido una maniobra deliberada confirmó mis sospechas y profundizó en mi sed de venganza. 

Rezal, a la que no había nada que le gustase más que el cotilleo, también mencionó que la mujer con la que Darius se había comprometido tenía un hermano mayor que recientemente también  se había visto involucrado en una situación tumultuosa.

Estaba sentada junto al fuego, sintiendo cómo las llamas creaban pequeños remolinos de energía entre mis dedos, cuando mi tía Rezal comenzó a hablar. 

–Lena –comenzó – es curioso cómo a veces los compromisos se anuncian no por amor, sino para desviar la atención de algo más complicado. –Miré a mi tía con atención, el calor del fuego contrastando con la frialdad de sus palabras.

–¿Has oído hablar de un hombre llamado Aksel? – preguntó. Asentí con la cabeza.

—Lo vi una vez en una fiesta.

– Es el hermano Eydis, la comprometida con el estúpido de Darius. Él estuvo aquí una vez hace mucho tiempo, seguramente tú tuviste la suerte o la desgracia de verle aquél día. Resulta que antes de que el vinisese, hace muchos años la gente en Fjordhaven, esa aldea, empezó a hablar de un chico llamado Aksel. Decían que tenía habilidades inusuales, como el poder de prever eventos en un futuro cercano la capacidad de manipular el fuego. Pero lo que realmente atrajo más la atención de la gente fueron los rumores más oscuros que decían que Aksel era un Obscurita. Su padre ante tantos rumores no tuvo otro remedio más que confesar que él era un Umbraxis pero que él fue criado como un ser de luz, tal y como tú.

Sentí un cosquilleo recorrerme y una extraña mezcla de curiosidad. Recordé sus ojos azaules y la manera en la que jugaba con el fuego. Excepto a Iris nunca había conocido a otra persona que fuera como yo y eso explicaba por qué los rumores sobre Aksel eran tan interesantes.

–El poder de Aksel era tan inusual que comenzó a provocar miedo entre sus propios aldeanos y vecinos colindantes. No era inquietud, sino miedo.

Rezal se inclinó un poco hacia adelante, como si estuviera compartiendo un secreto. 

–Años después sorprendentemente la gente dejó de hablar del tema, según parece se decidió que él sería el sucesor del pueblo, él iba a tomar el poder cuándo su padre fuera mayor y Aksel renunció a cualquier práctica oscura ganando así el respeto de sus habitantes fue ahí cuando él vino aquí. Tiempo después, tras un conflicto, una aldea vecina intentó atacarles. Ellos creían que todos los rumores respecto a Aksel eran una patraña inventada por Fjordhaven para protegerse sin embargo, Aksel no sólo defendió su territorio sino que parece ser que él con ayuda de alguna fuerza oscura logró reducir a cenizas la aldea atacante. No quedó ni un sólo rastro de ella. Los guerreros de Fjordhaven incapaces de creer lo sucedido salieron de su tierra y lo único que encontraron fueron cenizas. Después de eso, nunca nadie volvió a ver a Aksel, se dice que fue castigado. Según los rumores, en su tierra, conocida como Fjordhaven, vivió aislado hasta que fue enviado a una Academia para rehabilitarse de la oscuridad.

–Pero tía, esto no puede ser real. Él estaba defendiendo su territorio, él no hizo nada malo.

–él defendió a su pueblo con artes oscuras y ese es el problema Lena, dicen que Aksel se ha vuelto un Umbraxis oscuro, lo cual está prohibido, dicen que al no haber utilizado sus poderes en tanto tiempo, este fue dominado por ellos. Los rumores dicen que se volvió loco y mató a su prometida, una mujer muy querida en su tierra. Después de eso su aldea decidió que él nunca podría tomar el poder salvo que un milagro ocurriese. Tú sabes la importancia de que un líder tenga descendencia a la altura de su poder y ninguna mujer en la faz de la tierra le aceptaría nunca con esos rumores y menos oscuro. Fue en ese contexto que Eydis anunció su compromiso con Darius. Fue un movimiento repentino, y muchos en la aldea comenzaron a preguntarse por qué. La teoría más común es que el compromiso fue una estrategia para desviar la atención de Aksel y calmar el creciente temor hacia sus poderes. Anunciar una boda, podía ser un acto de distracción, un intento de restaurar el orden y evitar que los rumores hizieran a su familia perder el poder.

Mientras escuchaba a Rezal, comprendía la complejidad de la situación. Mientras las llamas del fuego se reflejaban en mis ojos, entendí que la magia, con toda su maravilla y peligro, siempre estaba en el centro de las historias y los secretos que definían nuestras vidas.

Esta situación me hizo pensar en la mía propia, me preguntaba si en el fondo yo no había sido más que una pequeña pieza en un puzzle de carácter mayor. Me parecía que era demasiada casualidad que hubiera sucedido un compromiso, mi intento de asesinado y la descubrición de un conflicto que resultaría con su expulsión en apenas unos meses y lo peor era que todos los involucrados eran Umbraxis.

–Además, los rumores también dicen que su padre, un hombre influyente y calculador, deseaba casar a su hija con Darius para consolidar los territorios y otorgarle todo el poder a su futuro yerno. Esta estrategia confirmaba que el compromiso de Darius no era solo una cuestión de amor, sino un movimiento clave  en el juego del poder y el control. – Añadió Rezal.